Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❆ XLIX: Marea viva ❆

Quiero sus comentarios 😍 Tomen awita antes de leer, no quiere que nadie se infarte.

~ MAREA VIVA ~

Aleksandre

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío.

Planear una puede llegar a consumir tu vida entera hasta que la cumples y te quedas sin nada a lo que aferrarte, sin un motivo para vivir. Para muchos de los que han sido lastimados, la venganza es la manera de encontrar sentido a la vida, mientras que otros se aferran al poder, al dinero, a su familia o al amor.

Yo pertenezco a los dos últimos grupos.

Por amor a mi familia sería capaz de cualquier cosa, incluso de llevar a cabo una venganza sin que lo haya planeado con antelación.

Han pasado cinco días.

Cinco malditos días en los que no he dormido, no he comido, no he sonreído, no he parado de pensar en ellas un jodido segundo, porque sus nombres son todo lo que está en mi mente junto a mil maneras de recuperarlas.

Luego de la batalla que logramos ganar (a pesar de que algunos de mis guerreros salieron heridos), con mi manada convertida en un río de sangre, salí a encontrarme con Alexa como ambos lo acordamos. Pero lo único que encontré en Palermo fue una casa en ruinas por causa del fuego y sangre azul a unos metros de la casa.

Sangre de dragones de hielo.

Fue entonces cuando llamé a Dunkelheit, a mi manada y a cada lugar del mundo al que tengo acceso para recibir al menos una palabra que me dijera dónde buscarlas. Porque sé que ella no quedó ahí dentro, porque sé que ella es el fuego, porque he planeado cientos de rescates con un millón de posibilidades pero no sabía por dónde empezar a buscarla.

No tenía idea.

Cuando dejé de contenerme y decidí atacar a los Jerarcas sin ella porque creí que podrían tenerla en las ruinas o en otro lugar, recibí una carta de uno de ellos que ha incrustado la palabra venganza en cada célula que compone mi ser, porque, después de tener a mi mujer y a mi hija a mi lado es lo que más deseo hacer: Vengarme.

Esas dos cosas son todo lo que deseaba cuando leí la carta enviada por Benedetto Bertuzzi, sentado en el lugar hecho un desastre que era mi despacho.

Sus cartas reflejaban mucho de ellos, pues iban directo a su objetivo y cuando empiezo a leer sé que lograrán el suyo con facilidad: hacerme perder el control.

“El rey de Clearings nos ha traicionado, ya no formas parte del Consejo, pero creí que deberías saber que tiene a tu mujer y a tu hija en su poder justo en estos momentos.”

Pero empezar a leer la carta no es el detonante de mi ira, podía tratarse de una simple provocación o un despiste, y eso era justo lo que pensaba hasta que recordé la sangre azul y mis ojos se posaron en el segundo párrafo.

“El Clear que creyeron tener de su lado en contra de su Rey les ha estado engañando todo este tiempo. Mientras ustedes esperaban información de nosotros él terminaba el plan para unificar los dos reinos de dragones. Él nunca estuvo de acuerdo con nuestros objetivos, pues los suyos son muy diferentes y tienen mucho que ver con tu Reina, la cual también es la primogénita del Rey de Dunkelheit ¿no?”

“Solo los utilizó para proteger su hijo de nosotros y ganarse su confianza, creyó que se lo arrebataríamos para hacer con él lo que hemos estado haciendo con Adara Soiledis todos estos años.”

“La carta que recibiste con el sello de Edilius fue escrita por él, quería que le entregas a tu híbrida para convencerla de casarse con él y así usarla para tomar Dunkelheit y convertirse en el Rey de los Clear y los Dunkel.”

Arrugo el papel instintivamente. Mis manos tiemblan sudorosas. Cada músculo de mi cuerpo se tensa, mi respiración se agita, mi corazón late desperado al tiempo que toda la sangre en mi organismo arde como la lava de un volcán furioso que ha hecho erupción mientras todos a su alrededor corren el riesgo de quemarse.

“¿Dónde está Arnau Demetriou...? ¿O tal vez sea Arnau White?”

“El amor te ha cegado, Wolf. Esa mujer te ha convertido en un estúpido hasta el punto de cambiarte por uno de su misma especie y mantenerte buscándola por cielo y tierra.”

“Has tenido a Antarktis White enfrente de tus narices como Archibald Demetriou, has cuidado su hijo híbrido de los peligrosos del Mundo oculto mientras él buscaba una táctica más eficiente para quitarte a tu hija y a tu esposa.”

“Sabemos que la has estado buscando por todo el planeta, solo te ha faltado buscar en el hielo, Wolf, también cruzar océanos, por alguien que no te ama. Alexandra Schwarz Pierce será tu perdición.”

Bertuzzi.

Tomo la pluma estilográfica y le doy al botón que en una pluma normal solo sacaría la punta para poder escribir; pero esta solo saca el doble filo de la espada que se forma en mi mano hasta tenerme rodeando su empuñadura.

