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Capítulo 16

Al transcurrir unos minutos, Maya se integró al grupo con un joven llamado Pavel, que al parecer era su compañero. Habíamos estado hablando de la fiesta, que había sido un verdadero éxito. Aproveché para darle a Ari mi regalo, el mismo, le encantó, y no dudó en lucirlo de inmediato.

-¿Oye, Zack, es cierto que trabajas en el mismo restaurante que Hayla como chef?- interrogó Maya al chico.

-Sí, en efecto- respondió amablemente Zack.

-Es el mejor chef del restaurante- agregué, halagándolo.

-Pues, si eres el que hace esas sopas deliciosas y el risotto de mariscos, dímelo. Lo siento, Hayla, pero te vas a quedar sin acompañante. - bromeó Elien, y todas estallamos de risa.

-Algunas de las recetas las hago yo...- aclaró Zack.

-Buenas a todos, parece que el ambiente por aquí está muy animado.- se unió Luciano a nosotros, pasando el brazo izquierdo por encima de los hombros de Ari. -¿Cómo está mi cumpleañera?.

Le tomó el mentón y le dio un beso en los labios. Tal vez los demás no lo notaron, pero yo sí me percaté de cómo Ari se tensó y su sonrisa perdió un poco de fuerza.

-Hablábamos con Zack, el acompañante de Hayla.- se recuperó rápidamente y presentó al joven que estaba a su lado. -Zack, él es mi novio, Luciano.

-Mucho gusto- le extendió la mano, y Luciano, por suerte, la estrechó sin ningún problema.

-¿Así que eres la pareja de Hayla?- indagó el recién llegado.

-No...- respondí ágil para evitar malentendidos.

-Hayla y yo solo somos amigos- hizo una pausa Zack y volteó a verme con sus iris marrones brillando. -Por ahora.

-Zack...-le di un manotazo suave en el brazo y después una sonrisa tímida.

Ese último comentario hizo que mis ojos se abrieran como platos, sintiendo un cosquilleo en mi interior al escuchar las risas de mis amigas.

-Vale, nos quedó todo claro- habló con picardía Ariana.

-Chicos, deberíamos ir a bailar, esta canción me encanta- interfirió Maya, le agradezco internamente por haberlo hecho y sacarme de esa situación.

-Estoy totalmente de acuerdo. ¿Vamos para la pista, amor? Todavía no hemos compartido un baile.

Ari respondió con una sonrisa forzada, sin otra opción que aceptar. Mi mente divagaba, preguntándome qué sucedía con ella. Había estado tan centrada en mis asuntos que había olvidado preguntarle cómo iba su relación y si había vuelto a quedar con Luka. Con él también había interactuado poco esta semana.

La centro del salón se llenó de gente, las chicas también se arimaron, incursaron en el tumulto moviendo sus cuerpos al ritmo de la música. Solo quedamos nosotros dos, el joven que me trajo y yo.

-¿Así que por ahora?- bromeé- Quiere decir que, a medida que pase el tiempo, ya no seremos amigos?.

Intenté mostrar indignación, pero mis labios me traicionaron formando una leve sonrisa que traté de contener. Él se acercó, quedándose a centímetros de mi rostro.

-En efecto, quiero ser mucho más que un amigo para ti, Hayla.- dijo, sus palabras me hicieron tragar saliva.

No entendía por qué me sentí incómoda al escuchar su confesión. Sabía exactamente lo que Zack quería, pero escucharlo de forma tan directa me incomodó. Me gustaba, me sentía a gusto con él, me hacía reír, divertirme y a veces lograba ponerme nerviosa con sus comentarios, pero me faltaba algo, algo que él no poseía.

- Creo que deberíamos bailar- comenté intentando evadir lo que ha dicho.

No le di la oportunidad de oponerse o aceptar, simplemente lo tomé del brazo y lo llevé hacia el centro del salón. En ese momento, como si el destino quisiera jugarme una broma, la música animada se apagó y fue reemplazada por una melodía lenta y romántica, típica de las películas adolescentes donde la protagonista tiene que bailar pegada al chico que ama. ¿Podría Zack ser ese chico en mi historia? No lo sé, pero sentí cómo una de sus manos se posaba en mi cintura, atrayéndome hacia él, mientras con la otra entrelazaba nuestros dedos y comenzamos a movernos lentamente, al igual que las demás parejas.

