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Insoportable

Qué aburrimiento...

Esperar sentado y sin hacer nada es muy aburrido, más para alguien como Hanma que puede aburrirse fácilmente si no encuentra nada de su agrado a su alrededor. Ahora, recién entrada la noche, estaba tirado en un banco en un diminuto parque, con las piernas abiertas y los brazos tras el respaldo del banco mirando al cielo, con un cigarrillo a medio fumar entre los labios. Se lo quitó con dos dedos y lanzó al aire el humo con fastidio.

- Qué aburrimiento... No sé por qué accedí a esperar...

Sacó su teléfono del bolsillo para mirar la hora, pasando unos minutos de en punto.

- Arg, ya es tarde... Como no lo haya conseguido...

- ¿Que no haya conseguido el qué?

Hanma apartó la vista del teléfono, mirando a su lado a una chica de rostro serio que le miraba fijamente. Vestía uniforme y llevaba entre sus manos el estuche de un violín.

- ¡Por fin apareces! Estaba a punto de irme. Pensaba que esas clases tuyas para ricos respetaban la puntualidad tanto para la hora de entrada como la de salida.

La chica se sentó a su lado con su rostro de fastidio, dejando el estuche del violín a su lado, cruzando las piernas y resoplando.

- Cállate... He salido a mi hora, solo que he estado intentando convencer a mi chófer de que no me lleve a casa todavía, pese a que es demasiado estricto por sus órdenes dadas. Todo ese esfuerzo sólo para ver a un idiota insoportable tirado en un banco.

Hanma dio una pequeña risa aguda, acercándose en el banco hasta sentarse justo a su lado, pasando su brazo por detrás de la banca sin tocarle, pero mirándola con atención.

- Pero si estás aquí es porque lo has conseguido...

- ¿Cuándo no consigo lo que quiero, Hanma?

- Y eso es lo que más me gusta de ti... Dime cómo lo hiciste.

La amplia sonrisa persistente de Hanma era ignorada por la chica, la cual miraba al frente mientras el chico se inclinaba a ver su rostro serio y su pierna moverse nerviosa contra el suelo.

- No te interesa que te cuente esas cosas. ¿No te resulta muy aburrida mi vida de niña heredera? Seguro que he hecho cosas más complicadas que convencer a un chófer de que me deje en paz un rato...

- Pero como lo has hecho para reunirte conmigo, me interesa mucho más. Quiero saber todas y cada una de las cosas malas que haces sólo para poder verme...

La chica se giró a mirarle por primera vez en toda la conversación, manteniendo su rostro imperturbable frente a la sonrisa irónica de Hanma. Ni siquiera mirar fijamente sus dorados ojos la hacia tambalearse, es más, comenzó a acercarse lentamente hacia el rostro del chico, haciéndole sonreír más y relamerse los labios. Antes de que pudiesen notar el aliento del otro en su cara, ella se retiró y regresó a su posición inicial. Hanma no tuvo que mirar para saber que le había quitado el cigarrillo de su mano y ahora algo tenía ella entre sus manos, fumando para calmar su ansiedad y estrés reprimidos. Esperó a que diera dos o tres caladas largas, observando sus dedos finos juguetear con el cilindro relleno de hierba, hasta que finalmente habló.

- Le dije que como llevo retraso en clases de violín porque a mi estupendo padre se le antojó apuntarme ahora a otra estúpida de sus aficiones sin cumplir, debía quedarme un poco más para hacer ensayos grupales. Aquí son obligatorios para ir a conciertos. Así que tengo un rato para estar contigo.

- ¿Sigues complaciendo los deseos de ese viejo aunque no te gusten? Me acabaré poniendo celoso...

- Será solo hasta que cumpla la mayoría de edad. Cuando quiera meterme en una universidad privada, les daré una patada en el culo a todos ellos y me largaré a hacer con mi vida lo que yo quiera.

- Dime que te harás un pircing en la lengua... - ronroneó el chico suavemente a su lado.

- No, qué asco.

La chica cerró los ojos, echando una última y larga calada del cigarrillo antes de tirarlo al suelo y pisarlo, lanzando el humo lentamente al aire.

- ¿Y el olor a tabaco que se quedará en su cuerpo? ¿Cómo irás a casa con eso?

La chica abrió el estuche de su violín, sacando otro pequeño de dentro donde había un pequeño bote de su perfume.

- Esa es mi chica, me encanta que seas una mentirosa manipuladora...

Le arrebató de su mano el frasco de perfume levantándose y alejándose, oliendo sin presionar el dispensador.

