❆ XXVII: La muerte ❆
~ LA MUERTE ~
¿Cómo se supone que te preparas para una boda?
Alek se hace la misma pregunta mientras acomoda el corbatín, mientras se arregla el pelo, mientras sonríe nervioso a un espejo que lo escucha decir cuan nervioso le pone pensar en lo determinante que es para ambos este día. ¿Debe verse muy formal o tratar de contener el nudo en su garganta que amenaza con hacerlo llorar de felicidad?
De solo pensar en su compañera con ese vestido blanco se le acelera el corazón. No sabe cómo es la tela ni el diseño ni mucho menos el largo; solo sabe que le quedará tan hermoso como todo lo que se ciñe a su cuerpo.
Imagina a sus padres, a sus suegros y a los integrantes de Wachsend allí afuera esperándolos entre el bullicio y la emoción.
A sus treinta y tres años se encuentra
enfrente de su retrato, observándose a punto de casarse, jugando con sus manos ansiosas, acaloradas como todo su cuerpo, nervioso y muriendo lentamente gracias a las ganas de verla. Hoy sus miradas no se han cruzado ni por un segundo, aquello amenaza con hacerle perder la paciencia. Porque admirarse, tocarse, hablarse y besarse es una necesidad para los dos.
Bastian toca la puerta reclamando la atención de su Líder y diciéndole que ya es hora, que el momento de ir a esperarla junto a aquella promesa ha llegado.
—Te vas a casar con ella, y yo creí que todo esto era una locura.
—Lo es —le responde—, pero nos amamos y ella es la que me vuelve loco. Así que todo bien.
—Por fortuna no me hiciste caso. —Ambos ríen y se dan ese abrazo que desprende hermandad además de administración.
—Tú lo has dicho.
Alek sale de la habitación añorando sentir el aroma de esa hermosa mujer que en contados minutos se convertirá en su esposa.
Durante un momento piensa en que quizás se ha escapado y le ha dejado plantado el día de su boda al no sentirla cerca, con su primo en el peor de los casos. Pero en poco tiempo la conoce tan bien que sonríe al saber que si escuchara aquella barbaridad salir de sus labios sacaría a relucir esa fiereza característica de ella. Tal y como sucedió hace algunas noches. Se sintió cohibido por causa de su seguridad y más afortunado luego de esa confesión de amor que jamás en su vida pretende olvidar.
Está completamente enamorado y conectado a ella. Pretende expresarlo nada más estén a solas, anhela decirle te amo en medio de la intimidad que ambos suelen crear y que lo hace admirarla de mil maneras distintas.
Las sensaciones se aferran a él. Está desesperado por verla, deseoso de besarla y estar en aquel lugar en donde solo serán ellos dos y el indetenible amor que suele hablar cada que se miran.
Al quedarse en su lugar mira a todos lados con las manos entrelazadas enfrente de él y meciéndose con lentitud, demostrando aquel nerviosismo que jamás había sentido en toda su vida, mientras los demás le reverencian y el espera por su reina.
El clima es frío, anochece y gracias a esto se encienden las pequeñas luces anaranjadas que decoran el lugar, junto a esas rosas blancas que perfuman el ambiente, dando ese confort a las personas expectantes. El río fluye, su agua cristalina refleja la iluminación y mientras Alek se encuentra encima de aquella plataforma, con el arco de rosas a sus espaldas y su padre al lado; recuerda cuando la vió por primera vez.
«Me cautivó la rebeldía que reflejan tus ojos, ese negro reluciente de tu melena, la fiereza que no dejas de emanar ni siquiera cuando lloras y esas ganas de vivir a pesar del dolor».
Alexa siente como incrementa el temor hacia el futuro que tanto anhelaba, pero por fortuna, el temor nunca la hace olvidar, mucho menos detenerse. No olvida ni pretende perder en su memoria aquellos momentos en los que deliraba deseando eso que en tan poco tiempo ha construido junto a Alek.
Escucha a las personas murmurar esperándola y al ver la mirada cristalizada de su madre vuelve a tomar las respiraciones que su tía Amalia le ha indicado para no arruinar su maravilloso trabajo por causa de las lágrimas de felicidad que anhelan ser derramadas. Se trata de un maquillaje sencillo, labial y delineado junto a esa máscara oscura que hace lucir sus pestañas aún más negras y largas de lo que ya son naturalmente. Se siente hermosa, llena de vida y con unas tremendas ganas de sentir el calor de ese ser cariñoso, protector y ardiente que ha conquistado su corazón.
