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❆ LV: Incontenible ❆

~ INCONTENIBLE ~

Aleksandre

Alimentar a tres bebés hambrientos con un biberón cuando ya se han acostumbrado a los pechos de su madre cuesta mucho; pero por fortuna no he tenido que salir a buscarla porque la reserva de leche materna que extraí de ella para los bebés mientras dormía sigue intacta. Solo fue cuestión de darle un poco de calor y ya los tenía a los tres calladitos y siendo alimentados mientras yo preparaba más leche; porque obviamente un solo biberón para cada uno no iba a ser suficiente.

Saber que es casi medianoche y que mi esposa se encuentra en nuestro territorio pero lejos de mí me va a volver loco, en más de una ocasión he tomado el teléfono con la intención de pedirle a Arian que busque a Adalia para que las dos cuiden a los trillizos, mientras yo busco a Alexa en cual sea el rincón de Wachsend en el que se haya escondido. Sin embargo, no dejar que Naimara y Alía vieran a los bebés como lo ordenó causó que Alexa se enojara conmigo.

Intenté hacerlo pero no logré permitir que se les acercaran. Son dos niñas pero aún no estoy listo para ver a otras personas cerca de mis hijos. No puedo no ser sobreprotector, aún no estoy preparado para cuando todos en la mansión crean tener el derecho de verlos y tocarlos.

Solo de pensarlo me dan ganas de arrancar cabezas, y creo que nadie quiere comprobar si soy capaz de hacerlo o no.

Sé que debo disculparme con Arian,  también que Alexa podría patearme entre las piernas cuando sepa que no les dejé entrar a pesar de sus órdenes.

Me he tragado el impulso de salir a buscarla porque sé que está bien, lo que no he podido evitar es observar desde las cámaras, pero también en ellas la perdí de vista en el momento en que se fue hacia el bosque.

Suelto un suspiro y me dejo caer sobre la cama mirando hacia el techo.

En los últimos días he sentido tantas emociones durante tanto tiempo que ya incluso se han quedado a vivir en mí. El miedo, el estado de alerta, el enojo, la ira, la incertidumbre, el deseo, el amor, la abstinencia… me voy a volver loco. Donde encuentro paz es estando con mis hijos, contemplando a mi esposa o decorando el cuerpo de Fabián con heridas.

Pero a pesar de todo sigo sin sacar todo lo que llevo dentro, porque donde mengua el caos en mí también es donde se desata.

Alexandra Schwarz Pierce.

Los trillizos.

Los experimentos.

El hijo del infierno que tengo ganas de enviar a su calientita casa así como de hacerlo sufrir eternamente, al igual que la desgraciada de Amalia y el idiota que intentó llevarse a Arianna a la fuerza, no una, sino dos veces.

Hay demasiadas cosas que debo hacer antes de que pueda obtener paz por completo.

Ayudar a mi esposa a colocar cada ser del Mundo oculto en su lugar, hacer la justicia que ha sido puesta en nuestras manos por Lo divino y terminar de edificar la mansión que será solo nuestra en la Ciudad de Wachsend.

Cierro los ojos con fuerza.

Mi padre tenía razón. En ocasiones necesito explotar y dejar de controlar mis emociones.

«Necesito transformarme y correr por el bosque durante días.»

O tal vez lo que necesito es que Alexa me recuerde.

Joder sí, eso es todo lo que necesito.

Necesito las conversaciones que solemos tener durante horas, necesito tenerla desnuda entre mis brazos, necesito besarla con total libertad y cada vez que me dé la gana; necesito que ella me bese, que deje de contenerse.

La necesito.

La luz tenue que ilumina la habitación me hace viajar a escenarios demasiado perturbadores teniendo en cuenta mi posición en este momento, y en todos está ella.

Escondo el rostro en la almohada y me cubro la cabeza con otras dos.

Mi cuerpo suda más que en otras ocasiones y sé de sobra la razón de esto.

Me levanto y observo la cama con ganas de romperla en dos y estoy seguro de que sentiría el mismo deseo con cualquier cosa que se me cruzara en el camino en estos momentos.

Las ganas de ir a la zona de exilio y dejar al maldito de Fabián al borde de la muerte luego de torturarlo son demasiadas, pero tengo prioridades y ahora mismo esas son tener a Alexa en esta jodida habitación y no perder de vista a mis bebés.

