❆ LVII: Benevolencia ❆
~ BENEVOLENCIA ~
Aleksandre
No creí tener que hacerlo otra vez, pero aquí me encuentro, ante la mujer que me trajo al mundo contemplando su mirada entristecida y sintiéndome como un completo estúpido por pregonar autocontrol cuando no pude controlar mi lengua para gritarle.
Sé que no entendía tanto como yo sobre la situación, que era mayor su confusión y que al igual que todos pensó que Fabián sí había cambiado y sí se había arrepentido.
Alexa le creyó.
Yo jodidamente le di un maldito voto de confianza y si nosotros lo hicimos los demás también lo harían.
Mi madre lo hizo.
Cuando volvió con mis padres a Wachsend con la intención de conocer a mi prometida jamás pensé que resultaría ser la causa de todo el sufrimiento de Alexa, y él tiene razón, jamás debí permitir que se volviera acercar a ella. Debí cortarle las manos cuando la tocó sin su consentimiento, echarlo de mi presencia, de mi territorio y de su vida de una vez por todas.
Pero lo dejé.
Le permití pasar desapercibido cuando planeaba lo que de manera extraña logró.
La clave fue descubrir que el vampiro que causó que casi muriera siendo un hombre lobo, tenía el don de leer la memoria el cuál le heredó como si fuese su jodido padre.
Fabián lo descubrió, y lo aprovechó al máximo. Logró engañarme, confié en que Alexa no había encontrado nada fuera de lo normal cuando leyó su mente pero tiempo después él empezó a armar el plan que casi me mata.
El plan que casi hace que Arianna fuese violada, el plan que casi me quita lo que más amo, el plan que casi me quita mis hijos; mi vida.
Cosas que no vi venir estuvieron a punto de suceder.
Y se lo estoy cobrando bastante caro.
—Madre, ven conmigo.
Asiente levemente y se levanta, mirando a mi padre durante unos segundos.
—Y tú hazme el favor de ir a conocer tus nietos.
Wolf suelta una risa leve ante mis palabras y se levanta, pasa por nuestro lado con dirección a las escaleras pero no empieza a subirlas sin antes besar a mi madre.
Solía asquearme en la preadolescencia pero ahora... como les entiendo.
Me encierro con mi madre en la oficina de Sebastian y lo primero que hago es besar su frente apenas ella me rodea con sus brazos.
—Cariño, perdóname. No sabía que él...
—Ni siquiera merece que lo menciones, yo también necesito que me perdones, me desquité contigo.
Acuno su rostro entre mis manos y acaricio sus mejillas sonrojadas, sus ojos brillosos me hacen sentir más miserable con respecto a ella.
—Perdóname.
Niega al posar sus manos en mis hombros.
—Ya no tiene importancia. Me alegro de que nada haya cambiado, de que todo haya salido bien; verte tan pleno me llena el alma.
Pleno. Sí aprendí el significado de la palabra.
—Te amo.
—Yo más a ti —me sonríe—. ¿A cuál de los dos se parecen?
Yo también sonrío levemente, tomo sus manos entre las mías y beso sus palmas.
—Ve a descubrirlo por ti misma.
Suelta una risa y me sonríe aún más, no solo con sus labios, sino también con su mirada.
Intento morderme la lengua y no soltar nada más referente al tema, pero no logro contenerme.
—Pero antes... —mi voz detiene sus manos en el pomo de la puerta.
—¿Sí?
Suelto un suspiro y pego mi cadera al borde del escritorio.
—Sabes cuál es su destino, ¿verdad?
Permanece en silencio durante unos segundos, abre la puerta y luego sonríe con nostalgia.
—Haz lo que tengas que hacer, Aleksandre, cada persona elige su destino. Ahora, si me disculpas, iré a conocer mis nietos.
❆ °.• ❆ °.• ❆
Las celdas de Wachsend son un lugar demasiado prolijo y ordenado para todo lo que sucede en sus instalaciones. Sacarle la verdad a los que atacan mi manada a punta de torturas es lo más practicado en los espacios de la zona, además de privar de la libertad a seres que no merecen ni ver la luz del día.
Las personas no suelen durar tanto tiempo aquí, una vez se acaba con ellos se acaba con su vida. Es algo despiadado, pero la última oportunidad que tienen es el arrepentimiento y la mayoría son muy orgullosos como para ceder.
No hay demasiados presos. Solo cuatro.
La primera se levanta de la esquina en la que se refugia al verme, se acerca a los barrotes pero no los toca, el material del que están hechos la dejaría paralizada durante horas, ya lo experimentó, no creo que olvide ese momento.
Sus ojos grises no lucen igual que antes, no se asemejan en nada a los de mi esposa, ni siquiera en el color. Los de Alexa están llenos de vida, brillan y son los ojos grises más hermosos que he visto en mi vida; los de Amalia carecen de todo eso justo en este momento, su corazón carece de paz y está corrompida.
La observo, tal vez demasiado, solo para convencerme de que la jovencita que quiero como si fuese mi sobrina y el hermano mayor que nunca tuve lo van a resistir.
¿Qué puede ser peor?
¿Que ella mate a Sebastian como lo ha intentado en más de una ocasión solo para sentirse menos miserable?
Porque lo ha hecho, es por eso que él no se encuentra aquí rodeándola e intentando hacerla entrar en razón, porque ella intentó asesinarlo.
La perdonaría, lo haría si dejase de estar endemoniada pero no lo haré porque ni siquiera ella quiere deshacerse del demonio que intentó poseer a mi mujer.
Y no es que sea tan débil, es que el infierno le ha consumido toda la fuerza de voluntad, ella se entregó, entregó su alma.
—Es tu última oportunidad, Amalia Pierce.
—¿Por qué no le hablas al demonio que tengo dentro? ¿Es tanta su falta de autoridad, Rey de Wachsend?
—Tú lo has dicho, ‘Rey de Wachsend’ por tanto reconoces mi autoridad.
Me doy la vuelta con la intención de irme.
—No lo merezco.
Pero sus palabras me ponen la piel de gallina. Es la primera vez que utiliza su propia boca en mi presencia luego de meses.
Desolada y muerta. Así se escucha.
Me giro en su dirección.
—Ellos jamás van a perdonarme aunque quieran y eso es un trago demasiado amargo de beber.
—¿Y tú cómo estás tan segura? ¿Por qué no renuncias al error que cometiste, Amalia?
—Mátame —su voz se va oscureciendo con cada palabra que suelta cuando las tinieblas intentan volver a tomar el control de ella.
La haría sufrir más, pero no vale la pena seguir cargando odio hacia su persona en mi corazón. Es por eso que la perdono, es por eso que decido darle lo que quiere, por ella, pero más por Arianna y Sebastian. No quiero que ellos vivan esto por más tiempo, les dolerá a ambos que Amalia esté muerta y encima en el infierno; pero serán consolados. No vale la pena que sigan abrazados a un pedazo de espejo roto, cortándose y sangrando más en el proceso.
Como tampoco vale la pena que siga viendo su cara y recordando su traición cuando mis hijos están conmigo.
—Por favor —su respiración se agita a medida que mi mano se eleva.
—Lamento que tenga que terminar así, por tí, pero más por ellos —susurro antes de tocar su frente y presenciar como todas las sombras negras abandonan su cuerpo.
Estoy sucio, hay muchas cosas de las que debo desprenderme pero el Creador sabe que no utilizaría los dones y la autoridad que me ha dado para hacer el mal a nadie. A menos que sea su sentencia ser enviado al infierno. Es por eso que los demonios huyen del cuerpo de Amalia al reconocer la esencia que poseo.
Introduzco una de mis manos entre los barrotes y convirtiéndolas en garras tomo su cuello con la intención de arrancar su cabeza.
«Detente.»
Pero una voz que conozco a la perfección me frena.
«Su condena es el destierro, aunque algunos lleguen a creer que la mataste.»
Observo sus ojos, su expresión, su mirada vacía; suelto su cuello y abro la celda con mi huella.
—Fuera.
Ella me observa con duda desde el suelo.
Me acerco a ella a paso lento.
—Escúchame bien, y agradece a Lo divino que aún conserves tu cabeza. Tu condena es el destierro, Amalia Pierce.
Asiente como puede con los ojos inundados en lágrimas.
—Di con tus propios labios que jamás volverás a pisar esta tierra.
—Jamás... jamás volveré a pisar esta tierra.
—Ahora vete. Procura que ningún miembro de Wachsend te vea.
Se levanta, se recompone, y, cabizbaja, sacude la ropa sucia que hasta hace poco no le importaba.
—Si intentas algo en nuestra contra desearás no haber nacido. Ahora, tienes tres minutos para salir de mi manada.
Fabián diría que es benevolencia, pero es obediencia.
No puedo hacer caso omiso a una orden de Lo divino.
Como elegido ya di demasiados problemas.
Si el Creador lo ordena es por algún motivo, tal vez en el fondo ella sí se arrepiente de materializar una envidia sin razón.
Ya fue suficiente.
No vale la pena esperar más. Es mejor que sufran todo junto a que sea un dolor y luego otro.
Es por eso que ingreso a la celda del malnacido al que le arranqué la lengua y el miembro por cerdo, y también le arranco la cabeza sin miramientos.
Lo siento por Arian y Bastian, ninguno merece el dolor que sentirán al enterarse de ambas muertes, tal vez yo sí merezca su odio por matar a Lukas y Amalia como ellos creerán, pero no me queda remordimiento porque sé que ambos serán consolados, ambos se recuperarán, ambos crecerán y resurgirán de las cenizas del dolor.
Tal vez me odien.
Pero yo estaré bien, cuando los vea bien.
Confirmo que ella se ha ido al llamar a Hang y me tenso al sentir la conocida presencia acercarse a mí largos minutos después.
«Qué oportuno.»
Tomo aire y me preparo para lo que viene.
El sonido de sus pasos se detiene a mis espaldas supongo que observando el desastre al igual que yo, pero no es hasta unos segundos después que hace la pregunta.
—¿Por qué lo mataste? —Inquiere con poco interés—. La verdad ni siquiera entiendo por qué lo tenías encerrado.
Me giro hacia él y lo encaro.
—Tal vez es porque has descuidado mucho tus ocupaciones durante los últimos meses. —Guardo el teléfono mientras él sigue mis movimientos atentamente.
—Me alegro por el nacimiento de tus hijos —palmea mi hombro.
Tal vez en otro momento me hubiera alegrado mucho junto a él, pero justo ahora la tensión de mi cuerpo no hace más que aumentar.
—¿Qué son?
—No sé si pueda confiar en ti, Bastian.
—No me ofendes.
—Trillizos. —Murmuro con mis ojos fijos en los suyos—. Dos príncipes y una princesa.
La expresión de su rostro me clava una daga en el pecho.
Se alegra por mí.
Me toma de los hombros y me zarandea.
—Joder, tres al mismo tiempo. Te lo tomaste muy enserio, Alek.
Carraspeo y palmeo su hombro con pesar en agradecimiento.
Y a él no le pasa desapercibido.
Echa un vistazo a la celda y luego vuelve a clavar sus ojos en mí.
—¿Qué hizo?
—No tiene importancia. —Murmuro entre dientes.
—¿O no soy lo suficientemente digno de que me lo digas? —Eleva una ceja.
Me paso una mano por el rostro y suspiro con pesadez.
—Aleksandre, quiero volver, debo ocupar mi mente en algo —suena entusiasmado y ansioso a partes iguales—. Ponme al día, lo necesito. ¿Qué hizo este tipo como para merecer que le arrancaras la cabeza y encima tenerte contemplando la vista?
Mi cuerpo se tensa aún más. Me muerdo la lengua durante unos segundos pero al final carraspeo y fijo mi mirada en la suya.
—Era el compañero de tu hija.
Frunce el ceño.
—No entiendo.
—Es una larga historia, pero resumo con decirte que se ganó esto —señalo el tiradero de sangre y los restos que enviaré como presente al Líder del infeliz.
Suelta una risa irónica, confirmando que se contiene para no golpearme solo por sus principios y respeto hacia mí.
—Aleksandre, ¡no tenías el jodido derecho a quitarle esto a mi hija! ¡¿Qué rayos pasa contigo?! ¿Trasladaste a Amalia a otra celda? ¿Dónde la pusiste?
—Haces demasiadas preguntas —intento zafarme de la conversación en vano al querer alejarme, pero él me toma del hombro con fuerza.
—¡Contestame!
Contengo la respiración durante unos segundos y me vuelvo hacia él.
