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❆ IX: Correr el riesgo ❆

~ CORRER EL RIESGO ~

Aleksandre

Doy un repaso a la habitación.

No creo que le guste saber que todos la han visto así. Ahora entiendo porqué tanta desesperación, inquietud y sus ganas de que la dejara sola.

Apenas nos conocemos, no sé cómo rayos se me ocurrió presionarla de tal manera con la esperanza de encontrar algo en su comportamiento que me afirmara lo que no quería creer; que es ella, la hija de esas dos personas, la hija de una híbrida y el heredero al trono de Dunkel.

Estoy tan molesto conmigo mismo, solo quiero desaparecer de la faz de la tierra o hacer desaparecer a todos y quedarme solo. Me siento como un completo idiota irrespetuoso y malintencionado.

¿Cómo pude sonsacarla de esa manera?

No me arrepiento, porque gracias a eso pude estar ahí para que pasara la hora maldita aferrada a mi cuerpo. No creí que guardara otro secreto, solo quería comprobar una vez más lo que Amalia me afirmó. Pero estuvo mal.

Alexa está aquí, en mi territorio, en mi vida... con sus secretos expuestos ante mí, con los miedos reflejándose en la tormenta que tiene por mirada, con sus condenas. Ella está ante mis ojos, invitándome a hacerle bien aún cuando cuando cree que es todo lo contrario.

—¿Qué hacen aquí? —Pregunto a nadie en particular, tomando respiraciones pausadas y profundas, intentando apaciguar mis emociones.

—Escuchamos los gritos de Alexa —responde Amalia.

Empiezo a dar vueltas de un lado a otro, lleno de ansiedad.

—Tío, estás sangrando —escucho decir a Arian.

—Descuida, no duele —intento tranquilizarla, no sé si es por eso, pero puedo oler sus nervios.

—Las heridas no fueron hechas con sus garras. Su dragón es negro, pero no tienes su veneno, estarás bien.

Solo entiendo una cosa...

—¿Cómo sabes que su dragón es negro, Amalia? —La susodicha pasa una mano por su cabello rojizo para luego suspirar mirándome a los ojos.

—No debería sorprenderte, Alek
—responde, dejando la pregunta en el aire—. También tiene una cicatriz, la L.

—¿La L? ¿La 'L' que tú tienes?

Ella asiente, sonriendo con orgullo.

—La misma cicatriz que tengo yo y que...

—Ya entendí —la interrumpo—. No recuerdo que me hayas dicho nada en concreto sobre esa cicatriz, ¿qué significa?

—Quien la posee es amante a la libertad.

—Eso significa muchas cosas.

exákt chasquea la lengua, rodeando el cuerpo de su esposo para abrazarlo desde atrás.

Yo sigo en la búsqueda de respuestas, y a la vez trato de unir todas las piezas de este rompecabezas llamado híbrida de dragón, hombre lobo y vampiro.

Una cicatriz en el Mundo oculto no es solo el rastro de una herida que sanó, también puede ser una marca en tu cuerpo que fuerzas divinas pusieron ahí como significado de algún propósito. Es contradictorio, si vemos el hecho de que ha vivido toda su vida oculta.

¿Cómo puede ser tan hermosa, tan poderosa, y encima tener una cicatriz? Vaya que Lo divino se esmeró con esa mujer.

Puedo sentir la sangre resbalar por mi espalda. Gordos y espesos chorros de aquel líquido vital que ardía bajo mi piel. La veía intentando detener el dolor apretando sus finas manos manchadas contra el lado izquierdo de su pecho. Ni siquiera había pensado en la posibilidad de que su veneno llegara a mi organismo.

Suspiro a la vez que desordeno mi cabello.

Esa mujer me intimida, me intimidan las cosas que ha causado en mí en tan solo unas horas, su poder... pero lo que más me intimida y a la vez me gusta, es su fiereza. Jamás me habían puesto en mi lugar de tal forma, se sintió increíble; fue estupendo.

No puedo creer que todo esto me esté pasando a mí, las ideas que tengo en la cabeza son demasiado locas.

