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Quinto acto: amar lo desconocido.

Law odia a su vecino, es ruidoso, molesto y desagradable. El problema es que tiene que empezar a socializar con él, pero no de la manera que esperaba. 




Abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama, confundido, nervioso, por una probable pesadilla, pensó adormilado. Una pesadilla, una real, los golpes que venían de la casa del lado. Ah, cierto, su revoltoso vecino recordándole de mala gana que tenía que levantarse.

Hubo otro golpe, más pisadas, murmullos inexplicables. Law se talló los ojos y se levantó. Vivía en un pequeño edificio, con apartamentos de una habitación, un baño, la cocina junto a la sala de estar. Había paredes tan delgadas, que podía enterarse de las nimiedades del vecino, y una ventilación y calefacción excelente, con buena vista del centro. Casi todos los días era la misma rutina, con la excepción de los fines de semana en los que todo era paz y tranquilidad; siempre había ruido, balbuceos y demás.

Se fue al baño, hizo pis, se cepilló los dientes, mientras se miraba en el espejo con las ojeras al tope, el ruido se detuvo por un rato.

Momento que aprovechaba para empezar a preparar el café, en medio de ello, escuchó una risa estridente y una voz poco distinguible. En su cocina los ruidos eran más notorios. Se pasó una mano por el pelo y contó hasta diez, cielo santo, se conocía tan bien la rutina de su vecino que ya sabía a qué hora salía.

Ese día no fue la excepción, al terminar el conteo, una puerta se abrió y se cerró y todo quedó en silencio. Podría volver a dormir, claro, su turno en el hospital no empezaba hasta dentro de cuatro horas, pero estaba un poco traumatizado.

Todos los días, desde hace aproximadamente tres meses, su vida en este agradable apartamento, barato, con vistas a un parque, vecinos razonables, se volvió una pesadilla. Si no eran ruidos en la mañana, era alguna fiesta en la noche, o visitas, porque era difícil ignorar las distintas personalidades que iban allí, dos veces en todo el tiempo que llevaba allí, había escuchado gemidos, fue su peor momento si se lo preguntaban, acababa de llegar del trabajo y estaba yéndose a la cama cuando... No, no quería acordarse.

Había solo una cosa cierta: odiaba a su vecino.

Ya había puesto quejas al administrador del edificio, pero solo tenía dos opciones: soportar o cambiar de apartamento, en esa última parte también había dos opciones: irse o esperar que otro apartamento estuviera libre, y se preguntaba por qué tenía que irse él, cuando era el mejor vecino que alguien pudiera desear.

Law bostezó, terminando su café y, decidiendo al final, salir de compras. Ya que no podía dormir, podía hacer algo útil. Se cambió de ropa y tomó una bolsa de compras, para luego salir, al dar un paso fuera, notó que había algo frente a la puerta de su vecino, parecía ser un llavero o un collar, no lo pudo distinguir bien hasta que lo tomó en manos y se alargó hasta que pudo hacer una buena deducción. El dije que tenía era de una llama de fuego.

En todo el recorrido por el supermercado de la zona, se quedó pensando qué hacer con el collar; tirarlo a la basura sería tan fácil, en especial por todo el resentimiento que había guardado por su vecino, sin embargo, él era un omega muy maduro y no creía en la venganza solo por un vecino ruidoso, además, ¿qué culpa tenía la llamita?

Guardó el collar en su bolsillo mientras terminaba de hacer las compras y durante toda la mañana meditó sobre qué hacer o qué no. Al final, en la comodidad del sofá, tomó una libreta, un lápiz y una bolsita sencilla para el collar, y escribió una notita: "La próxima vez sé más cuidadoso, atentamente tu vecino."

Abrió la puerta del apartamento y sin que nadie lo viera, colocó en el pomo de la puerta la bolsita. Se sintió un poco nervioso, con la adrenalina al límite, pero allí, inició el primer contacto directo con su desconocido vecino alfa.

. . .


A la mañana siguiente, Law estaba con su taza de café, medio relajado, esperando que su vecino saliera, debería dejar de ser tan acosador, en todo caso, no era su culpa que fuera tan ruidoso. Su vecino salió, como siempre, y cuando pensó que todo había terminado por ese día, hubo toques suaves en su puerta, ¿Ahora qué? Dudó antes de ir a abrir.