Apoyé mi mentón en su hombro y, atras de su espalda, divisé la causa de mis inquietudes esa noche. Respiré hondo al sentir su mirada intensamente avasallando la mía. Él estaba sentado en uno de los sofás, con un vaso de whisky en la mano. No podía apartar la vista de él mientras llevaba el cristal a sus labios y daba un pequeño sorbo.

Intenté desviar la mirada con cada giro que dábamos, pero era imposible; cada vez que Zack se giraba quedando de espaldas a Magnus, mi atención se iba hacia él. Para evitarlo, apoyé mi cabeza en el pecho del chico que me sostenía y cerré los ojos, dejando escapar un largo suspiro mientras continuábamos moviéndonos.

-Mi presencia te distrae demasiado mientras bailas con tu cocinerito.-su voz llegó a mis oídos y abrí los ojos de golpe.

Ya no estaba en los brazos de Zack, sino en los de aquel insoportable que me hacía perder la cordura. No entendía cómo había terminado allí, envuelta en su pecho firme, solo sabía que me gustaba, me gustaba mucho. A pesar de que intentaba escuchar a la razón, sus ojos grisáceos me atrapaban, dejándome sin aliento. Su nariz rozó la mía de manera suave y cariñosa antes de acercarse a mi oído.

-Son mis besos por los que tus labios ruegan, pequeña Hayla -su susurro me hizo estallar.

No pensé en nada más y tomé su nuca para acercar su boca a la mía. Lo deseaba, quería sentir su sabor en mis labios; no me importaba el futuro, solo el presente. Nuestras lenguas jugaron juntas. Fue un beso suave; aunque anhelaba más intensidad, él mantuvo el mismo ritmo, y supe que algo no estaba bien. Al finalizar el beso, nos separamos lentamente y abrí los párpados, la imagen de Magnus se disolvió, solo quedando el brillo marrón de los ojos de Zack.

¿Qué demonios había hecho? Tuve que tragar varias veces para asimilar lo que acababa de suceder: <<He besado a Zack imaginando que era Magnus>>. En ese momento, me sentí la persona más horrible del mundo. ¿No era suficiente con que él me atormentara en mis sueños? No, al parecer no lo era, porque estaba en mi mente, desbaratando cada pensamiento racional que tenía instalado en mi sistema.

Los ojos de mi compañero de baile estaban tan abiertos que parecían dos grandes ruedas de auto. Se notaba su confusión, y no era para menos; lo había besado sin previo aviso.

-¡Vaya! No me lo esperaba -dijo él riendo-, pero me gustó.

Zack parecía haber recuperado la compostura, mientras yo aún estaba aturdida por lo que acababa de ocurrir. Sentí la necesidad de dirigir mi mirada hacia el causante de mis pesadillas, que se estaba levantando de su asiento, para luego recorrer una trayectoria. Lo seguí con la mirada hasta que traspasó una puerta, saliendo del salón. Zack giró la cabeza para ver qué captaba tanto mi atención, pero afortunadamente, Magnus ya no estaba.

-Lo siento por haber hecho eso.-finalmente logré salir del estado en el que estaba atrapada.

-No te disculpes por besarme; créeme, más bien deberías pedir perdón por no haberlo hecho antes. -su comentario me hizo sonreír.

Eso era lo que me encantaba de Zack; sin importar cuán incómoda o embarazosa fuera la situación, siempre tenía una frase lista para hacerme reír.

                              ₹¥₹¥

Después de un largo rato de baile, regresamos a nuestros asientos. La gente seguía muy animada, disfrutando de las bebidas y los camareros se movían por la sala como si fueran bailarines expertos. Los invitados se encontraban en grupos conversando, otros se lanzaban sobre el buffet, llenándose la boca con los postres que habían en la mesa, y algunos, ya un poco ebrios, se dejaban llevar por el ritmo de la música.

-¡Chicos, acérquense! Es hora de cantar "Felicidades" y cortar el pastel. -anunció Ari con entusiasmo, su voz resonando en todo el lugar mientras sostenía un micrófono.

Escuché otro sonido en el aire; al voltear, me di cuenta de que era el teléfono de Zack. Me pidió disculpas porque tenía que atender la llamada y le dije que no había problema. Así fue como se alejó, perdiéndose entre la multitud.