Suspiro nuevamente, esta vez con pesadez y me agarro el pelo con las dos manos, reflejando aún más la frustración que siento.

¿Qué son estas sensaciones? ¿Por qué siento el corazón desbocado? ¿Por qué sentí electricidad al tocarla? ¿Por qué me gusta su voz? Y ese pelo tan oscuro, brillante, ondulado y largo rozando sus caderas y a la vez haciendo contraste con el color de su piel exótica; junto con esos ojos que amenazan con hacer que me gusten aún más las tormentas.

Fluch.

—¿Es ella? —Pregunta Bastian con tono preocupado.

—Después de ver la cicatriz y la marca de nacimiento no tengo la menor duda —le responde su esposa.

La imagino sentada en medio de la tina, con temblores y la piel ardiendo. No ha dicho nada desde que el dolor empezó a menguar. Se quedó en silencio, con los ojos cerrados y tranquila, pero igual desprendiendo esa desconfianza que no tiene por qué sentir.

Siento que su llegada aquí no ha sido casualidad, veo en los ojos de Arian el entusiasmo, la conozco demasiado bien. Esa niña se robó mi corazón con esa mirada que deja expuesto todo aquello que solo logras ver cuando te lo permites. La miro en busca de alguna respuesta que me diga lo que debo hacer, pero ella niega al comprender.

—No puedo decirlo —susurra.

—Quiero quedarme con ella. —Amalia la quiere, se le nota en cada mirada que le da.  Desde que la vió por primera vez supo que era ella la niña que tanto anhelaba conocer, pero que en lugar de una niña ya era toda una mujer—. Es tan fuerte, y se ve tan vulnerable.

—Yo también puedo quedarme con ella.

Siento la necesidad de estar ahí, de prestarme para que se aferre a mí una vez más aunque vuelva a llenarme de cicatrices.

Alexa no es mi compañera, no es esa mujer que he estado esperando durante todos estos años de mi vida. Pero no la dejaré ir, suficiente tengo con que el corazón se me quiera salir por su culpa, la mirada de Arian, lo que ella sufre todas las noches, esa L y lo que dice mi instinto. No necesito nada más.

—¿Es nuestra Reina? —Pregunta con tono demandante.

No la culpo, quiere protegerla y aún más luego de presenciar cómo sufre. Me encuentro extraño el hecho de que no me haya apartado de ella.

—No.

—Entonces no te corresponde —me mira directo a los ojos. Su expresión se alivia y puedo apreciar el brillo de ilusión que por tiempo efímero alumbra su mirada. Observo con atención sus ojos grises, que no hacen más que recordarme los de ella, cargados de rabia, miedo, dolor, angustia, culpa e incertidumbre.

das ist so verzweifelt (esto es despertante) digo, apartando mis ojos de su campo de visión.

—¿Qué te pasa? —Me pregunta Bastian.

das weiß ich nicht genau (no sé exactamente) no puedo controlar mis emociones, están haciendo lo que les da la gana y lo más indignante de todo es que siempre sucede lo mismo. Pero esta vez es diferente, me quieren llevar a un sitio al que, honestamente, no me molestaría ir.

—Desde que llegó no deja de mirarla con eso en sus ojos —Marina me conoce muy bien—, no es necesario que estés tan irritado, controlate. ¿Estás bien?

—No lo sé.

Me siento en la cama y me tapo el rostro con las manos. Siento cómo mi órgano vital quiere salir, bombea sangre como si mi organismo estuviese seco y necesitara una gran cantidad urgentemente.

—Sal de aquí, Alek. —Bastian llama mi atención y al chocar con su mirada veo todo lo que quiere decirme:

Decisiones.

Le hago caso y abandono la habitación, sabiendo que Alexandra Schwarz Pierce no saldrá ilesa de Wachsend.

❆ ~•❆•~ ❆

No dejo de pensarla.