A simple vista, no había nadie, además de un suave olor a madera. Y algo en el pomo de su puerta.

¿Qué?

Law estaba un poco confundido, mientras tomaba la misma bolsa que le dejó a su vecino el día anterior, devuelta en buen estado, aunque algo pesado, y vio el contenido. Una notita y ¿galletas con chispas?

"¡Me has salvado la vida, gracias! Soy tu vecino también."

¿Salvar la vida? ¿Por un simple collar? La letra era fea, claro, hecha como con afán, y más aroma a madera, esperen... ¿Su vecino era alfa? Saber la casta de la persona no lo hizo sentir mejor, al contrario, su cuerpo se estremeció ligeramente, incrédulo.

Cerró la puerta de golpe y fue al bote de la basura para tirar las galletas, pero le parecía un delito desperdiciar comida, por lo que las guardó para sus compañeros de trabajo, entre tanto, tomó de nuevo libreta y bolígrafo para escribir algo.

"No me gustan las galletas, de todas maneras, no tienes que pagar por devolver un collar, ¿qué tipo de persona crees que soy?" Bien, era una nota un poco pasivo-agresiva, pero su vecino no tenía derecho a tomar su acto desinteresado como una forma de molestarlo.

En fin, tal vez estaba haciendo un drama por ello. Como ayer fue de compras, tenía unas bolsas de maní salado sin abrir, así que lo tiró en la bolsa de ayer, con la nota. Espera, que por azares de la vida su vecino sea alérgico y se muera.

Luego de colocar todo en la puerta del desconocido, volvió a su casa para prepararse para el trabajo, hoy tenía un turno temprano.


Una semana larga y ¿relajante? Semana sin su vecino. Había recuperado largas horas de sueño, había leído, sin ruido de madrugada, todo perfecto.

Hasta que de la nada, recordó el maní, ¿y si de verdad era alérgico? Diablos, probablemente era responsable de la muerte de alguien.

—Entonces, ¿te preocupa haber matado a tu vecino? —preguntó Bepo, mientras tomaban un descanso en la cafetería.

—Ajá, mira, de repente le doy maní y luego mis sueños se hacen realidad.

Bepo se le rio en la cara.

—Deberías ser feliz sin tu molesto vecino. Es de lo único que hablas desde hace un tiempo.

Law frunció el ceño y se negó a aceptar aquello, su vecino no era tema de conversación recurrente.

—Es que de la nada me molesta todo el tiempo y luego ya se detiene, si no está muerto, ¿entonces qué? —Era inconcebible que ya no hubiera ruido en el apartamento del lado, y no, no se estaba volviendo masoquista.

—¿Tal vez está de viaje familiar?

Law quiso decir algo más, pero hubo una llamada de emergencia que le tomó varias horas de distracción, sin ningún vecino en la cabeza, como debía ser.

Estaba muy agotado y dolorido. La jornada se había extendido mucho, hasta poco después de la media noche, lo único que quería era dormir.

Y al llegar al apartamento, frente a su puerta había una caja. No fue hasta que la tomó que vio la nota que lo supo: su vecino había vuelto. Law abrió su puerta y, realmente, no se sorprendió al ver que había un poco de ruido del otro lado, como una reunión.

No, ese día no estaba de humor.

Colocó la caja a un lado y sin hacer el mínimo ruido fue a su baño, necesitaba quitarse toda la suciedad del día, además, tendría suerte si al ir a la cama no había ruido.

Bueno, Law no era un hombre suertudo. Pero, mientras se sentaba en su cama para abrir la caja, escuchó un golpe del otro lado y todas sus esperanzas se fueron por el caño.

"Hola, lamento lo de las galletas, espero que esto te guste, lo gané en una fiesta. Att, tu agradecido vecino."

¿Qué diablos? Law estaba confundido. Al abrir la caja notó que era el peluche de un oso, pequeño, blanco, adorable, ¿en una fiesta? Law tragó en seco y miró con más detalle la cosa, tenía que devolverlo, ¿quién demonio le daba algo así a un vecino?

¿Era parte de un plan para ganar el favor de Law? no, no, lo dudaba, parecía ser el plan malvado de un vecino para bajar las defensas y que no le dijera nada por ser un revoltoso.