Nos reunimos alrededor de la mesa donde estaba el pastel de tres capas, que se veía delicioso. Luciano se acercó a Ari y le pidió el micrófono, que ella le pasó. Su voz comenzó a resonar en el ambiente.

-Antes de que cantemos "Felicidades" a esta hermosa chica, quiero dedicarte unas palabras, amor. - mi atención estaba puesta en Ari, notando su ansiedad y la sonrisa forzada que mostraba a todos.- Estos últimos años me has hecho el hombre más feliz del mundo. No cambiaría ni un solo momento contigo por nada. En un día como hoy nació la mujer de mi vida, el alma que estaba destinada a unirse con la mía. Quiero brindar por eso, quiero brindar por Ariana Rabell.

Todos comenzaron a aplaudir y levantaron sus copas para brindar. Luciano se acercó a ella y le dio un beso en los labios; Ari parecía feliz, aunque un poco tensa. Desbloqueó su teléfono por un segundo para mirar la pantalla antes de apagarlo.

El aroma que se filtró en mis fosas nasales me hizo estremecer; <<Estaba cerca>>. Su fragancia se instaló en mi nariz, era tan agradable que tuve que cerrar los ojos por un momento, inhalando aquella exquisita esencia. Su loción resultaba adictiva.

-El vestido te queda mucho mejor de lo que imaginé.- mi corazón dio un estruendo, resonando con un latido inesperado, fuerte como un tambor. - Y créeme, Hayla, me lo he imaginado innumerables veces, especialmente cómo sería quitártelo.

Su presencia estaba justo detrás de mí, tan cerca que podía sentir el calor de su aliento acariciando mi piel con cada susurro.

-Sigue imaginándolo; es el único lugar donde podrás experimentar esa sensación.

No escuché respuesta de su parte, así que giré el cuello para mirarlo por encima del hombro y allí estaba, tan perfectamente cautivador, ahora podía verlo de cerca. El traje borgoña le sentaba aún mejor de lo que se veía a distancia. Su rostro mostraba una sombra de sonrisa cínica y sus ojos no estaban en mí, sino al frente, observando cómo Ari partía el pastel a medida que la melodía de feliz cumpleaños se filtraba en el lugar. No podía dejar de repararlo, intentando descifrar algo en su expresión, pero solo encontraba la arrogancia de un prepotente.

-Yo tú, no estaría tan segura de eso - finalmente dirigió su atención hacia mí- teniendo en cuenta cómo me miras.

-¿Y según tú, cómo te miro?- pregunté en un débil intento de defenderme.

-Como si quisieras que te besara.- contuve el aliento ante su respuesta y exhalé lentamente al sentir sus nudillos rozar mi espalda, jugando con las tiras cruzadas que la sostenían, provocando una tormenta de rayos y truenos bajo mi piel.

-Estás delirando.- fue lo único que logré decir mientras volteé hacia el frente. Sentía la necesidad de hacerlo, temía que confirmara lo que acababa de leer en mis ojos.

Por más que intenté alejarme, no pude; sus dedos acariciando mi cuerpo eran una mezcla tortuosa y placentera.

-Tú eres la causa de eso.- murmuró en mi oído, tan cerca que tuve que mirar a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos observaba. Por suerte éramos unos de los últimos entre toda la multitud.

-Me pregunto- su tono eclipsado volvió a inundar el ambiente mientras apartaba algunos mechones de cabello que cubrían mi oído- ¿qué pensará el camarero al ver cómo tus ojitos cafés arden cada vez que me miras?.

-Zack no es ningún camarero.- respondí con molestia, alejándome de inmediato al prever que estaba a punto de volver a escupir veneno.

-Su traje sugiere lo contrario, al igual que sus acciones- no logro entender lo último que acaba de decir.

-¿A qué te refieres?

-Ha traído mi bebida favorita a la fiesta .- sentí un sacudón en el pecho. Fue un momento fugaz, como el destello de una estrella cruzando el cielo nocturno, dejando una estela de asombro y nervios a su paso- y planeo beberla toda, sin dejar ni una gota.

Justo cuando estoy a punto de abrir la boca para objetar, una tercera persona interrumpe nuestra conversación.

-Hayla- Zack se acerca y mi cuerpo se tensa al encontrarme en esta situación tan incómoda.