En circunstancias como estas recuerdo el momento en que mi padre quiso hacerme perder los estribos. Eso es difícil. La capacidad de autocontrol que tengo en ocasiones me sorprende a mí mismo, porque, si no fuera capaz de frenar mis impulsos ni un poquito, ya no existirían ninguna de las escorias que deseo desaparecer del planeta tierra.

Me dirijo al cuarto de baño, me desnudo frente al espejo y luego me adentro en la ducha buscando aliviar el calor que amenaza con consumirme. El agua helada recorre mi cuerpo con lentitud, diría que al estar empapado mi cuerpo emana vapor a juzgar por la temperatura que tengo, pero mejor digo que estoy ardiendo en malditas llamas de fuego consumidor y que este no hace más que aumentar a pesar del agua casi congelada que durante largos minutos me recorre.

Mis músculos se entumecen cuando pasa una hora y no detengo el recorrido del líquido vital.

El invierno de Alemania resulta ser tan gélido como la temperatura del agua, pero el incendio que hay en mí podría derretir la Antártida y también el polo Norte.

Pego mi frente a la pared y cierro los ojos con fuerza susurrándome palabras de aliento.

Minutos después el agua deja de ser prácticamente hielo y pasa a ser caliente.

El cambio de temperatura me estremece, o tal vez no se trata del agua caliente en sí sino de las manos de esa mujer deslizándose por las cicatrices de mi espalda.

Abro los ojos pero no la miro, contengo la respiración junto a la necesidad de comprobar que es ella y hacerla más mía de lo que ya es.

Sé que es ella, que ninguna hembra en su sano juicio se atrevería a entrar en nuestra habitación y mucho menos a tocarme, sé que no es el agua la que me está haciendo estremecer sino el recorrido de sus dedos, que es el contacto de su piel con la mía el que me hace cerrar las manos en puños.

Sus dedos dejan de acariciar la piel de mi espalda al igual que las cicatrices causadas por ella, y ascienden por mis brazos de manera lenta y tortuosa hasta llegar a mis manos. Deshace mis puños y entrelaza nuestros dedos. Mis ojos caen en el oro reluciente de nuestros anillos que confirman lo que late con desenfreno dentro de mí.

Es ella.

Sus senos se pegan a mi espalda. Los siento, calientes, llenos, húmedos y es demasiada la tortura para mí.

Cuando me giro y la miro a los ojos no puedo evitar dar un recorrido en su memoria.

No freno el impulso. Lo primero que hago es acariciar su rostro con mis nudillos para luego acunar su rostro entre mis manos y pegar mi frente a la suya.

Su cabello oscuro se empapa al igual que su cuerpo mientras ella permanece con su mirada clavada en mi alma a través de mis ojos.

Al instante sé lo que está haciendo, sé que me estudia, que reconoce el incendio en mí, que vaga por mi memoria tomando esos recuerdos que son suyos... y cuando suelta una risa leve, solo cuando ese brillo conocedor vuelve a encenderse en sus ojos grises me permito creer que ella ha vuelto a mí, completa, con nuestros secretos y recuerdos compartidos.

Entrelaza sus brazos en mi cuello y alterna la mirada entre mis ojos con un brillo enloquecedor en los suyos.

—¿Conteniendo lo incontenible como la primera vez, Señor Wolf? —Pregunta en medio de un susurro.

Cierro los ojos por un momento y me es inevitable sonreír.

—No digas nada —coloca uno de sus dedos sobre mis labios.

—¿No quieres hablar? —Pregunto con la voz rasposa y trago saliva cuando abro los ojos y una genuina sonrisa me recibe.

Sacude la cabeza levemente en negación.

—No con palabras, no ahora.

—T…

Calla lo que pretendía decir al posar sus labios en los míos.

Jodidamente agusto la tomo de la cintura pegándola a mi cuerpo. Su boca se fusiona con la mía en uno de esos besos que tanto extrañé.

Pienso en fresas al besarla, en fuego cuando sus manos me recorren y en lava cuando toma mi masculinidad con firmeza.

—Alexa —murmuro.

Libero mi labio inferior de entre sus dientes y vuelvo a besarla con lentitud.

Mis manos inquietas recorren su cuerpo con ansias, sin embargo, cuando pretendo cubrir sus senos ella me dedica una mirada en advertencia.

—¿Qué?

—De los trillizos.

—¿Qu…? —Me silencio cuando se pega a la pared y tira de mi miembro como si fuese una jodida correa y yo el perro que quiere sacar de paseo.