Llegado el momento de encontrarse, Alek contiene la respiración al darse cuenta de que no estaba listo para verla con ese vestido blanco ajustado que resalta la belleza de su piel. No estaba listo para verse obligado a mantener a raya ese cosquilleo que solo ella pone en marcha, el cosquilleo que recorre todo su cuerpo por las ganas de tocarla, de sentirla bajo su piel y sobre todo de besarla. En ese momento no estaba listo para ver tal mujer ante sus ojos.
Ella camina hacia él tomando el brazo de su padre, segura, a pesar de los nervios que bombardean su estabilidad. En el momento en que están cerca desaparece todo a su alrededor y apenas es consciente de que el señor Julian coloca la mano de su hija sobre la suya, confiandole su tesoro más preciado.
Sus miradas conectan a través de la tela de ese velo que peligra en su función. Hablan en el silencio imaginario que crean para los dos debido a la intensidad de aquellas emociones que comparten.
—Integrantes de Wachsend, estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a nuestros Líderes —Anton Wolf, quien ante Lo divino es testigo de su historia, es quien siente la satisfacción de verles hacer lo correcto y mirarse con tanto cariño y devoción—. Nos han llamado a reunirnos para ser los testigos de la felicidad que la pareja ha encontrado al estar juntos y para que estemos presentes cuando se comprometan a cuidarse y a responsabilizarse uno por el otro durante su vida en común.
La boda fue planeada con urgencia, pero ninguno se perdió en la pequeñez de los detalles. Añoraban casarse, jurarse amor eterno, pero no iban a caer en el error de olvidar las circunstancias. Ambos estaban de acuerdo en que los apellidos de ella no fueran expuestos ante todas esas personas, confían, pero no lo suficiente como para creer que nadie sería capaz de asociar el origen de sus apellidos con su raza, cuando en realidad no es una específica. Para no hacer aquello parecer más raro de lo que es, prefirieron tampoco mencionar los de él. Así todo parecería más natural, más correcto.
Aquel deseo que baila entre los dos no es engañoso, es permanente, infinito y son muy conscientes de ello. Se deleitan en cuerpo y alma. Ella está más que dispuesta a dar lo que sea con tal de ver ese brillo de felicidad en sus preciosos ojos artísticos, él movería cielo y tierra por tenerla a su lado, por verla con esa significativa sonrisa que llega a la tormenta que tiene por mirada, esa que tanto le atrae, y la misma que hace latir con fuerza su corazón.
—Por favor, junten sus manos mirándose a los ojos.
Se tocan por primera vez en horas, la electricidad y el confort que se hacen sentir, se perciben con la misma intensidad que sus palpitaciones. Están tomados de la mano, acariciándose, sintiéndose y fortaleciéndose uno al otro, pues lo único que ambos desean es besarse y unir sus almas una vez más.
—Alexandra, ¿estás lista para unirte a Aleksandre por toda la vida, creyendo que tu amor hacia él será capaz de soportar todas las adversidades?
El nudo en sus gargantas confirma esas ganas de llorar reprimidas que sienten.
—Lo estoy.
—Aleksandre, ¿estás listo para unirte a Alexandra por toda la vida, creyendo que tu amor hacia ella será capaz de soportar todas las adversidades?
—Lo estoy.
—Las promesas, que ahora ambos repetirán, son una prueba de su intención de amarse uno al otro durante vuestra vida en común. Alexa, ¿aceptas a Alek como tu legítimo esposo, para vivir con él en matrimonio, prometiendo amarlo, serle fiel y confortarlo hasta los últimos días de tu vida?
Ella asiente mordiendo su labio inferior, sin despegar sus ojos de él a través de ese velo que le resulta innecesario, mientras él la observa con ese brillo que le quita el aliento. Justo en este instante, el órgano latente en su pecho empieza a latir con más fuerza, el galope de ese corazón siente tardar aquella respuesta, pero apenas pasan unos segundos mientras ella continúa en silencio, tragando saliva, aflojando sus cuerdas vocales para que lo que pretende decir se escuche fuerte y claro, y tan seguro como está su alma.
—Lo acepto.
—Aleksandre, ¿aceptas a Alexandra como tu legítima esposa, para vivir con ella en matrimonio, prometiendo amarla, serle fiel y confortarla hasta los últimos días de tu vida?
—La acepto.
El tiempo avanza, los Líderes intercambian las alianzas colocándolas en sus dedos, al tiempo que a lo lejos alguien se sostiene el pecho con ganas de arrancarse el corazón. Impediría aquel casamiento, pero ella ya sufrió suficiente por su causa, merece ser feliz aunque no sea con él.
Ese dolor descomunal le hace saber que no será fácil, pero prefiere solo verla que condenarla a vivir una vida que no desea, que atarla a su lado cuando en el pasado no fue capaz de aceptar sus sentimientos, su conexión y su amor.
—Si hay alguien con algún motivo para impedir este casamiento, que hable ahora, o calle para siempre.
Su garganta quema, sus pies desean moverse pero les obliga a mantenerse estáticos. Aquel antídoto le hace falta y es muy consciente de ello, lo detesta pero detesta más el dolor que amenaza con matarlo en cualquier momento.
—Muy bien...
En ese momento Alek siente cómo desaparecen todas las inseguridades que provocan sus pensamientos, por un momento pensó que diría que no, que elegiría a Fabián pero, ¿qué más necesita para dejar de creer que elegirá a su primo cuando lo eligió a él? Ahora son marido y mujer, compañeros de vida, esposos, amantes; dos Líderes que se admiran tanto como se aman.
Juraron amarse, protegerse, estar uno al lado del otro sin importar cuáles sean las circunstancias.
—Que Lo divino otorgue su bendición a nuestra reina y a nuestro rey, y que este matrimonio permanezca hasta que la muerte los separe. Los declaro marido y mujer. Hijos, pueden sellar este juramento eterno con un beso.
Unen sus labios durante unos breves segundos que se convertirán en años, sellando el oficial inicio de la vida que ahora es de ambos.
Se escuchan silbidos y aplausos, ellos son conscientes de todo, pero en medio de esa burbuja de felicidad tienen la propia. Él la abraza por la cintura mientras ella desliza una mano por su brazo, acariciándolo sobre la tela del traje negro que se ajusta a su cuerpo.
—Juro que si vuelvo a ver la duda en tu mirada, te dejaré sin amor durante años —ya no deben estar ahí parados, pero no les importa, prefieren saborear el inicio de su matrimonio.
El susurro de ella es acompañado por una sonrisa, él es consciente de la seriedad que portan sus palabras, pero no le importa, no cuando la duda que le torturaba ha quedado atrás.
Acerca su rostro al suyo para susurrar en su oído:
—Ya no hay más dudas, fiera. Y prometo darte amor hasta que te canses de mí.
—No creo llegar a cansarme algún día.
—Yo pienso lo mismo de ti, si me lo preguntas.
—Me alegra saber eso.
—Hasta que la muerte nos separe —inhala el aroma de su pelo y se aleja de su cuello para luego alternar la vista entre esos ojos grises que amenazan su cordura.
Ella recuerda aquella conversación acerca de la inmortalidad sintiendo temor, pero no igual que antes. A pesar de todo, el temor jamás va a ser suficiente para frenarla.
—La muerte intentará separarme de ti, pero lo hará si la dejo.
Eso lo cautivó desde el primer instante: su decisión, su fuerza, su fiereza, su determinación y su insumisión. Es una reina digna de su rey, y su rey es digno de ella.
Su corazón se acelera, late con más prisa, con más urgencia y traga saliva al saber que no podrá esperar a estar en Alaska para decírselo.
—La amo —acuna el rostro de su esposa entre sus manos, sin dejar de admirar sus orbes y une sus respiraciones—. Demasiado, Meine Dame.
—Yo también te amo.
Le regala una sonrisa y posa una mano en su cintura, empezando a guiarla.
—Justo ahora es el momento ideal para devorarte la boca mientras te quito ese vestido. ¿Huímos ya de aquí? —Susurra.
—¿A dónde me llevarás? —Ella niega graciosa ante su entusiasmo.
—Sigue siendo sorpresa.
Algunas personas le felicitan en el camino, sus familiares los miran con gracia al percibir sus intenciones de irse lo antes posible.
—Esperen un poco ¿no? ¿Y la fiesta?
—Que sea para ustedes.
—Urgidos.
—Papá...
—Felicitaciones, a los dos —Alexa recibe el abrazo de su madre, quien sonríe levemente, al igual que Alek.
—No regresen sin hacer un nieto para nosotros.
—Julian —ambos se carcajean, pues Clea y su esposo son como polos opuestos—. Váyanse ya, y cuídense, por favor.
—Sí, señora —responden al unísono.
Tomados de la mano huyen de su propia boda hacia un claro en el bosque de Wachsend. Un lugar les espera, aquel lugar en donde ella nació y harán resucitar cada uno de esos deseos que murieron en la abstinencia.
Ok. Ya está, se han casado jeje. Se viene ༼⁰o⁰;༽
Pobre Fabiancito :): ¿se lo merece o no?
Tenemos 10K visualizaciones, me hace muy feliz ver como apoyan y disfrutan la historia. Gracias por darles la oportunidad :3
Este cap marca un antes y después.Ya nada será igual •́ ‿ ,•̀
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