El rostro de Magnus cambia rápidamente; su sonrisa juguetona desaparece, siendo replazada por una expresión áspera.

-¿Pasa algo?- interroga el chico, visiblemente confundido. Es evidente que ha notado la tensión en el ambiente.

Las palabras de Magnus resuenan en mi mente: <<¿qué pensará el camarero al ver cómo tus ojitos cafés arden cada vez que me miras?>> No podía ser, no podía ser tan evidente.

-Por supuesto que no.- intenté esbozar una sonrisa- ¿Cómo te fue en tu llamada?

-Bien, era Lily; estaba preocupada por mí y quería saber a qué hora regreso a casa.- a pesar de que Zack se centraba en mí, no podía evitar darle miradas furtivas a Magnus, quien solo se dedicaba a observarnos a ambos.

-Emm...- No supe qué decir ante el silencio que se instaló- Magnus, él es Zack, compañero de trabajo y mi acompañante.- no tuve más opción que presentarlos- Zack, él es...

-Magnus Rabell, hermano de la cumpleañera y jefe de Hayla en la mansión.- lo fulminé con la mirada tan pronto como escuché esas palabras.

-Un placer conocerte.- dijo Zack, extendiendo la mano para estrecharla, pero Magnus solo le dedicó una mirada altanera, ignorando su gesto por completo. Volví a mirarlo mal, pero él no mostró ninguna reacción.

-Me retiro, os dejo solos.- fue lo único que dijo antes de marcharse. <<¿Por qué tienía que ser tan jodidamente egocéntrico e insufrible?>>

El chico a mi lado retiró la mano con el ceño fruncido; estaba claro que no comprendía lo que acababa de suceder.

-Parece que no le caigo bien a tu jefe.- mofó.

-Magnus es un idiota. Cree que tener dinero le da derecho a humillar a los demás. Ignóralo -intenté minimizar la situación.

-¿Eso es lo que hacía cuando llegué? -su pregunta golpeó mi moral. <<Ha traído mi bebida favorita a la fiesta y tengo la intención de beberla toda, sin dejar ni una gota.>>

La saliva me bajó por la garganta al recordar lo último que Magnus había dicho antes de que Zack interrumpiera.

-Solo chocamos, y le estaba pidiendo disculpas. -mentí, sin saber qué más decir. -Pero olvidemos a Magnus; no merece que perdamos tiempo hablando de él.

<<Pero, sí lo haces pensándolo>> intenté silenciar esa voz en mi mente.

-Coincido contigo, prefiero aprovechar el tiempo que nos queda en esta fiesta haciendo esto...

Y en un instante, sus labios se encontraron con los míos. Me quedé un poco desconcertada por su inesperado gesto, pero luego cerré los ojos para disfrutar de las sensaciones que me provocaba ese beso. Estaba besando a Zack; sus labios eran suaves y su tacto cálido, pero a pesar de mi deseo de sentir mariposas, avispas, abejas recolectando miel, flores brotando de la tierra e incluso caballos galopando dentro de mi estómago, no experimenté absolutamente nada, solo su boca sobre la mía.

                    《 《《♤♤♤》》》

Me encontraba junto a la mesa del buffet, rodeada de una variedad de irresistibles postres. Desde mi llegada, solo me había acercado una vez, y aproveché la ausencia de Zack, que había ido al baño, para llenarme de panecillos con crema de chocolate y maní en su interior. <<Estaban deliciosos>>. En mi otra mano sostenía una copa de vino, que llevé a mis labios una vez terminé con el dulce.

Cuando giré para alejarme de la mesa, satisfecha, accidentalmente choqué con alguien y derramé todo el vino sobre él.

-¡Mierda!- exclamé, asustada al ver su traje manchado- Lo siento mucho, yo estaba...

-Distraída- completó una voz grave que me resultaba muy familiar.

Levanté la vista, ya que era tan alto que tenía que hacerlo para mirarlo a los ojos. Estaba demasiado nerviosa por lo que había hecho que no me di cuenta de quién era la persona a la que había manchado.

-Ierek...- su nombre salió como un susurro de mis labios mientras él me observaba detenidamente.- Perdón, no fue mi intención. Lo siento...

-Podrías dejar de disculparte y limpiarte la boca, tienes chocolate por todas partes- sentí cómo la vergüenza me invadía al escucharle.

