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❆ XXXVIII: Invierno II ❆

~ INVIERNO ~

Parte dos

Damos por terminada la conversación y salimos a alcanzarla al bosque; tiempo después entramos a casa para darle la bienvenida, quien ahora se encuentra saludando a todos los recidentes de la mansión con sus conocedores ojos.

—¿Dónde está tu esposo? Quiero conocer al afortunado. —Pregunta apenas nos separamos del resto.

Sonrío levemente y niego.

—Ahora no está aquí, volverá más tarde.

—Más tarde lo veo. Te has portado mal en mi ausencia. —Señala mi vientre.

—¿Vas a castigarme?

No sé si ya alguien le dijo que estoy embarazada, pero a este punto de la historia nada me sorprende.

—Probablemente, si ese hombre no me agrada.

—No va a agradarte, vas a amarlo.

Suelta una risa leve.

—Con que tú lo ames y él te ame a ti tengo más que suficiente, cariño.

Le sonrío en respuesta. Ella siempre quiso esto para mí: que viviera de la forma que anhelo vivir cada uno de mis días.

—¿Mis padres tienen algún otro secreto por ahí...?

Mi madre me mira con los ojos entrecerrados.

—No te dejes engañar, Dalia. Ya lo sabe todo.

Me río.

—¿Te quedarás aquí con nosotros?

—Pedí un lugar privado y me tocó una casa propia. No estaré con ustedes pero sí cerca.

—¿Estarás cómoda?

—Sí, cariño.

—Bien. Hay muchas cosas que debemos hablar, pero esperaré a que Alek regrese.

—Me parece bien.

—¿Cómo has estado sin mí?

—¿Te sorprenderías si te digo que te dejé salir porque sabía que encontrarías algo muy importante?

—La verdad es que no —admito.

—Ya veo que era el amor.

—El amor y muchas cosas más —digo para mis adentros.

—Aquí también está el jóven que la rechazó, resultó ser primo de Aleksandre. —Agrega mi madre.

—¿Cómo lo llevas? —Adalia me observa con atención.

—Yo bien, pero a Alek no tanto.

—¿Es tan posesivo como suelen llamar a los hombres lobos?

—No tanto. Un poco celoso, pero se encarga de que todos me respeten y también a nuestra relación.

—Eso es un buen punto para él. —Sonríe orgullosa—. ¿Qué tal el embarazo? ¿Estás feliz?

—Como nunca antes.

—Se te nota. Me alegro de que finalmente Lo divino te haya premiado con todo lo que anhelabas, mereces todo lo bueno que pueda pasarte.

—Gracias. Te quiero mucho, ¿lo sabes? —Me acerco a ella y la abrazo.

—Yo también te quiero.

—Me voy a poner celosa —dice mi madre a mis espaldas.

Me giro y la tomo de la cintura, formando un abrazo de tres.

—Te amo.

—Ahg, Alek te ha vuelto cursi.

—Siempre me dices que me amas, tú también eres culpable.

—Supongo que sí. —Las tres nos separamos y ella me aparta algunos mechones de cabello del rostro, sonriéndome con sus ojos—. Te amo, cariño.

  ❆ ❆ ❆

Después del almuerzo decido ir a la habitación de Arian.

Ella no bajó para comer y ni siquiera ha querido hablar con su madre acerca de su situación. Bastian tampoco sabe que el chico que está con ellos en estos momentos es el causante de que su hija esté al borde del colapso. Creo que si se entera es capaz de matarlo.

El hombre no merece estar libre, pero desde la memoria de Fabián pude ver arrepentimiento y desesperación por estar al lado de ella. Si fuese mía la última palabra, le sacaría la información necesaria e intentaría probarlo haciendo un juramento eterno.

Aunque, teniendo en cuenta que se infiltró en un lugar para causar todo tipo de daño desde dentro, creo que sería capaz de condenarse a muerte con tal de lograr su objetivo inicial si no ama a Arian lo suficiente. Cosa que ha quedado en evidencia:

La ama. De eso estoy segura, pero él mismo dijo que no la eligió y partiendo desde esa postura sé que sería capaz de hacer cualquier cosa para tenerla bajo su dominio, cómo llevársela a la fuerza, aún cuando le dijo que no iba a traicionar a los suyos por alguien que ya le había fallado antes.

