Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❆ V: Constante peligro ❆

~ CONSTANTE PELIGRO ~

     Alexa

     Durante todo el día hemos caminado, solo nos hemos detenido unas pocas veces para descansar, más Arian que yo. En estos momentos la debilidad dificulta su visión; además de que no ha comido nada en mucho tiempo.

     Pensé en ofrecerle una manzana. Pero supongo que no es vegetariana al igual que yo.

     Ya está por anochecer, lo bueno es que para llegar al límite de su frontera solo quedan unos minutos de camino.  

     Aunque me cueste admitirlo, debo aceptar que hice bien al decidir ayudarla, sin embargo, no logro quitarme una posibilidad de la cabeza.

     —Espero que no te suicides
—murmuro con sinceridad.

     Si rompe nuestro juramento, Lo divino se encargará de hacerla pagar con muerte. Algo cruel y necesario, pero todos saben que un juramento eterno no es cualquier cosa, es un juramento eterno de lealtad que debes cumplir hasta tu último día, si mueres. De lo contrario, debes cumplirlo durante tu existencia.

     Su risa hace eco al mezclarse con el viento.

     —No voy a decir nada de lo que eres, y nadie podrá entrar en mi mente. Tu secreto está a salvo conmigo.

     —¿Cómo sabes que nadie leerá tu mente?

     —Algo lo impide.

     —¿Algo lo impide? Se supone que perteneces a un legado. ¿Por qué es necesario usar algo para evitar que lean tu mente o borren tu memoria?

     —No puedo responder esas preguntas sin romper un juramento.

     Mi expresión no es de sorpresa, es de incredulidad, a pesar de que también estoy sorprendida por lo que acaba de decir.

     —¿Otro juramento eterno?

     Asiente, disimulando una sonrisa.

     —A lo largo de mi vida he tenido que hacer tres, incluyendo el tuyo.

     —Vaya —me limito a decir.

     No pienso hacer más preguntas, porque sé cómo es todo esto y lo mejor es que no intente obtener más información. Por el bien de ella.

     Permanecemos en silencio unos breves segundos.

     —Gracias por ayudarme, de no haberte visto, no sé cómo me las iba a ingeniar para regresar a casa. —Hace una pausa—. Espero volver a verte algún día.

     —Nos volveremos a ver si así debe pasar.

     No pienso nada relacionado con lo que ha dicho antes y tampoco digo nada al respecto. Me quedo en silencio, solo aspirando el ruidoso aroma de la naturaleza.

    Seguimos caminando como si no quisiéramos llegar mientras yo empiezo a sentir aquella sensación que abre paso al miedo. No por estar cerca de ese territorio, es solo que, hay algo anormal que tiene una sensación extraña revoloteando en mi pecho y el malestar me causa cierta incertidumbre.

     —Voy a orar, para que todo esto de las leyes contra los híbridos desaparezca. Ninguno de ustedes merece lo que les ha pasado, tampoco vivir con la incertidumbre de poder ser atrapados en cualquier momento y lo que viene después.

     —Gracias.

     Quisiera saber si sus padres son iguales a ella, me parece una persona distinta y no la conozco prácticamente de nada. Una sensación satisfactoria surge dentro de mí cada vez que dice algo cierto, como si me sintiera orgullosa de ella.

     Si su transformación fue hace poco, solo tiene dieciocho años; yo soy mayor que ella por unos pocos. Sin embargo, el curso de mis pensamientos se dirige hacia un lugar que me duele.

     En algún momento de mi vida me he imaginado siendo madre y, la verdad es que es una de las tantas cosas que anhelo: sentir a un pequeño moviéndose dentro de mí, traerlo al mundo sin esperar nada a cambio, darle de comer, educarlo, enseñarle que es el único dueño de su vida y de sus decisiones; verle aprender de la vida y de sus errores, verlo feliz. Y si fuese una niña...

     «Cielos, siempre acabo deseando lo que no puedo tener».

     Suelto un bufido y empiezo a pisar más fuerte mientras camino.

     «No sé cómo puedo con todo esto».

     —¿Estás bien?

     Asiento apenas termina la pregunta.