—Esta basura —señalo la celda—, estaba en Wachsend como espía, fue él quien arregló todo para que los vampiros nos atacaran mientras estaba de luna de miel; después quiso huir y Fabián lo encontró intentando llevarse a Arianna a la fuerza, para nuestra sorpresa casualmente él era su compañero. Lo curioso es que hace poco me enteré de que él y Fabián hicieron una especie de arreglo en el que él tomaría a Arian y el imbécil de mi primo a mi esposa para luego largarse de aquí. Estuvo a nada de llevársela, y a segundos de violarla si no hubiese sido por Ian.
»Mientras tú te encontrabas en alguna cantina del Mundo no oculto ahogando tus penas, tu hija sufría y aún sufre todo eso. Yo acabo de matarlo, tú prepárate para estar con ella, Bastian. Se habían marcado y ya tuviste demasiadas vacaciones.
—¿Qué? —traga saliva—. ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Entonces era yo quien tenía que acabar con este maldito, Aleksandre! —habla demasiado rápido.
Observo su pecho subir y bajar, su cabello largo y su rostro cubierto por esa barba que me confirma el tiempo que tiene sin recortarlos.
—Hoy es el día en el que puedo mantener una conversación un poco extendida contigo, desde hace meses. De todos modos, ya yo me encargué por todos.
Lo mira, específicamente cada miembro ausente del cuerpo desnudo de Lukas, el cual yace sin vida en el piso de la celda al igual que su cabeza.
—Dentro de nada es medianoche, hoy sufrirá el dolor pero llamaré a Stefan para que la guardiana en New Moon nos envíe algunas dosis de la anestesia para ella.
Asiente sin dejar de mirar hacia la celda.
—¿Dónde está Amalia? —Inquiere en un susurro.
—Con Amalia hice lo que debía hacer desde hace mucho tiempo.
—¿La mataste?
—¿No es obvio?
—¿Por qué no siento dolor?
—El vínculo entre ustedes estaba débil —Me adelanto a su pregunta—. Sabías que iba a hacerlo, ¿por qué te sorprende?
Suelta una risa amarga y se pasa las manos por el rostro.
—No creí que fuera tan pronto.
—Han pasado meses. ¿Para qué seguir torturándote? Esta conversación ha terminado, tus vacaciones también, mañana a primera hora te quiero en tu despacho poniéndote al tanto de todo.
—Como ordenes —empieza a alejarse pero se detiene a unos pasos de mí—, yo enviaré el regalo con su cabeza —Señala el cuerpo de Lukas—. Al malnacido de tu primo no permitas que me le acerque si no quieres que lo mate yo, y quiero una casa para mí y para mi hija.
—No vas a alejar a Arian de nosotros, ¿o sí?
—Necesitamos sanar.
—Ponla a entrenar día y noche, cansala, entrenala hasta que no le quede aliento y tú no vuelvas a descuidar tu puesto, pero los dos se quedarán en la mansión. —Sentencio—. Y que ningún imbécil intente aprovecharse de ella.
—Fue mi culpa.
—La culpa fue de todos. De igual modo lamentarse no sirve de nada, por fortuna no pasó a mayores. Y, aunque ya no los tengan a ellos, los dos nos tienen a nosotros.
—Siento que no me va a doler tanto como a ella.
Evito mirarlo, sé que me conoce demasiado y que aunque su don no sea leer la memoria podría leerme con demasiada facilidad.
—A mí no me importa sufrir, pero mi pequeña...
Su voz se quiebra.
—Manada es igual a familia, Sebastian Volk —coloco una mano en su hombro—. Haré todo lo que esté en mis manos para salvar a Arian, y para salvarte a ti.
Toca llorar por la pequeña Arian, espero que podamos verla resurgir de las cenizas como lo hizo nuestra reina, y no solo a ella, también a Bastian, el pobrecito va a sufrir una muerte que no ha sucedido.
No le dolerá tanto como a la castaña pero también le toca su buena dosis de dolor. :(
Gracias por leer ❤️
Nos volvemos a leer prontito :3
¿Saben que ya inició el conteo regresivo? Alerta, que nos espera más desmadre ;)
¿Quién se ganará la cabeza del Fabiancito? Tiene muchísimos pretendientes JAJA
Las faltas serán corregidas en cuanto las note ✓
Vai
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