❆ XXIV: Tempestad & calma ❆
~ TEMPESTAD & CALMA ~
Siento la mirada de Fabián en nosotros hasta que salimos del despacho. En medio del pasillo suelto un suspiro y me posiciono enfrente de ella.
—Te juro que si vuelve a ponerte una mano encima lo voy a castrar —señalo hacia la puerta mientras ella me mira con un atisbo de sonrisa en medio de su irritación—. Y será mucho peor si lo hace en contra de tu voluntad.
—Yo puedo hacerlo por los dos —se aleja de mí y empieza a caminar nuevamente.
¿Qué?
—Hey, cariño, un momento —me planto enfrente de ella haciendo que se detenga a medio pasillo e incline el rostro levemente hacia arriba para encararme. Me mira con atención, esperando a que diga algo—. ¿Estamos bien?
Escuché todo lo que le dijo sobre mí, sobre nosotros, pero no puedo evitar sentir que cuelgo de un hilo en estos momentos. Conozco el gran significado de cada una de las cosas que hemos hecho, pero ahora parece que compito con Fabián por ella y no me importaría tener que hacerlo. Pero si vemos el hecho de que él es su verdadero compañero, me siento como un jodido impostor.
Eleva las cejas, interrogante.
—¿Por qué no estaríamos bien, Alek?
Me acerco más a ella apretando los labios.
—Tengo miedo —admito sin rodeos.
—¿De qué?
—De perderte.
Termina con la distancia que nos separa y me abraza por la cintura, aliviando su gesto molesto para mirarme con anhelo.
—Bésame —exige.
La observo atentamente, buscando seguridad en sus ojos grises y acato su orden. Acerco mi rostro al suyo para besarla. Y lo hago, con lentitud, con delicadeza.
—Te encontré y no voy a perderte, ni tú vas a perderme a mí —vuelve a besarme.
—No quiero —tomo su cuello y le correspondo el beso intentando decirle miles de cosas a través de él.
Ella sonríe contra mi boca y al separarse señala hacia el pasillo con un asentimiento.
Al comedor.
❆ ❆ ❆
—Hace mucho tiempo este comedor no estaba tan lleno —comenta mi madre mientras toma agua.
—Cada espacio vacío se llenará con el tiempo.
—¿Dónde están tus padres, hija? —Le pregunta a Alexa, yo frunzo el ceño ante la ignorada que me da.
—No se encuentran en el país, pero vendrán para la boda —responde con calma.
—¿De dónde eres?
—Nací en Alaska.
—¿Tienes hermanos?
—No, señora Géiser. Soy hija única.
—¿Y, qué eres?
—Dragón —sonríe orgullosa, provocando que yo la imite.
—¿De verdad?
—Sí.
—¿Y cómo te apellidas?
—Se apellida Wolf, madre —respondo en su lugar.
Les confesaría que Alexa también es una híbrida, pero con Fabián merodeando entre nosotros y a juzgar por la situación en la que nos encontramos, considero que no es lo más adecuado. Y mi prometida es muy consciente de ello. Confío en él, pero no cuando se trata de ella. Podría intentar vengarse de nosotros y no estoy dispuesto a tolerar algo como eso, así que lo mejor es que no sepa nada de su procedencia.
Mis padres saben sobre Amalia, al principio se opusieron, pero al ver que con los años todo ha ido bien con el tema lo han aceptado. Y le han agarrado cariño, incluso. Pero si se enteran de que ella también es inmortal y que encima Fabián debería estar en mi lugar, creo que eso, especialmente a mi madre, le haría meter las narices para que se hagan las cosas como deben hacerse. En otras palabras, creo que intentaría hacer que Alexa se aleje de mí y me buscaría la compañera a la que ya renuncié y que nunca había visto en mi vida hasta por debajo de las piedras.
—Así será después de la boda, pero la chica tiene sus propios apellidos ¿no? Además, estoy hablando con ella, no contigo.
Levanto las manos en señal de rendición.
—Entendido.
—¿Cómo te apellidas, hija? —Vuelve a preguntarle.
—Mis apellidos son muy míos -responde mirándome—, por eso Alek interviene, no me gusta decirlos.
