Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

64. Presencia (Sofía)

Es un día especial, alegre y triste al mismo modo. Sé que es mi último día con Elena, pero también sé que ella desea regresar y que ya no le hace bien quedarse por este lado. Su brillo y su energía están cambiando.

Durante el día conversamos un poco sobre la vida, me da consejos y me dice que ha sido hermoso haberme conocido.

—Puede que no haya hecho lo que vine a hacer —comenta—, pero definitivamente conocerte fue la mejor parte de esta aventura —afirma.

—Te agradezco que no me hayas orillado a aparecer en una iglesia gritando para impedir la boda de un desconocido, pero más te agradezco tu amistad —respondo.

Ella sonríe y nos encaminamos al Cafetario. Hay más gente que de costumbre porque todos saben que luego nos tomaremos un tiempo. He decidido ir de vacaciones luego de esto, en la empresa me han dado permiso pues tenía algunos días pendientes. Iré a la playa, a aquella vieja playa en la que años atrás me despedí de Agus.

La idea es cerrar nuestra historia, despedirme de él en aquel sitio en donde tuvimos nuestra primera y última cita. Debo dejar de lado aquello que no pudo ser y mirar hacia delante.

Las personas aparecen una tras otra y me concentro en ellas. Esta actividad es buena, pero saca mucha energía y me siento agotada. Elena revolotea a mi alrededor comentándome cosas sobre la gente que llega y los espíritus que los rodean, y de pronto se me pierde de vista.

Me asusto porque temo que se haya ido sin despedirse de mí. Esperaba que lo hiciera al final de la noche, luego de que nos quedemos solas y que yo pudiera decirle un adiós como corresponde.

El último es un hombre mayor, aunque hace un rato escuché la campanilla de la entrada. Estoy de espaldas a ella así que no pude ver si era una persona más o alguien que solo viene a tomar algo. Acabo con el hombre cuya mujer posa a su lado con una sonrisa hermosa y me pide que le diga que ha sido el mejor marido del mundo y que lo ama y lo espera.

Él se emociona y yo con él, esa clase de amores siempre logran llenarme de esperanza. Me gusta pensar que en esta época en que se han perdido tantos valores aún puede triunfar el amor.

Y cuando se va, cual aparición, él está allí. De pie, mirándome con un brillo hermoso en los ojos.

—¿Me dibujas? —pide y yo sonrío.

No sé por qué, quizá solo porque lo vuelvo a ver o porque estar cerca de él siempre me lleva a un estado de felicidad que no logro explicar.

—¿De verdad? —inquiero y él asiente.

Busco una hoja en blanco y tomo un carboncillo para comenzar.

Elena se aparece a su lado y lo observa con ternura.

—Es Agustín —digo para explicarle de quién se trata, me alegra que haya regresado y que no se haya ido aún.

—Lo sé —responde ella y de pronto coloca una mano sobre su hombro y pega su cabeza a la suya.

—¿Qué haces? —inquiero.

—Tú solo dibuja, Sofía —responde ella con certeza.

La miro, mi mente funciona a toda velocidad mientras lo hago. Normalmente es en esta parte en la que el espíritu me da mensajes, pero ella permanece en silencio.

—¿Qué haces aquí? —pregunto a Agus mientras dibujo.

—Estoy cansado de despedirme de ti y vine a buscarte para cambiar esa parte de la historia —responde y yo dejo de dibujar para mirarlo. Elena lo besa en la frente y yo la observo curiosa—. ¿Qué miras? —pregunta Agustín ajeno a lo que sucede a su lado.

—Es el amor de mi vida —responde Elena con una sonrisa.

—¿De qué demonios hablas? —inquiero con los ojos abiertos en sorpresa.

—Digo que quería venir para que hablemos... no quiero volver a alejarme... —responde Agustín.

—Shhh —callo a Agustín que me mira desconcertado.

—¿Me lo preguntas a mí? —inquiere Elena con una sonrisa y los ojos clavados en Agus.

—Sí —respondo.

—¿Hay alguien más acá? —pregunta Agustín mirando a sus costados.

Yo asiento y señalo a Elena, es obvio que él no puede verla, pero voltea como si pudiera.

—No fui yo la que impidió su boda, fuiste tú —dice Elena entonces—, como debía de ser... o quizá fue él, que lo comprendió todo al fin...

—Yo no comprendo nada —respondo casi enfadada—. ¿Estuviste con él antes de morir? —inquiero.

—Sí —responde.

—¿Qué? —pregunta Agus mirando a cada lado.

—Hay una mujer que dice que eres el amor de su vida —respondo.

—¿Yo? —pregunta él con los ojos abiertos.

—Dile que yo nunca quise abandonarlo —pide Elena.

—¿Qué? —pregunto confusa.

—Díselo...

—Dice que nunca quiso abandonarte —comento y él frunce el ceño.

Dibujo con fuerza.

—Dile que yo hice lo que pensé que sería mejor para él. No sabía que... no sabía que las cosas se torcerían.

