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El almuerzo familiar

Era la primera vez que Dulce María de 10 años presenciaba una reunión familiar, llevaba vestido de tul y un adorable lazo azul.

- ¡Oh, querida sobrina!- escuchó y repentinamente sus delicadas mejillas fueron profanadas por las manos enguantadas de su pintarrajeada tía Susan.

- ¡Querida tía! - murmuró con esfuerzo- usted habla ocho lenguas... y no puede entender un "NO" en ninguna de ellas - forzó una sonrisa, la mujer apartó un instante sus manos, instante que Dulce María aprovechó para esfumarse frotando sus doloridos mofletes.

Toda la mañana trató de socializar con sus parientes y se dedicó a cumplir la promesa que le había hecho a sus padres, no podía dejar de recordar el castigo que tendría si decía malas palabras.

- Ow, ¿es para mí? Eres mejor que tu hermano, él es bastante feo- le dijo sonriente a uno de los gemelos cuándo este le llevó una flor entre sus dedos embarrados de mocos.

- ¿Alguien le dijo alguna vez que su hijo es una persona increíblemente promedio?- preguntó entusiasmada a su tío cuando este proclamaba orgulloso los logros de su hijo mayor.

- No es tan linda como para ser tonta - le respondió a su madre cuándo ella preguntó que opinaba sobre su prima menor que bailaba en el centro del jardín. Seguidamente sorbió su limonada y se alejó sin voltear a ver su reacción.

- Él es tan brillante como un agujero negro y el doble de denso -opinó en voz alta sobre el chiste de su tío al ver que nadie reaccionaba.

- Tiene la oreja de Van Gog - halagó a quién puso música con una gran sonrisa.

- ¡Eres ejemplar! para evitar ser considerada coqueta siempre aceptas rápidamente -aduló a su prima mayor después de escuchar la historia de sus amoríos junto a sus tías.

- ¡A comer!- llamaron.

Dulce María acudió con una angelical sonrisa, comía decididamente, segura de su victoria. Mordida, mordida y mord.. ¡crock! , las lágrimas le saltaron de los ojos y pegó un saltito en su silla ante el agonizante dolor de su lengua mordida y posiblemente sangrante.

- ¡Mierda!- gritó.

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