Salgo del despacho tras romper la puerta de una patada, dirigiéndome al piso superior. Mis ojos se mantienen fijos hacia el frente a medida que avanzo por los pasillos.

—¿Alek?

Ignoro el llamado de mi madre, que sostiene a uno de mis hijos en brazos, mientras que Arian eleva el rostro dejando de jugar con León, cuando ella suelta un jadeo sorpresivo.

Me detengo un segundo, identificando a cada uno de mis hijos por la ropa que les puse esta mañana.

Trago en seco.

Quiero acercarme, pero si lo hago me estaré despidiendo de ellos y no pretendo dejar que nadie me mate.

Aparto la mirada, pero conecto con la de mi padre, que camina en mi dirección con sus ojos conocedores clavados en mí.

—¿Tío, qué está pasando? —La pregunta de Arian queda suspendida en el aire.

Anton Wolf, coloca una mano en mi hombro, paseando su mirada por todo mi rostro tras soltar un suspiro.

—Supe que estabas listo para gobernar Wachsend cuando en medio de un ataque lograste luchar en tu forma humana, sin dejar que tu naturaleza lobuna tomara el control —me recuerda—. Cuando hace meses quise hacerte perderlo usando a tu esposa como motivación en realidad no quería que lo perdieras, quería comprobar que todavía seguías teniéndolo aún cuando se tratara de tu Reina, hijo mío. Me sentí orgulloso al comprobarlo... pero ahora, viéndote en el mismo estado todos estos días, y a punto de perder la razón, tengo algo que preguntarte.

—Te escucho —respondo.

—¿A quién juraste proteger primero, a tu reino o a tu Reina?

Frunzo el ceño.

—¿A dónde quieres llegar con esa pregunta, padre?

—Respondeme.

—A Wachsend.

Asiente, estando de acuerdo.

—Pero si pierdes a tu Reina tu reino te pierde a ti.

—Deja de andar con rodeos y di lo que quieres decirme.

—¿A dónde te diriges con tanta prisa?

—Voy a recuperar a mi hija y a mi mujer.

—Alto ahí —afirma su agarre en mi hombro cuando intento pasar de él—. Antes escúchame bien. No sé lo que decía esa carta, hay muchos asuntos tuyos y de Alexa que no entiendo ni conozco, pero si algo sé es que este no es el momento para perder el control. Piensa antes de actuar.

—No tengo nada que pensar.

—Aleksandre Wolf —vuelve a retenerme—, eres mi hijo, tu madre y yo te criamos, sé que en este momento no estás pensando en otra cosa que no sean Laurence y Alexa. Debes cuidar tu familia pero no puedes cuidarla descuidando tu reinado ni descuidandote a ti. No permitas que el enemigo tome ventaja sobre tus emociones, si vas a rescatarlas asegúrate de lograrlo y no dejarlas solas en el proceso.

Suelto un suspiro con dificultad.

Asiento, palmeando su hombro.

—Lo haré. Tú encárgate de proteger nuestra familia y el reino hasta que volvamos. —Digo, luego tomo el teléfono. Le digo a Sebastian y Aiker el camino que tenemos por recorrer, y sin perder más tiempo lo emprendemos.

Antarktis White me ha estado viendo la cara de imbécil todo este tiempo. Lo he tenido innumerables ocasiones bajo mi techo, en mi territorio, en mi casa... Cometí uno más de mis errores, uno de esos que no voy a perdonarme nunca porque a raíz de él ha ocurrido todo esto, en mis narices.

Cuando me informaron que había un segundo emisario del Consejo hablando con mi esposa solo pensé en Darius, y cuando vi a Archibald Demetriou ser todo lo contrario y leí la mente de Alexa pasé por alto lo que me provocó su presencia. Solo lo catalogué como celos, por cómo la miraba con admiración, por cómo ella estaba encantada por tener otro aliado desde dentro del Consejo, y porque el hombre evidentemente era de su misma especie.

No hice caso a la advertencia que me arrojó mi instinto en cuanto sentí su presencia, la presencia de un Rey que se catalogó a sí mismo como un simple mensajero y que con su astucia logró engañarnos a todos, y que, además, ahora tiene a mi mujer y a mi hija en su poder.

La rabia arde dentro de mí, el deseo de venganza me consume por dentro con cada paso que avanzo.

En cuestión de horas el frío ártico nos cala los huesos, luchando contra la calidez que nos caracteriza, pero el frío no nos afecta tanto como el tiempo que pasamos en el mar desafiando la marea viva del océano.

Es luna llena. El sol, la luna y la tierra se encuentran alineados. Sus fuerzas de marea actúan para reforzarse mutuamente, y el océano sube más y baja menos de lo habitual. No es el mejor momento para nuestros pulmones, pero aún así, el sigilo se convierte en nuestro mejor amigo hasta que nuestros pies pisan el hielo.

Mi respiración agitada por las horas en el agua causa que me lleve más tiempo rastrear los alrededores, hasta saber que no hay nadie en kilómetros, kilómetros que yo y los hombres que vienen conmigo empezamos a recorrer cuando les doy la señal para que salgan del agua.

