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Capítulo 18

No, Jimin no quería saber nada de marineros. En esa cocina, iluminada con toques de irrealidad, Jimin sólo quería saber cosas de Jungkook, el tipo que se había comido una cobra para desayunar.

-¿Tienes una novia en cada puerto?

-¿Una novia?

Baby subió al asiento y se enroscó al lado de Jimin.

-¿Había más de una? -qué Jungkook dijera que también había probado los hombres no quería decir que se casaría con uno.

-¿De verdad quieres saberlo?

¿Quería saberlo? Jimin había viajado casi por todo el mundo y había visto muchas cosas. Había experimentado también, pero de seguro que nada comparado con lo que había experimentado Jungkook.

-¿Porqué no?

-Muy bien, pero recuerda que tu preguntaste -Jungkook se inclinó hacia adelante y puso los brazos en jarras sobre la mesa. -Si eres un chico joven que pasa meses sin comerse un... -
se interrumpió -si te privas de ciertas cosas durante meses, al
final es eso lo único en que piensas. Cuando llegas a un puerto, tiendes a volverte un poco loco y no te importa si es mujer o hombre, siempre y cuando esté dispuesto a apagar tus ansias incontenibles de sexo placentero -hizo una pausa -lo siento, tal vez suena un poco grotesco.

Jimin se mordió el labio para no reírse. Tenía que admitir que
por lo menos había intentado suavizar la información. Jimin se
había relacionado con muchos fotógrafos malhablados, agentes
de dudosa reputación y playboys como para escandalizarse. El
hecho de que él no utilizara lenguaje vulgar no significaba que no lo había oído. Había oído cosas incluso peores de hombres
que pensaban que, porque era modelo de ropa interior, tenía
que gustarle que le susurraran obscenidades en la oreja.

-¿Y ahora qué eres mayorcito? -preguntó -¿También tienes
tendencia a volverte loco?

Jungkook se apoyó en el respaldo.

-Sí, pero ahora se como templarme -Jungkook dirigió la vista a los labios de Jimin -¿quieres conocer los detalles?

Jimin entreabrió la boca y una imagen de él le vino de repente a
la cabeza. Era una visión de los fuertes músculos de su pecho,
del vello oscuro que empezaba bajo su ombligo en ese vientre
plano y desaparecía bajo los calzoncillos mojados. Una visión
de cómo el algodón gris le marcaba sus nada despreciables
«dotes» . «Puedo demostrarte que estás equivocado» le había
asegurado él antes cuando hablaron del tamaño. Ahora, Jimin le creía.

Sus miradas se cruzaron, el aire se cargó de tensión sexual. Jimin la notaba cálida y vibrante en su entrepierna, como fuego. Y todo era su culpa. Había jugado con fuego y no sabía cómo apagarlo.
Jungkook levantó una ceja, como preguntándole si quería seguir jugando. Jimin no tenía dudas, que con alguien como Jungkook, tenía todas las de perder. Aunque Jimin no se consideraba especialmente prudente, tampoco se acostaba con un hombre que acabará de conocer.

Había perdido su virginidad a los diecisiete con un chico que se llamaba Rusty, y nunca lo había lamentado. A diferencia de otras personas, jamás había tenido una mala experiencia sexual, simplemente las había tenido con diferentes grados de placer, de normales a fabulosas. Tenía la sensación de que Jungkook caería dentro de la última.
Era momento de retirarse. Momento de cambiar el tema.

-¿Entonces dónde me dijiste que vivías? -le preguntó.

Jungkook esbozó una sonrisa.

Después de comer, Jimin le dijo que pensaba tomar un baño y Jungkook entendió inmediatamente que debía buscar ocupación en otro lugar en ese momento. Así que se entretuvo revisando el motor de la embarcación, lo que fue trabajo perdido. Con la frente y la nariz empapada de sudor se dirigió a la escotilla. Cuando la cerró vio el chal de Jimin y la camisa blanca encima de la silla. El mar se había calmado durante la última hora, y Jimin y el perro se encontraban en la plataforma
de baño. Jimin se había lavado el cabello, estaba sentado con
las piernas colgando y el pelo húmedo le rozaba el cuello.
Llevaba los boxers rosados. Se encontraba de espaldas a
Jungkook y sólo vio su espalda y unos hoyuelos el la parte baja
de ésta para terminar en un muy proporcionado trasero que lo
impactó directamente en la entrepierna.

Antes había estado a punto de besarlo, pero el ardor se había
hecho más intenso a lo largo del día. Sobre todo cuando habían
compartido la cena.

Inspiró con fuerza y entró a la cabina. Estaba atrapado. Jimin lo
estaba volviendo loco. Casi preferiría que lo insultara y lo
mirara de nuevo como si fuera un violador en potencia a que
clavase en él esos ojos marrones y le siguiera haciendo
preguntas sobre su vida sexual. Eso lo obligaba a recordar que
hacía bastante que no tenía sexo. Sólo con mirarlo le asaltaba la
imagen de sus manos subiendo por sus piernas interminables.
Park Jimin constituía una amenaza para su salud mental. Cada vez le resultaba más difícil mantener sus manos quietas y
recordar porque debía hacerlo.

De repente Baby apareció sentándose a sus pies.

-¿Qué necesitas?

Pero Baby parecía conformarse con estar a su lado. La pistola
de bengalas estaba al lado de la cola del perro, Jungkook la tomó.

No, no la utilizaría para señalar su posición a otro barco por mucho que Jimin lo hiciera enloquecer. Pero sería útil cuando se acercaran a alguna isla. Sindrome de Estocolmo. Jimin decidió que Baby tenía el sindrome de Estocolmo. Desde que Jungkook lo había rescatado del agua, el perro había desarrollado una especie de culto al héroe. Había establecido un vínculo con Jungkook sin esperar que éste diera su aprobación. Y desde allí, sentado en el sofá del salón, a Jimin no le pareció que esté vínculo fuera totalmente unilateral.

En la cocina Jungkook estudiaba un montón de mapas que había desparramado sobre la mesa y apartaba continuamente a Baby.

-¡Quitate de ahí, B.D.! -le ordenó mientras intentaba trazar una línea sobre un mapa.

Jungkook calculó algo en el sextante y trazó otra línea. El sol se había puesto y los motores estaban en marcha otra vez. La luz de la lámpara iluminaba el pelo de Jungkook y las orejas del perrito.

Jimin no sabía que pensar acerca del afecto que Baby le había cobrado recientemente a Jungkook. Él nunca había compartido ése afecto con nadie y tenía que admitir que estaba celoso. Pero al mismo tiempo, se alegraba que Baby hubiera encontrado compañía, aunque fuera temporal. Baby necesitaba la influencia de alguien un poco, por no decir bastante, más masculino que él, además se sentía aliviado que Jungkook ya no lo amenazara con comérselo o tirarlo por la borda.

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