Fue desesperante ver cómo el dolor le quitó el habla y no poder hacer nada. Nadie merece eso. Una tormenta seca es lo que ví en sus ojos cuando me suplicaba espacio. Debí hacerle caso, no debí quedarme ahí, no me arrepiento, pero violar su privacidad de ese modo...

No me lo niego, estas sensaciones son nuevas pero son muy obvias y no me haré el estúpido. La elegí desde el primer momento, fue inevitable. Es inevitable elegirla cuando te invita a hacerle bien, cuando desde que la vi anhelo conocer con ella a mi lado siendo testigo esa parte de mí que lleva enterrada toda mi vida.

Actúa con frialdad y son llamas de fuego lo que lleva dentro. Su presencia, me bastó con sentirla solo una vez, no siento su olor, solo tengo grabado ese aroma a especias que desprende su cabello. Sus ojos... En ellos vi tantas ganas de vivir, y ella no merece una vida con dolor, no merece vivir con la incertidumbre de estar condenada.

No sé si esto está bien, no sé si lo que siento por ella está bien pero lo siento. Ella es esa chispa que ha encendido mis ganas de desobedecer otra vez.

Pase lo que pase, las repercusiones por mis acciones no serán la causa de la culpa que podría llegar a sentir.

Pongo mis manos en la pared y dejo que el agua casi congelada haga de las suyas.

Todos tenemos una pareja destinada con la que debemos crear un vínculo indestructible. Un compañero debe hacerte feliz, no hacer que sufras hasta morir por rechazo, pero, desgraciadamente, también existe el rechazo. No hay razones específicas por las que algunos rechazan, ya que estas suelen ser muy personales e incluso dependen de si eres bueno, si quieres o no crear un lazo con esa persona y estar atado por medio de tus emociones, porque esta es una de las cosas que deben pasar una vez tomada la decisión de esos dos seres que quieren amarse.

Las consecuencias del rechazo son mortales. El dolor se va intensificando poco a poco hasta que no lo soportas y mueres. Son muy pocas las posibilidades de que eso no suceda, son pocas las cosas que podrían evitar que el intenso dolor acabe dejándote sin ganas de vivir.

Yo quiero ser eso: su posibilidad.

Quiero actuar rápido, porque no hago lo correcto teniéndola aquí en contra de su voluntad.

Gruño deteniendo el recorrido del agua helada, tomo la toalla y la envuelvo en mi cintura para salir de la ducha. Me cambio rápidamente y bajo al despacho, a la plática pendiente con Bastian.

He tenido tantos pensamientos desde ese momento en el que la vi agarrarse el pecho con esa expresión de dolor tan escalofriante. Es inmortal, de solo imaginar el tiempo que lleva rota, de solo pensar en cómo ha ido aumentando el dolor, me dan ganas de acabar con la vida del infeliz que fue capaz de darle otra condena con mis propias manos.

Soy consciente de la hora que es, pero necesito que menguen todas estas emociones, necesito tomar una decisión.

Al estar en mi despacho, empiezo a resolver pequeños asuntos pendientes y a revisar que todo siga en orden, mientras espero a Bastian. Su olor llega a mí algunos minutos después y antes de que toque la puerta le digo que pase.

—¿Todo bien? —Pregunta luego de sentarse enfrente de mí y observarme atentamente durante unos segundos.

Para otro ser en mi puesto eso significaría un desafío o una falta de respeto, pero para mí no lo es. Tener contacto visual al hablar con alguien en Wachsend es una regla, de las más importantes, principalmente cuando se trata de mí, el Líder.

—Si te refieres a mí, nada está bien.

—Pregunto, pero sé la respuesta. Hace mucho no te veía así de indignado y pensativo. Vamos, descárgate.

Doy la vuelta en la silla giratoria y dejo mi vista fija en el techo, soltando un largo suspiro.

—Desde que sentí su presencia estoy sintiendo cosas anormales. Para resumir, tengo sentimientos por ella. No me gusta, no estoy así porque me guste. Lo que siento es muy... nuevo. Sé que piensas que apenas la vi por primera vez hace unas horas, que quizás le tengo pena y esas porquerías, pero no, Bastian. Tengo sentimientos por Alexa, a pesar de que no es mi Reina. Y quiero una salida a este laberinto.