Esa noche durmió muy poco, entre el ruido del lado y sus pensamientos. Tenía la sensación de que todo su mundo estaba por cambiar, en especial porque no podía separarse del oso que olía como su vecino. Era una verdadera molestía estar tan emocionado por algo que jamás deseó.

Al día siguiente estaba libre de trabajo. Se colocó una sudadera, su gorro y lentes, ya que tenía un plan entre manos.

—¿No es muy temprano para que me arrastres a comprar? —preguntó Bepo, caminando con languidez a su lado.

—Tengo que demostrarle a mi vecino que su plan no funcionará conmigo? —Estaba determinado a mostrarle al alfa que no se iba a salir con la suyas, claro que no. Law era inteligente, le gustaba llevar la delantera, un oso no lo iba a intimidad por mucho que le gustara.

—¿Y si solo está siendo amable contigo?

Law resopló.

—¿La persona que me ha estado amargando por semanas de repente es amable? No lo creo.

—¿Al menos podemos desayunar?

—Más tarde, deja de pensar en comida, ¿quieres?

Bepo no parecía muy feliz con ello, pero de todos modos lo siguió, como el buen amigo que era.

Tras recorrer casi todo el centro comercial, encontró el regalo perfecto para un alfa que regala un oso de peluche a su vecino: un león de peluche, claro, era muy maduro de su parte. Sin embargo, nadie podía juzgarlo. Lo que lo hacía mejor era que el león era más grande que el oso y colorido, así que su regalo sería mucho más significativo, por mil.

Bepo comió su desayuno y todos terminaron felices. Esa noche sus amigos lo habían invitado a comer, por lo que no regresaría al apartamento, pero dejó una nota y su regalo venganza en la puerta de su vecino: "También lo gané en una fiesta."

Law no volvió hasta el día siguiente, tenía que cambiarse de ropa para ir al trabajo. Tenía café en mano que compró en una cafetería en mano.

Mientras avanzaba en el pasillo, vio a alguien frente a la puerta de su vecino, ¿así que era él? Aunque al acercarse se dio cuenta de que no, era improbable, ese era un omega, bonito, rubio, alto, con aroma afrutado diferente al terroso del alfa.

Llegó a la conclusión de que ese era el omega de su vecino, encima de todo, tenía su aroma, aunque había algo más allí, un aroma más profundo que le estaba costando descifrar; vaya, el alfa tenía buenos gustos.

El omega tenía unas bolsas enormes al lado. Y parecía tener problema para abrir la puerta, el chico se detuvo al ver que Law se colocaba a su lado.

—Déjame ayudarte. —Law se ofreció amablemente a cargar varias bolsas.

—Oh, gracias, supongo que puedes. —El omega vio a Law como de pie a cabeza antes de esbozar una media sonrisa—. Soy Sanji.

—Law —respondió con simpleza. Y con ayuda, el omega pudo abrir la puerta.

Maldita sea, Law quedó paralizado cuando pudo sentir todo el aroma alfa. Allí dentro era más fuerte, haciéndole cosquillas en la nariz y volcando su interior a algo más cálido y desconocido, dudó para entrar, en especial porque estaba el omega de su vecino allí. Joder... era tan descarado por gustarle el aroma de un alfa con pareja.

—¿Pasa algo? —preguntó Sanji, mirándolo con detenimiento—, puedes pasar si quieres.

—No, no me gusta entrar en casas ajenas —dijo y no era una mentira, él solía ser muy recatado y respetuoso.

—Ya veo... deja las bolsas allí, yo las recojo.

—Sí. —Law hizo justo eso. Y, aprovechando que Sanji se agachaba a recoger, echó un vistazo dentro. Era más limpio de lo que imaginó con alguien como su vecino, había pocos muebles y... luego le tocó fingir demencia cuando Sanji lo miró—. Ya me voy, tengo que ir a trabajar.

—Espera, ¿qué tipo de comida te gusta?

—¿Qué?

—No es por nada, ¿tema de conversación?

Law le miró raro, pero mientras iba a su puerta, dijo un rápido: mientras no tenga pan todo es comestible.

Sanji lo despidió y Law cerró la puerta, que raro era. Todo alrededor de su vecino era raro. Pero, al menos, el desgraciado tenía buen gusto para los omegas.