—Lo entiendo perfectamente, yo también soy así. No ando por ahí gritando mis apellidos a los cuatro vientos. Noto que tienen muy buena conexión —los ojos verdes de mi madre se clavan en los míos—, ¿no se habrán marcado ya? ¿o sí? —alterna la mirada entre los dos y mi padre carraspea.
Él ya lo sabe. Me ha juzgado con sus ojos ámbar durante toda la comida.
—No nos corresponde saber eso, Géiser.
—Querido, es obvio que no se han marcado, porque de hacerlo el pecado sería evidente. Además, Alek es muy respetuoso y Alexa es una chica inteligente. No veo razones para que lo hicieran antes de tiempo, solo pretendo que me hablen de su conexión.
Alexa me mira, yo coloco una mano en su pierna por debajo de la mesa y le doy un ligero apretón. Ella pone la suya encima y entrelaza nuestros dedos.
A parta sus ojos de los míos y vuelve a centrar su atención en mi madre cuando una vez más ella reclama su atención.
—Querida, ¿qué posición ocupa tu familia en el reino dragón? Disculpa tantas preguntas de golpe, pero no veo otra manera de conocerte, por ahora.
—No se preocupe, mientras no nos faltemos al respeto está todo bien.
Mi madre asiente, estando de acuerdo.
—Mi madre fue espía de alto rango, y mi padre tiene sangre real.
—¿Cómo se llaman?
En sus labios se dibuja una sonrisa algo forzada y tarda varios segundos en responder, dubitativa.
—Ya los conocerá.
—¿Eres fértil?
—Creo no ser estéril —los demás se carcajean, excepto Fabián, quien la observa embobado. Cuando ella nota su mirada él desvía su atención de ella.
Sin embargo, vuelve a clavarle los ojos en cuanto Alexa deja de prestarle atención.
Quiero enterrarle mi pluma estilográfica en los ojos.
En el fondo sé que su corazón me pertenece, me ha dicho que es mía y lo confirmo con cada segundo que paso a su lado. Pero la inseguridad sigue ahí, aún cuando no soy inseguro, aún cuando la piel de su pierna se encuentra erizada bajo mi mano.
—Esperemos que no, mis nietos serían hermosos.
—Estoy segura de eso.
Llama mi atención un golpe contra la mesa y por instinto dirijo mi mirada hacia el lugar de Fabián, notando la copa rota y el agua derramada enfrente de él.
—¿Algún problema, Fabián? —Inquiere mi padre.
—Ninguno, señor Anton.
—Deja eso muchacho, te vas a lastimar —Bastian llama a alguien para que limpie el desastre mientras Fabián deja de tocar los vidrios.
—¿Por qué no comes, hijo? —Le pregunta mi madre.
—No tengo ganas de comer esto —toma el tenedor e inspecciona el pedazo de carne.
—Pide que te traigan algo más.
—Da igual, estoy bien. Solo necesito un poco de sangre —me mira.
Me inclino hacia adelante, con toda la intención de decirle unas bonitas palabras, pero vuelvo a mi posición al sentir el apretón de Alexa sobre mi mano.
—Alexa —mi madre llama su atención como si hubiese descubierto el peor de sus secretos-. ¿Por qué ocultas tu olor?
Todos nos quedamos en silencio y no porque ella no tenga qué decir. Pero siento su cuerpo tensarse.
Permanece unos segundos en silencio, y toma aire lentamente.
Se contiene.
Solo intenta no explotar como lo hizo conmigo en medio de la desesperación por que la dejara sola.
—Por cierto, Fabián, háblanos de ese antídoto para adormecer los sentimientos que usas, hace mucho quiero saber de él —Amalia rompe el silencio.
Le dedico una mirada en agradecimiento por intentar desviar la atención a otra cosa que no sea Alexa.
—Es muy peculiar, solo la protectora de Luna nueva puede hacerlo. Stefan me ayuda a conseguirlo.
—Debería estar disponible para más personas, hay muchos que necesitan de él —comenta Arian mirando la mujer deslumbrante que se encuentra a mi lado, ella asiente en afirmación.