Toco la puerta de su habitación durante varios minutos hasta que la escucho quejarse.

—Alexa, no quiero ver a nadie —dice al reconocerme.

Su voz se escucha ahogada, como si tuviera el rostro tapado con un montón de sábanas.

—No pregunté si querías verme. Y no soy nadie.

La escucho bufar.

—Necesito estar sola.

—Ábreme, Arian.

—No.

—Es una orden.

Pasan algunos segundos hasta que la puerta se abre.

—¿Es en serio? —Pregunta.

—Sí.

La observo atentamente. Se encuentra vestida con ropa de dormir, su rostro grita cansancio y ahora lleva el pelo corto.

—Te has cortado el cabello. —Afirmo adentrándome sin permiso en su habitación.

—Sí, señora. Puede entrar a mi lugar seguro.

Suelto una risa leve.

—No estás tan mal.

—Me quedé sin lágrimas, pero no me encuentro bien.

—Conozco la sensación —me siento en un sillón.

El lugar huele a ella y se ve como ella. Se nota que es suyo.

Dejo de observar todo y centro mi atención en la jóven frente a mí, que ahora se encuentra sentada en la cama.

—¿Por qué te cortaste el cabello?

Suelta un suspiro y se lo toca.

—Siento que me hace ver menos "niña buena" ¿Sabes? Fue en un arranque de ira. Él... él me dijo que le gustaba mi aparente inocencia.

—No puedes cambiar tu aspecto solo porque a él le gustaba.

—Me lo hubieras dicho antes, ahora ya es tarde —se señala.

—Sí, supongo que sí.

Nos quedamos unos segundos en silencio.

—¿Qué quieres que hagamos con él?

—Lo que quieran —se apresura a decir.

—Lo sé todo, Arian.

—Eso me queda claro.

—Entonces sé honesta conmigo, o me veré en la obligación de usar mis propios medios para obtener tus respuestas.

Se queda mirándome y suspira con resignación al notar que hablo en serio.

—Bien.

Guarda silencio por un momento, hasta que carraspea y empieza a jugar con sus dedos, cabizbaja.

—No quiero que le hagan daño —admite, como si le costara decirlo en voz alta—, lo amo. Pero no lo quiero cerca de mí...

—Entiendo.

—Has vivido algo similar, ¿puedes ayudarme a sobrellevarlo?

Le regalo una sonrisa cálida al tiempo que me siento a su lado.

—Claro que puedo, y quiero. —Acaricio su pelo y le coloco un mechón detrás de la oreja—. El corte te hace ver como una chica mala, guapa y valiente. Porque eso es lo que eres. Entonces, creo que has logrado tu objetivo.

Suelta una carcajada suave.

—Gracias.

—Te quiero mucho.

—Yo también. No mentí cuando dije que te quería como mi reina.

Recuerdo aquel momento y una amplia sonrisa se adueña de mi rostro.

—Tu rey ya tiene a su reina. —Bromeo.

—Y esa es usted, mi señora.

Me río.

—Quiero que te pongas hermosa y salgas de esta habitación. Hoy tenemos una cena especial.

—¿Ah, sí? ¿Y para qué me necesitas?

—No te necesito para nada, pero te quiero allí.

Me levanto para luego encaminarme hacia la salida.

—Te veo al rato.

—No dije que iba a ir.

—Tampoco dijiste que no irías. —Le guiño un ojo antes de irme y dejarla sola.

Me dispongo a volver abajo para buscar algo en la cocina, pero a mitad de las escaleras sé que los antojos tendrán que esperar al encontrarme con la mirada significativa de mi esposo.

—¿A dónde iba, meine Dame?

—A la cocina, Meinen Herr.

—¿Para qué?

Elevo las cejas y levanto un poco el mentón cuando queda en el mismo escalón que yo.

—Por aperitivos.

—Ya estoy aquí, no hacen falta.

Suelto un grito cuando me alza en brazos de forma repentina y continúa subiendo las escaleras. Suelto varias risas al notar aquel peculiar brillo en su mirada.