—Menos palabras y más acciones, Wolf. Necesito que…

Una de mis manos se encierra en uno de sus pechos y ella suelta un quejido agudo pero no deja de mirarme a los ojos.

—No.

—¿Vas a privarme de esto? —La interrumpo.

Asiente sin dejar de mirarme y tocarme.

—¿Por cuántos meses?

Cierra los ojos con fuerza cuando una de mis manos se cuela entre sus piernas. Mientras la otra toca uno de sus senos sensibles y mi boca se hace agua al encaminarse a su cuello.

—No lo sé.

—Es injusto —beso mi marca en su piel.

—Cállate y hazme tuya.

—Cállame y hazme tuyo.

Ella me lo pide y yo lo hago.

Yo se lo pido y ella lo hace.

Es ahí cuando todos los meses de abstinencia son recompensados. Es ahí cuando las palabras faltan y los gemidos sobran, cuando ambos recuperamos lo que tanto deseamos, cuando ella me hace más suyo, cuando la hago más mía, cuando me cautiva hasta la respiración y los latidos; es ahí cuando el incendio estalla y se vuelve aún más llameante. Es ahí cuando empieza una larga sección de placer que termina horas después con el llanto inconfundible de una princesa llamada Laurence que al llorar reclamando atención nos hace llenar el baño de risas.

Alexa se queda un momento bajo el agua sin despegar sus ojos de los míos y yo alterno la mirada entre sus ojos, sin quitar mis manos de su cuerpo.

—Me asustaste.

Su amplia sonrisa remueve el órgano en mi pecho.

—Dudaste de mí.

—No, exactamente —tomo aire—. Tenía miedo. Él te clavó sus malditos colmillos.

—Dos veces, ¿cuántas me los has clavado tú? —Inquiere sin borrar su sonrisa.

—Muchas más.

—¿De quién decidí ser, Liebe?

—Mía.

—Que nunca se te olvide, porque aunque pierda los recuerdos mi corazón jamás va a olvidarte —me besa—. No debió ser fácil para ti soportar mi rechazo.

Suelto una risa leve.

—Eres una fiera, mi fiera; y si vas a golpear a quien sea que intente tocarte como casi me rompes la mandíbula, yo encantado.

—Perdón.

Me quedo en silencio durante unos segundos.

—¿Por qué más me pides perdón?

—Por dejar que él llevara acabo su plan.

Niego.

—Perdóname tú a mí por no estar ahí.

Acaricio sus mejillas.

—¿Me perdonas?

Te amo demasiado como para no hacerlo —afirma en griego.

Dicho eso, sale de la ducha, pero no sin antes besarme y clavar en mí esos ojos grises que brillan más que nunca, pero el beso dura apenas dos segundos porque Laurence llora más fuerte.

Tomo una toalla, la envuelvo en mi cintura y salgo del baño segundos después, segundos en los que intento hacerme aceptar que esto sí es cierto y no una alucinación mía.

Cuando mi corazón salta al verla sentada en nuestra cama también envuelta en una toalla y dándole el seno a nuestra princesa confirmo que esto sí es real.

En esta habitación se encuentra mi vida entera.

Le echo un vistazo a la cuna en la que Enzo y León se encuentran a punto de hacer un escándalo y los tomo a los dos en mis brazos para luego acercarme a nuestras mujeres.

—¿Ven cuanta delicadeza y valor tenemos enfrente? —Les pregunto, inclinandolos un poco hacia las dos cuando me acerco. Ambos me miran atentos como si supieran la advertencia que viene en camino—. Si alguien las toca, se muere, sufre las consecuencias primero, pero se muere.

—Alek —Alexa me dedica una mirada en advertencia.

—¿Sí, meine Dame?

Se queda en silencio durante unos segundos.

—Son bebés.

—Wolf Schwarz, futuros gobernantes del Mundo oculto junto a nuestra princesa y la perdición de cualquiera que se atreva a ponerles un dedo encima.

—Nuestra pequeña aprenderá a usar sus dones y a defenderse al igual que su madre.

—No lo dudo.

«Pero hay momentos de vulnerabilidad que ningún inmundo desaprovecharía, y yo no volveré a estar ausente cuando eso suceda.»

Estaré ahí.

Estaremos ahí.

Aquí el cap que queríamos ❤️

Empieza el conteo regresivo para terminar la historia de los fundadores del imperio. :(

Las faltas serán corregidas en cuanto las note.

Muchísimas gracias por leer.

Besitos pequeñitos :3

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