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Capítulo 2

—Haga callar a ese perro o lo lanzaré por la borda de un
puntapié —contestó, en lugar de decirle que podía lanzarlo a él y su chucho al mar. Maldición, se estaba volviendo blando con la edad.

—¿Adónde está usted dirigiendo el yate?

Jungkook no le hizo caso. Echó un último vistazo a las luces que
se alejaban, a las borrosas boyas verdes de señalización y al
faro. Luego dirigió su atención hacia los mandos. Tenía unas
cuantas preguntas de su propia cosecha, pero tendría que
esperar para conseguir las respuestas. En ese momento había temas más importantes, como el de la supervivencia.

La adrenalina y el dolor le hacían temblar las manos, pero
gracias a su ilimitada fuerza de voluntad y a los años de
experiencia, consiguió templar el pulso. Hasta el momento no
había detectado que ningún barco lo siguiera, pero eso no
significaba gran cosa.

—Usted no puede, así, sin más, llevarse este barco. Tiene que
volver al puerto deportivo.

Si la cabeza no le hubiera dolido de esa forma y su cuerpo no
hubiera sido utilizado como saco de boxeo, incluso lo habría
encontrado gracioso. ¿Volver atrás, después del infierno por el
que había pasado?¿Devolver el yate despues de haberse
tomado todas esas molestias para robarlo? No había ninguna
posibilidad de eso. Hacer un puente a ciegas exigía mucho talento, Jungkook  había subido a cualquier barco que uno
pudiera imaginar. Cualquiera, desde un bote hinchable hasta
un submarino militar. Sabía utilizar un GPS e interpretaba los
mapas de navegación, uso del compás incluido. El problema
era que, en el estado en que se encontraban sus ojos, lo mejor
que era capaz de hacer en ese momento era intentar mantener
el barco rodeado solamente de agua.

—¿Quién es usted?

Esforzó la vista para detectar la luz dorada de los controles que
tenía delante y dirigió la mano hacia la radio. Falló y lo volvió a
intentar hasta que sintió los botones en la yema de los dedos. El ruido radiofónico inundó el ambiente y ahogó las preguntas del hombre. Ajustó el sintonizador hasta que la radio captó la comunicación de un operador marítimo con un barco de pasajeros y luego pasó a un canal no comercial. No encontró
nada fuera de lo normal y continuó buscando. Ningún canal
emitía ninguna información inusual, pero Jungkook no buscaba información habitual ni ordinaria.

—Tiene usted que llevarme a puerto. Le prometo que no le
contaré a nadie este incidente.

«Seguro que no lo harás, cariño», pensó Jungkook al tiempo que
intentaba verlo por encima del hombro. Pero no consiguió ver
nada, así que vovió a dirigir su atención a los mandos. Si ese
hombre cerrara la boca, por lo menos podría olvidarse de su
presencia.

Hacía doce horas que no se comunicaba con el Pentágono. En
su última comunicación les había informado de que no necesitaría un rescate ni más negociaciones. Los dos agentes de la DEA que buscaba estaban muertos, y llevaban bastante tiempo así. Poco acostumbrado a la tortura, obviamente habían sucumbido a manos de sus secuestradores.

—La gente se dará cuenta de que he desaparecido, ¿sabe? En
realidad, ahora mismo seguramente hay alguien que me echa de menos.

Tonterías.

—Estoy seguro de que alguien ya ha llamado a la policía.

La policía de las Bahamas era el menor de sus problemas. Se
había visto obligado a matar a José, el hijo mayor de André
Cosella, y a duras penas había conseguido escapar con vida.
Cuando André lo descubriera, se convertiría en un disgustado
señor de la droga.

—Siéntese y estese quieto

Aunque veía doble, fue capaz de distinguir las luces de un
velero que se dirigía hacia ellos por babor. No creía que los
Cosella hubieran encontrado el cuerpo todavía, y le parecía
improbable que el velero estuviera cargado de traficantes de droga, pero no se podía dar nada por sentado y, además, lo
último que necesitaba era que el hombre se pusiera a chillar
hasta desgañitarse.

Jungkook sintió, más que vio, que el hombre se movía y, antes
de que pudiera dar un paso, lo agarró por el brazo.

—Ni se le ocurra hacer una tontería.

Él chilló e intentó zafarse de él. El perro también chilló, para a
continuación saltar a cubierta y cerrar las fauces sobre el
pantalón de Jungkook.

—¡Quíteme las manos de encima!—gritó el hombre, y le dio un
golpe casi al mismo tiempo que él sentía un pinchazo en la
cabeza.

—¡Maldición! —Jungkook sujetó al hombre contra su pecho.

Tuvo que apretar las mandíbulas para aguantar el dolor que sentía en las costillas mientras intentaba agarrarlo por las
muñecas. El hombre se debatió, Jungkook reconoció que era hábil pero debilucho,
así que no era un contrincante para él. Con facilidad
consiguió sujetarlo con las muñecas cruzadas sobre el pecho  y lo apretó contra sí evitando sus codazos. El pelo, arremolinado
sobre su cabeza, le hacía cosquillas en la mejilla. Jungkook le explicó en qué consistía su indefensa sítuación:

—Sea un buen hombre y, quién sabe, a lo mejor consigue vivir
para ver como sale el sol.

Él se tranquilizó de inmediato.

—No me haga daño.

Era obvio que había entendido mal, pero Jungkook no se tomó
la molestia de corregirlo. No era a él a quien debería temer. No
tenía ninguna intención de hacerle daño, a no ser que le pegara otra vez. En esos momentos, la suerte estaba echada.

El velero se aproximaba deslizándose sobre las tranquilas
aguas que no eran más que una mancha borrosa para Jungkook, lo cual le hacía recordar su posición de debilidad.
Era incapaz de ver nada con nitidez. En ese momento la
oscuridad resultaba mejor para su vista que la luz, lo que
ofrecía ventajas y desventajas por igual. No necesitaba consultar a un médico para saber que tenía las costillas rotas y
por otro lado, estaba convencido de que encontraría sange en
la orina durante al menos una semana. Lo peor de todo era que
Cosella y sus hombres le habían quitado todos sus juguetes. Sus
armas y aparatos de comunicación. Se habían llevado incluso su reloj. No tenía ninguna herramienta con que defenderse, y si lo encontraban, Jungkook no sería otra cosa que un cerdo para
el matadero. Peor que un cerdo para el matadero. La mala
suerte le había enviado a un débil hombre civil, con su irritante perro. Jungkook sacudió la pierna y el bicho salió patinando por el suelo.

Baby Doll 😂

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