—Tienes una mancha de sangre en la cara —miento.

—No me digas —finge indignación.

—¿Qué le hiciste?

—No quieres saber eso —confirma mis sospechas.

—Te estoy preguntando.

—Le di un par de puñetazos. ¿Feliz?

—Puñetazos que le sacaron sangre.

—Se los merecía.

—Sí, supongo. ¿Le contaron a Bastian de quién se trata?

—Lo prohibí. Sebastian no puede saber que ese idiota se aprovechó de su hija, lo asesinaría. Yo no soy su padre y quiero exprimir su cuerpo hasta dejarlo sin una gota de sangre.

Suelto una carcajada al tiempo que niego con mi cabeza.

—Lo sé.

Hago más fuerte mi agarre en su cuello sin apartar mis ojos de su cara.

—Hablé con Arian.

Él se adentra al pasillo de las habitaciones, manteniéndome en sus brazos.

—¿Qué te dijo?

—Que no quiere que le hagan daño, que lo ama, pero que tampoco lo quiere a su alrededor.

—Supongo que debo disculparme.

—¿Por?

—Por desquitarme de parte de todas las personas que la queremos.

—Eso parece.

Me baja cuando llegamos a nuestra habitación. Él comienza a desnudarse apenas cierro la puerta.

—Quieres ir al grano —murmuro entre risas.

Él me mira con los ojos entrecerrados mientras se deshace del pantalón.

—Quiero quitarme todos los problemas de encima en una ducha caliente junto a mi esposa.

—Acepto.

Termino desnudándome yo también y nos dirigimos a la ducha.

—¿Qué tal el interrogatorio? —Pregunto cuando es su turno de ayudar a lavarme.

—Tu padre le leyó la mente. Descubrimos de qué manada proviene, de quién es hijo... y un montón de cosas. Pero no está aliado con nadie de aquí, solo hizo amigos y los utilizó.

—¿Vino solo?

Cierro los ojos cuando empieza a masajear mi cabello.

—Está bien entrenado.

—Fabián lo atrapó muy fácil.

—Fabián entrenó aquí antes de que el vampiro lo envenenara. Aunque ya no es un lobo en su totalidad, sigue siendo nativo de Wachsend. Eso significa muchas cosas. Por algo somos la manada más poderosa. No solo se trata de mí, sino de todos. Además, el infiltrado no fue tan tonto como para sacar las garras teniendo todas las de perder.

—Comprendo.

—¿Qué tal tú? —Comienza a besar mi cuello dando el tema por zanjado—. ¿Cómo estás?, además de hermosa.

Sonrío por más de un motivo.

—Estoy... —Me corto a mí misma al sentir sus dedos serpenteando en mi abdomen.

—¿Cómo? —Se ríe en mi oído, provocándome.

—Alek. —Lo nombro en medio de un jadeo cuando sus caricias pasan a mis senos.

—Aleksandre. —Su voz se vuelve más grave de lo usual.

Mi espalda está pegada a su pecho, mis ojos se encuentran cerrados y el agua tibia cae despacio sobre nosotros mientras nuestras respiraciones aumentan de intensidad.

Se siente demasiado bien ser tocada por él mientras susurra, respira contra mi oído y me acaricia con su mano libre, pero decido ir por el plato fuerte.

—Quieres ir al grano —murmura con voz ronca abandonando mis labios para besar su marca en mi cuello.

—No voy a negarlo.

Vuelvo a darle la espalda, pero esta vez quedando de cara a la pared.

Sus dedos me causan escalofríos al recorrer mi columna hasta llegar a mi espalda baja. Sus manos se hacen sentir por todo mi cuerpo.

Sin posponerlo más, nos unimos, los dos jadeamos por el roce de nuestras pieles y las innumerables emociones que caen sobre nosotros junto al agua.

mein Paradies (mi paraíso).

Una de sus manos va hacia mi vientre y luego desciende hasta mi punto más sensible.

Sus movimientos son delicados, pero destrozan mi cordura como si me tomara de la forma más bestial. Gemimos, jadeamos, nos besamos, nos acariciamos, nos complacemos... y nos amamos hasta no soportar más y explotar juntos de placer.

