
Capítulo 9
—El generador y los motores funcionan —le informó Jungkook— tenemos que ahorrar combustible, así que sólo los encenderé por la noche un par de horas, y durante el día en caso que necesites el baño.
Jimin no pronunció palabra, y él lo miró. Jimin estaba
observando el vendaje que llevaba en el tórax y los moretones que tenía alrededor.
—Alguien te ha dado una buena paliza. ¿Qué pasó, te pillaron en
medio de una violación o un robo?
—Nada tan divertido. Sencillamente apuré demasiado la bienvenida —Jimin levantó la vista —una cuestión de mala suerte.
—¿Dónde te encontrabas para ser tan inoportuno?
Jungkook miró aquellos ojos provocadores a través del cristal
de las gafas. El color le recordó un buen whisky. Suave,
ligeramente ahumado y muy caro.
Jimin también tenía la madurez suficiente para saber en qué se
estaba metiendo, así que Jungkook cambió de opinión respecto a no tenerlo informado. Decidió contarle, no todo, pero lo
suficiente.
—¿Has oído hablar de André Cosella?
—No.
—Es el jefe del cártel de los Cosella y se dedica a pasar cocaína a Estados Unidos a través de las Bahamas.
—¿Eres miembro de un cártel?
Jungkook lo miró con atención y se dio cuenta de que Jimin
hablaba absolutamente en serio.
—¡Maldición, no!
—¿Esos traficantes están buscándote?
—Es muy probable.
Jimin cruzó los brazos y ladeó la cabeza.
—¿Porqué?
Jungkook decidió ofrecerle la versión abreviada.
—Porque me pillaron en su guarida sin invitación.
—¿Y?
—Y no supieron apreciar mi grata compañía.
—Estoy seguro de que estás acostumbrado a esa reacción —dijo Jimin mordaz.
Jimin se pasó la lengua por los labios, lo que provocó que
Jungkook se fijara en ellos. Jimin continuó:
—Pero no creo que eso sea todo.
—El hijo mayor de André Cosella ha sido asesinado.
Jimin bajó los brazos y Jungkook esperó a que le preguntara
quién lo había asesinado.
—¿Hay agua fresca?
Sin duda, Jimin había comprendido la situación. O era eso o era tan tonto que no lo pillaba.
—He llenado una botella y la he metido en la nevera —contestó—
todavía debe estar fresca.
Jimin dio media vuelta para irse, pero se detuvo de repente y
giró la cabeza para mirarlo con esos enormes ojos castaños por
encima de las gafas de sol.
—Supongo que no hay agua suficiente para ducharse.
—No. Tendrás que bañarte en el mar.
Jungkook oyó el suspiro de resignación y observó el balanceo de las caderas mientras Jimin se dirigía a la cocina.
Era exactamente igual a lo que se veía en las revistas y los
anuncios de televisión. Un chico caliente, promesas de sexo
húmedo y caliente desde la punta de los cabellos rubios hasta
la punta de sus pies. Mientras ese estúpido perro se iba tras él,
Jungkook se preguntó si Jimin sería tan osado como para
desnudarse delante de él y saltar al mar. Sería una buena
retribución después de haber quemado el yate y haberlo
dejado a la deriva en medio del océano. Jungkook no tenía
problemas en tener sexo con otro hombre, sexo era sexo ya
fuera con un hombre o con una mujer. Claro eso si era el
dominante, sino, ni hablar.
Jungkook tenía una empresa legal, aparte de trabajar en secreto para el gobierno, "Z Security", y tenía bastante trabajo cuando no se encontraba en una misión. Sus empleados eran miembros retirados de las Fuerzas Especiales de la Marina.
Tipos igual que él.
Se palpó las costillas. El dolor era una buena señal. Señal de
que seguía con vida. Encontrarse a bordo de un yate averiado,
con unas cuantas costillas rotas y en compañía de un fastidioso
modelo de ropa interior y su igualmente fastidioso perro no era nada. En realidad las había tenido peores, así que estas
inesperadas vacaciones en el Caribe no le venían nada mal.
***
Vestido solamente con un pequeño bañador color fucsia neón, Jimin asomó la cabeza a la puerta del baño y miró alrededor. Al comprobar que Jungkook no estaba pasó corriendo a la habitación y se puso una horrenda camisa que encontró con estampados de plátanos, cerezas y uvas verdes. Parecía una ensalada de frutas ahora.
El bañador era uno de sus primeros diseños y en su momento fue una revolución por lo pequeño y también por los colores neón que escogió para sus diseños. Las ventas habían superado sus espectativas y todavía era su mayor fuente de ganancias. No sólo era cómodo, sino que realzaba los atributos masculinos.
Sin embargo en esos momentos lo menos que deseaba era
resaltar sus propios atributos ante el pirata roba barcos.
Además el ladrón, Jungkook, podía ser tambien un asesino. Se
preguntó porqué eso no lo aterrorizaba, quizá porque aparte de atarlo y magullarlo no le había hecho ningún daño.
Pero más que miedo, tenía rabia e impotencia, y esta iba
creciendo. No importaba si él no había querido involucrarlo,
pero lo había hecho y ahora se encontraba allí con la
posibilidad real de morir junto a Baby en medio del océano.
Podría morir de hambre o deshidratación o lo más aterrador, en manos de los perseguidores de Jungkook.
Su única tabla de salvación sería continuar haciendo señales
con el espejo hasta que alguien lo sacara de ese maldito yate.
Registro el camarote en busca de protección solar, cuando lo
halló en el baño se embadurnó todo el cuerpo. Estudió su
imagen en el espejo. La camisa era horrorosa y además unas
tallas más grande. Suspiró resignado.
De repente oyó a Baby ladrar frenéticamente y el corazón le dio un vuelco. Salió corriendo con los prismáticos y el espejo.
Cuando llegó donde Baby sus esperanzas de ser rescatado se
vinieron al suelo.
Baby tenía la mirada clavada en la plataforma de baño. Soltaba
ladridos tan fuertes que lo levantaban del suelo. Jimin se acercó y miró hacia abajo. Ante él se abrió una magnífica vista de
Jungkook totalmente desnudo. Era obvio que no tenía ningún
reparo o pudor en bañarse desnudo delante de él.
Jungkook lanzó un cubo atado a una soga hacia el mar, lo sacó y
se echó el contenido por encima de la cabeza. El agua le corrió
por el cabello negro y le salpicó los anchos hombros, se deslizó
por encima de los bien definidos músculos dorsales y por la
columna. Las gotas le resbalaron por las nalgas y por la parte
trasera de los muslos hasta los pies. Jungkook sacudió la cabeza
rociando agua en todas direcciones.
Jimin dio media vuelta sintiéndose culpable de haber mirado. Sólo Dios sabía cómo se ganaba la vida ese tipo y que pecados había cometido, pero era innegable que tenía un cuerpo de los que aparecían en las revistas de deportes, o en los calendarios de desnudos.
Incluso con los moretones y con su evidente propensión al
crimen, era el tipo de hombre que haría que a las mujeres se le
mojaran las bragas haciendo caso omiso al letrero de peligro
que llevaba en la frente.
Jimin que no era tonto ni débil, no se sentía atraído por
hombres que lo retenían contra su voluntad y amenazaban a su
perro. Echó un último vistazo a tiempo de verlo enjabonándose
las axilas. Tenía tatuajes como un criminal, pero Jimin no podía
menos que admitir que tenía un culo estupendo.
Se sentó en el banco pensativo. Era difícil no haberse fijado en
la firmeza de su pecho y sus brazos. Era difícil no apreciar esos músculos aunque estuviera lleno de moretones. El había
trabajado con muchos modelos, y sabía que ese cuerpo sólo se
conseguía con mucho trabajo y dedicación.
Cuando Baby se quedó ronco de tanto ladrar tiró la toalla y
saltó al regazo de Jimin. El le ajustó su collar y lo acarició. (Baby era tan buen chico y se había portado tan bien en aquella pesadilla! Cuando los rescataran lo llevaría a su lugar favorito, el balneario canino, para que lo mimaran y lo hicieran sentir como un gran danés. El también se mimaría. Una mascarilla corporal de hierbas y un buen masaje muscular le vendrían de
maravillas.
Pensando en esto sus labios se curvaron en una sonrisa de placer.
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