Capítulo 6
Mis oídos se deleitan al escuchar su voz a la par de mis manos, que sudan con descontrol. Desvío la mirada hacia el suelo mordiéndome el labio interior de forma quisquillosa; siento como mi saliva pasa a través de mi sistema cuando trago lo más fuerte que puedo, para volver a él y encontrarlo en la misma posición que estaba hace unos segundos.
-¿Te quedaste muda, Hayla?- cierro los ojos y muevo la cabeza saliendo del trance en el que estaba.
-Emm... No... emm- no sé qué mierda me pasa, cada vez que intento que una palabra salga de mi boca me pierdo en su figura. ¡Maldición!
-¿Padeces de insomnio, Hayla?- vuelve a hacer la pregunta que me había hecho anteriormente y mi cuerpo se tensa al ver como su cabeza se inclina hacia adelante abriendo los ojos lentamente y es ahí cuando mis pupilas se inundan con el gris llamativo de sus ojos lo cual hace que me pierda por unos segundos en ellos.
-No -respondo luego de unos segundos teniendo toda su atención-Solo fue un mal sueño.
Bueno, no catalogaría el sueño que tuve como "un mal sueño", ya que precisamente malo no era, pero bueno, tenía que darle una respuesta.
Desvío la mirada hacían varios puntos a mi alrededor, por el hecho de que él solo me vea a mí y eso me inquieta.
-¿Pesadillas? -volteo a verlo cuando vuelve a hablarme.
-Algo así -digo y en ese momento el recuerdo hace que pierda el norte, así que respiro profundo para que se vaya esa imagen de mi cabeza.
-¿Siempre sales al jardín cuando tienes pesadillas? -pregunta y la verdad es que no se a que se debe todo su interés, no me soporta y yo, no lo soporto ¿Por qué ahora le interesa lo que hago?
-En ocasiones -me limitó a decir.
-¿Por qué estás en el jacuzzi a estas horas? -no me doy tiempo ni a procesar lo que digo, ya que las palabras salen de mi boca como ferrocarril sin freno.
-Porque soy el dueño -ruedo los ojos ante su estúpida respuesta, ya se había tardado -Y puedo estar aquí a la hora que quiera.
No respondo, puesto que no se merece que gaste mi saliva diciéndole que nada aquí es de él, sino de su padre, además que en una cosa él si tiene razón, yo siempre voy a salir partiendo.
-¿Por qué salir al jardín y no quedarte en el cuarto conciliando el sueño?- rompe el silencio luego de unos segundos.
Tomo un poco de aire fresco y miro hacia el cielo lleno de estrellas antes de responder su pregunta.
-Esto... -volteo a verlo y siento un pinchazo en el estómago cuando lo encuentro mirando mi rostro detalladamente- Esto me relaja, es reconfortante, el aire fresco... el cielo iluminado por pequeños puntos que brillan y le dan vida a la noche, simplemente es algo que me da paz.
-Ahí está mi respuesta- volteo a verlo confundida cuando lo escucho, se me había olvidado prácticamente que él estaba aquí.
-¿Qué?-le digo.
-Me preguntaste el por qué estaba en el jacuzzi a estas horas... Pues, esa es mi respuesta, esto me da paz y sobre todo me relaja.
-Y ¿no tienes frío?... O sea estas...-detengo la frase para mirar su cuerpo de arriba hacia abajo y trago grueso cuando vuelvo a sentir ese cosquilleo palpitar en mi interior.
-¿Cómo estoy, Hayla?-mis ojos se desvían a su rostro. Siento como mis mejillas se enrojecen al notar un doble sentido en su pregunta y una media sonrisa en su rostro aparece, haciéndose ver demasiado sexy.
¡Oh mierda, no! ¡Basta ya!
Me obligo a borrar todos esos pensamientos de mi cabeza y me centro en terminar la frase que dejé a medias.
-O sea estas... con el pecho descubierto en plena madrugada, podrías resfriarte- oigo la risilla que viene de su parte y la ignoro hasta que él se decide hablar.
-Estamos en pleno verano, Hayla.
-¿Y qué?-pregunto mientras observo cómo decide deleitarme mojando sus labios con la lengua.
-No soy friolento, Hayla más bien soy caluroso, muy caluroso - percibo la maldad en su voz y veo la perversión en su mirada, la piel se me eriza en ese momento al sentir como una leve brisa corre cerca de mi nuca.
Decido quedarme callada por unos segundos y no responderle a sus insinuaciones, hasta que él rompe de nuevo el silencio.
-¿Te gustaba la astronomía? ¿no? Digo, por eso te gusta observar las estrellas y toda esa mierda.
Toda esa mierda, voy a fingir que no escuché esa parte. Pero bueno la verdad es que sí, me gusta mucho todo lo que tiene que ver con las estrellas, constelaciones, meteoritos, la luna y todos esos fenómenos que abarcan la astronomía. De pequeña tenía un telescopio óptico que el señor Alex tuvo la amabilidad de regalármelo por mi octavo cumpleaños. Lo que se me hace interesante es que Magnus aún tenga conocimiento de ello, ya que cuando el señor Alex le preguntó que si se acordaba de mí, él le respondió que no.
-¿Pensé que no te acordabas ni en lo más mínimo de mí?- le pregunto con autosuficiencia.
-Y la verdad es que no lo hago, solo guardo esa información porque nunca se me va a olvidar la satisfacción de verte llorar mientras que yo rompía tu telescopio. Por cierto, perdón por eso.- aprieto los puños al ver la sonrisa cínica que tiene pintada en su rostro y sí, el cabrón de Magnus fue el que me rompió el telescopio. No me acuerdo mucho de lo que pasó, ya que en ese entonces era solo una niña, pero sí tengo recuerdos de ese día y no son para nada agradables.
- No me acuerdo mucho de eso-Me limitó a decir entre dientes.
-Que mal-dice fingiendo una cara de lástima para luego volver a reincorporar una sonrisa a su rostro-Yo me acuerdo de cada detalle.
Respiro tres veces para no ir en sima de él y sacarle esos bellos ojos que tiene, la rabia corre por mis venas cuando por mi cabeza empiezan a aparecerse imágenes de ese momento. Él sabía que el telescopio era importante para mí y aun así no le importó romperlo, pero bueno, supongo que ahora ya no importa, ya que con él tengo muchos más recuerdos como ese.
-Que bien por ti-digo con una sonrisa hipócrita-Bueno, creo que la paz se ha esfumado aquí así que vuelo a dentro.
Digo para luego voltearme y salir corriendo de ahí, pero su voz resonando nuevamente en mis oídos hace que me detenga.
-No he dicho que te puedas ir todavía-tomo aire antes de volver a mirarlo.
- No necesito tu permiso para volver a la cama, si has visto el reloj son más de la 13:00 de la madrugada, por lo tanto, es horario de descanso, al menos para mí.- digo soltando todo lo que tengo acumulado y observo como una ligera sonrisa aparece en su rostro, y, ¿ahora que le da tanta gracia?..
-¿Al menos despídete como se debe, no? -. Se levanta y sale del jacuzzi ofreciéndome una vista de su ancha y robusta espalda. Mi cuerpo se tensa al contemplarlo; giro la cabeza ligeramente y mis ojos inevitablemente se desvían hacia su trasero, cubierto por la tela húmeda del bóxer. Inhalo profundamente mientras recorro con la mirada todo su cuerpo, mientras él sale del jacuzzi y toma una toalla blanca de la tumbona cercana, envolviéndola alrededor de su espalda para cubrirla y secarse. Mis ojos se pierden en él mientras se acerca, y trato de contener la respiración al sentir su presencia frente a la mía.
-¿Siempre te vas a ir así?-Su pregunta me deja sin palabras, sin una respuesta clara, confundida sobre a qué se refiere exactamente.
-¿Qué?-Murmuro en un susurro apenas audible, sabiendo que me escucha claramente ya que estamos a menos de un metro de distancia.
-¿Siempre te vas a ir sin despedirte? Frunzo el ceño al escuchar su pregunta. -Eso es muy descortés, Hayla.
Su pregunta me toma por sorpresa, sin comprender su intención o qué espera escuchar de mí. Opto por guardar silencio, dejando que los segundos transcurran mientras él se retira, dedicándome una media sonrisa antes de pasar a mi lado izquierdo, rozando su brazo con el mío. Escucho atentamente sus últimas palabras.
-Buenas noches, Hayla.- su cercanía intensifica la tensión en mi cuerpo al detenerse justo a mi lado.
Giro lentamente mi cabeza para encontrarme con su mirada y simplemente respondo, "Buenas noches" deseando fervientemente que se marche y termine esta incómoda situación.
-Que sueñes con el diablo, después de todo, los ángeles siempre terminan cayendo-sus últimas palabras cortan mi respiración. Mis pupilas alcanzan su límite frente a la intensa presión de sus ojos sobre los míos. Opto por no decir nada más y le permito continuar su camino.
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Observo mi reflejo en el espejo del baño y me sonrío a mi misma al ver el resultado que quería. Mi cabello lacio con varias ondas en las puntas cae sobre mis hombros y mi conjunto de ropa combina muy bien. Traigo un top color azul pastel de mangas largas el cual queda bastante ajustado a mi cuerpo, un pantalón de mezclilla que me queda un poco holgado y unos zapatos blancos con algunos detalles en azul combinado perfectamente con el top.
Salgo del baño para encontrarme en mi cuarto y alcanzo el bolso que esta sobre la cama, tomo su tira y me la coloco sobre el hombro, meto mi teléfono en la bolsa, mientras que voy saliendo de mi alcoba.
Camino entretenida por el pasillo cerrando la bolsa, pero siento como chocó contra algo o más bien alguien.
O no, otra vez no
Mis ojos van hacia arriba viendo a la persona con la que he chocado.
-Deberías tener más cuidado, Hayla-me dice con su usual porte de ejecutivo y su cara seria.
¿Han visto la serie "The Witcher", interpretada por Henry Cavill? Si la han visto, imagínense un Geralt, de cabello castaño oscuro, con unos profundos e intensos ojos grises y con el maldito humor de Shek, el de la película animada, así exactamente es él.
-Emm... Si lo siento, tendré más cuidado.-le digo para no alargar más la conversación y de un momento a otro me empiezo a sentir un poco incómoda cuando sus ojos se pasan por todo mi cuerpo, observándome con curiosidad.
-¿Vas a alguna parte?-me pregunta viendo de nuevo mi atuendo.
-Voy... a salir con un amigo-decido decir la verdad, ya que creo que para él con quien salga o deje de salir es irrelevante.
-Bueno, espero que la pases bien, Hayla-dice haciéndose a un lado para que pase-Y ten cuidado para la próxima.
-Lo tendré, Ierek-le digo y lo observo subir una ceja así que me rectifico-Señor Ierek.
Él asiente con la cabeza y sigue por el pasillo mientras que yo, hago lo mismo.
Ierek es el hijo mayor de los Rabell y podría decir que Magnus es el vivo reflejo de su hermano, serio, prepotente, engreído y hasta en el físico se parecen, si no es porque sé que Ierek es el mayor podría llegar hasta pensar que son gemelos. Solo hay una diferencia entre ellos dos y es que Ierek a pesar de toda su prepotencia es una persona respetuosa y sabe controlar sus impulsos, además que impone respeto y se lo gana, en cambio, Magnus exige respeto sin hacer nada para ganárselo, es impulsivo y casi siempre se deja llevar por sus emociones negativas, no sabe controlarse y se la pasa alardeando de lo poderoso que es, algo que lo diferencia mucho de Ierek, ya que el sí sabe lidiar con sus emociones y da sus pasos por debajo del agua sin que nadie se entere o se dé cuenta de cuán poderoso es.
Llego a la puerta de servicio y la abro para salir de la mansión, camino por los bellos jardines de la mansión Rabell hasta llegar al sendero de la entrada y en ese momento disminuyó el paso cuando veo como abren las rejas de la entrada principal y un Lamborghini negro con descapotable aparece en mi campo de visión, suelto un bufo cuando veo quien conduce el auto y mi cuerpo se tensa mientras camina, acercándose más al auto. Observo a la chica que viene en el asiento de al lado, es morena, de pelo riso y una encantadora sonrisa, dejo de concentrarme en ella cuando me doy cuenta de que le está hablando y Magnus no le está prestando atención a nada de lo que le dice, en ese momento sus ojos se encuentran con los míos y una extraña sensación se acumula en mi estómago haciendo que no quite la mirada de la suya en ningún momento y de repente me cae el golpe de realidad, que hay un chico maravilloso y que me gusta esperándome afuera.
Rompo el hilo por el que estaban conectados nuestros ojos y sigo mi camino sin distraerme de nuevo, hasta llegar a las rejas.
Alcanzo a ver a Zack recostado en el asiento de la moto con una sonrisa en el rostro, esperando a que llegue hasta él.
Cuando lo alcanzo, soy recibida con dos besos en las mejillas por su parte.
-Hola -lo saludo.
-Estás hermosa -sonrío y no tengo que verme en un espejo para saber que tengo las mejillas coloradas.
-Gracias.
-Bueno, espera aquí -dice él y rodea la moto para tomar uno de los cascos.
-¿Vamos a ir en moto? -sé que es una pregunta tonta, pero de todas maneras tengo que asegurarme.
-Sí -afirma él, y yo lo miro como si tuviera tres cabezas.
-No me voy a montar en esa cosa -digo con desidia, aunque por mi sonrisa no lo parezca.
-Oh, sí lo harás, Spellman; ten -Zack me lanza el casco y hago todo lo posible para alcanzarlo y que no caiga al suelo.
Veo cómo él se coloca el otro casco en su cabeza y sube a la moto, arrancando el motor.
-¿Te quedas, Hayla? -miro el casco y luego a él, un poco indecisa. Veo cómo Zack me hace un gesto con la cabeza de "vamos" y solo me queda soltar un suspiro frustrante porque él ha ganado.
Al diablo con todo.
Me pongo el casco y me subo en la moto, entrelazando mis manos en su dorso.
Es mi primera cita con Zack y he decidido olvidarme de todo; hoy solo somos él y yo.
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-¡Woooooooow!-Nunca pensé que montar en moto fuera tan divertido. Esa adrenalina que sientes en el cuerpo, el aire chocando en tu cara y la sensación de ir tan rápido hacen la experiencia más excitante y grandiosa. Esto es increíble. Siento cómo mi pelo danza en el aire y escucho la risa de Zack al verme como una niña chiquita. Alzo una de mis manos, sonriéndole a la vida porque esto es vida; estos son los pequeños momentos felices para recordar. Le doy muchas gracias a Zack por haberme hecho vivir esta experiencia.
Porque experiencias como estas valen la pena.
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-¡No voy a subirme en esa cosa!-le digo a Zack, observando con horror la montaña rusa que tengo frente a mí.
-¿Olvidaste qué pasó la última vez que dijiste eso? -volteo a ver a Zack, que está a mi lado con una sonrisa en el rostro y llevándose un pedazo de algodón de azúcar a la boca.
Vuelvo a mirar la montaña rusa mientras da vueltas de arriba abajo y hasta aquí se escuchan los gritos.
Pero a mí no me importa, porque Zack volvió a hacerlo. Lo miro con una sonrisa que indica que sí lo haré.
***
-¡Esta cosa me encanta! -grito para que Zack pueda escucharme, ya que todos los gritos de las personas que están montadas en la montaña rusa opacan mi voz.-¡Le tengo miedo, pero me encanta!.
-¡Lo sé, Spellman! -me giro para ver a Zack a mi lado, y en ese momento los dos gritamos cuando la montaña rusa cobra velocidad y nos deja de cabeza en algunas ocasiones.
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-¡Vamos!-siento cómo Zack me toma de la mano para caminar entre las personas que están en la feria y llegar hasta uno de los juegos. El juego consiste en que pagas y te dan tres anillos. Con esos tres anillos, debes intentar encajar uno en alguna botellas desde cierta distancia. Si ganas, te llevas algún juguete de peluche; si no, te vas con las manos vacías.
-¿Jugamos? -me pregunta Zack y yo asiento con la cabeza. Me apresuro a abrir la cartera para sacar el dinero, pero Zack me detiene de repente.
-Oye, tranquila, yo pago.
-No, Zack, ya has pagado por todos los juegos. Es justo que al menos yo pague este, ¿vale? -hago pucheros al chico de enfrente para que acepte mi propuesta, hasta que finalmente acepta.
-Está bien- acepta mientras que yo abro mi bolso y saco el dinero para entregárselo al chico del juego.
-Dame seis anillos, por favor.
Le pido al chico y él hace lo indicado. Entrego tres de los anillos a Zack, y yo me quedo con la misma cantidad.
-Las damas primero-me dice Zack, dándome espacio para posicionarme y hacer el lanzamiento.
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Soy un vil fiasco, no sirvo ni para lanzar un anillo y hacerlo caer en una de las botellas. Ya he gastado mis tres anillos y ninguno dio en el blanco. Ahora es el turno de Zack; ya acertó en los dos primeros tiros y solo le queda el último.
Observo cómo se concentra, visualizando la trayectoria del anillo. De repente, lo suelta al aire y una oleada de satisfacción y alegría invade mi pecho al ver que Zack ha dado en uno de los blancos.
-¡Ganaste!. -le grito con emoción.
-¡Gané!.-él exclama con el mismo entusiasmo que yo, y los dos celebramos como si acabara de ganar un Óscar.
En medio de la alegría del momento, me embarga la locura y lo abrazo. Las risas se van apagando a medida que me separo de su pecho y me encuentro con su rostro. Sus labios están a centímetros de los míos y su aliento palpita en mi boca. Mis manos comienzan a sudar y sé que debería apartarme, pero no quiero. Él apoya su frente contra la mía, sintiendo cómo nuestras narices se rozan. Justo cuando estoy a punto de acercarme, una tercera persona interrumpe con su voz.
-Elige tú-observo todos los peluches disponibles y veo que uno me llama especialmente la atención. Es un oso con un corazón rojo entre sus manos y un sombrero del mismo color.
-Me gusta ese- señalo cuál es el que deseo, y el chico lo toma rápidamente para entregarnos el peluche.
-Muchas gracias-mi compañero es el primero en reaccionar y coge el oso en sus manos.
Zack se acerca a mí y me ofrece el peluche con una sonrisa tranquilizadora, lo cual es un alivio para mí, ya que no quiero sentirme incómoda con él solo por un intento fallido de beso.
-Supongo que esto es tuyo-me dice refiriéndose al peluche. -Te dije que lo ganaría.
-Muchas gracias, Zack- le devuelvo la sonrisa y tomo el oso en mis manos. -De verdad, gracias.
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