Rápidamente pasé mis manos por mis labios y, al terminar, volví a mirarlo. Él rodó los ojos y sacó un pañuelo de uno de los bolsillos de su traje, dando un paso hacia mí. Contuve el aliento cuando se acercó y pasó la tela por los costados de mi boca. Me quedé completamente inmóvil ante lo que estaba haciendo; nunca imaginé que Ierek haría algo así. No podía dejar de mirar sus ojos, a pesar de que él no tenía los suyos fijos en mí; eran tan hermosos que resultaba difícil apartar la mirada <<Me recordaban a los de Magnus>>.

-Listo- dijo al terminar, mientras ponía distancia nuevamente entre nosotros.

Un escalofrío recorrió mi nuca al darme cuenta de que no había dejado de admirarlo.

-Gracias- murmuré.-Por favor, perdona...

-No quiero que otra disculpa salga de tu boca, Hayla -manifestó en un tono rígido-. Lo hecho, hecho está y no se puede cambiar por un millón de disculpas que des.

-Comprendo -asentí con la cabeza.

Intenté no darle más vueltas al asunto. De todas formas, seguramente la que terminaría lavando ese traje sería yo.

-Te queda bien ese vestido -volvió a hablar-. Aunque no le hace justicia a tu belleza.

Me exalté ante ese comentario. Nunca jamás Ierek me había dedicado un cumplido tan directo y que fuera halagador hacia mi persona. Me tomé un segundo para asimilarlo y noté que él también se sorprendió un poco por lo que acababa de decir. ¿Tal vez había pensado en voz alta? Entonces, ¿eso es lo que él pensaba de mí? ¿Que soy bella? La intriga se plantó en mi mente, pero no obtuve respuesta. Solo carraspeó y continuó hablando...

-Creo que debería retirarme.

Apenas había visto a Ierek en la fiesta; ¿había llegado ahora? No, si fuera así no se iría tan pronto. Es el cumpleaños de su hermana, se supone que deben pasar al menos un rato juntos. O tal vez lleva aquí desde que inició la velada, pero yo estaba tan distraída que no lo noté. Ierek no es de las personas que se ponen a bailar como locos en una fiesta o a tomar hasta emborracharse; él es más de sentarse en una mesa tranquilo y limitarse a observar. Al menos eso es lo que hace cada vez que salgo con Ari a alguna y él está presente.

-Chicos -dijo Luciano acercándose a nosotros y rompiendo la burbuja en la que estábamos-. ¿Han visto a Ari?

Su pregunta captó toda mi atención.

-Hace un momento estaba en la barra -respondió Ierek.

-¿Qué sucede? -indagué.

-No la he visto; me comentó que iba por unas bebidas, pero ha desaparecido.

-Quizás fue al baño. ¿La has buscado allí? -dije, aunque tenía el presentimiento de que no estaba en el baño.

No había tenido la oportunidad de hablar con Ari, ya que Luciano y sus amigos no se separaban de ella, pero estaba segura de que algo no estaba bien.

-Tienes razón. Deberías ir a buscarla allí -parloteó el novio de mi amiga.-. Si la ven, díganle que la estoy buscando.

-Está bien -asentí.

Luciano se alejó mientras Zack se acercaba a nosotros.

-Oye, ¿has visto a Ari por los pasillos cuando fuiste al baño?

-No -articuló, afirmando lo que suponía.-. ¿Pasó algo?

-¿Dónde se habrá metido mi hermana? -la voz de Ierek nos hizo volver la mirada hacia él. Parecí más una pregunta para sí mismo que para nosotros.

-Zack, te presento a Ierek, el hermano mayor de Ari - noté cómo éste dudaba en estrecharle la mano debido a lo que había sucedido con Magnus. Finalmente, decidió extenderla-. Él es Zack, mi acompañante.

-Un placer-habló el chico.

Los ojos de Ierek se posaron en la mano del joven, y justo cuando parecía que iba a tomarla, volvió su atención hacia mí, ignorándolo por completo.

-¿Tu acompañante? - manifestó.

No podía creer lo que estaba viendo. ¿Por qué los hermanos Rabell tenían que ser tan groseros? Y eso que pensé que Ierek tendría un poco más de ética que su hermano. Todo indica que no solo se parecían físicamente.

