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❆ LIII: Lo evidente & sus evidencias ❆

Les reto a dejar al menos un cometario en cada párrafo, a cambio yo prometo hacer que Alexa ya no tenga el espacio en blanco desde el siguiente capítulo, también publicarlo muy muy pronto. ¿Le entran o miedo? 😏

Aprovechen pa hacer sus preguntas que yo les respondo todo ❤️✨

~ LO EVIDENTE & SUS EVIDENCIAS ~

Aleksandre

Intento controlar mi mente, justo como aquella noche en la que las posibilidades de un futuro a su lado me inundaron y terminaron con ella irrumpiendo en mi habitación.

Esta situación me tortura pero más me enciende porque es exactamente ella: mi esposa.

Sabe que los tres pequeños son nuestros, lo sabe y sé que también sabe que yo soy suyo. Aunque su memoria no me recuerde su corazón aún late acelerado por mí como siempre lo hace.

La posibilidad de que al revelarle todo me pida ver a Fabián no es algo que siquiera vaya a permitir. No me importa si me patea entre las piernas pero no sabrá nada hasta que lea mi mente o la de alguien más. Además de que allí se encuentran todas las respuestas que ella desea obtener sobre la pérdida de su memoria, están las de su propósito, incluyendo todos sus secretos y nuestros planes; y cada uno de los momentos que hemos pasado juntos, desde aquel día en la frontera hasta la mañana del día en que nacieron nuestros bebés.

No voy a permitir ni que ese mal nacido vuelva a mirarla.

Y verlo es lo que ella querrá si le cuento todo de golpe.

Mentirle tampoco es una opción.

¿Estoy colgando de un hilo? Sí, así me tiene en más de un jodido sentido pero vaya que estoy más que dispuesto a sufrir si se trata de evitar más problemas.

Contengo el impulso de pasarle por encima a su petición y simplemente opto por verificar que todo esté bien en la habitación contigua durante toda la noche. No escuchar el llanto de mis hijos me hace pensar en que tal vez encendió un incienso silencioso, pero me quedo tranquilo al saber que así como yo puedo manejar a los tres bebés ella también puede hacerlo.

La mañana siguiente tomo una ducha y me visto. Salgo de la habitación y toco la puerta de la siguiente, pasan varios minutos, pero finalmente ella abre, dándome una imagen suya que me deja embobado y sorprendido a partes iguales.

—Buenos dí... —Me corto a mí mismo y trago saliva.

Ella me sonríe fingidamente durante unos segundos.

—Buenos días —dice.

Deja la puerta abierta y vuelve a entrar, sin embargo, yo me quedo sembrado en la entrada con la mirada en ella, aún cuando se mueve constantemente por la habitación.

La melena ondulada que llegó a rozar bastante más abajo de sus caderas ahora se encuentra lacia y está recogida en una cola de caballo que llega hasta más arriba de su cintura. Su cuerpo está cubierto por un traje de cuero negro que se ajusta a la perfección a todo su cuerpo.

Carraspeo y me adentro a la habitación para luego cerrar la puerta.

Escaneo el espacio inundado del aroma a especias que tanto le gusta llevar, pero ya no solo huele a ella, también huele a bebé, a los tres bebés que reposan en nuestra cama con varios almohadones alrededor. Los tres están bastante despiertos y al igual que yo siguen los movimientos de su madre por toda la habitación.

Me acerco a ellos, aparto una de las almohadas e inevitablemente suelto un suspiro cuando siento sus manos acariciando mi espalda, por encima de la camiseta negra que llevo puesta. Mi piel se eriza al instante y la escucho soltar una risa leve al notarlo.

—¿Cómo dormiste? —Inquiere en un susurro con voz melosa.

La pregunta me sorprende pero aún así intento concentrarme en su toque, en la pequeña mano de León atrapando mi dedo, en la mirada penetrante de mi princesa y en la de Enzo que también se encuentra fija en nosotros.

Mi corazón late con demasiada fuerza ante la idea de que ya recuerde todo.

—No dormí —respondo igualando el tono de su voz.

—Yo tampoco lo hice, más que nada intentando llenar el espacio en blanco que hay en mi mente.

Podría sentir decepción, pero en lugar de eso sonrío ligeramente aún de espaldas a ella.

—¿Me ayudas?

Sé que quiere que le cuente absolutamente todo, pero sus manos en mi cuerpo en lugar de incitarme a hacerlo aumentan mis ganas de arrancarle la lengua al malnacido por el cual no me recuerda.

Hace que me niegue a contarle todo.

—Claro. Empiezo por decirte que en nuestra luna de miel te reté a que leyeras mi mente, y que simplemente lo hiciste.

Quita sus manos de mí al confirmar que no pienso decirle nada. Rodea la cama y toma a Laurence en sus brazos, baja la cremallera de su enterizo y empieza a darle de comer, y así mismo hace con León y Enzo bajo mi atenta mirada. Esta vez no cubre sus senos como el día anterior, sino que los deja al descubierto incluso cuando nuestros bebés ya se encuentran dormidos.

Contengo la respiración y aprieto la sábana sobre la cual apoyo una de mis manos para soportar el peso de mi cuerpo, y lucho, lucho con todo mi autocontrol para mantenerme sentado en la cama.