Se mantiene en silencio. Podría jurar que sus cejas están tan juntas como cuando algo le agarra desprevenido, a pesar de que no lo veo a él, veo la lluvia golpear el cristal…

—Eso no suele pasar.

Cierro los ojos y me recuesto aún más en la silla.

—Y además, es rechazada. Puedo descifrar con facilidad lo que estás pensando, Alek.

Un silencio de unos minutos baila entre nosotros, en el cual los dos oímos a los demás y la lluvia, pero la conversación se pausa.

—A ver si entendí —lo escucho suspirar—. Tienes sentimientos por una rechazada inmortal que no es nuestra Reina.

Me encojo de hombros con simpleza.

—Que cosas las de la vida ¿no? —Me giro para encararlo—. No pienso renunciar a esto que siento, pienso alimentarlo. Porque así podría ayudarla a salir de ese infierno.

—No es nuestra Reina, tampoco eres el responsable de que esté así.

—¿Y?

El permanece en silencio, observándome.

—Por amor a tu manada —empieza a decir con tono suplicante—, sácate las ideas que estás teniendo de la cabeza.

—Ya amo a Wachsend lo suficiente, Bastian.

—Por favor, Alek.

—¿Por favor qué? ¿Cuál es el problema?

—Tu compañera, nuestra Reina: llevamos años esperándola. ¿Vas a reemplazarla por eso que ni siquiera sabes qué es?

—Oh, créeme que sé muy bien lo que es. Yo no voy a reemplazar a nadie, voy a elegir.

—Alexa no es nuestra Reina y eso que sientes puede ser solo un capricho ¿no te das cuenta?

Tengo ganas de estampar mi puño en su cara.

Está mirándome como si estuviera loco, sabe muy bien lo que estoy pensando y no le agrada. Pero claramente nunca he necesitado la aprobación de otras personas para tomar decisiones, especialmente esas que me conciernen a mí más que a nadie.

—¿Cuántos caprichos he tenido en mi vida?

—Ninguno, pero Alexa es jóven, atractiva, insumisa, igual que tú, y poderosa. ¿Estás seguro de que sientes o solo te estás obligando a sentir?

—Justo ahora quiero patearte el culo y dejarte convaleciente por algunos días.

Se carcajea.

—No es un chiste, Bastian.

—Está bien, está bien. Explícame por qué debería pensar lo contrario y te creeré.

—No necesito que me creas.

—Igual lo estás pensando mucho. Lo mejor es que vayas por donde debes ir: por lo correcto.

Le regalo una sonrisa carente de gracia. Él suspira picando el puente de su nariz al ver mi firmeza ante lo que quiero, y lo entiendo, prefiere que todo vaya como debe ir, algo en lo que no estamos de acuerdo, pues, a veces debemos tomar las riendas y aventurarnos para ver lo que sucede.

—¿Yo siempre hago lo correcto, verdad? —Todos saben que no. Siempre hago lo que quiero hacer, y lo que haré con todo esto ya lo tengo bastante claro.

Jugaré todas mis cartas, aunque esto no sea un juego voy a apostar todo.

«Incluso mi vida».

—Esto es intenso. Ella es atractiva y poderosa, es verdad. Tiene una chispa que grita particularidad por todas partes. Su  presencia cautiva, su mirada... yo solo soy un simple mortal frente a esa mujer.

—¿Crees que ella piense lo mismo de ti?

—Tal vez no, pero me arriesgaré.

—¿Eso significa que vas a elegirla ante Lo divino?

Mi lobo es blanco, y eso me da el privilegio de tener una conexión especial con Lo divino. Lo que deseo de corazón se cumple.

Nunca he deseado nada, pero creo que llegó el momento de hacerlo por primera vez.

—Eso haré.

—El rechazado puedes ser tú, Aleksandre.

—Existe esa posibilidad, pero sé que puede pasar todo lo contrario y, aunque esté muerto de miedo, voy a correr el riesgo.

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