- ¡Eh! ¡Devuélveme eso! ¡Lo necesito! - ella se levantó frunciendo el ceño - Que te quite el cigarrillo no significa que me puedas quitar tú algo.

- Ah, una pena... Realmente adoro este olor... - Hanma tenía los ojos cerrados mientras lanzaba una minuciosa cantidad de perfume al aire, oliendo - Y me gusta mucho más desde que sé que únicamente te metes en la cama con unas gotas de este perfume en tu cuerpo. Me trae unos excitantes recuerdos...

El bote fue arrebatado de su mano con la misma sutileza que arrebató el cigarrillo antes, guardándolo en el estuche.

- Si no tienes nada más que decir o hacer, tendré que decirle a mi chófer que el ensayo terminó antes de lo previsto.

- Ah, nena, no te enfades... - él la detuvo poniendo una mano sobre el estuche del violín para que no pudiese levantarlo, mostrando su tatuaje de "Castigo" - Sé que no te gusta que toquen tus cosas sin permiso, pero eso no es motivo para que te marches así de pronto... Aún tenemos unos cuantos minutos para divertirnos, aprovéchalos con tu novio...

- Tú no eres mi novio, Hanma - Su respuesta fue rápida y cortante - Eres...

Un pequeño grupo de adolescentes entró en el parque para cruzarlo, hablando de su clases extraescolares, por lo que ella guardó silencio. El chico, al ver que algunos llevaban estuches con instrumentos musicales guardados, se puso delante de la chica para ocultarla de sus vistas por si acaso la reconocían. Luego, acomodo el cabello de la chica sobre su hombro acercándose a susurrar a su oído, mientras ella seguía mirando al frente con seriedad, en el fondo, agradecida por su pequeño gesto protector.

- Entonces, dos personas que se ven a escondidas... Que se desean con la mirada, que se besan como nos besamos nosotros... Y que tienen sus noches de pasión... ¿Que son, según tú?

- Pues amantes, idiota.

Se separó del más alto, volviendo al banco y sentarse, cruzando las piernas como una señorita, siendo seguida por él, que se acuclilló enfrente suya en vez de sentarse a su lado.

- Sinceramente esperaba que me dijeras que lo nuestro es sólo un lío o un rollo pasajero... Amantes es una palabra de más largo plazo.

- Tendré que darte algún privilegio de regalo. Eres el típico tío que no es capaz de confesar a una chica que está enamorado hasta que ella lo admita antes. Te encanta quedar por encima... Pero yo... - se inclinó, mirándole de frente - Yo no me rebajo a la altura de nadie ni mucho menos dejo que nadie me pase por encima.

Hanma sonrió más, mirándola fijamente y sacando de su bolsillo un dulce que mostró a la chica. Al verlo, cambió su expresión seria a una neutral. Era parecido a una paleta de fresa, pero tenía un compartimento extra donde iba guardado un líquido de sabor potente para mojar el caramelo. Su favorito. El que no podía comer porque tenía prohibidos los caramelos. Esa vez, no fue capaz de arrebatarle a Hanma el dulce porque él fue más rápido.

- Da-dame eso... - dijo tratando de volver a ser seria, pero sin embargo había tartamudeado, lo que provoca la risa aguda de Hanma, levantando las comisuras de sus labios en una sonrisa de las suyas.

- Oh, ya no te ves tan firme y segura... Se que te encanta este dulce... Me recordó a ti cuando entré a la tienda a por tabaco - comentó mientras leía la etiqueta del producto.

- Obviamente no es un regalo. Tú no regalas nada... Bien, qué quieres - ella se cruzó de brazos, entrecerrando los ojos - Que sea rápido, tengo que comerlo antes de volver.

- Y tanto. Te pones de buen humor cuando acabas de comerte un dulce. Incluso diría que servicial... - Él le apartó un mechón de la cara, poniéndolo tras su oreja, acercando su mano hasta ponerla en su nuca y sujetarla - No me hagas decir lo que quiero.

- Ah... - ella lo dijo con un pequeño resoplido - Eres insoportable...

- Lo sé~ Te gusto así. Es divertido molestarte.

Una pequeña risa de nació y murió demasiado pronto, habiendo conseguido lo que quería al estrellar su boca contra la de la chica, siendo rudo y despreocupado en el beso, lascivo y un tanto primitivo, que duró hasta que ella le empujó por el pecho separándose del más alto. Tampoco tardó en volver a intentar quitarle el dulce, a lo que el chico ya cedió con una risa.

- Es muy injusto. Siempre me dejas con ganas de más.

- Es parte de la estrategia - comentó ella quitando el envoltorio - Da siempre un poco menos de lo que quieren. Así los mantendrás enganchados.