En la madrugada que llegó a casa de nuevo, igual de cansado que siempre, había otra caja en la entrada. No tenía humor para los juegos de su vecino, por lo que solo la tomó y leyó la nota.

"¡Me encantó el león, ¿cómo sabías que me encantan?"

De la misma forma que el idiota de su vecino supo que le gustaban los osos, claro, pero no tenía a quién decirlo. No abrió la caja, porque a duras penas tuvo tiempo de llegar a la cama. De verdad ese día estaba agotado y con dolor de espalda, tenía que hacer tiempo extra porque uno de los doctores se enfermó, qué ironías de la vida.

Al día siguiente incluso le tocó levantarse antes que su vecino, que lío.

Por lo general, fue una larga semana y se hizo peor cuando de repente tuvo su rutina. No solía pasarle sin que estuviera preparado, pero allí estaba, realmente hecho un desastre, a puerta cerradas, sudado y de malhumor.

Se acordó de repente de la última caja y aprovechó que tomó supresores para abrirla. De nuevo era algo inesperado, tal vez un poco costoso, sí, un barco dentro de una botella.

¿Cómo diablos su vecino sabía que a él le gustaban esas cosas? Lo peor es que todo dentro de esa caja olía a su vecino y por dios, hacía estragos dentro de él. Le costó dejar el barco de lado, porque estaba demasiado caliente para pensar en otra cosa que no fuera su vecino.

Ahora lo odiaba un poco, porque, sin querer, estaba deseando algo absurdo que no podía tener. Menos mal que el oso todavía conservaba las feromonas del alfa, porque con ello pudo distraerse el tiempo que le tomó sobrellevar el calor.

Tres días después, estaba en el trabajo, mordisqueando la punta de su lápiz.

—Deberías tocar a la puerta del tipo y saludarlo, siento que eso te haría sentir mejor. —Su compañero le dijo, preocupado por la actitud distante del omega.

—¿Por qué lo haces ver tan simple? Lo detesto, si lo viera también quisiera matarlo.

—Claro... pero no lo has visto, así que tal vez la fantasía se terminé si logras ver su cara. —Bepo se sentó a su lado—. ¿Sabías que hay un nuevo héroe en la ciudad?

—¿Sí? —preguntó Law, dejando de lado el odio interno para quitarle el periódico de las manos. En la primera página estaba un bombero, que había salvado la vida de algunas personas y ahora la ciudad le debía mucho.

Monkey D. Luffy. Law sintió un pequeño déjà vu, era como si le conociera. Siguió leyendo de la hazaña del chico y literalmente arriesgo su vida para salvar a una adolescente que quedó atrapada en su apartamento del quinto piso.

Sí era un verdadero héroe. Law de repente se sintió muy interesado y a la vez, su pecho se contrajo, no podía imaginar cómo alguien pudiera exponerse tanto.

—Solo es un idiota, la gente no debería arriesgarse así.

—Es su trabajo —dijo Bepo y le quitó el periódico—, no aprecias las cosas buenas.

—No me interesa ver a la gente ser estúpida. —Law se giró hacia Bepo—, ¿quieres ir de compras conmigo?

Bepo salió huyendo antes de que pudiera darle una respuesta. Al final, logró convencerlo con más comida, lo malo es que no tenía idea de que darle a su vecino que superará al barco. Era juego de ego.

—¿Por qué es tan importante comprarle algo?

—Porque él no deja de pagar por mi amabilidad, cómo si yo se lo pidiera. —Law seguía pensando que el único propósito de su vecino era molestarlo, ¿qué más? Nadie le da regalos a un desconocido solo por encontrar un collar.

—Si no le das nada entenderá el mensaje.

—No puedo dar marcha atrás ante un reto.

—¿Al menos sabes cómo se llama?

Law negó, jamás se había preocupado por ello, solo conocía a Sanji. Y Sanji era el omega de su vecino. ¡Una bombilla se le iluminó por ello! Tenía un plan.

—¡Ya sé que le daré!

Le contó su plan a Bepo. Aunque la cara de su mejor amigo no auguraba muchas cosas buenas, ¿qué tan malo era?

—¿Estás seguro de ello? Realmente es un movimiento arriesgado.

—Siento que mi vecino tiene que hacer algo lindo por su pareja. —Law respondió. Le estaban dando ganas de ser un buen samaritano.