Nos quedamos varios minutos más en la ducha y luego nos vestimos para bajar.

—¿Viste a mi nana? —Le pregunto mientras me pongo los tacones bajos.

Él se agacha a mi lado y me ayuda, cuando acaba yo termino de abotonar su camisa de color negro.

—Aún no, me dejé atraer por tu olor apenas volví.

Suelto una risa leve, admirando aquel brillo en su mirada.

—Pero me informaron de su llegada.

Me acomodo los tirantes del vestido. El mismo es de color negro, largo. Con dos aberturas que dejan mis piernas al descubierto, un poco holgado y con escote en V.

Lo miro al rostro, pero no digo lo que pretendía responder.

Él frunce el ceño al notar el cambio en mí.

—¿Sucede algo?

Trago saliva al sentir la presencia en tanto observo las ventanas y las puertas.

—No —me apresuro a decir—. Solo...

Suelto un pequeño quejido al sentir la punzada en el lado izquierdo de mi pecho. Me pongo la mano en la zona y él se acerca alarmado para evaluar mi rostro.

—¿Qué pasa?

El dolor se traslada a mi cabeza haciéndome cerrar los ojos con fuerza.

—Alexa, Alexa mírame.

Suelto un grito cuando el dolor en mi cabeza se vuelve insoportable y me sujeto a cada lado con una mano.

—¡Adalia! ¡Adalia! —Sus gritos hacen que me duela más—. ¡Julian!

Segundos después nuestra habitación es irrumpida por varias personas que identifico gracias a sus olores.

—Alexa, mírame. No cedas —me susurra.

—¿Qué pasa, Adalia? —Pregunta mi padre al tomar mi rostro.

Niego intentando dar a entender que no sé pero vuelvo a gritar cuando el dolor se traslada a mi vientre.

—No la toques, Julian. Un demonio quiere poseerla. Στο όνομα του δημιουργού, σας διατάζω να την αφήσεις ήσυχη.

Suelto un grito involuntariamente.

πήγαινε σε αυτόν που σε έστειλε

Adalia hace silencio y el dolor se va debilitando poco a poco hasta que desaparece. Me tambaleo, Alek me toma en brazos y me limpia el sudor del rostro tras dejarme en la cama.

Me toma varios minutos estabilizarme, al abrir los ojos me encuentro con la rabia reflejada en su mirada.

—Estoy bien.

—No me mientas en la cara.

Suelto un suspiro y él se aleja de mí.

—Adalia.

—Dígame.

—¿Hay posibilidad de que sepamos quién lo envió?

—Lo envié de vuelta. Solo debemos esperar a que se manifieste y sabremos si alguien entre nosotros quería oprimirla o si se trató de algo externo.

—¿Era de opresión? —Pregunto con la intención de levantarme, pero una sola mirada de Aleksandre me hace desistir.

—Sí, cariño —responde mi nana.

—Alguien se alió al infierno para quitarte del medio, hija —dice mi padre—. Alguien que conoce parte de tu plan.

—Eso quiere decir que puede haber un traidor entre nosotros —afirmo.

—Alexa, no te levantes —asevera al ver mis intenciones.

—¡Estoy bien!

—¡Deja de mentir!

—¡Parecen dos niños! —Grita mi madre—. Tú. —Me señala—. ¿Te sientes bien o no?

—Sí.

Mi madre lo mira fijamente y Alek termina por ceder.

—De acuerdo.

Me levanto de la cama con cuidado y me quedo a su lado. Pero él mantiene la mirada fija hacia el frente.

—¿Había cena especial, no? —Toda la atención recae en mi padre—. Yo quiero saber la noticia.

—Ya no hay cena especial.

—Aleksandre.

—No voy a arriesgarme a que te... —Se queda callado, como si se hubiera mordido la lengua para no hablar de más. Gira el rostro en mi dirección para mirarme a los ojos.

Desvío la mirada ante la intensidad de los suyos, aceptando que tiene razón. Si alguien bajo nuestro mismo techo nos está traicionando, lo mejor es que no todos sepan que llevo nuestros bebés en el vientre.

