❆ XLIX: Río de sangre ❆
~ RÍO DE SANGRE ~
Aleksandre
Limpiamos nuestro bosque cuando es infectado por esas plagas. Unos clavan flechas, otros entierran garras, degollan, muerden e incluso quiebran huesos con sus propias manos.
Los truenos y relámpagos en el cielo nos hacen compañía cuando el cielo se nubla, anunciando la venida de la lluvia helada que minutos después cae sobre Wachsend en medio de una batalla que parece ser un entrenamiento para niños.
Mi cabello se empapa y gotea mi cuerpo con el agua helada enviada desde el cielo. Mi cuerpo se mueve como una máquina programada para matar que ve todo rojo en medio de la neblina. Solo me aseguro de no cortar las cabezas de los míos. Todo lo demás es decapitado por la espada de hoja larga, gruesa y bastante afilada. Asesino criaturas con aspecto humano, con la piel ensangrentada, con la mirada empañada de dolor como si hubiese sucedido una explosión en su organismo. Miradas salvajes, humanas, vacías... incluso llenas de miedo como si sus cerebros aún funcionaran y pidieran auxilio, como si desearan la muerte; esa que para muchos es perdición y para otros solo un anhelado descanso.
Mi cuerpo descarga toda la ira contenida, el enojo, impotencia y demás emociones que han sido contenidas en mi pecho por determinadas razones. Como lo he estado haciendo en cada batalla: desquitándome, preparándome para esa pelea determinante que anhelo tener, limpiando el Mundo oculto de todas las escorias junto a esos guerreros que estarían dispuestos a dar la vida por su Líder.
Quitamos cientos de vidas moribundas.
Cumplimos el deseo de los humanos contaminados con alguna sustancia que probablemente parece ser inofensiva a pesar de ser letal.
-Son el resultado de un maldito experimento -murmura Raven con las manos convertidas en garras, manchadas de sangre, sosteniendo la última de sus víctimas.
Se lo da a uno de los nuestros para que los lleve a las celdas.
-Eran humanos -murmuro dando vueltas a la espada en mi mano distraídamente mientras camino lento evaluando los muertos.
Nuestras respiraciones agitadas, deseosas de más acción, pero al igual que los demás, nos damos cuenta de que los largos minutos en el campo han dejado a Wachsend libre de plagas.
Callum eleva la mirada hacia mí, apartándola del río de sangre que corre bajo nuestros pies.
Mi espada gotea sangre, esa asquerosa sangre de color marrón que huele a muerto... Cualquier vampiro sediento de sangre humana los descartaría de entre sus opciones. Son hombres y mujeres que fueron usados por alguien para un fin relacionado con mi manada. Fue fácil acabar con todos, era una gran cantidad, sin embargo, su calidad y habilidades en el campo no fueron suficientes para jodernos. Estoy seguro de que cada uno de los hombres y mujeres a mi alrededor mataron más de cincuenta.
La rubia se pasea sobre los cuerpos igual de empapada que nosotros, exprimiendolos con sus botas manchadas de sangre al tiempo que una sonrisa cínica adorna sus labios.
-Hace mucho tiempo no derramaba tanta sangre, me siento realizada.
Raven suelta una carcajada al igual que Ian. El jóven guerrero evalúa los cuerpos tendidos al igual que otros, buscando alguna fuente de respuestas.
-Recuerda que estás de nuestro lado, Bianca. Los únicos seres que matamos por gusto los llamamos enemigos -la señalo.
-Lo sé, Wolf. -Sonríe ampliamente-. Me gusta mucho esto.
-Yo también lo extrañaba, pero lo tuyo es como el deseo de jugar con muñecas que tienen muchas niñas -Raven la escudriña con su mirada durante unos segundos-. ¿No te apetece alguno? Es muy amplio el menú.
Ella lo fulmina con la mirada, haciéndolo reír por haber cumplido el objetivo de molestarla.
-¿Qué piensas de esto? -Señala el tiradero de muertos a nuestro alrededor.