     —Sí.

     —No te lo crees ni tú, pero no voy a indagar en el tema —permanece en silencio durante unos segundos—. Eres hija de Clea Pierce y Julian Schwarz.

     Me permito confirmar una vez más que estamos solas, luego la miro a los ojos, diciéndole que sí al notar que nadie anda rondando cerca de nosotras.

     —Eres de verdad la segunda híbrida de triple mezcla —afirma.

     Yo confirmo otra vez con un asentimiento.

     —La segunda más poderosa.

     —Que sí.

     —Podrías destruir todos los seres que componen El consejo. —Sonríe ampliamente.

     «Esta chica me agrada».

     —Lo sé, Arian —empiezo a decir, con una sonrisa—. Pero tengo que ser "inteligente" y seguir siendo inexistente, al menos hasta que ya no sean tan letales las consecuencias de ser quien soy o hasta que desaparezcan.

     Chasquea la lengua, asintiendo.

     —Entiendo. Admito que desearía ser como tú —hace una mueca a la vez que eleva las cejas afirmando lo que ha dicho.

     —¿Y vivir oculta para que no te descubran y persigan hasta encontrarte, luego te encierren bajo tierra y te torturen hasta que desees descender? —Inquiero.

     —Sin todo eso no estaría nada mal. Eres afortunada y desgraciada al mismo tiempo por seres que te tienen envidia. Yo intentaría terminar con cada uno de ellos junto a sus leyes absurdas.

     Quisiera hacer lo mismo, pero, en ese sentido prefiero hacer caso a la petición de mis padres. Mientras mi madre y yo estemos a salvo, mientras no atrapen a ningún otro híbrido; debemos hacer el menor ruido posible. Y sí, Alexa ha creado miles de formas con las que acabar con esas leyes absurdas, pero ninguna la lleva a cabo sola. Esa misión no es de dos seres como yo, siquiera. Pienso que, en un futuro, lejano o no, los híbridos que hasta ahora existimos llegaremos a conocernos entre nosotros y formaremos ese plan en busca de nuestra completa libertad.

     —¿Envidia, dices?

     —¿Qué sino? La mayoría de superiores que componen el consejo tienen ese complejo de perfección, poder y superioridad intactos. Esas virtudes no les permiten hacer las cosas con sentido, o bien, siquiera. Para unas cosas sirven y para otras no. Da pena.

     Mi sonrisa se ensancha.

     —Está bien, acepto tu teoría.

     —Si todos los miembros del consejo fueran como mi Líder, nuestro mundo sería distinto.

     Siendo curiosidad y ganas de profundizar en el tema, pero solo me limito a asentir.

     Media hora después, estamos a unos metros de nuestro destino. Ella sonríe ilusionada, pero su ilusión se va deteriorando por lo que imagino es un pensamiento.

     —Ahora tengo que dar explicaciones.

     —No te quejes, nena. Si consideras dar explicaciones un castigo, ese no es el peor.

     La veo ocultar una sonrisa.

     —No le llamaré —afirma.

    —Él te buscará, están destinados.

     No quiero ilusionarla, pero tengo fe en que ese chico no le hará a Arian lo mismo que me hicieron a mí. Él no puede ser tan estúpido... ella no lo soportaría. 

     —Gracias por esto, Alexa.

     —No fue del todo un gusto, pero no me arrepiento de haberte traído hasta aqu...

     Detengo mi caminar de forma abrupta al sentir la presencia de, por lo menos ocho seres venir en nuestra dirección.

     Pongo todos mis sentidos alerta cuando un escalofrío sacude mi cuerpo.

     Los olores son fuertes e imponentes, uno en particular se superpone a los demás de tal manera que los hace sentir mucho más débiles.

     «¿Estaré en un sueño?»

     Distingo a un Líder. Ni siquiera había sentido ese olor antes, pero es una sensación inexplicable lo que me confirma de quien se trata.

     ¿Qué otro ser en esa manada tendría ese olor tan intenso?

     —Creo que vienen a recibirnos —susurro apartando la mirada de los árboles enfrente de nosotras y mirando a Arian, quien también se ha detenido y ahora está mirándome fijamente.

