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Capítulo 8 "Almuerzo"


Está experimentando un sentimiento tan pasional que es más fuerte que ella misma. Su cuerpo tiembla e intenta estabilizarse para arreglárselas por ella misma. Adrián no dijo nada, no sabia que decir más al ver como Victoria reacciono a aquel beso.

Quería pedirle disculpas y comportarse como si nada paso entre ellos pero, ¿cómo le iba a pedir disculpas por algo que no se arrepiente? Y por la mirada tan electrizante de aquellos ojos verdes pudo comprobar que ella se sintió de la misma manera.

Se lame los labios y respira hondo, la mira desde cerca para que la abogada no sufriera ningún daño en el camino hacia el baño.

-Si me necesita, estaré del otro lado de la puerta.

Victoria asiente en silencio y cierra la puerta una vez que ya está adentro.

La mujer se apoya en la pared fría del baño y se lleva las manos hacia el rostro, su confusión es latente en su expresión y sufre por dentro al sentir ese hormigueo en su estómago. Ni hablar de lo mojadas que están sus bragas.

-Tranquila Vicky... -Cierra los ojos. -No te pasa nada con él, solamente te atrae. -Susurra. - ¿Y a qué mujer no le gustaría? Es joven, fuerte, vital.

Echa la cabeza hacia atrás y la apoya en el azulejo. Dejando escapar un suspiro y abre los ojos.

Recupera la compostura después de unos largos minutos y abre el agua de la ducha.

Mientras, Emilia y Benicio pasan al postre después del almuerzo, comparten una porción de una torta de chocolate y se ríen al recordar viejos tiempos. La mujer está tan agradecida de la compañía del abogado porque le borro todo pesar.

- ¿Cómo está tu hijo?

-Bien, empezó a trabajar con su padre mientras sigue con sus estudios. No puedo creer que haya crecido tanto. -Sonríe.

Ben sonríe con ternura al verla de esa manera, como brillan sus ojos al hablar de su hijo y como quisiera que ella lo mire de esa manera.

Y como recuerda el embarazo que vivió Emilia, las ocasiones que la veía embarazada no podía evitar imaginarse que el bebé que esperaba era de el.

Hace tantos años que se conocen y el nunca se atrevió a decir lo que siente, perdiendo la oportunidad de ganarse el corazón de la rubia.

-Pasaron 18 años pero sigue siendo mi bebé. -Melancólica y lleva un pedacito de la torta a la boca.

-No sé cómo será tener un hijo debe ser muy hermoso.

-Creo que es lo único que me mantiene con vida. -Seria y baja la mirada.

Benicio se da cuenta del cambio repentino y frunce el ceño.

- ¿Por qué lo dices? -Preocupado y ella no contesta. - ¿Emilia?

No puede ir en contra de su impulso y toma su mano, ella reacciona y sus miradas se encuentran. La mujer reacciona y sonríe para no preocuparlo.

-Por nada, es una manera de decir.

- ¿Acaso andan muy mal las cosas con tu marido?

-Como todo matrimonio pero estamos bien.

Emilia intenta de actuar normalmente para que el hombre no sospeche y termina de tomar su jugo.

-Perdón Ben pero ya es hora de volver al trabajo. -Interrumpe y saca la billetera de su bolso.

No obstante, el abogado la detiene y sus manos se encuentran.

-Yo te invite Emi asique voy a pagar yo.

Ella asiente lentamente y el hombre llama a la moza para pagar la cuenta. Ambos se ponen de pie y la mujer agarra el libro para no olvidárselo.

-Gracias por el almuerzo.

-Gracias a vos por regalarme tu tiempo. -Animado.

Se dan un beso en la mejilla y el hombre es recompensado por el aroma dulce de la rubia, ambos se separan y cada uno sigue su camino.

Mientras, Adrián está esperando a su jefa y se acerca a la mujer cuando esta sale del baño envuelta con una bata, la prenda oculta su cuerpo desnudo pero babea al ver su escote.

-Espere que la ayudo a acostarse.

Ella asiente en silencio y se apoya en el hombre, el guardaespaldas la coloca en la cama con cuidado y su cabello mojado está desparramado en la almohada.

- ¿Se siente mejor?

-Si... -Traga saliva. -Ya no siento ardor en la herida pero me arde un poco cuando muevo el brazo derecho.

A pesar de que la mujer quiere comportarse con dureza, sus ojos no la están ayudando y se siente indefensa al estar en frente de un hombre tan apuesto como su guardaespaldas.

-Mañana nos iremos a la mañana y tiene saber que su vida va a cambiar desde ese entonces, cada paso que de voy a estar acompañándola para que no sufra ningún daño.

Ella le sostiene la mirada y no parpadea.

-Ya mi vida cambio, Bustamante.

El joven no entiende a lo que la mujer se refiere pero ella si y eso le basta.

Al otro día, Victoria respira de alivio al tener el alta del médico y Adrían la acompaño hasta la salida.

-La llevo en mi coche. -Dice el guardaespaldas. -Su auto está en el taller.

- ¿Y eso?

- ¿No se acuerda que le choque el auto? -Riéndose. -Me tome el atrevimiento de pedir que lleven su auto al taller que frecuento y en unos días estará listo.

-Cierto. -Revolea los ojos. -Todavía estoy un poquito molesta por usted, ¿sabe que es un bruto?

-Por algo soy guardaespaldas, ¿no?

Inclina la cabeza y sus rostros están demasiado cerca, provocando que el fuego interno de la mujer se expanda por todo su cuerpo y traga en seco.

-Mejor vamos al auto. -Nerviosa. -Ya quiero estar en mi casa.

-Como usted quiera.

La toma suavemente del brazo y la acompaña hasta el auto, le abre la puerta y esta ingresa con cuidado.

Victoria respira hondo y se queja en silencio.

-La que me espera con este joven. -Piensa.

Cierra los ojos y trata de comportarse lo más normal posible pero, ¿hasta cuanto estará dispuesta a aguantar el deseo que le provoca su guardaespaldas?

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