-Exacto, trabajamos juntos. -respondí severa.

-Entiendo. Espero que disfruten el resto de la noche. Me retiro.-fue lo último que dijo antes de alejarse.

-No estoy seguro si a ninguno de los hermanos les caigo bien o simplemente son así de naturaleza. -escuché a Zack a mi lado.

-Son así, créeme. Ambos son unos idiotas.

                          {♤}{♡}{♤}

Ariana:

La melodía de "Feliz Cumpleaños" resonó en mis oídos mientras el cuchillo cortaba la torta.


Una punzada de culpa me atravesó el pecho. Este día debería ser perfecto, pero a pesar de la espectacularidad de la fiesta, no lo es para mí. Sé que no debería sentirme así. Le prometí a Luciano que él estaría siempre primero, que le diría todo lo que siento. Pero la verdad es que no puedo. Algo nuevo ha comenzado a germinar en mi corazón, algo que no debería estar ahí.

Quiero a Luciano, pero las últimas semanas han estado llenas de decisiones que no me enorgullecen, decisiones que no puedo deshacer. Mi corazón está en medio de una tormenta de emociones, con rayos y centellas que no dejan de golpear.

La escena de hace dos noches vuelve una y otra vez a mi mente, no por culpa, sino por el deseo de volver a sentir esa sensación. Me siento una mujer terrible, por haber arrollado a Luka a esa situación. Una depravada por desear ser poseída por Luka mientras Luciano nos observa.

Cuando le propuse esa locura, él se enfureció y se fue de la fiesta. Me sentí horrible en ese momento. No quería hacerlo, no quería proponerle algo así, sabía que a Luka no le gustaba ese tipo de situaciones. Luciano me arrolló a ello, insistía en ver en una escena de sexo protagonizada por ambos. Después de su fiesta, fui a casa de Luka para disculparme por la forma en la que actúe y por proponerle algo cómo eso. Él, más calmado, me pidió que le explicara mi relación con Luciano. Fue difícil, pero lo hice. Al final, volvimos a caer uno en los brazos del otro, y él volvió a acariciar mi cabello en la cama cómo siempre lo hacía, algo que extrañaba tanto.

Tras ese día, nuestros encuentros se volvieron cada vez más fortuitos e intensos, pero mi relación con Luciano, mi vida en general, se volvió un nudo difícil de desacer. No podía dejar de pensar en Luka, en esos hoyuelos que se formaban en sus mejillas al sonreír, en las pecas casi invisibles que salpicaban su rostro, en su cabello lacio y pelirrojo, suave como el algodón, y en su cuerpo perfecto, que veía cada mañana en la cocina de su apartamento, en bóxer, preparando tortitas. Lo deseaba con todo mi ser, no solo lo deseaba, lo quería.

Nuestra historia siguió su curso habitual hasta que llegó ese momento, el instante en que finalmente nos encontraríamos Luka, Luciano y yo, solos en una habitación. Dentro de esas cuatro paredes, las cosas se intensificaron. Luka y yo, frente a los ojos de Luciano, pero eso no fue suficiente. Él se unió a nosotros y ambos me hicieron el amor. Ese episodio, lo disfrutamos los tres. Los dos se saciaron con mi cuerpo, y yo con el de ellos. Nos fundimos en uno solo.

A la mañana siguiente, despertamos en la cama, yo entro los cuerpos robustos de esos hombres. Luka fue el primero en levantarse para vestirse e irse, pero la pasión volvió a encenderse y lo hicimos de nuevo, los dos dominando mi cuerpo.

No hemos vuelto a tener contacto desde ese entonces. Quería visitarlo, pero decidí darle espacio, dejar que procesara todo lo sucedido. Más, su mensaje, que llegó justo después del discurso de Luciano, ha encendido una pequeña llama de esperanza en mi corazón.

Luka
*Aunque no estamos en la mejor de las situaciones, feliz cumpleaños, Ariana.*

Apague el teléfono de golpe, anhelando volver a escuchar su voz. Solo pude responderle unos minutos después, mientras buscaba una bebida en la barra.