—Dice que hizo lo que creyó era mejor para ti... —suspiro—. Que no sabía que las cosas se torcerían —añado.

Entonces acabo el dibujo y lo volteo para que Agus lo vea.

—¿La conoces? —pregunto.

Los ojos de Agustin se llenan de lágrimas y busca hacia un lado y el otro.

—Está a tu izquierda —susurro.

—¿Mamá? —pregunta él.

Yo levanto las cejas, confundida.

—¿Elena es tu mamá?

—Sí... —responde visiblemente emocionado—. Mamá, te amo, te extraño —dice Agustín y de pronto parece un niño—. Dile por favor que si hubiese sabido que estaba enferma la hubiera cuidado con mi vida...

—Te escucha —respondo.

—Mamá, no debiste ocultármelo...

—Yo quería evitarte sufrimientos, Agus, en aquel entonces pensé que sería lo mejor, cariño —susurra ella y yo cumplo en repetir lo que dice—. Perdóname, pensé que tu tío haría las cosas distintas.

—Mamá, no es tu culpa —responde Agustín cuando yo le cuento lo que dice Elena—, de verdad, lo comprendo. Me dolió no habernos despedido... me dolió haber crecido pensando que...

—Lo sé... y a mí también me dolió haber hecho las cosas así —interrumpe ella—. Eres el amor de mi vida, Agustín, lo único bueno que hice en toda mi historia, lo único que ha valido la pena... no cambiaría nada de mi vida porque si cambiara una sola cosa tú no existirías... Estoy orgullosa del hombre en el que te has convertido...

Le repito todo y él solo llora.

—Mamá, ¿por qué no te vi cuando...

—Porque tenías que tomar tus propios caminos para poder convertirte en quién eres hoy...

Yo suspiro y también me descubro llorando.

—Dile por favor que lo amaré por siempre y que quiero que sea muy feliz —pide Elena y yo lo repito.

—También yo, mamá... —dice Agustín en un susurro y abraza el dibujo que le he dado.

Elena coloca su mano derecha sobre la frente de Agus y comienza a brillar aún más. Sé que está por irse.

—Espera —pido y ella me mira—. Gracias... —susurro.

—A ti, Sofía, a ti. Ahora sé que mi niño será feliz y puedo estar al fin en paz... Ámense... —pide antes de desaparecer.

Abrazo a Agus y lo dejo llorar en mis brazos, el tiempo pasa y Amelia sale de la cocina y me hace señas para avisarme que se va, yo asiento y se marcha. Las campanitas me avisan que estamos solos y Agus vuelve en sí.

—Gracias —dice y yo sonrío.

—No tienes nada qué agradecer —digo y lo miro a los ojos—. ¿A qué has venido, Agustín? —inquiero.

—He venido a esto —dice él y entonces toma mi rostro con sus dos manos y acerca sus labios a los míos.

Y mi piel en contacto con la suya pone el mundo de cabezas. Mil luces de colores estallan a nuestro alrededor al tiempo que toda nuestra historia pasa por mi mente, las veces que deseamos besarnos, su energía y la mía, nuestras palmas unidas, nuestros labios frotándose, nuestras lenguas encontrándose. Mi piel se eriza, mi cuerpo se eleva, mi alma tiembla al encontrarse con su gemela.

Agustín sabe mucho mejor de lo que me imaginé, su piel es cálida, no como aquellos besos que le robé cuando estaba en coma, su aroma, su sabor, me erizan la piel y el alma.

No sé cuánto tiempo transcurre hasta que nos apartamos lentamente. Lo miro a los ojos y pienso que puede verme por completo, que no hay nada que él no sepa de mí, que al fin no hay distancias entre nosotros.

—Lo siento, no pude evitarlo... Primero debí preguntarte si sigues con Jorge.

Yo niego, lo miro a los ojos y sonrío.

—No podía seguir con él, no luego de que tú...

—Yo rompí mi compromiso... —interrumpe.

—Lo siento...

—No lo hagas —responde y acaricia mi mejilla con el dorso de sus dedos, me estremezco—. No lo sientas...

Trago saliva y suspiro.

—¿Entonces? ¿Ahora qué? —pregunto.

—Ahora haremos todo lo que hemos deseado hacer desde hace tanto tiempo —susurra en mi oído y yo me estremezco—. Espero que recuerdes bien ese lado mío tan terrenal que tanto deseaba probarte, tocarte, besarte, lamerte...

—Agus... —murmuro sonrosada.

—¿No quieres? —pregunta con la mirada pícara y una media sonrisa que me derrite.

—Claro que quiero... con todas mis ganas...

—Entonces, vamos a tu casa —susurra y yo asiento.

Y corremos, tomados de la mano, en medio de una noche de verano, con el cielo oscuro y las estrellas brillando a la distancia, mientras el mundo se esfuma a nuestro alrededor y solo somos nosotros dos, los mismos de siempre, el señor y la señora raros, Agus y Sofy, en cuerpo y alma, dispuestos a hacer tangible nuestro amor. 

Espero que lo hayan disfrutado :)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro