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Capítulo 11

"No te tomes la vida demasiado en serio, nadie sale vivo de ella."
"Espero que te gusten"

Ierek

¿Qué pretende Ierek con esto? Entiendo que se siente mal por lo de mis zapatos y mis palabras de ayer. Aunque, en realidad, no fue su culpa, fui yo la que metió el pie en la alcantarilla. Él solo me insistió en que lo dejara ahí. De todas formas, no justifica que ahora tenga treinta pares de zapatos encima de mi cama y regados por el suelo. ¡Es un sueño hecho realidad! Nunca pensé tener tantos en mi vida. Pero me parece una exageración. Es Ierek, el hijo del señor Alex, ¡no pensé que íbamos a pasar de un simple "Hola, señor"! Ahora me regala treinta pares de zapatos, sin contar que me prestó su traje. ¿Qué pensaría el señor Alex o mi madre? No puedo aceptarlo. Aunque me guste, no quiero deberle nada más a esta familia, ya bastante me han pagado mis estudios.

Empecé a guardar los zapatos en sus cajas. Cuando terminé, cogí la bolsa negra y metí la caja de los tacones dentro. Salí de mi cuarto y fui a buscar a Ierek.

Lo encontré saliendo de su habitación y cerrando la puerta. Iba vestido con un smoking gris, su cabello peinado hacia atrás con un brillo impactante, como si se hubiera echado algún producto para que luciera así. Parece que se dirige a un lugar elegante, aunque la mayoría de las veces se viste así.

- Ierek - se giró al oírme. Me sorprendió que lo llamara por su nombre y no "Señor Ierek", como él exige que lo llamen. Aunque, por mucho que lo intente, me siento incómoda llamándolo así. - Señor Ierek - rectifico mis palabras.

-Hayla, ¿qué sucede?- pregunta, con la mirada fija en la bolsa que sostengo en mis manos. Claramente la reconoce.

-Tome- le extiendo la bolsa- Gracias por sus buenas intenciones, pero no puedo aceptarlo. Le traeré los demás paquetes más tarde.

No mueve ni un músculo, se queda observándome en silencio. Después de unos segundos, habla:

-Que te haya regalado un par de zapatos bonitos no significa que mis intenciones sean buenas, Hayla. - Murmuro un "¿Qué?"-. Simplemente soy justo. ¿Te estabas quejando de no tener más zapatos? Pues, te he solucionado el problema. Te he comprado un par.

-¡Me ha regalado treinta!

-¿No son suficientes? - inquiere con una ceja alzada. ¿Es una broma?

-Son más que suficientes. Por algo le estoy diciendo que no puedo aceptarlos. Son demasiado...- Me corta antes de que pueda terminar.

-Hayla, no voy a permitir que me los devuelvas. Si no los quieres, regálalos, dónalos o véndelos, me da igual lo que hagas con ellos.

-Pero...

-Pero, nada. Ya te dije lo que puedes hacer si no los quieres.

-Espere- digo justo cuando se da la vuelta para irse. Lo tomo del brazo para que no se vaya. Él nota mi agarre y yo rápidamente retiro la mano.- Perdón.

No dice nada, solo espera a que termine de hablar.

-¿La frase que escribió en la tarjeta, qué significa?- sé que quiere decir el contexto de esa frase, pero no entiendo por qué la puso en la tarjeta.

- Te he visto más centrada en tus estudios últimamente, y eso es bueno. Tienes objetivos claros y quieres culminar tu carrera con buenas calificaciones, pero tampoco debes dejar ir los pequeños momentos que se te presenten para compartir con tus amistades o familia.

Ahora lo entiendo. ¿Tanto le importa mi vida que la observa con tanta atención? No, no digas tonterías, Hayla.

-Me resulta gracioso que sea usted quien me lo diga- le respondo, la piel entre sus cejas se contrae al escucharme.

-¿Por qué?- pregunta

-Disculpe si le parece fuera de lugar, pero usted no es el tipo de persona que suele vivir el momento. Se la pasa trabajando todo el tiempo.

Temo por su reacción, pero él solo desvía la mirada. Sus ojos reflejan una mezcla de emociones que no consigo descifrar. Es difícil saber qué piensa Ierek Rabell. Una sombra suave se posa en sus labios, formando una leve sonrisa, como si estuviera recordando algo. Esa expresión se desvanece rápidamente, como un edificio derrumbándose en mil pedazos, volviendo a la posición neutral de hace un instante.

-Tienes razón- acepta.-Por eso te lo digo, ya que soy una persona que no ha sabido disfrutar muchos momentos importantes de su vida. - Hace una pausa -. Es bueno centrarse en tus propios objetivos, pero no permitas que eso consuma aquellos momentos que verdaderamente te hacen feliz.

-Comprendo- respondo. Un silencio se filtra en el ambiente.

-Ahora, debo irme- dice. Asiento con la cabeza.

Ierek se marcha sin decir nada más. Mi cabeza da vueltas, repasando cada palabra que ha dicho. Nunca pensé que llegaría a tener una conversación sobre éste tema con él. Lo que me frustra de la intriga es no saber por qué hablaba de esa manera, como si hubiera perdido un momento importante en el pasado. En sus ojos, más que tristeza, había nostalgia.

***
Luka:

Cierro la puerta de mi departamento y me dirijo a la cocina, buscando un vaso de agua para calmar las neuronas que me están explotando.

"Fui un idiota", repito una y otra vez en mi cabeza, desde que dejé a Hayla en la mansión Rabell y vi a Ari con su novio.

No me debe nada, pero aún así, me siento molesto. Parece que me ha estado viendo la cara de tonto todas estas semanas.

Hemos seguido viéndonos desde que nos encontramos en la biblioteca, aquel día en que Hayla me llevó los libros. No sabía que eran amigas, ni mucho menos que Ari era una Rabell. Nos conocimos en una fiesta y de inmediato sentí una tensión irresistible. Me gustó, no solo el sexo, también su personalidad. Antes de terminar revolcados en la cama, conversamos un rato y bailamos. Me sentía tan atraído que no pude resistirme. Pensé que no la volvería a ver, ya que al despertarme al día siguiente, ella ya no estaba. Pero luego reapareció, y no pude apartar la mirada de ella. Las imágenes de esa noche no dejaban de pasar por mi cabeza. No sé cómo, después de eso, consiguió mi dirección y vino a visitarme. Quería hablar de lo sucedido y estaba bastante confundida, lo que me llevó a besarla. Sabía a lo que había venido, lo que quería, y se lo di. Después, le insistí a Hayla que me diera el número de Ari, pero no fue necesario porque tuvimos otros encuentros. No era solo sexo, o al menos eso pensaba. Creí que realmente quería algo conmigo, que podríamos intentarlo más adelante. Pero está claro que solo era un juguete para saciar sus deseos mientras su novio estaba de viaje. Su petición a Hayla de que no me contara sobre su pareja lo confirma, sumándole que tampoco le informó lo que teníamos.

No solo hirió mi orgullo, sino también afectó mi forma de verla. Por más que no quiero pensar mal de ella, mi mente desencadena varios pensamientos negativos hacia su persona que no quiero repasar. No puedo condenarla por su manera de actuar, pero tampoco puedo sonreír ante la situación. No me molesta estar con una chica que tiene novio, después de todo, ella sabe lo que hace. Pero me cabrea que no haya sido honesta, que me haya hecho creer que yo le importaba cuando en realidad solo me veía como una distracción.

Me doy una ducha para quitarme las malas vibras que tengo encima, justo cuando el sonido del timbre se filtra en el aire. No doy tiempo ni para verificar de quién se trata, sé perfectamente quién se encuentra del otro lado de la puerta.

La abro y la imagen de Ariana se expande ante mí. Detecto en su rostro una expresión triste, pero ni eso consigue aliviar mi enojo. Su cabello castaño está recogido en una coleta bastante alta, es casual su atuendo y no puedo evitar salivar al reparar el vestido azul que se aferra a su cuerpo, como yo quiero hacerlo ahora mismo. Sus ojos son como dos hermosas gotas de agua del mismo color que la prenda que cubre su cuerpo.

-Debemos hablar- su voz es sutil y me ruega con los ojos para que acepte.

Una risita irónica escapó de mis labios. Negué con la cabeza, sintiendo un nudo de ridiculez en mi garganta.

-¿De qué vamos a hablar, Ariana? ¿De cómo me viste la cara de tonto?- solté, tratando de mantener la calma.

Mi enojo era evidente, pero no quería decir nada que la hiriera, a pesar de que necesitaba desahogarme.

-Las cosas no son así, Luka- intentó defenderse, dando un paso hacia mí, como si quisiera tocarme, pero me aparté.

-¿Las cosas no son así?- repetí, con una amarga ironía en la voz.- ¿Cómo son entonces, Ariana?

-Luka, por favor, no discutamos aquí afuera. Déjame pasar y explicarte todo.

Sin decir palabra, me aparté, permitiendo que entrara a mi departamento. Después de cerrar la puerta, me volví hacia ella con los brazos cruzados, esperando su explicación.

-Lamento no haberte dicho que estaba en una relación. No fue mi intención engañarte, simplemente... -se detuvo a mitad de la frase.

-¿Simplemente qué? -pregunté con voz firme.

-No quería que pensaras que soy como esas chicas que se acuestan con cualquier hombre, incluso teniendo pareja.

-¿Y por qué crees que eso no es lo que pienso ahora? -respondí sin pensar. Sus ojos se llenaron de lágrimas que intentaba contener.

<<No quiero hacerla llorar>>

-Hace unos meses las cosas no iban bien con Luciano -comenzó a contar, evitando mi pregunta-. Él se fue de viaje, tú apareciste y...

-Fui su reemplazo temporal -completé la frase por ella.

-Tú no eres eso -susurró

-¿Ah no? -acorté la distancia que había entre nosotros, hasta quedar lo suficientemente cerca-. ¿Entonces, qué soy para ti, Ariana?

Nuestros ojos se encontraron, por un segundo quise bajar mis defensas y tomarla entre mis brazos.

-Yo... tú... -le cuesta hablar.

-Déjame decirte: simplemente fui el objeto de deseo que usabas para satisfacerte mientras tu noviecito estaba fuera.

-No sabes lo que dices- niega con la cabeza.

-Se perfectamente lo que digo. Que no hayas planeado usarme no elimina el hecho de que lo hiciste y tampoco cambia como me siento al respecto, como una pieza de repuesto cuando la principal se daña. ¿Y sabes lo que más me jode?-menciono.

-¿Qué?-su labios interior tiembla al hablar

-Yo si quería que tú fueras la pieza principal.

-Luka...-un jadeo se le escama y yo canalizo toda la fuerza que tengo en mi ser para aparme de ella y no tomar sus labios con desenfreno.

Paso las manos por mi cabello y volteo a verla cuando habla

-Puede que sea cierto que te haya mentido, pero no puedes decir que no dejé las cosas claras. Por más que no te haya dicho que tenía pareja, nunca te di indicios de que quería algo más que solo sexo.

Un pinchazo amargo se aloja en mi estómago.

-Sí, el tono fui yo por querer algo más y pensar que una chica como tú no deseaba solo sexo.

-¿Una chica como yo? -se vuelve acercar a mí, ofendida.- ¿A qué te refieres?

Al parecer, el comentario que hice le molestó, pero eso no quita que sea verdad.

-Ariana, mírate -ella niega sin entender aún-. El bolso que llevas encima vale más que mi apartamento. Estaba claro que no iba a funcionar y yo fui un imbécil al creer lo contrario.