—El problema es que caduca muy rápido y si se distribuye sin control es un peligro, ya que puede tener algunos efectos secundarios. Además, la cantidad que puedes consumir es estrictamente específica y debe ser mínima, porque un poquito más de lo necesario puede hacer que pierdas la memoria por un tiempo o de forma permanente.
No merece lo que está pasando, aunque la verdad sí, por imbécil. Sin embargo, debería agradecerle. Pero aunque me cueste admitirlo, hubiese preferido que Alexa no viviera tres años con ese jodido dolor adherido al pecho; aunque hoy no estuviese tomándome de la mano.
«No te mientas.»
—Viéndolo así, tienes razón.
—Y la verdad, sí he pensado en que hay muchos que lo necesitan. Pero depender de esa dosis es una completa mierda.
—El vocabulario, Ackerman —le reprende mi padre.
—Aún no logro entender... -empieza a decir Arian—, si Lo divino te une a tu compañero o a tu compañera ¿por qué rechazarle? El dolor es para las dos partes y es horrible, ¿no es mejor luchar que ser condenado a muerte o al sufrimiento? Esa chica debe estar igual o peor que tú en estos momentos, no vale la pena.
Al parecer Arian está muy desanimada como para darse cuenta de que él fue quien rechazó a Alexa.
—A veces puede tratarse de un error, de una mala decisión.
Siento el enojo recorrerme en un escalofrío.
«Como no deje de mirarla...»
—Y a veces, algunos tienen la suerte de ser elegidos por alguien, de poder establecer otra vínculo y sanar —acaricia mi mano.
Yo tomo la suya y la beso.
—Eso solo le pasa a los inmortales —Fabián se levanta arrastrando la silla tan fuerte como para hacerla caer y romperse—, iré por otro menú, que aproveche.
—Contempla la idea de calmarte. Y que no desaparezca un solo humano de Wachsend —le advierto.
Él me mira, pero no responde.
Se hace un breve silencio en cuanto desaparece del comedor, hasta que mi padre lo rompe:
—¿Sabes qué le pasa?
Niego descaradamente.
—No sé, pero sea lo que sea, no creo que lo mate.
Terminamos de comer y nos levantamos de la mesa. Nos dirigimos al salón, y, a decir verdad, cada vez me gusta más la idea de estar encerrado en cualquier lugar siempre y cuando estemos esté junto a ella. Y sé que estamos de acuerdo en ello porque los demás hablan de temas triviales mientras que nosotros dos planeamos cómo escapar entre miradas.
Repaso las personas que nos encontramos en el lugar: Bastian junto a su esposa, mis padres, Arian, Alexa y yo. Presto atención a Arian, quien se encuentra extrañamente en silencio mientras Amalia y Bastian hablan de vete a saber qué cosa que le provoca carcajadas a mis padres haciendo la tarde más amena para todos. La misma se va con rapidez, cediendo su lugar a la noche.
Ver a mis padres después de tantos meses me hace sentir muy bien, pero me causa un poco de incertidumbre pensar que en cualquier momento algún comentario de mi madre acabará afectando de mala manera a mi prometida. Me preocupa eso, y que todo esté tan tranquilo.
—Bastian —llamo su atención, él dirige su mirada hacia mí—. ¿No te parece extraño que Wachsend lleve tanto tiempo sin ser atacada?
La habitación se sumerge en un silencio algo tenso, esto confirma que no soy el único que encuentra rara tanta tranquilidad.
—Sí. No ha habido nada más allá de una arpía merodeando cerca de nuestro territorio. ¿Por qué?
—Me preocupa.
—Alek...
—Fiera, no puedo evitar pensar en estas cosas. Padre, dile que me volviste un paranoico por todas las veces que me dijiste «eres responsable por cada vida perdida en tu manada, sin importar cuál haya sido la causa de muerte».
—Así es —empieza a decir mi padre mirándonos a los dos—, ahora ambos son los Líderes, tienen el control de todo en sus manos. Como algo salga mal, sea lo que sea, es culpa de ustedes.
Suelto un bufido, porque sé que eso es más que cierto. Siento un leve apretón en mi hombro y no hace falta que la mire para darme cuenta de que es Alexa procurando mantenerme en calma.
—Nuestra manada es la más fuerte, y tienes la seguridad hasta por los cielos, tranquilízate, Alek. Además, yo estoy aquí —me guiña un ojo señalando a Alexa con disimulo.