Ari
*Muchas gracias, Luka.
¿Podemos hablar?*

Luka
*¿La fiesta está tan aburrida que quieres perder el tiempo hablando conmigo, Ariana Rabell?*

Ari
*Hablar contigo nunca sería perder el tiempo, Luka.*

Luka
*¿Y por qué no hablamos en persona? Estoy afuera, cumpleañera.*

Sentí un enjambre de mariposas dentro de mí al leer su mensaje. ¡Estaba aquí! ¡Podría verlo y hablar con él! Atravesé la multitud, buscando a Luciano entre nuestros amigos. Dudé por un instante salir, pero no pude resistir la llamada de mi corazón. Quería verlo, besarlo, escuchar su voz. Salí del local y me adentré en los jardines, donde los autos de lujo estaban estacionados en la carretera. Lo busqué con la mirada por todo el lugar hasta que lo encontré. Se apoyaba en el capó de su auto. Vestía una chaqueta de mezclilla y unos pantalones holgados del mismo material. Estaba tan jodidamente guapo como siempre.

-Hola - lo saludé al llegar a su lado.

Luka me miró fijamente, embobado por un instante.

-Estás... estás como una diosa - tartamudeó, y no pude evitar reír.

-Gracias - respondí, y nos quedamos en silencio hasta que hablé.

-Lo de la otra noche... - no quería tocar el tema, pero sabía que tendría que hablar de ello.

-Lo que ocurrió, pasó porque yo así lo quise, Ariana, y estoy bien con eso. La pregunta es ¿tú lo estás?

Tuve que apartar la mirada de sus ojos. No pude responderle. Tenía tantos sentimientos revueltos que no podía ordenarlos.

Escuché un suspiro de su parte.

-Esto es para ti - guié mis ojos hacia él, sin poder evitar una sonrisa al ver el regalo que sostenía en sus manos. Era una monada.

-Feliz cumpleaños, Ariana - dijo imitando la voz del muñeco - Saluda a tu nuevo amigo.

-Me encanta - tomé a Stitch y lo abracé con fuerza - Es el mejor regalo que me han dado. ¿Cómo supiste que quería uno?

-Lo mencionaste una vez en mi apartamento. Quizás querías uno más grande, pero...

-Es perfecto - no pude evitar acariciar su mejilla y besarlo en los labios.

Sé que está mal, aquí muchas personas podrían vernos, pero lo deseaba tanto.

-Vamos - tomé su mano y tiré de él, pero no se movió.

-¿A dónde? - preguntó confundido.

-Adentro - dije emocionada, y él suspiró.

-Ari, no puedo entrar ahí. Están tus hermanos y Luciano -la sonrisa que le mostraba se desvaneció poco a poco.

Mi mente se quedó en blanco al verlo, nos imaginé entrando de la mano, como pareja, él recitando esas palabras de amor que Luciano dijo antes de cortar el pastel, posando frente a la cámara juntos para tomarnos fotos románticas y bailando hasta que nos salieran callos en los pies. Esa ilusión se desvaneció tan rápido como apareció, devolviéndome a la realidad.

-Ari - su mano se separó lentamente de la mía - Solo he venido a entregarte el regalo.

El brillo que había recuperado mis ojos se fue apagando.

-Lo siento - murmuré abatida.

-No tienes que disculparte - nos quedamos en silencio unos segundos hasta que volvió a hablar - Ariana, me gustas mucho, ni siquiera yo mismo sé cuánto. Por eso tengo que alejarme. No podemos seguir así. No al menos que aclares tus sentimientos y hables con Luciano.

-No es tan fácil como crees, Luka.- dije, negando con la cabeza.

-Nunca he dicho que fuera fácil, Ari. Pero debes aclarar tu mente y pensar en lo que realmente quieres. Tus decisiones y acciones no solo provocaron estragos en tu vida, también en la de Luciano, en la mía... - susurró las últimas palabras.

Sabía que tenía que tomar una decisión, pero ¿cómo hacerlo si ni siquiera sé qué es lo que realmente siento? Por un lado, tengo a Luka, que es todo lo que deseo, y por otro, tengo a Luciano y mi familia, cinco años de relación, negocios en común... ¿Cómo reaccionarán mis padres al saber que he roto con él? ¿Cómo me tratará mi madre después de haber herido los sentimientos del hijo de su mejor amiga? "¿Del mejor partido que pudiera tener?" Se me erizaba la piel solo de imaginar su mirada de reproche fija en mí. Tal vez lo que me faltaba era eso, valentía. En cerrar un ciclo de cinco años en buenos términos, en asumir la reacción de mi familia, especialmente de mi madre.

-¿Crees qué no lo sé, Luka? Sé que mis decisiones no me afectan solo a mí.

-Por eso debes tomar una decisión...

-¡No puedo! - exclamé, sintiendo cómo las lágrimas se acumulaban en mis ojos.

Intenté no mirarlo, pero no pude evitar notar la tristeza en su rostro.

-Entonces, tampoco podemos estar juntos - musitó finalmente, luego rodeó su auto y entró en él.

Un nudo se formó en mi garganta, y las lágrimas brotaron sin control de mis ojos rodando por mis mejillas. No quería que se fuera. Aunque suene egoísta, solo deseaba que estuviera aquí, conmigo, llenando mi rostro de besos.

Mi vida pasó ante mis ojos. ¿Todo sería igual que antes? ¿Ya no estaría Luka en ella? Por más que quisiera aceptarlo, no podía. Mis ojos necesitaban verlo, mis labios anhelaban tomar los suyos, mi cuerpo deseaba estar envuelto por sus brazos. Quería comer tortitas con él todas las mañanas, verlo caminar en bóxer por su apartamento, escucharlo hablar sobre los libros que tanto le gustan, sentir como acaricia mi cabello mientras dormímos, bañarnos juntos y terminar haciendo el amor una y otra vez, que me hiciera reír con sus malos chistes, me saque a bailar en una conga callejera, besarnos en las calles de Chicago. Deseaba revivir cada momento que había compartido con él, mil veces más.

En esa fracción de segundos, me di cuenta de algo, no quería a Luka, yo estaba completamente enamorada de él.

No dudé en abrir la puerta del auto y deslizarme en el asiento del copiloto.

-Ari, ¿qué haces? - preguntó Luka, aturdido por lo que acababa de hacer

-Me pediste que eligiera, ¿verdad? Que tenía que tomar una decisión - respiré hondo, buscando las palabras adecuadas.

Luka se mantuvo rígido, pero sus ojos se mostaban frágiles.

-Tú eres mi elección, Luka - una sonrisa cálida y ligera se dibujó en su rostro, llenándome de felicidad. Era claro que aceptaba mi decisión. - Te elijo a ti, mil veces a ti. No me importa mi familia, ni lo que pase...Quiero estar contigo.

Sus nudillos acariciaron mi mejilla, haciendo brotar una lágrima que recorrió mi rostro.

—Ariana ¿estás completamente segura de esta decisión? Comprendo que tú...

–¡Sh!— posé uno de mis dedos en sus labios para que no continuara.— Estoy muy seguro de ésto.

Sonrío ampliamente al igual que yo.

- ¡Joder, linda! Ven aquí y bésame. - me pidió con voz ronca.

No hizo falta que me lo dijera dos veces. En un suspiro, estaba a horcajadas sobre él, besándolo con pasión, succionándolo, enredando mis dedos en su cabello rojizo mientras sus manos recorrían mi cuerpo.

- Me aterra tanto lo mucho que te quiero. - murmuré en sus labios, una vez que nos separamos para recuperar el aliento, y él pegó su frente a la mía.

- Y a mí lo mucho que te necesito.

Escuchamos el glpeteo que daban en la ventanilla de vehículo y tan pronto cómo la calidez me envolvió y dejé atrás la tormenta interna que había estado perturbando mi mente, siendo transportada a un día soleado en la play. La sensación fue efímera, ya que rápidamente el cielo se nubló, tapando el sol y las estrellas que aparecían en la noche, llevándome de nuevo a la dura realidad. Luka abrió la ventana, no tenía sentido mantenerla cerrada porque los cristales no eran polarizados, así que él, pudo ver todo lo que sucedía dentro del automóvil.

Me crucé con la mirada de Ierek y no pude evitar sentir vergüenza.

-Espero que tengas una buena justificación para tu novio que te está buscando como loco en la fiesta.

¡MIERDA!

                        
                        《《♡♡♡》》

Sé que este capítulo puede no haber sido lo que esperaban, pero tenía muchas ganas de escribir a Ari. No se preocupen, el encuentro entre Magnus y Hayla se dará😉😏. Espero que aún así les haya gustado. ¡Saludos! 🤗👋.

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