Intenta replicar, pero las palabras quedan atascadas en su garganta al parecer, cuando vuelve a cerrarla. Ambos nos mantenemos callados por unos instantes.

-Será mejor que te marches -inquiero al ver que la conversación no nos llevará a ningún lado.

Camino hacia la puerta y le abro para que salga, pero ella sigue en el mismo sitio sin moverse.

-¿Por qué aceptaste ir a la fiesta de Luciano? -suelta y, al fin, comprendo el por qué está aquí.

Una sonrisa amarga se dibuja en mi rostro al repasar la pregunta en mi mente.

-Ariana, no todos nacemos con la vida resuelta como tú. Algunos tenemos que trabajar día tras día para llevar un pedazo de pan a la boca o pagar la renta. Así que si me invitan a una fiesta, con buena música voy a aceptar sin dudarlo porque necesito distraerme -el enojo que siento se filtra a través de mis palabras.- Pero puedes estar tranquila, no pienso molestarte en la fiesta, ni mucho menos decirle algo a Luciano de lo que pasó entre nosotros si eso es lo que te preocupa. Ahora, por favor, marchate.

Vuelvo a pedir y ella sigue incrustada en su sitio sin moverse, como si le costara irse. Con una de sus manos, aparta una pequeña lágrima que sale de sus ojos y corre por su mejilla, en el fallido intento de que no me percate de que está llorando.

Peleo con mis ganas de ir a abrazarla, estrecharla contra mis brazos y llenarle la cara de besos. Sigo en mi sitio y aparto la mirada con tal de resistirme.

Finalmente, ella decide moverse; con pasos rápidos. Camina hacia la puerta, pasando por mi lado y atravesándola sin mirar atrás. No quiero dejarla ir; me gusta muchísimo y le he cogido cariño, pero a veces gustar no es suficiente.

***

Hayla:

Salgo del baño con una toalla envuelta en mi cuerpo luego de una buena ducha con agua caliente. Rebusco en los cajones de mi pequeño armado alguna prenda interior para usar...

El sonido del timbre de mi teléfono se filtra en el aire dando por hecho que alguien quiere contactarme. Me acerco a la cama que es donde se encuentra y deslizo el dedo al ver el nombre de Ari en la pantalla.

-Ari ¿que sucede?- indago tratando de colocarme las bragas.

-¿Dónde estás?

No comprendo la pregunta.

-En casa ¿Dónde más voy a estar?.

-¿No vas a venir a la fiesta de Luciano?-pregunta.

-Ari, agradezco que me hayan invitado, pero no puedo. Todavía tengo un montón de cosas por hacer de la universidad. Además, tengo que estudiar para lo exámenes.

Escucho un suspiro al otro lado de la línea.

-Vale. No te voy a insistir, se todas las responsabilidades que tienes encima. Te vendría bien relajarte un poco pero comprendo.

-Nuevamente, gracias por invitarme.

-No es molestia. Eres mi amiga.

-Adiós, Ari. Que la pases bien-me despido.

-Temo no poder decir lo mismo- su risa resuena en mi oído -Dudo que alguien la pase bien repasando apuntes y haciendo trabajos de la universidad.

-Cierto.-acepto.

-Espero que para la próxima sí puedas venir.

-Yo también. Necesito distraerme un poco.

-¡Oye, ten más cuidado!- escucho a mi amiga a través del teléfono ¿Está hablando conmigo?- Lo siento, Hayla es que un tonto me vertió una copa de vino en el vestido. Debo ir a cambiarme. Nos vemos mañana.

Después de colgar la llamada, dejo el teléfono sobre el tocador y me siento en la cama con las piernas cruzadas. Abro mi laptop y, a medida que pasa el tiempo, termino rodeada de un montón de libros esparcidos sobre el colchón. Mis ojos arden por el esfuerzo de leer y mi espalda está hecha un desastre. Intento absorber todo el conocimiento que necesito, pero siento que mi cerebro está a punto de colapsar.