Suelto un suspiro.
«También me preocupa el bienestar de ustedes dos.»
—No pueden pedirme eso, Amalia.
—¿Y si te lo pide Alexa? —Inquiere mi madre—, mira cómo la has puesto.
Con cierta incomodidad, clavo mis ojos en los suyos y ella traga saliva, como si intentara alejar las preocupaciones. Al igual que yo siente esa incertidumbre.
Ambos sabemos que las cosas se pueden salir de nuestras manos en un instante.
Pasa una mano por su cuello, en el proceso se acomoda el pelo y cada movimiento suyo es un distractor para mí. Por lo que me veo obligado a carraspear para volver a centrarme en el tema, cosa que no logro del todo.
—Está bien.
—Mantengan la calma —Amalia nos señala, levantándose junto a Bastian—. Nosotros nos retiramos.
—Adelante.
—Buenas noches a todos.
—Buenas noches.
—Hija —se inclina hacia ella. Arian continúa sentada en el sillón con la mirada perdida—, ¿estás bien?
Ella asiente, levantándose.
—Iré a tomar aire —dice, para luego salir del salón sin esperar respuesta y sin mirar a nadie.
Amalia suelta un suspiro y Bastian deposita un beso en su frente intentando reconfortarla, mientras me mira con una clara petición en sus ojos.
—Dale tiempo —Alexa se levanta, mirándola significativamente, Amalia asiente en respuesta.
—No me ha dicho nada.
—Pero sabe que lo sabes, hablaremos con ella.
—Está bien, hasta mañana.
—Hasta mañana.
Ambos se van y solo quedan mis padres con expresiones curiosas al no enterarse de la situación.
—Nosotros también nos retiramos —me pongo al lado de Alexa, beso las mejillas de mi madre y le doy una palmada en el hombro a mi padre.
—Disfruten del sueño, y esperen a la luna de miel.
—Sí, madre. Buenas noches para ustedes también —le ofrezco mi mano y ella la entrelaza con la suya. Cuando su piel hace contacto con la mía, cierro los ojos durante unos segundos disfrutando de las sensaciones que al parecer siempre estarán ahí cada vez que me toque, y con la misma intensidad.
—Mi padre lo sabe —le digo apenas estamos lo suficientemente lejos de ellos como para que no nos escuchen hablar.
—También me di cuenta —responde—. Se nota que no se le escapa nada.
—Nuestro lazo es muy fuerte en poco tiempo, es un poco obvio que nos hemos adelantado a los acontecimientos. Y solo es cuestión de tiempo para que también se entere de que Fabián era tu compañero.
Suelta un suspiro.
—¿Crees que se oponga a casarnos?
Niego.
—No lo creo, fiera. Pero puedo estar equivocado.
Alexa y yo decidimos esperar a nuestros padres para casarnos por varias razones. La primera es porque son muy importantes para nosotros y la segunda, porque me corresponde honrar a mi antiguo Líder permitiendo que él nos una ante Lo divino.
—Honrar a nuestros padres es una regla de Lo divino —empiezo a decir—, para mí es una tradición muy importante que debo seguir, pero también podría casarnos mi suegro.
Sonríe.
—Correcto.
Hago que dejemos de caminar y me pongo enfrente de ella, acunando su rostro entre mis manos.
—¿Y si le contamos? —Pregunto—, es discreto y nos entenderá. También valorará mucho nuestra sinceridad.
Asiente colocando sus manos sobre las mías.
—Está bien. Es mejor que sepa la verdad por nosotros.
Sus palabras son certeras, casi como un decreto y noto la seguridad en sus ojos.
Provoca revuelo en mi interior al tocarme, al besarme, aminora esos pensamientos de pérdida con solo mirarme porque al contemplar sus ojos sé que estoy en un lugar seguro aunque la situación con Fabián intente hacerme sentir todo lo contrario.
Es mi calma y mi tempestad, su mirada es la clara representación de ello: mi deleite, brilla con anhelo por mí y me abraza el alma.
Al mismo tiempo representa esa tormenta en la que me perdí... y en la que aún quiero seguirme perdiendo sin importar las consecuencias.
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