- No me gusta que hables en plural - él se puso serio por un momento - Casi parece que tienes más como yo por ahí.

- No seas estúpido - ella llenó su dulce de fresa de líquido ácido - Me es difícil encontrar un momento para verte a ti a escondidas, imagina si tuviera varios. Considérate afortunado.

- Tú también debes sentirte afortunada de que me hayas interesado. Eres de las pocas personas con las que no me aburriría nunca.

Ella hizo un sonido con la garganta como dándole la razón únicamente para que se callase mientras se metía el dulce pringoso en la boca, con cuidado de no mancharse. Su cara cambio lentamente a una de felicidad, una que Hanma no podía perderse sentado en el banco a su lado, mirándola con tranquilidad. Obviamente merecía la pena comprarle un dulce. Ni siquiera la hija de una de las familias más ricas de Japón podía tener todo lo que quisiera... Al menos no en este momento, mientras estuviese bajo la tutela de sus padres. Por eso escaparse a por un dulce a escondidas era realmente un placer... casi tanto como ver a Hanma, aunque no lo admitiría.

Tras unos minutos de cómodo silencio entre ambos, el dedo de Hanma comenzó a pasearse por la pierna desnuda de la chica, entre la falda y la media, mientras ella masticaba el último trocito pequeño de caramelo que quedaba en la paleta.

- Aún tenemos unos minutos... ¿Que te parece si vienes conmigo a aquel rincón oscuro del parque, detrás de ese árbol grande... Y la pasamos bien?

- Claramente te voy a decir que no - ella sonrió levemente, masticando el palito - Para unos míseros minutos ahí atrás para rasparme con la corteza del árbol, que mi cabello se llene de hojas y que me arrugues la ropa, no pienso molestarme.

- Oh, venga... Ni que tú durases más de unos minutos conmigo... - Él sonrió más, entrecerrando los ojos y subiendo su dedo hasta levantar su falda unos centímetros.

- El problema no es lo que dure. El problema son las consecuencias - ella lanzó el palito mordisqueado lejos - Ah, Hanma... Sabes que me pongo de buen humor con ese caramelo y te aprovechas...

- No tiene nada de malo ver una oportunidad y aprovecharla. Tengo hasta el preservativo en el bolsillo.

- Te sienta bien juntarte con ese tal Kisaki... Te espabilas mucho y empiezas a manipular. Lo siento, no podrás contra mí.

- ¿Eso significa que puede que tenga que esperar semanas para fol...?

- Eso significa que me gusta que lo intentes. Pero no se te ocurra compararme con Kisaki Tetta. O mejor, preséntamelo. Seguro nos llevamos muy bien.

La pequeña sonrisa de la chica se transformó en una cínica, mientras que Hanma dejaba de sonreír. Le sentaba como una patada en el culo escucharla hablar de otros chicos, le hacía apretar el puño hasta que se marcaban las venas. Para su sorpresa, la chica le tomó de la mano, acariciando su tatuaje de "Pecado" de está con el pulgar.

- Mañana es sábado, tengo un rato libre por la mañana, pero no podré salir, así que lo usaré para descansar más en la cama.

- ¿Para qué me cuentas eso?

- Lo decía porque tal vez puedo estar cansada y con ganas de dormir un poco más si he pasado una noche movida.

Las cejas de Hanma se alzaron a la vez que su sonrisa se alargaba, girando su cabeza suavemente hacia un lado entendiéndolo todo.

- ¿Será como la otra vez? - preguntó con algo de brillo en sus ojos.

- Claro. Esperaré a que se acuesten los mayordomos y saldré a hurtadillas a desconectar la alarma del jardín. Así podrás colarte y te ayudaré a subir a mi balcón. Igual que la otra vez. Luego tengo que programar mi alarma para despertarnos antes que los mayordomos para que te vayas y pueda conectar de nuevo la alarma.

- Eso lo harás si nos dormimos antes del amanecer... Que no lo creo... - el chico se relamió los labios con su sonrisa juguetona, acercándose al cuello de la chica, oliendo su aroma - Debo llevar la caja en vez del preservativo...

- Y recogerlo todo antes de irte. Tienes que dejar mi habitación como si no hubieses estado. Si alguien encontrase un preservativo usado en mi cuarto... No volverías a verme nunca.

- No puedo correr ese riesgo... - él dejó un pequeño beso en su cuello, seguido de una lamida lenta con la punta de su lengua, que ella aguantó antes de apartarse para evitar que la vea estremecerse.

- Entonces ya lo sabes. Es más cómodo y seguro que hacerlo detrás de un árbol como si fuésemos perros callejeros - ella observó la hora en su teléfono - Tengo que irme ahora.

Sacó su perfume de nuevo, echando en la zona de su cuello y en sus muñecas para eliminar cualquier olor a tabaco o a dulce en su cuerpo, guardándolo de nuevo antes de levantarse y tomar el violín.

- No llegues tarde, entra cuando te llame. O si no, puede que me arrepienta.

- Te gusta demasiado la puntualidad cuando eres la primera en llegar tarde a nuestra cita~.

La chica se asomó al lado de la puerta del parque, mirando hacia el edificio donde salió hace un rato. Justo aparcado delante, uno de los coches oficiales de su familia con su correspondiente chófer fuera, apoyado en él fumando y esperando a su señorita. Hanma también se asomó por detrás de ella, emitiendo un sonido divertido al entender la situación.

- ¿Y cómo harás que sales de ahí si ese idiota puede verte salir del parque? Necesitas una distracción y un héroe. Podré hacer el sacrificio.

Antes de salir del parque tan decidido, ella le agarró del brazo tirando de él para impedirlo.

- No seas idiota, Hanma... Él tiene una pistola.

- Que linda te ves cuando te preocupas por mí...

- ¡No! Además no conviene que te reconozca la cara por lo que pueda pasar en el futuro.

- Tienes razón ahí... No hay muchos como yo~

- Largos y finos como una comadreja y con sonrisa de hiena. No, no hay muchos - ella pensó masajeandose las sienes.

- Sí que te gustan los animales, encanto...

- Cállate. Haremos esto. Saca la navaja y raja una de las llantas pasando como transeúnte.

- Menos mal que acabas de decir que no me vean.

- ¡No me saques de quicio, insoportable! - su rabia hizo reír a Hanma - El asunto es que no te vean. Además... Piensa que mientras cambian la rueda podrás verme un poco más. Vamos, Hanma, hazlo.

- Espero que me lo pagues como es debido a la noche, pequeña traviesa...

El chico salió sonriente como siempre, con las manos en los bolsillos cruzando la calle hasta la acera, donde en un rápido segundo, el brillo de la navaja apareció en su mano, dando una clavada en una de las ruedas traseras. Con la misma rapidez que apareció, la escondió en su bolsillo. Esperó un par de segundos hasta que se desinfló del todo, y con una sonrisa, llamar la atención del chófer.

- ¡Eh! Tiene una rueda en el suelo. Hágalo ver antes de que tenga que irse.

El conductor se giró a ver, dando la vuelta al coche, llevándose las manos a la cabeza al ver la rueda en el suelo. Rápidamente fue al maletero a sacar la de repuesto, en lo que la chica cruzaba de acera asesinando a Hanma con la mirada, pues le había hecho caso a medias. Aparentando haber salido del lugar, se posicionó detrás del chófer que cambiaba la rueda con su estuche tapando sus piernas, dándole un codazo a Hanma para que se marchase de una vez, pues el cabrón seguía ahí.

Ya a punto de empezar un forcejeo a empujones silenciosos con él porque no se marchaba, a escondidas del chófer que a un metro de ellos cambiaba la rueda agachado, el más alto la agarró por las muñecas para forzar así un nuevo beso que calló un chillido de frustración de ella, incapaz ahora de separarse de ese insoportable.

Tras ese beso al límite y un nuevo empujón más fuerte, ambos se separaron justo cuando el chófer se levantó y se giro a disculparse con la señorita por la espera. Ella le miró con el ceño fruncido, viendo de reojo que Hanma comenzaba a marcharse.

- Vámonos de una vez - exigió ella mirando al frente - Quiero descansar y dormir pronto esta noche.

- Je... - Hanma se alejó encendiendo un cigarrillo - No se lo cree ni ella...

- Y saca a los perros esta noche al jardín, que vigilen bien y les dé el aire.

El chico se detuvo, girándose lentamente a verla dejando su cigarrillo en sus labios sin encender, con los ojos más abiertos de lo normal. La chica seguía mirando al frente, mostrándole su perfil mientras el chófer abría la puerta. Ahora, sonrió.

- Obedece, o ya sabrás las consecuencias.

El chófer asintió bajando la cabeza antes de que ella se metiese en el vehículo. Hanma guardó un eterno segundo para él. Una orden que parecía que iba para su mayordomo, iba en realidad para él. Le castigaba por no haber seguido su plan como ella le dijo. Terminó por encender el cigarrillo mientras el coche se marchaba, echando el humo rápidamente al aire antes de sonreír a su manera.

- Maldita mandona insoportable... ¿Por que sigo haciéndole caso? Ah... Si... Porque me gusta.










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