—¿Y regalarle pases ilimitados para un bufé es lo normal?

—Sí, creo que a mi vecino le gusta comer. —No había una razón exacta por la que sabía de la comida, vio a Sanji con muchas bolsas con mercado, hizo deducciones, no había nada malo con ello.

—¿Sabes? Siento que esto acabará mal.

Law no se iba a preocupar por eso. Compró en un buen restaurante los dos pases ilimitados y luego escribió en una notita: lleva a tu omega contigo.

Law estaba orgulloso, se superó a sí mismo. Esperaba que su vecino terminara el juego ahora que podía, porque era imposible que lo superará.

Y mientras pensaba en la fabulosa vida amorosa de su vecino, se preguntó si tal vez no necesitaba a alguien en su vida, un buen alfa. Hacía mucho tiempo que no tenía citas, tal vez debería empezar a abrirse a esa opción.

Pero el problema era... ¿quién?

. . .



Hacía algún tiempo que no había estado pendiente de la rutina de su vecino, ese día en especial parecía más enérgico que nunca. Había pasado una semana desde que le dio las boletas y los regalos se habían detenido.

Eso había sido una victoria para él, pero estaba algo decepcionado porque ya terminó el juego. Law no se entendía a sí mismo, en un momento estaba feliz, al otro refunfuñando por el perdedor de su vecino, con una sensación de vacío incomparable. Lo odia por volverlo loco.

Escuchó unas voces, luego nada. La puerta de su vecino se abrió y se cerró. Y eso fue todo por ese día.

Al menos eso creyó hasta que se dio cuenta de que no había comida en su refrigerador y tuvo que salir a comprar.

Al volver, nada más tenía una bolsa con lo básico, pero casi se cae para atrás al ver a Sanji allí, frente a la puerta de su vecino con un alfa, ¡no era su vecino! Ya tenía el olor del chico en su nariz, en su sistema y ese raro cabello verde no era en lo absoluto igual, olía mucho a acero y licor, feo, desagradable. Law frunció el ceño.

Oh, no, le estaban siendo infiel a su vecino.

Law sintió que dejó de latir cuando ambas personas se fijaron en él.

Trató de actuar con naturalidad, pero Sanji empujó al alfa y trató de fingir que nada había pasado, al menos eso pensó.

—¡Hola, Law! Tanto tiempo sin vernos.

—Sí, eso veo... —dijo con desdén, mientras abría su puerta.

—Espera —Sanji se acercó a él—. ¿Te gustaría venir a comer con nosotros?

—No, no tengo hambre, adiós. —Y le echó una última mirada a la pareja antes de entrar a su apartamento, tan molesto y decepcionado, ¿su vecino se merecía tal traición? Ya no se podía confiar en la gente.

Sanji esperaba que su vecino se fuera a trabajar para meter al otro allí, por dios, tenía que decirle, pero... ¿cómo? Además, no era asunto suyo.

Antes de irse al trabajo, se quedó frente a la puerta de su vecino por un rato, hasta que volvió a decirse que no era asunto suyo.

El trabajo se sintió bastante pesado, no podía concentrarse en nada. Era muy tarde cuando llegó al apartamento. Había otra caja frente a su puerta, inesperado.

Law frunció el ceño, ¿a qué estaba jugando el cornudo de su vecino?

Empujó su puerta con fuerza y la cerró igual, porque si el idiota dormía era mejor que se despertara y sufriera lo mismo que él.

"¡Gracias por la comida, comí tanto que me sacaron del lugar!"

El mal humor de Law se desinfló con eso. Soltó una pequeña carcajada, antes de tranquilizarse. Ese chico, de verdad, era peculiar.

Tomó la caja y la abrió y allí dentro había un libro, el regalo más sorprendente de todos, porque, de nuevo, le atinó a sus gustos. Aunque no era un libro muy educativo, solo estaba lleno de dibujos y una historia de un pirata.

—¡Ya es suficiente, ¿me oyes? —Golpeó la pared que daba al vecino y luego de darse un baño, se metió a la cama, estaba demasiado abrumado con emociones que no eran suyas.

¿Cómo había alguien que lo conocía tan bien incluso sin conocerlo? Se preguntó si en su apartamento no habría cámaras. El alfa sabía que le gustaban los osos, los libros, el tema de los piratas, en medio de todo, llegó a la conclusión de que debía conocer a su vecino, al menos para decirle en persona de la infidelidad de su pareja.

Pero ¿cómo lo haría? Tenía algo de tiempo para pensarlo. Esperaba no enloquecer en el proceso.

Por una semana, decidió quedarse en el apartamento de Bepo, sentía que, si volvía al suyo, enloquecería. Suficiente tenía con su lucha mental por alguien que no conocía.

Estaba haciendo sus rondas por el hospital, cuando se topó con la última persona que quería ver, era Sanji. El omega no se veía mejor que él, ¿tal vez había peleado con su vecino por la infidelidad?

El omega lo miró, Law le devolvió la mirada y no supo cómo acabaron sentados en la misma mesa de la cafetería,

—¿Está todo bien? ¿Nadie se está muriendo? —preguntó Law, medio preocupado.

—No, de hecho, es, al contrario, yo... estoy embarazado. —Sanji le confesó, mientras jugueteaba con los dedos, se veía un poco triste al respecto.

Law no tenía idea de cómo abordar el tema, sin parecer brusco o ignorante, no conocía a Sanji, ni su relación con el vecino, más allá de verlo besarse con un desconocido de pelo verde.

—¿Y no son buenas noticias?

—La verdad no lo sé, no he hablado de niños con mi pareja.

¿Hablaba de su vecino o su amante? A Law realmente le estaba costando no hacer preguntas inapropiadas al omega.

—Puedo decirte que tu alfa parece ser un buen chico, creo que será un gran padre. —Y sí, con las cosas infantiles que le había dejado en su puerta, era una deducción coherente.

—No es fácil, ni siquiera vivimos juntos todavía, ¿cómo diablos haremos con un niño? —Sanji parecía a punto de ponerse a llorar, Law a regañadientes se acercó a él y le palmeó la espalda.

—Lo mejor es decir la verdad de todo. —Hizo énfasis en la última palabra, para que también fuera sincero sobre el otro hombre.

—Sí, eres una buena persona, Law.

—Se hace lo que se puede.

Hablaron un poco más, hasta que Law tuvo que volver al trabajo, aunque prometieron verse de nuevo para hablar, la verdad era que la noticia del embarazo mandó al caño las últimas esperanzas de hablar con su vecino.

Desde ahora haría lo que mejor pudiera: mudarse. Al fin se había roto su determinación. Era obvio que pronto se iría a vivir Sanji con su alfa y pues... de alguna manera odiaba estar en medio de una crisis sentimental, porque al parecer le gustaba su vecino, sí, no era fácil asimilar que el odioso, estúpido y ruido vecino, al que odiaba, le gustara también. Se estaba llevando el premio al estúpido del año, si no era más.

Ya estaba empezando a ver opciones al lado de Bepo. Un fin de semana sin trabajo.

—Ya te dije que puedes vivir conmigo por un tiempo.

—Lo sé, pero me gusta sentirme como un omega independiente, no me jodas.

—Eres tan terco.

—Cállate.

Mientras Bepo seguía refunfuñando, alguien tocó la puerta. Law fue a abrir, era Sanji, de nuevo, parecía feliz.

—Hice lo que me dijiste —dijo el omega, entrando al apartamento con una bandeja—. Mi pareja está feliz por el bebé tanto que se volvió un poco loco con ello y nos vamos a mudar juntos porque no puede permitir que haga muchos esfuerzos. —Sanji se quedó de pie, en medio de la sala al ver a Bepo allí—. No sabía que tenías visitas. No traje mucha comida.

—No te preocupes, es solo Bepo, me ayuda a buscar apartamento.

—¡Oye, no soy solo Bepo! —se quejó su mejor amigo, mientras se cruzaba de brazos—. Somos compañeros de trabajo y amigos, y hermanos y todo.

—Oh —Sanji parecía menos tenso ahora, aunque la felicidad no duró mucho al darse cuenta de lo que realmente estaba pasando. La noticia parecía que le sentaba muy mal—. ¿Te vas a mudar? ¿En serio?

—Sí, creo que cumplí mi ciclo aquí.

—¿Por qué? Pensé que te gustaba aquí.

—No todo es como parece. —Law no iba a confesar sobre sus sentimientos por el alfa de Sanji, dios, eso sería muy penoso y maleducado. Lo peor era que le estaba costando mirar a la cara al omega embarazado.

—¿Y qué has pensado? —preguntó Sanji, sentándose en el sofá con Bepo.

—En realidad no hay muchas opciones.

—Aquí es lindo. —dijeron Bepo y Sanji al mismo tiempo.

Law rodó los ojos.

—¿Puedo comer? —siguió Bepo, levantándose para ir al plato, que la verdad olía muy bien.

—Sí —respondió Law.

Sanji se quedó allí media hora antes de decirle que tenía que irse a llevarle comida a su alfa al trabajo.

Bien, eso era realmente lindo. ¿En qué momento Law creyó que tendría oportunidad? Incluso si era un omega infiel, era trabajador y amigable.

Bepo también se fue horas después diciéndole a Law lo estúpido que era.

Él también se sentía estúpido, gracias.

Eran aproximadamente las ocho cuando volvieron a tocar la puerta. Tenía que ser Sanji de nuevo, tal vez buscando los platos del almuerzo.

Law, con apenas con las suficientes ganas, abrió.

Todo su cuerpo se paralizó. Era el aroma de ese alfa, el chico que estaba allí, sudado, sucio y con el ceño fruncido: era su vecino, no tenía pruebas, ni tampoco dudas; las reacciones de su cuerpo con respecto a él eran también bastante reveladoras. Por fin lo estaba viendo. Y de repente la imagen del periódico llegó a su cerebro. Su vecino y el héroe eran los mismos.

—Tú... —dijo, mirándolo de arriba a abajo, antes de, sorprendentemente, recobrar un poco de calma, porque debía verse un poco raro.

—¿Por qué te mudas? —Oh, gran saludo en su primer y exuberante encuentro. El chico parecía molesto, no, no, molesto no era la palabra adecuada, parecía decepcionado, frustrado.

Law no entendía qué le estaba pasando, pero esa actitud le recordaba al mismo vecino molesto de siempre.

—¿Qué te importa? —No había esperado fuegos artificiales, ni banda sonora de fondo como los doramas, pero... ¿así? ¿Cómo debía ser el primer encuentro? ¿El vecino haciendo reclamaciones tontas? ¿Un saludo efusivo? Quería reírse de lo ridículamente normal que era todo.

—Quiero saberlo.

Law se cruzó de brazos, de repente siendo molestado en su propio apartamento por el vecino raro por el que ha estado fantaseando por mucho tiempo.

—No tengo que darte explicaciones.

—Sanji me dijo todo lo que hiciste por él y realmente me gustas muchísimo, incluso antes de saber que eres un gran tipo y tienes que darme la oportunidad de demostrarlo.

Law parpadeó, incrédulo.

—¿Te gustó? No es gracioso, deberías estar velando por tu omega embarazado.

Ahora era el turno del alfa de parecer incrédulo. Law aprovechó la oportunidad para cerrarle la puerta en la cara.

Ese estúpido, ¿quién se creía? ¿Por qué tuvo que venir y perturbar su paz? Las pocas energías de Law se drenaron tras conocer a su vecino, quien realmente no era cómo imaginaba, por desgracia, era mejor, ¿un héroe? Ridículo.

Se dejó caer en el suelo, con sus manos en su cabeza, estaba tan triste y decepcionado, para colmo, volvieron a tocar la puerta, una y otra vez, hasta que finalmente pareció entrar en razón y se fue.

Law en vez de tratar de superar a su vecino, ahora que había visto su cara y de saber que podía saber de él, buscó y halló una nota más extensa con su vecino. Podía estar un poco obsesionado ahora.

Law realmente ignoró cualquier llamado a su puerta por los próximos días. Era mejor así. Ya casi encontraba un apartamento, casi, cuando empezara a buscar bien.

La siguiente persona en interceptarlo fue Sanji, parado frente a la puerta.

—Sanji, mira, no quería interponerme entre tú y tu alfa, de todos modos, lo viste dándome regalos, ¿no te pareció raro?

Sanji lo miró como si Law fuera de repente alguien que había bajado de otro planeta y hablaba otro idioma, antes de resoplar molesto.

—Necesitas ver algo.

—Ajá. —Law no estaba seguro de lo que eso significaba hasta que Sanji sacó su teléfono celular, en su galería, con un montón de fotos de él y el chico de cabello verde — Este es Zoro, Luffy, hay algunos otros de nuestros amigos, somos nueve en total, a veces venimos al apartamento de Luffy; Zoro y yo a veces tenemos tiempo a solas en la sala de estar mientras Luffy se queda en su habitación... Por cierto, espero que nunca hayas escuchado nada raro, a veces mi pareja y yo no podemos controlarnos.

Esperar... algo no tenía sentido, porque en una foto Luffy estaba comiendo mientras Sanji y Zoro se besaban y...

—Oh, maldita sea. Creo que fue un gran malentendido. — Law enfatizó la palabra 'gran'.

—¿Gran? —preguntó Sanji con sarcasmo.

—Enorme, enorme malentendido.

—Sí. Puedo ver por qué le diste dos pases al buffet. No querías que fuera dos veces o invitara a un amigo omega, porque pensaste que éramos Luffy y yo, ¡pero me viste con Zoro una vez! —Sanji frunció el ceño—. ¿Pensabas que era el tipo de persona que jugaba con dos?

—¿Sí, amantes? —Law suspiró, sintiéndose un poco culpable—. Lo siento, ¿de acuerdo? Y en mi defensa, los vi después de enviar las invitaciones, no tenía idea.

—¿Alguna vez le preguntaste? —La risa de Sanji resonó por el pasillo, haciendo que Law se sonrojara—. Lo siento, lo siento, no quiero bromear, pero tú y Luffy tienen más en común de lo que parece.

—Todo esto no tiene sentido. —Le resultaba difícil entender cómo había llegado a conclusiones tan inapropiadas. En su mente, Sanji era un tramposo en el peor de los casos, Luffy era el cornudo que le gustaba, y ni siquiera había pensado en el otro tipo.

—Lo sé. —Sanji lo miró—. ¿Te gusta Luffy?

Law se encogió de hombros. Le gustaba, saldría con él, ¿estaba enamorado de un desconocido? No estaba seguro.

—Es bueno comprando cosas.

—Eso no responde a mi pregunta —añadió Sanji.

—No lo sé. —Law estaba confundido, perdido, avergonzado, ¿qué más podía decir?— En realidad, lo hice por venganza. —Y Law le contó cómo empezó todo. Desde la primera vez, Luffy lo atormentó con ruido.

Más risas de Sanji. El omega se cubrió el estómago mientras su risa resonaba por el pasillo.

—Eso no es gracioso.

—Sí, lo es. —Sanji se puso un poco serio mientras se secaba los ojos—. Una cita, solo una, si decides que no te gusta, puedes mudarte y hacer lo que quieras.

—Está bien, salgo del hospital temprano en una semana.

Law nunca había estado tan nervioso antes de una cita. Se cambió de ropa más veces de las que podía contar, se arregló el pelo, limpió el apartamento.

Fue aún peor cuando Luffy llamó a la puerta. El alfa se veía bien, mejor de lo que había imaginado, en comparación con la última vez que parecía que acababa de salir del trabajo.

—Hola, yo... ¿Llego demasiado pronto? —Luffy parecía tan preocupado como él, lo que lo alivió un poco.

—No, llegas justo a tiempo. Y, antes que nada, lamento todo lo que pasó.

—No te preocupes, no sabía que te estaba haciendo sentir incómodo con el ruido, de hecho, no sabía que tenías un trabajo en el hospital.

—Sí, soy cirujano.

—¿En serio? ¡Suena genial! Soy bombero.

—Te vi una vez, estabas en el periódico.

Y si pensaba que los dones, la personalidad y el olor del alfa eran lo mejor de él, se equivocó, la sonrisa, sí, la sonrisa era lo mejor de Luffy, Law podría haberse enamorado ahora sí, duro, sin retorno.

—Ven conmigo y te contaré todos los detalles.

¿Cómo podría Law negarse a una petición tan inocente? Asintió y caminó junto al alfa, feliz de tener la oportunidad de conocer a su vecino.

Buenas noches, tarde, pero seguro. 
Gracias por leerme. 
Creo que el de mañana es el último que subiré por aquí, todavía debo meditar qué hacer con los explícitos. 

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