     —Yo no siento nada —responde confundida, unos segundos después se relaja y deduzco que entiende lo que quise decirle.

     —¿Por qué yo sí?

     Sonríe, algo avergonzada.

     Seguimos caminando, tiempo después estamos más cerca. Ella siente los olores y yo me detengo.

     —Mi padre... y el Líder. Estoy segura de que se enojarán —dice, pero aún así continúa caminando—. ¡Ven!

     Pero yo permanezco ahí, parada. Y es que no, me niego rotundamente a hacer esto. Ya hice suficiente.

     —Hasta aquí llegué yo.

     Se detiene, se da la vuelta, llega hacia mí y me toma de la mano llevándome con ella. Y yo no me opongo, me encuentro muy atontada. ¿Por miedo?, no. No siento miedo por lo que está pasando, la razón de que esté fuera de mí es que siempre he querido ver a un hombre lobo Líder, más bien, pelear con uno. Son más fuertes que un hombre lobo común y con sentidos agudizados, cualquiera de ellos podía ofrecerme una buena pelea y el Líder de Wachsend se encuentra a solo metros de mí.

     Solo pasan unos segundos y los veo venir en nuestra dirección a través de los árboles. Sus fuertes pisadas podrían compararse con el galope de mi corazón justo en estos momentos.

     En mis años de existencia solo he visto seis hombres lobo, solitarios, y casi siempre van en su forma lobuna. Estos que han venido a recibirnos no son ocho, solo son cuatro. En cinco segundos dejan de divisarse entre los árboles y luego están en su forma humana. Unos con ropa y otros con pocas... con muy pocas prendas.

     Al verlos, me permito centrar mi atención en cada uno de ellos: el primero que identifico es el padre de Arian, cuando ella me suelta, le alcanza y lo abraza. Un hombre de unos treinta años, de pelo castaño al igual que el de su hija. El beta de la manada, Sebastian Volk.

     Luego observo a otro de los hombres, el mismo aparenta unos cuarenta, tiene ojos cafés y cabello negro; que creo debe estar llegando a los cien. Después miro a otro de ellos que supongo tendrá unos veinte, rubio con ojos cafés muy atractivo que solo lleva unos bóxers de color negro. Supongo que se los prestó el anterior, quien parece ser el mayor de todos y lleva unos pantalones oscuros que claramente te dejan saber que no hay nada más debajo.

      Parpadeo varias veces apartando la mirada de ellos.

     Por último, poso mi mirada en el Líder, quien aparenta unos casi treinta años muy bien vividos. Sus facciones parecen ser irreales. Tiene los ojos de color...

     La garganta se me seca.

     Sus ojos poseen dos tonalidades: ámbar y verde, los dos matices hacen de ellos una escasa obra de arte que le ha proporcionado la heterocromía parcial y que a mí me hace querer...

     «¡Suficiente!»

     Puede asesinarme por tal osadía, estoy mirándolo fijamente sin ninguna restricción.

      Para mi sorpresa, él solo me dedica una mirada tranquila sin detenerla mucho tiempo en mí, mientras yo intento ver algo más en sus irises, mientras yo pretendo seguir admirando sus ojos con una sensación extraña revolucionando mi interior.

     No intento leerle la mente, porque, además de que sé me es imposible con los de legado, me parece de mala educación querer ver en todos los cerebros. Lo que intento, es apreciarlos y ver eso que no noto en él ni desprende: Jactancia.

     Su olor podría detectarlo el rastreador más débil e incapacitado. Y no está de más decir que la magnificencia en su porte resalta, pero se supone que los líderes son presumidos y los reyes sinónimos de restricciones y, en muchas ocasiones, adoptan actitudes estúpidas y compulsivas... pero no he visto indicio de aquello.

     Un ejemplo, es que aquí estoy yo: una simple chica humana con aspecto de cazadora mirándole directo a los ojos, sin haberme inclinado ante él.

     —¿Dónde estabas, Arian? —Le pregunta su padre con tono demandante y un perfecto inglés, aunque con su acento alemán—. Hemos pasado casi dos días sin saber nada de ti, hija. 

     Arian solo logra balbucear. Se encuentra nerviosa, puedo olerlo y estoy conteniendo la respiración, por lo que decido intervenir sin saber bien por qué. Podría matar a todos, pelear con el Líder, dejarlo herido e irme; pero la chica es agradable, hicimos un juramento, no me apetece ser una estúpida y también debo aceptar que le he agarrado cierto aprecio en el poco tiempo que estuvimos solas en el bosque.

     —Buenas tardes. Señor Bastian —sus atenciones recaen en mí—, soy amiga de Arian, había estado en mi casa este tiempo. Lamento no haberle recordado llamar —le ofrezco mi mano.

     —Mucho gusto. —Él la estrecha amablemente.

     —Lo mismo digo.

     Vuelve a mirar a su hija.

     —¿Se te olvidó avisar, hija? Todos llegamos a imaginar lo peor.

     —Lo siento —se disculpa, cabizbaja.

     —De acuerdo —el Líder habla por primera vez—, ya no te preocupes, Arian. Lo importante es que estás bien y que ya estás en casa.

     Ella asiente en respuesta.

     Después de decir aquello, él fija su mirada en la mía, volviendo a hacer que sienta la necesidad de beber agua para tragarme su efecto.

     —¿Qué es usted, señorita...? —Deja suspendida la pregunta y sé que debo decir algo. Pero como amante al más mínimo detalle de la naturaleza, me es muy difícil apartar mis ojos de los suyos. Los enmarcaría, sería capaz de hacerlo con tal de admirarlos todo el tiempo.

     Segundos después me obligo a dejar de mirarle e inclino mi rostro en forma de saludo, él repite el gesto de la misma manera, sorprendiéndome.

     Fue coronado un año después de su transformación, lleva trece siendo superior y siendo el Líder de su manada. Supongo que lo dicho pasó de esa manera porque su poder tiene bastante relación con su transformación. Tal vez su lobo es más grande de lo normal o posee algún don. Si analizamos lo que cuenta el libro que cuenta su historia (historia, por cierto, en la que noté omitieron muchos detalles), debe tener treinta y tres años.

     Caigo en cuenta de que me sumergí en mis pensamientos luego de que hizo la pregunta, una vez más.

     Aclaro mi garganta con la intención de responder.

     —Es humana, fue adoptada por una familia de lobos solitarios, pero es buena chica. —Pero Arian superpone su voz, causando que yo calle.

     «¿Qué ha dicho?»

     —Sus padres humanos la abandonaron y sus adoptivos viven en constantes disturbios. Yo la visito cuando no están, por eso salí sin avisar, Alexa estaba en problemas.

     Frunzo el ceño inconscientemente, al notarlo intento aliviar la expresión a pesar de que siento el enojo recorrerme en una oleada de calor.

     «¿Qué intenta hacer?»

     Signos de interrogación es todo lo que desprendo y sé que todos ellos notan mi cuerpo tensarse.

     —Sí —confirmo lo que ella acaba de decir sin siquiera pensar—, pero, bueno...

Intento encontrar las palabras correctas que educadamente darán introducción a mi desaparición ante sus ojos.

—Ya he traído a Arian. Y tengo que irme.

Me despido de todos asintiendo y con toda intención de dar media vuelta e irme de una vez.

     —¿Qué clase de problemas? —Pero aquella pregunta interrumpe esos pasos que ni siquiera pude dar.

     Mis ojos se fijan en él otra vez, y luego en Arian, quien tiene todas las intenciones de seguir hablando y lo hace, dejándome con la respuesta en la punta de la lengua una vez más:

     —Ya se imaginará, en este bosque puede pasar de todo. Pero sería indiscreción de mi parte si digo lo que ha pasado.

     —Exacto —dice Bastian—, en el bosque puede pasar de todo, por lo mismo debiste decirnos y hubiésemos sido de más ayuda a la chica y no hubieran estado las dos en peligro.

     —No lo pensé —se da excelente eso de mentir.

     Se hace un silencio que me parece eterno. Todos me observan con eso que odio: pena. O tal vez es compasión. Como si en realidad hubiera estado en una situación muy determinante en mi vida y Arian me hubiese ayudado a salir de ella. Cuando en realidad pasó exactamente lo contrario.

     No esperaba esto. Me pasa por confiar de más, nunca confío al cien por ciento pero he cometido el error de creer que ella no haría algo como esto. He cometido el error de no pensar en que con facilidad pueden detectar cuando alguien se acerca a su territorio.

     —¿Por qué no se queda con nosotros?

     «No es cierto, todo esto no me está pasando».

     Lo único que yo quiero es salir de aquí. Cuanto antes, mejor.

     —Alexa, mi nombre es Alexa, Líder de Wachsend. Y de verdad lamento rechazar su invitación, pero debo irme.

     Hace un sonido en afirmación.

     —No hacen falta esas formalidades, señorita Alexa.

     Tomo aire e intento disimular cuando lo expulso.

     «Necesito tranquilizarme..

     —De acuerdo, pero el punto es que debo irme, no puedo quedarme.

     Otro silencio algo perturbador para mí se hace sentir luego de mi oración como respuesta al Líder.

     —Ya estuvo en peligro antes —empieza a decir despacio, con voz calmada—. Es muy tarde y ya va a anochecer para que una joven como usted ande sola por este bosque tan extenso —no aparta sus ojos de los míos—, y a oscuras —añade.

     Si supiera que esta joven puede hacer eso y patearle el trasero dolorosamente fuerte con los ojos cerrados, no estaría dirigiéndose a mí como alguien débil.

     —Puedo defenderme muy bien —le hago saber sin romper el contacto visual, sonriendo ligeramente—, en ese momento no, pero ya dije que no me quedaré aquí.

     Les doy la espalda volviendo a caminar, sabiendo cuáles son las caras que debieron poner al escucharme decir aquello. Le estoy faltando el respeto a su rey, pero vamos, eso es lo de menos.

     —Alexa, quédate. —El tono suplicante en la voz de Arian da mucho que pensar, pero yo no puedo pensar.

     Me giro con enojo y con una sola mirada le muestro mi descontento, pero ella solo me dedica una pequeña sonrisa nerviosa y vuelve a hablar:

     —Sería bueno que cenes con nosotros, aún no conoces a mis padres. No te pasará nada aquí, puedes confiar.

     «Confié en ti y ya veo cómo me está yendo».

     Mi corazón late muy rápido y estoy más que segura de que eso a ellos les hace mucha gracia. Creerán que estoy asustada, además de furiosa.

     «Malditas sean tus mentiras, Arian».

     —Exacto, nada le pasará aquí. —Es el rubio quien dice aquello, interviniendo por primera vez en la agradable conversación, los demás permanecen en silencio, expectantes.

     —No tiene por qué sentir miedo —Bastian asiente, puedo afirmar que hasta entusiasmado.

     Si supiera por qué siento miedo.

     Es increíble como tus mismos errores te escupen en la cara, debí dejarla al llegar e irme sin mediar palabras y por estar atontada no lo hice.

    Seré honesta: ni siquiera debí salir de mi jodida casa.

      —Puede quedarse el tiempo que le plazca —Él empieza a dar pasos distraídos a nuestro alrededor, pero sin quitar su mirada de mí—. Ya que sus padres no lo fueron en realidad y se encuentra en constante peligro, me complace decirle que hay un espacio para usted en mi manada y en nuestra casa.

     Lo observo durante más tiempo del que me hubiera gustado. Y a las cinco personas frente a mí, especialmente a Arian. No sé qué pretende, pero debo pensar con la cabeza fría y estoy casi ardiendo de rabia.

     Largos segundos después, expulso el aire contenido, suspirando con pesadez, pensando en que acabo de beber el antídoto que oculta mi olor y en que tengo todo lo que necesito para pasar la noche en esta manada.

     —Mañana a primera hora me voy —murmuro.

     Voy a terminar esta desagradable función teatral y me largaré de aquí.

      «Tal vez sin que se den cuenta».

     ¿Qué puede desmentir todas estas mentiras antes del amanecer?

     —Como usted guste.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro