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Capítulo 12

Jungkook despertó de repente, sin saber cuánto tiempo había dormido. El sol de la mañana brillaba en la superficie del agua. Percibió movimientos detrás de él. Supo que era Jimin sin necesidad de mirar. Bueno, no había nadie más en el barco.

Debido a la mala postura al dormir las costillas le dolían más, además tenía los músculos tensos. Jungkook tenía treinta y seis años, y durante los últimos años había forzado a su cuerpo al límite. Mientras más mayor se hacía, más lo resentía su cuerpo. Mientras hacía unas rotaciones de hombros oyó salir a Jimin y Baby. Él no le había dirigido la palabra todavía, así que Jungkook supuso que seguía molesto por lo del cepillo de dientes. Saltaba a la vista que era testarudo, así que lo dejaría en paz. No estaba de humor para escuchar sus insultos. Ahora que había salido aprovecharía de colarse en el camarote y descansar un poco.

Un agudo chillido desgarró la quietud de la mañana, y Jungkook se giró tan rápido que sintió como si le asestaran una cuchillada en las costillas. Inhaló con fuerza y corrió hacia donde Jimin justo a tiempo de verlo saltar por la borda. Cayó al agua y enseguida emergió tosiendo y llorando en medio de las olas.

—¡Baby! —llamó buscando frenéticamente con la mirada a su alrededor —Baby, ¿dónde estás?

La cabeza del perro salió a la superficie por un momento y volvió a hundirse, como una bola de pelo marrón a merced del mar azul.

—¡Mierda! —exclamó Jungkook mientras se quitaba la camiseta.
A pesar del dolor en las costillas y el entumecimiento de los músculos se arrojó al océano tras Baby Doll. Sintió el impacto del agua salada contra su cara y su pecho. Se sumergió tras el perro y lo agarró con una mano.

Cuando sacó la cabeza del agua, buscó a Jimin, pero no lo vio. El perro tosía y agitaba las patas frenético, tiritando. Jungkook estaba a punto de abandonar el perro y sumergirse en busca de Jimin cuando éste sacó la cabeza del agua.

—¡Baby! —gritó con la boca llena de agua.

—Lo tengo —dijo Jungkook mientras nadaba hacia él.

Jimin se giró y chapoteó hasta él. No sólo era un guerrero nefasto, sino que nadaba fatal. Con los ojos desorbitados, resollaba desesperadamente. Jimin estaba a punto de hiperventilar. Se agarró con fuerza a un hombro de Jungkook y estuvo a punto de hundirlo.

—¿Está bien, Baby? —consiguió preguntar mientras intentaba llegar al perro.

Una ola les pasó por encima de la cabeza y esta vez Jimin consiguió que todos se hundieran en un revoltijo de piernas y brazos. La rodilla de el chocó contra el costado de Jungkook, que abrió involuntariamente la boca, y se le llenó de agua salada. El perro le arañó el cuello mientras Jimin le apretaba la cabeza tratando de trepar por encima de él, como si fuera una boya. Jungkook lo agarró del brazo y consiguió sacar la cabeza del agua.

—Tranquilo —le dijo a Jimin, acercando el rostro al de él. Por un instante sus narices se tocaron y respiraron el mismo aire —tranquilo o te ahogarás.

Jimin abrió la boca y la cerró, quería decir algo, pero sólo emitió un sollozo.

—Puedo llevarlos a los dos hasta el barco, pero tienes que calmarte y dejarme a mi hacer el trabajo. No vuelvas a agarrarte a mí de esa forma y mantén tus rodillas lejos de mis cosillas —se quedó callado un momento— si me das un rodillazo en los cojones, tendrás que apañártelas solo.

Jimin asintió, el le acercó el perro y luego pasó un hombro sobre sus hombros por debajo de su brazo y se ancló en su pecho. Arrastró a ambos hasta la plataforma de baño del barco, pero debería haber sabido que Jimin no se lo haría fácil. Le dio una patada en las espinillas dos veces, le golpeó la mejilla magullada al girar para ver dónde iban y, en un intento de propulsarse, empezó a patalear dentro del agua y casi logra hundirlos de nuevo. Mientras alargaba el brazo para aferrarse a la plataforma, Jungkook juró que nunca volvería a lanzarse al océano para salvar a un modelo histérico y su estúpido perro.

Jungkook izó a Baby y lo depositó en la plataforma, luego alcanzó la escalerilla y la bajó para que Jimin subiera. Pero parecía tener los dedos sin tacto y no lo lograba, era patente la debilidad de sus músculos debido a que estaba hiperventilando. Le puso una mano en el trasero y lo impulsó hasta arriba. Ahora venía lo peor para él, subir con el dolor insoportable de sus costillas. Precisamente por eso el día anterior se había bañado con un cubo. Cuando subió supo que no se había equivocado en sus suposiciones, sentía un dolor insoportable en sus costillas. Se tumbó en la plataforma y se concentró en ralentizar su respiración para aminorar el dolor.

Jimin se sentó a su lado apretando a Baby contra el pecho mientras intentaba recuperar la respiración entre sollozos.

—Procura respirar por la nariz, aspirando el aire despacio, con suavidad.

Jimin lo miró como si hablara chino, con los ojos muy abiertos por el miedo.

—No pue...puedo...

—Túmbate con los brazos debajo de tu cabeza —le indicó Jungkook, apartándose para darle espacio. Cuando lo consiguió le dijo —cierra la boca y respira despacio por la nariz.

El perro le lamía la cara a Jimin que seguía tragando aire a bocanadas. Jungkook se sentó a horcajadas encima de las caderas de Jimin y le quitó al perro de encima, le puso las manos a ambos lados de la cara y lo miró a los ojos.

—Cierra la boca —le dijo otra vez.

—Voy... a desmayarme.

—Concéntrate en respirar solamente por la nariz.

—No...no...puedo.

Jungkook estuvo a punto de taparle la boca con la mano, pero cambió de idea por miedo de que ahora lo acusara de intentar asesinarlo.

Se dijo a sí mismo que no lo estaba besando, sólo lo estaba obligando a respirar por la nariz para que no se desmayara.

Jimin se puso tenso, aspiró una última bocanada de aire mientras él presionaba sus labios a los suyos. Luego sintió que le acariciaba las mejillas.

—Ahora relájate —le susurró, con la boca muy cerca de la de él.

Jimin le puso las manos sobre los hombros y Jungkook pensó que lo alejaría, pero no lo hizo. Lo miró con sus ojos marrones y de repente Jungkook sintió el calor de las palmas de sus manos en la piel. Una corriente de deseo inundó sus venas y le tensó la ingle.

Jungkook detestaba la debilidad, ya fuera por comida, drogas, bebidas o sexo. No le gustaba reconocer que tenía debilidades, pero si alguna tenía era esa. Debilidad por el sabor de unos labios suntuosos y la calidez de unas mejillas entre sus manos. Debía admitir que su olor, su piel y su cabello lograban enloquecerlo.

Jimin separó los labios como si quisiera hablar.

—Respira por la nariz —murmuró él otra vez con los labios rozando los de Jimin.

Jimin sabía a sol a sal de mar, y Jungkook se sentía casi en el cielo. No cabía duda de su debilidad por el calor y la tersura de un cuerpo lo estaba descontrolando, pero el siempre mantenía el control. Esta vez también lo conseguiría.

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