Ella empieza a colocarse la prenda en su lugar de frente hacia mí con una lentitud que me tortura. Toda ella me tortura. Mi mirada se traslada de sus pechos a su rostro relajado, a sus labios sonrientes y luego a esos ojos grises que brillan con burla y otra cosa más que hace saltar algo en mi interior cuando le reconozco:

Anhelo.

Anhelo por mí.

Me levanto y camino hacia ella, causando que su sonrisa se borre lentamente.

Me acerco a su cuerpo y la hago retroceder con mis pasos hasta que su espalda toca una de las paredes de nuestra habitación.

Me mantengo en silencio con mi mirada fija en la suya durante unos segundos. Coloco mis brazos a cada lado de su cabeza y sonrío levemente cuando expulsa aire de sus labios entreabiertos.

—¿Cómo te sentirías si fuese yo quién se desnudara para ti, Alexandra?

Ella se queda callada durante unos segundos y desvía la mirada, pero vuelve a posarla en mis ojos cuando separo sus piernas con una de las mías.

—No me desnudé para ti —dice al cabo de unos segundos.

—Pero tampoco hiciste afán de cubrirte.

—No tengo por qué hacerlo.

Suelto una risa leve.

—¿Ah no, fiera? Dijiste que justo ahora soy como un desconocido para ti, ¿harías eso delante de cualquier desconocido?

Sus pupilas se dilatan y el brillo del deseo se enciende en su mirada. Una corriente de calor proveniente de ella se mueve entre nosotros, un calor dulce que me hace sentir la necesidad de hacerla mía justo aquí.

—No eres un desconocido cualquiera —susurra—, no te recuerdo pero sé que eres mío.

Acerca su rostro.

—He intentado recordar al menos cómo hicimos a nuestros bebés; lo he hecho durante toda la noche.

—¿Cuáles son tus conclusiones?

—No recordé nada. Pero sé que había intensidad —comienza a decir—, anhelo, deseo, pasión, fuego —acerca más su rostro—, y amor.

Mis dedos se enredan en su melena, con el pulgar acaricio mi marca en su cuello y vuelvo a tragar saliva.

Ni siquiera consigo calcular la distancia que mantiene nuestros labios separados; es demasiado corta, sin embargo, nuestros ojos no se dejan en ningún momento.

—Me he observado en el espejo, demasiado. Noté la cicatriz que cruza mi vientre, otra a penas visible... también la de esa marca que acaricias en mi cuello y supongo has abierto cada vez que te da la gana.

Mi corazón palpita mucho más fuerte.

—¿Porque es tuya, cierto?

—Sí.

—¿De quién es la otra?

Mi garganta se cierra haciendo que calle durante mucho tiempo.

—Lee mi mente —pido con la voz ronca.

Alexa niega.

—No sé cómo hacerlo, ni siquiera sé si pueda.

—Puedes.

—Dime cómo —su voz suena desesperada.

—Yo también puedo leer la tuya, pero el don no es algo que se enseña, no sé cómo enseñarte, mi vida.

Roso mi nariz con la suya y noto el momento exacto en el que sus ojos se cierran.

—Necesito aire —jadea—. Aire helado y mucho tiempo lejos de ti, Aleksandre.

—Alexa...

—Me desespera todo esto, me desespera estar cómoda en este lugar y no recordar nada, me desespera el deseo de entregarme a ti y no recordarte.

Se aleja de mí y haciendo resonar sus botas contra el piso sale de la habitación, dejándome encendido una vez más y solo con nuestros bebés.

Y yo no la detengo, la dejo ser libre y ruego a Lo divino porque pueda encontrar pronto las respuestas.

Porque lo que ella desea también es lo que yo deseo.

Y a mí jodidamente me desespera que la deseo y me desea pero no recuerda cada uno de los momentos que hemos pasado juntos.

Yo soy suyo y ella es mía, eso es más que evidente.

Pero ella no tiene las evidencias.

Horas después continúo en la habitación cuidando nuestros bebés y le pregunto a Hang si mi esposa aún continúa en Wachsend.

Él me informa que ha liberado el dragón que durante meses ha sido reprimido en su interior, y yo le pido a mi cuñado estar junto a ella, sé que se encuentra vulnerable y con muchas barreras abajo al no recordar parte de su vida.

«Tal vez él si pueda instruirla

Sostengo a Laurence en mis brazos mientras sus hermanos permanecen dormidos.

—¿Tienes hambre de tu madre? —Le pregunto cuando suelta un pequeño bostezo—. Yo también, mi pequeña leona. A los dos nos tienen en abstinencia.

Los ojos curiosos de mi princesa la mantienen despierta durante mucho más tiempo que sus hermanos. Los tres crecen bastante rápido al igual que en el vientre de su madre y mi corazón late con demasiada fuerza al imaginarles correteando de aquí para allá.

Admirarlos durante horas me ha hecho conocerlos incluso cuando apenas son bebés.

Les encanta comer, dormir, León es exigente y posesivo, Laurence curiosa, evalúa todo con sus grandes ojos y es calmada, Enzo… Enzo es la viva mezcla mía y de su madre.

Me tienen completamente enamorado y las ganas de pasar el resto de mis días solo con ellos y mi esposa inundan mi interior.

La necesito en estos momentos, siempre, a cada jodido instante.

Ellos nos necesitan.

Juntos.

Los cuatro necesitamos de ella.

jeje las faltas serán corregidas en cuanto las note. ❤️ ¿Ya dejaste tus votos y comentarios?  Besitos pequeñitos :3

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