-Vinieron directamente a Wachsend como un perro entrenado al que le encomiendan una búsqueda -respondo-, eran humanos, pero sin vida. Algo alteró sus organismos, y aunque pareciera que alguien los controla, también me pareció que suplicaban por su muerte inminente. Estoy seguro de que estos solo han sido los primeros, sea lo que sea que los haya puesto así, pronto se convertirá en una epidemia.
-Así que, lo más probable es que mañana tengamos otro festín de cuervos -concluye Bianca.
Toma una cabeza, la escanea durante unos segundos y luego la lanza lejos de nosotros, logrando espantar algunas de las aves negras que buscan saciarse con los cuerpos sin vida.
Limpio la sangre de la espada y vuelvo a convertirla en una simple pluma.
-Quemenlos -digo a nadie en particular, dándosela a Raven-. Tú guárdame esto.
-Sí, señor.
Me transformo.
-¿Vas a rastrear solo?
Suelto un gruñido que hace retroceder a los que al igual que yo se encuentran en su forma lobuna.
Suelta una risa.
-Entendido, entendido.
Me alejo con prisa, siguiendo el rastro que dejó el olor de esos seres, pero el recorrido al bosque no sale como espero.
Porque no encuentro nada.
La orden directa fue dirigirse a mi manada. Wachsend no es un lugar fácil de encontrar, mucho menos por esos seres que aparentemente solo estaban deseando morir lo más rápido posible. Algo alteró sus organismos, estoy seguro de que antes de convertirse en monstruos sin el más mínimo poder y sentido de existencia fueron humanos con vidas normales del Mundo no oculto.
Tal vez los mismos humanos están jugando a ser inmortales. La ciencia cada vez está más avanzada pero algo hace que esa teoría se desvanezca en mi mente:
¿Por qué Wachsend?
Lo que me hace llegar a la conclusión de que alguien relacionado con el Mundo oculto es el responsable de esto.
Esto es con los humanos pero no es responsabilidad de ellos, de eso estoy completamente seguro.
Las manadas en mi contra, las del nivel uno y nivel dos; no todas, pero de cien, un cuarenta porciento de Líderes, desean tomar mi puesto y, ¿qué mejor manera de hacerlo que tomando mi manada junto a mi lugar como Rey? Es una pena que mis ganas de vivir sean tan fuertes como las de aniquilar estorbos.
Corro en medio del bosque, esquivando árboles y alerta a cualquier movimiento que pueda significar algo mientras voy de camino a casa. Pero no encuentro nada.
Ninguna presencia.
Ningún olor.
Ninguna criatura.
Nada.
Alexa me mataría si se diera cuenta de que he salido solo al bosque y tan lejos de casa cuando muchos de mi especie desean matarme.
Pero soy una bestia, y esta bestia está sedienta de sangre.
He sido entrenado para luchar, para matar y para dirigir. Deseo que los desgraciados que atacan mi manada me den la cara y dejen de esconderse como las malditas ratas que son.
Wachsend está en boca de todos, somos la sensación del Mundo oculto, es cosa de mencionar Creciente para que todos se enfurezcan o teman.
Todos anhelan conocer el origen de la híbrida Reina, otros conocerla a ella y también que exponga cuál es su objetivo al estar conmigo. No tienen idea de que es cuestión de semanas para que nuestros bebés nazcan y ella se dé a conocer como lo que es:
La Líder de Wachsend, fuerte y capaz de hacer a nuestros enemigos desear ir al infierno.
Mi Reina, esa fiera que estoy dispuesto a cuidar hasta mi último aliento.
Alexandra Schwarz, la híbrida encargada de hacer que todas las escorias del Mundo oculto dejen de existir.
Mi esposa, la fiera dispuesta a deshacerse de todo aquello que amanece nuestra familia.
La madre de mis hijos, dispuesta a morir para que crezcan siendo tan libres como ella lo anhela.
Mi señora, la que mataría por mí y por la que yo daría mi vida de ser necesario.
Los días pasan en medio de investigaciones en las que intentamos encontrar el proceder de los humanos infectados. Pero también procuramos conocer a través de estudios qué clase de sustancia los llevó a quedar prácticamente muertos en vida y fuera de su libre albedrío.
Lo más curioso es que, así como no encontré nada significativo en el bosque, tampoco encuentro respuestas al estudiar su sangre.
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