—Tienes razón. Pero vamos a cenar, estoy bien.

Mis padres y Adalia salen de la habitación, dejándonos solos.

Él da un paso hacia mí, pero soy yo quien acaba con la distancia.

—No sabes como odio todo esto —murmura tras besar mi frente.

—Me hago una idea.

—Lo peor es que desconfío hasta de mi propia sombra.

—¿Sospechas de alguien?

Niega.

—No —rompe el abrazo, pero me mira a los ojos fijamente mientras acaricia mis mejillas con sus pulgares—. Pero solo confío en ti, Alexa.

❆ ❆ ❆

—Buenas noches.

Saludamos al unísono cuando nos sentamos en el comedor.

—Buenas noches. ¿Todo bien?

—Es probable que alguien haya enviado un demonio a atacar a mi esposa, y acaba de intentar poseerla. —responde Aleksandre con simpleza.

Bastian lo mira incrédulo en tanto mi tía analiza mi rostro.

—¿Estás bien, cariño?

Asiento, apartando la mirada para centrarme en el hombre a mi lado, quien se encuentra mirándome fijamente.

—Sí. No pudo lograr su objetivo.

—Eres una híbrida, elegida de Lo divino. ¿Quién rayos enviaría un demonio a poseerte si sabe quién eres? —Pregunta Amalia.

—No sabemos si el enemigo sabía quién es Alexa. Solo sabemos que el enemigo podría ser cualquiera de nosotros.

Alek evalúa a cada persona a nuestro alrededor.

—Y a penas descubra su identidad me encargaré de enviarle al infierno.

Clava un puñetazo en la mesa y se levanta.

Miro fijamente a mi madre, ella me pide calma con la mirada.

—No soy yo.

Suelto una risa seca.

—Nadie desconfía de ti, Arian. —Le hago saber—. Alek, vuelve a la mesa.

El susodicho tarda pero vuelve a sentarse a mi lado con esa mirada de «¿y si estoy comiendo en la misma mesa con esa persona que quiere hacerte daño?»

Le regalo una sonrisa leve que termina haciendo que se relaje un poco.

Es igual de difícil para los dos, pero sé que para él lo es más. Desde que decidí ser suya siente la necesidad de protegerme, y ahora que somos tres esa necesidad se vuelve mucho más fuerte.

Solo espero no perder el control de mi misma, o lo voy a lamentar.

Sirven la cena y todos comen mientras nosotros dos tenemos una especie de conversación a través de miradas. La doy por concluida al sostener el tenedor entre mis dedos y pinchar la ensalada. Sin embargo, no termino de darme el primer bocado cuando un fuerte sonido capta mi atención.

Pasan varios segundos en donde todos nos quedamos en silencio.

—¿Qué es ese sonido? —Hasta que lo rompo—. ¿Una alarma?

—Sí, una alarma. —Bastian se levanta junto a Amalia—. Hay que llevar los niños al refugio.

—La alarma azul. —Murmura Arian.

—¿Qué significa la alarma azul? —Pregunto intentando mantener la calma.

Giro el rostro y miro a Alek, quien se encuentra mirándome, pero ausente.

—¿Qué significa esa alarma, Aleksandre?

Reacciona y se levanta causando que yo lo imite.

—Que arpías están volando hacia acá.

—Es invierno. —Miro a mi padre.

—No puedes transformarte, Alexa. Quédate aquí dentro, yo me encargo.

Veo como todos se levantan y empiezan a salir. Observo a Alek hablar por teléfono dando órdenes mientras todo a mi alrededor se convierte en un jodido caos.

—Arian, ve al refugio con Naimara. —Le dice cuando ella pretende seguir a mis padres.

—Quiero ayudar.

—Es una orden. Busca a Naimara y ve al refugio.

—Pero...

—Arianna —Llamo su atención—. Ve.

—Vanora —Alek vuelve a hablarle al teléfono—, encárgate de que las puertas del refugio estén abiertas hasta el momento justo. Y cierra todas las posibles entradas a la mansión en diez segundos, la reina va a quedarse dentro.

—¿Qué? —Lo encaro—. Alek, no puedes...

—Sí puedo, y lo haré. No voy a arriesgarme a que te toque una de esas criaturas.

Otro ruido me hace notar como las ventanas empiezan a ser obstruidas por una cortina de metal.

—Debo irme.

Acuna mi rostro entre sus manos y luego deposita un beso fugaz en mis labios. Él me mira a los ojos durante unos segundos y luego a alguien detrás de mí.

—Quédate con ella y cuídala.

Lo veo alejarse y ser el último en salir a ayudar antes de que todo se cierre completamente.

El bullicio, los gritos de terror y de pánico resuenan con fuerza a mi alrededor, aturdiéndome.

—Hey —se acerca a mí—, tranquila. Somos Wachsend, todos los pequeños estarán bien.

—Nunca había vivido esto —murmuro tapándome el rostro con las manos.

—¿Tienes miedo?

—Tengo un mal presentimiento.

Se queda en silencio durante unos segundos y luego carraspea.

—¿Te alimentas de sangre? Buscaré en las reservas para mí ¿Quieres un poco?

—No.

—No comiste nada.

—Estoy bien.

—De acuerdo, ahora vuelvo.

La sensación amarga aumenta según pasan los minutos. Un escalofrío me recorre la espina dorsal y el aura oscura me advierte sobre la presencia de alguien más.

Camino despacio, escaneando mi alrededor sin hacer ruido, con la aparente calma que no siento, respirando con normalidad e intentando descubrir el motivo de cierta sensación.

Una ráfaga de viento se mueve a mi alrededor, pero no logro visualizar a nadie.

Todo vuelve a la calma unos segundos después, sin embargo, un poco más tarde, siento una mano encerrarse en mi cuello y luego mi espalda siendo estampada contra una pared.

Me toma dos segundos reponerme y otros dos asimilar quién se encuentra enfrente de mí.

Bonne nuit (Buenas noches).

—¿Qué rayos quieres?

—Oh, sabes quién soy. C'est un plaisir de te connaître (Es un placer conocerte).

—¿Qué quieres?

—A ti. Pero tranquila, no voy a llevarte conmigo, solo voy a evitar que te conviertas en madre —observa mi vientre con burla, causando que se agite aún más mi respiración—. Me pregunto cómo se vería la matriz fuera de ti.

Se agacha para volver a agarrarme del cuello, pero me levanto con rapidez y lo empujo lejos de mí.

Su cuerpo se desliza por encima de la mesa causando un desastre de utensilios rotos y comida esparcida por el suelo. Tarda en levantarse y yo me muevo, llegando en segundos a un lugar más cerrado que el comedor: el despacho de Bastian.

Al parecer no logra deducir mis intenciones y me persigue hasta allí.

Dejo que me intercepte contra la pared para no tener que luchar demasiado y arriesgarme a que me haga más daño del necesario.

—¿Quién demonios te dijo que estoy embarazada? —Cierro los ojos con fuerza al ver que los suyos son completamente negros.

—La persona que menos esperas nos dió paso para actuar en tu contra. Tienes al enemigo en casa y no quiere que tu hijo nazca.

Desenvaina una espada de filo reluciente y empuñadura oscura, para luego apuntar mi vientre.

—Si lo vas a hacer, hazlo de una vez.

No pienso dejar que el filo de esa espada dañe a mis hijos.

Él empieza a introducirla lentamente, procurando que la plata sea lo que me perfore y termine dejándome esteril; creyendo que no seré lo suficientemente fuerte para detenerlo, ni lo suficientemente inteligente como para patearle entre las piernas, sacar mis garras y arrancarle el cuello.

Él me empuja, causando que solo pueda hacerle un rasguño. Pero el roce es suficiente para envenenarlo, esa también es mi intención.

Empuño su espada con todas las ganas de cortarle la cabeza, pero en un segundo el malnacido desaparece de mi vista. Siento una patada en la espalda, me tambaleo pero no caigo y es entonces cuando vuelvo a verlo parado enfrente de mí.

Es veloz y astuto, pero no lo suficiente.

—Fabián, paga la luz y cierra la puerta.

El susodicho se hace notar y también hace lo que le pido.

—Te veo mejor en la oscuridad, Dean Courtois.