«El amor te ha cegado, Wolf. Esa mujer te ha convertido en un estúpido hasta el punto de cambiarte por uno de su misma especie y mantenerte buscándola por cielo y tierra.»

—Buscaré en cielo, tierra, mares, océanos;  todo lo que tenga que recorrer para encontrarte —afirmo mi agarre en la empuñadura de mi espada—, porque seguiré creyendo que me amas hasta que me mires a los ojos y me digas lo contrario.

~ Alexa ~

Hay días en los que despiertas con la sensación de algo, de algo que muchas veces ni logras imaginar, pero luego están esos en los que ni siquiera logras dormir y esa sensación cargada de incertidumbre se vuelve más real con cada vuelta del reloj.

Para mí hoy es uno de esos días.

No soy una prisionera en Clearings, o al menos eso es lo que él me quiere hacer creer. Quiere que me sienta libre y cómoda en este lugar cuando he llegado a él solo para poder ver a mi hija.

Es territorio enemigo.

Pero por ella sería capaz de todo y más si sé que la tendré en mis brazos.

Cuando la vi en esa caja de cristal en el laboratorio mi corazón se retorció, el dolor que se instaló dentro de mí no se compara a ningún otro que haya experimentado porque todo esto es demasiado nuevo para mí, soy madre de tres por primera vez desde hace algunos meses y todos esos miedos que durante el embarazo me abrumaban se han hecho realidad al verla en ese asqueroso lugar.

No podía permitir que siguiera allí, es por eso que cuando Antarktis fue por ella no lo pensé dos veces para venir con él a su reino.

Puedo escapar, pero ese hombre y toda su amabilidad no me engañan. Es insensible, ambicioso y sé que no me dejaría ir junto a mi hija tan fácilmente. Podría intentarlo, planearlo, pero no lo lograría sin salir lastimada y no puedo hacer lo mismo que hice para salir de las ruinas cuando me descubrieron, no con mi bebé en brazos. Tarde o temprano encontraré la manera segura de volver a Wachsend y terminar con toda esta mierda que no me deja respirar en paz.

La puerta de la habitación se abre bruscamente.

Veo al hombre entrar a la habitación con dos pistolas y mi aljaba. Cuando acepté ver a Laurence me quitó todas las armas a excepción de la daga que si no está entre mis pechos está atada a mi cabello. Ingresa a la habitación con ella, escaneando cada uno de mis movimientos con rostro impasible.

Me tiende las armas, tomándome por sorpresa.

—¿Qué? —Pregunto, rodeando mi hija firmemente con mis brazos, dispuesta a hacer lo que sea para mantenerla pegada a mí.

—Tómalas, sabes mejor que yo lo que se avecina —afirma, haciéndome tragar en seco—. Podría rodear el castillo para retenerte aquí pero sé que si te lo propones te irás cuando Aleksandre venga a buscarte. Pero una cosa sí voy a decirte, Alexa. No me rendiré, no me quedaré de brazos cruzados.

—¿Qué estás diciendo?

—Benedetto le dijo a tu querido esposo toda la verdad.

Contengo las ganas de sonreír, y, por el contrario, arrugo la frente con falsa confusión.

—Y ambos sabemos que él vendrá por ti —se acerca, con sus manos extendidas hacia mí—. Dame a la bebé.

Mi pulso se acelera.

—¿No creerás que lo haré, verdad?

Eleva las cejas, dejando caer las manos a su costado.

—Puedes irte, Alexa. Pero la compañera de mi hijo se queda.

—No...

Sus movimientos me interrumpen. Empuña una de mis armas con firmeza, específicamente la que tiene balas ultravioleta y la levanta hasta que el cañón está justo a la altura de mi corazón. Da un paso al frente, pegando el material del arma a mi pecho, asegurándose de no tocar a Laurence y dispara en medio de mi conmoción ante el miedo de que algo le pase a mi hija.

No dispara una vez.

Ni dos.

Ni tres.

Incrusta cuatro balas ultravioleta en mi corazón, causando que el agarre en mi bebé se debilite al igual que mis piernas. Mis rodillas tocan el piso helado, mis ojos se empañan al tiempo que el sabor metálico inunda mi boca.

Me trago mi propia sangre mirándolo fijamente a los ojos.

—Te vas a arrepentir... —boqueo en busca de oxígeno cuando el dolor le corta el paso a mis pulmones—, lo juro... por mi vida.

Aparta a Laurence de mis brazos.

—¿Sabes griego, verdad?

Caigo de rodillas en el piso, consciente de que me observa desde una altura de dos metros pero demasiado débil para contestar a su pregunta.

—Pues escucha como te hago la oración que reducirá a nada esa promesa, Alexandra, al igual que tu vida.

¿Qué pasó aquí? jeje

Nada estaba planeado, soy escritora brújula, pero desde 2020 a 2023 aquí nos trajo el destino.

Ahora sí, llegamos a la recta final de esta manera, no me maten. Aún falta el último capítulo y el epílogo. ¿Siguen aquí, o miedo?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro