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DEMONIOS

Kouki estaba cansado de la misma cantaleta de siempre, los hijos.

Era un hombre común, con gustos comunes y pensamientos comunes. Se había graduado con relativa normalidad de la universidad, tenía un trabajo decente en la editorial que más amaba, tenía un buen sueldo, un bonito departamento.

No dependía más de sus padres, no tenía deudas en el banco. Su vida hasta ese momento era perfecta.



—Pero es que no tienes familia hijo— le había dicho su madre —Cuando me vas a dar un cachorro para mimar y malcriar—



— ¿Qué no tienes suficiente con los de mi hermano? No tengo pareja mamá—



Sí, no tenía pareja. No porque no quisiera; sino porque el bastardo desgraciado con el que había estado saliendo por casi 5 años lo había engañado y dejado por otro.

No quería tener que lidiar con el problema de una relación, más si ni siquiera sabía cómo conseguir una. Es decir; si ahora ex pareja había sido quien inicio el cortejo, quien le pidió que salieran. Kouki no coquetearía con alguien aunque de eso dependiera su vida.



— ¿Y si solo tienes al cachorro?— le había dicho su mejor amigo Kuroko, quien siempre se preocupaba por su bienestar—Aunque me encantaría que tuvieras quien te cuidara, si tanto deseas ser padre, esa es una opción—



Kouki no había pensado en esa idea. Ansiaba tener a un bebe, no iba a negar eso. Aunque aún tenía 26 años, estaba envejeciendo y había un cierto porcentaje que después de esa edad su útero no soportara un feto. Estuvo pensándolo por un buen de tiempo, hasta que lo decidió. No sabía cómo, pero encontraría a un alfa de sangre fuerte, buenos genes y porque no; si iba a coger, debía de tener un grandioso pene y con ello un nudo.

Lamentablemente para llevar a cabo una inseminación artificial de manera "normal" requería de una pareja establecida y estar casado.

Entendía las leyes contra el maltrato y la experimentación ilegal, por lo que esa clase de tratamientos eran muy regulados. No iba a desperdiciar todo su dinero en sobornar, se quedaría sin nada para su futuro bebe.

Así que llego la opción dos por medio de otro de sus amigos, era otra solución. Estaba considerando también si eran buena influencia con cada idea que se sacaban de la manga.



—¡Vamos a un bar de calor!— grito un encantado pelinegro

—¡Takao, por dios!— grito en un principio escandalizado, pero no se negó



Los bares de calor eran; lugares a los que la mayor parte de los omegas solteros y parejas con ciertas inclinaciones, iban en busca de sexo.

Sexo sin ataduras.



Pero no iba a ir con los revoltosos de sus amigos, si no coqueteaba para salvar su vida en privado, mucho menos lo haría con audiencia. Y tal audiencia como Takao era un enorme peligro.

Despidió a sus amigos esa noche, se vistió con su mejor; y a decir verdad única ropa provocativa, que le fue regalada por Kuroko en su último cumpleaños. Sentía que tenía el mejor aspecto. Siendo delgado, su piel bien cuidada, trasero decente y cintura estrecha, esperaba también que un buen aroma.

Esa noche en definitiva obtendría a su cachorro.













En cuanto llego al lugar que había mencionado su amigo supo que la que tomo era una buena decisión. El lugar estaba lleno de alfas atractivos, alfas guapos y hermosos, construidos atléticos y musculosos. El lugar era perfecto.

Se encamino a la barra, puesto que necesitaba tener algo de valor. No iba a preocuparse por tener un compañero, quizá era egoísta no decírselo al futuro padre, pero estaba seguro que por un acostón de una noche nadie en su sano juicio se haría cargo.

En cuanto se sentó en la silla alta frente al barban, sintió que todo el valor que había acumulado se había ido al infierno. Tantos aromas de feromonas diferentes habían nublado su buen juicio, por lo que sin decir nada el hombre tras la barra le dio un vaso de agua.



—Las primeras veces aquí son algo apabullantes, es natural— le dijo el hombre

—Pero eso no me quita la vergüenza de mi mareo— le respondió



Kouki escaneo la habitación, en busca de un bonito rostro que le heredara buenos genes a su cachorro, necesitaba alguien a quien le pudiera tolerar las fuertes feromonas alfa, porque para acabar de ayudar a su condición de omega sin pareja, era sensible a los aromas.

—Bien, dame un... ¿Whisky?— más bien pregunto

—¿Seguro, pequeño?— el evidente alfa de tez morena sintió va necesidad de proteger al castaño, mas estaba trabajando y tenía que limitarse a eso.



Entrego el pequeño vaso viendo cómo se tomaba el líquido ambarino de un solo golpe.

Kouki dio un gemido de disgusto, en cuanto el calor del líquido entro en contacto con su garganta.