Lanzo la espada hacia su cabeza, pero se aparta justo a tiempo para que termine clavada en la pared y no traspasando su cráneo.

—Mala puntería.

Suelto una risa irónica, rodando los ojos.

«Estas criaturas y su jodido ego.»

No le respondo. Porque sé que si hubiera tardado un segundo más en moverse no estaría comentando estupideces.

Doy pasos lentos mientras él se mueve constantemente creyendo ser un rival digno para mí porque puede hacerse invisible; sin embargo, la oscuridad y los ojos que me heredó Julian, camuflados detrás del gris de mi madre, me permiten verlo perfectamente.

—Si yo fuera tú, procuraría huir. —Me burlo.

—Estás embarazada y tienes un hombre mitad arpía enfrente. Te crees mucho, pero ante mí eres débil.

—Soy mucho.

—¿Qué quieres que haga? —Pregunta el vampiro a mis espaldas.

—¿Lo ves?

—Perfectamente.

—Atrápalo.

Fabián se mueve como el viento en medio de la habitación, hasta lograr clavar su espalda en el piso.

El híbrido francés se hace ver y se vuelve invisible constantemente, pero el agarre del vampiro es lo suficientemente fuerte como para retenerlo en desventaja.

No pierdo tiempo, vuelvo a sacar mis garras y abro más la herida que ya le había hecho en el cuello, al tiempo que tiro de su cabeza con la otra mano.

—Duerme calentito, en el infierno.

Y se la arranco.

—Yo podía hacer eso.

Lo miro mal y suelto la cabeza en el piso.

—No eres híbrido de nacimiento.

—¿Y eso qué?

Ruedo los ojos.

—Un ser tan poderoso debe ser asesinado por uno con el mismo poder o superior, de lo contrario podría adueñarse de tu cuerpo.

—¿Poseer?

—Sí. Si es un ser bueno, no es probable que lo haga. Pero este demonio... —no termino de hablar y me sacudo las manos—. Mejor buscaré fuego.

Abro la puerta y avanzo por el pasillo marcando un camino con su apestosa sangre goteando de mis manos.

No dejo de estar preocupada, debo hacer la oración en griego y ni siquiera sé cómo.

Me muevo por la mansión, tomo una antorcha y siento que me vuelve el alma al cuerpo en cuanto veo a mi madre junto Adalia.

—¿Alexa? ¿Por qué...?

—Vengan conmigo. —Interrumpo a mi nana.

Regreso al despacho con ellas detrás de mí. Al entrar, las dos alternan la mirada entre el cuerpo que emana un líquido negro que supongo es su sangre y Fabián.

—¿Qué pasó aquí?

—Quería clavarme una espada en el vientre y es el francés. Hazle una oración en griego.

Le paso la antorcha y ella empieza a susurrar cosas en el idioma para luego encender el cuerpo junto a la cabeza.

—¿Estás bien? —Fabián señala mi vientre.

—Sí. Está sanando. —Respondo, refiriéndome a la pequeña herida.

—¿Por qué vino a buscarte a ti directamente, Alexa?

—Porque era una orden directa. Como la del demonio.

—¿De quién? —Pregunta el vampiro, escudriñando mi rostro.

—Alguien bajo este techo nos está traicionando. Él sabía que estoy embarazada, pero no sabía que es de mellizos.

Abre los ojos un poco más de lo normal y se queda mirándome fijamente.

—Como lo divulgues te arranco el pene y te lo doy de comer en el desayuno.

Él suelta una risa leve.

—No será necesario.

Dejo de lanzarle dagas con los ojos, en cambio vuelvo a centrar mi atención en las dos mujeres enfrente de mí.

—Ya tenemos varias opciones.

—¿Le leíste la mente? —Pregunta Adalia.

—No fue posible, tenía los ojos completamente negros.

—¿Qué opinas de esto, Dalia?

—Era un demonio.

—¿Crees que haya sido él...? —No termino la pregunta.

Ella niega en respuesta.

—El de antes tenía menos poder —ella observa un punto fijo, sumida en sus pensamientos—. Dean lideraba el ataque, y si lo que quería ese maldito era sacarte la matriz para darse un festín, eso significa que tus bebés tienen un gran propósito. El infierno siempre se anticipa a los acontecimientos intentando evitar sucesos inminentes predestinados por Lo divino.

—Supongo que sí —trago saliva—. Vino directamente a mí con ese objetivo, y muy confiado.

—Pero, para su desgracia, no lo logró. —Murmura mi madre—. Hija, es un hecho. En el infierno saben quién eres, es como si después de descubrir ciertas cosas te hubieras lanzado una maldición encima.

Suelto un suspiro cargado de rabia, mirándome las manos manchadas de esa asquerosidad.

—Arpía y brujo de magia negra, aliado del infierno. No sé cómo rayos pensaba pedirle ayuda.

—¿Para qué?

—De eso debemos hablar, nana. ¿Puedes asegurarte de que se haga cenizas? —Le pregunto a Fabián.

Él asiente.

—Gracias.

Salgo de la habitación por lo mucho que apesta el humo, conteniendo el revoloteo en mi estómago hasta que encuentro un baño y vomito.

Siento como mi madre me sujeta el pelo hasta que termino. Cuando lo hago, me lavo los brazos, la boca y la cara.

—¿Segura que estás bien?

Asiento quitándome el vestido.

—Me dió asco.

—A mí también, pero no estoy tan sensible del estómago. —Bromea quitándose el gabán y ayudándome a ponérmelo—. Lo hiciste bien, cariño.

Dice mirándome a los ojos.

—¿Tú también puedes leer la mente?

—Sabes que no. Solo Amalia nació con el don. Pero soy tu madre, te conozco y sé que no acostumbras a asesinar.

—Pues no, pero para algo entrené durante años. ¿Ya se terminó? —Pregunto, refiriéndome al ataque.

—Tenemos el control. Todos los niños y embarazadas llegaron a tiempo al refugio. Cuando vinimos a ti solo quedaban algunas de esas criaturas. Lamento dejarte sola.

—No estaba sola.

—Ese chico...

—Alek le ordenó quedarse conmigo. Fue lo mejor. Todo estaba cerrado pero esa cosa tenía el don de la invisibilidad y de alguna manera logró infiltrarse.

—Un don corrompido.

La miro durante unos segundos.

—Quería dejarme estéril.

Pienso en sus palabras y lo imagino comiéndose mi...

Me inclino hacia el inodoro e inevitablemente vuelvo a vomitar.

—Calma. —Ella acaricia mis hombros desde atrás, mirándome fijamente a través del espejo mientras me lavo la boca.

—¿Quién crees que sea?

—¿Qué?

—¿Que nos esté traicionando?

Lo piensa por unos segundos.

—Debo sacar conclusiones. Pero sospecho de alguien.

—¿De quién?

—De... —Está a punto de decirlo, pero se contiene—. Da igual. Necesitas estar tranquila.

Noto como sus ojos cambian de gris a carmesí.

—Tú no estás tranquila. —Murmuro, concentrada en el cambio de color.

—No lo estoy, pero quiero que tú lo estés. Descubriremos quién es el causante, y te aseguro que se hará justicia.

Me quedo mirándola con atención, y a través del espejo logro irrumpir en su mente.

—Alexa no...

Ella aparta la mirada al darse cuenta de lo que hago.

Yo suelto un suspiro por causa de la impresión y parpadeo varias veces, volviendo a la realidad.

—Ya es tarde.

***

Yo sospecho hasta de mi sombra gente 👀

¿Y ustedes?

Bueno, ya vamos viendo que la historia no gira solo entorno al romance. Tenemos a dos seres insumisos que se han sometido el uno al otro y se necesitan para llegar al clímax de la historia (ellos a sí mismos y nosotros a ellos).

Estuve posponiendo el desmadre, pero Adalia Sierich ya está en Wachsend y no se puede más jeje

Hermanos y hermanas, oremos por el bienestar y la lealtad de los personajes que queremos. 🛐

#miedo

Disculpen las faltas, serán corregidas en cuanto las note. ♥️

Nos leemos pronto ╰⁠(⁠^⁠3⁠^⁠)⁠╯

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