—Por dios ¡Esto sabe horrible!— dijo



Entonces comenzó a escanear a conciencia el lugar, había un grupo de alfas en una esquina riendo, o al menos a un rubio haciéndolo, acompañado de otros que tenían más bien rostro de estar obligados a estar ahí. Entre ellos un hombre de su estatura, cabello rojizo, rostro de piel blanca y muy, muy atractivo, ojos rojos feroces que parecían a veces cambiar a uno de color amarillo, pero tenía un aura que le hacía temer hasta de su malograda conciencia, ni loco se metía en alguien como ese. Como se dio cuenta de eso, pues se pasó sus buenos 15 minutos observando.

Así que intento sonreírle al tipo sonriente que tenía a un lado. No era feo, quizá parecía algo infantil por la forma en la que al parecer se comportaba, pero ese pequeño diente puntiagudo que sobre salía cuando sonreía le parecía adorable. Si; era justo a quien buscaba.



—Dame la botella— le dijo de nuevo al barban

— ¿Seguro?— le respondió, pero no evito pasarle la botella.



El barman le miro preocupado pero Kouki lo ignoro, apurando casi la mitad del líquido antes de parar por la sensación de ahogo y quemadura en su garganta. Se decidió a pagar por lo bebido, antes de que perdiera la conciencia y el poco valor que le quedaba. Vio con gusto como un par de los hombres que se encontraban en la mesa a la que estaba apuntando, así que si era rechazado su vergüenza seria mínima.

Se levantó a pasos tambaleantes, preguntándose cómo demonios era que el piso se movía como se movía.



—Ten más cuidado— escucho muy cerca y el perfume más hipnotizante que hubiera sentido en su breve vida.

En cuanto levanto el rostro, de lo que apenas notaba era el fuerte pecho del extraño, este le sostenia por los codos para que no cayera directo al piso y cuando por fin estuvo a su altura, noto que era justamente ese pelirrojo del que se suponía habia huido.



—Boniotos... boni... bonitos ojos ¡Eso!— dijo algo desubicado para después tener el más fiero de los sonrojos

—En realidad a nadie creo que le gusten, me dicen que son aterradores— le respondió el extraño

—¿Uh? No, no, mienten... son boni...tos— Kouki medio se sostenía en sus piernas tambaleantes, suspirando por el atractivo aroma que emanaba del hombre frente a el —Me preguntaba... el chico ruibo... jejeje, tiene novia ¿No wuere tener sex....hip conmigo?—

Demonios, que atrevido, Kouki internamente se palmaba la espalda por su audacia. Pero después se arrepintió al ver el gesto extraño que hiciera el pelirrojo, sin más este paso sus manos por debajo de uno de sus brazos, haciéndole caminar en otra dirección.



—¿Para que necesitas a Kotaro? Créeme cuando te digo que no te conviene en absoluto—

—Pero yo quiero tener sex...ohp, para eso vine aquí— le dijo mientras hacia un puchero con sus labios, Kouki sentía querer llorar, no iba a a irse sin su objetivo cumplido

—¿Sexo?— dijo el extraño de una forma en la que pensó seria eliminado por el más poderoso de la más grande mafia, o al menos así lo sintió Kouki —Yo te puedo hacer pasar la mejor de las noches, no te arrepentirás—



Kouki no dudo en llevar una de sus manos al trasero enfundado en esos pecaminosos pantalones y maldita fuera la anatomía de ese alfa. Realmente lo quería.

La necesidad de su cuerpo era realmente absoluta, el hambre, la desesperación por el toque de su piel, por aceptación instintiva de alfa a omega. El hombre no necesito preguntar cuando lo beso y de todos modos Kouki no se negaría.



Alejándose, Kouki parpadeó cuando le dio un descanso para su respiración —Whoa... —jadeó sintiendo como un poco del alcohol en su sistema se diluía —Me gusta mucho eso—

—Lo se...—

El alfa lo sorprendió alzándolo entre sus brazos sin dificultad alguna, haciendo que pocos segundos después se perdieran entre la oscuridad de la noche.








Kouki realmente no recordaba cómo es que llego a su casa, bueno si pero hará como si no, no después de saber que había vomitado toda su vida nocturna en el elevador del caro hotel del que casi como ladrón escapo. Estaba solo en esa lujosa habitación, había un par de pastillas para el dolor en la mesita junto a la cama y lo que parecía una nota.

Kouki avergonzado y feliz por su hazaña por igual, ignoro o se olvidó de eso antes de salir corriendo de ahí.

Fue ya que estaba en su cama, cubierto hasta la cabeza se dio cuenta de que no recordaba en absoluto sus andanzas de la noche anterior, pero por lo menos sabia por el dolor de su parte intima que sexo si había tenido.

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