Me levanto para tomar mi teléfono y me doy cuenta de que aún no es tan tarde. <<Todavía tienes tiempo para ir>> susurra una voz en mi cabeza, pero trato de ignorar esos pensamientos. <<Debes concentrarte en lo que estás haciendo, Hayla>> me recuerdo a mí misma.

Las palabras de Ierek resuenan en mi mente desde la última vez que lo vi.
<< Es bueno centrarse en tus propios objetivos, pero no permitas que eso consuma aquellos momentos que verdaderamente te hacen feliz.>>.

Sacudo la cabeza, desechando esa idea. No puedo permitirme dejar de estudiar solo por asistir a una fiesta.

<<Tampoco debes dejar ir los pequeños momentos que se te presenten para compartir con tus amistades >>.

Es solo una fiesta; esto es por mi futuro. Aunque, pensándolo bien, ya he estudiado lo suficiente, mis calificaciones son excelentes y salir no me haría daño. Estoy cansada, necesito despejarme y olvidar todo lo que tengo pendiente. Después de todo, me lo merezco.

No lo pienso más. Me dirijo al armario para prepararme. No tengo mucha ropa, pero sí varios atuendos elegantes, ya que Catalina me ha regalado algunas prendas que no le quedan o que simplemente no le gustan, al igual que Ari. Elijo uno de mis vestidos favoritos, que Ari me obsequió por mi cumpleaños. Es de color plateado y se ajusta a mi figura, dándole una forma de reloj de arena. Deja mi espalda al descubierto con solo dos tiras formando una cruz sobre ella. Es de tirantes, y no necesito usar sujetador; mis pechos se sostienen perfectamente contra la tela, dejando la leve sombra de mis pezones. Me miro en el espejo y me veo espectacular; una de las cosas por las que debo agradecer a mi madre es el cuerpo que heredé. Soy una chica bastante menuda; no soy flaca, pero tampoco gorda. Me doy la vuelta para ver mis glúteos y convencerme del resultado. El vestido me queda cuatro dedos por encima de las rodillas, aunque tiene tiras a los costados para ajustarlo un poco más. Decido subir uno de los lados, dejando desnudo uno de mis muslos, lo que me hace lucir mucho más sensual que antes.

Decido hacerme un peinado bastante sencillo, tomando el cabello de la parte superior de mi cabeza formando una cebolla, la cual sostengo con una goma para el pelo y dejo el cabello que está en la parte inferior, cerca de la nuca, suelto.

Me maquillo un poco aplicando gloss sobre mis labios, máscara de pestañas, corrector de ojeras, un poco de base y, al final, rubor sobre mis mejillas. La sombra de mis ojos es de tono gris, aunque no me aplico mucha, dejándola poco visible.

Opto por ponerme una de las botas que me regaló Ierek. Poseen un estilo militar, la suela es bastante gruesa, haciéndome ver más alta de lo que soy. Cubren mis tobillos, al igual que las medias negras que llevo puestas.

Me acerco al espejo para ver cómo me quedan las botas, y mis ojos se desvían hacia la bolsa que está sobre mi sillón, reflejada en el cristal. ¿Cómo me vería si los usara en la fiesta?

¡Espectacular! grita mi mente. Sin pensarlo dos veces, tomo la bolsa y saco la caja que hay dentro. Me siento en el borde de la cama, me quito las botas y las medias para reemplazarlas por unos elegantes tacones negros. Se ven hermosos alrededor de mis pies.

Intento ponerme de pie; no son tan incómodos y caminar con ellos es fácil, ya que no son demasiado altos. Las tiras negras con brillo que se aferran a mis pantorrillas, rodean toda esa zona, llegando hasta cuatro dedos por debajo de mi rodilla. Me hacen sentir como una auténtica diosa. Me alegra sentirme así: linda, hermosa y sensual. Estoy lista para ir a la fiesta.

                     ☆《☆》☆《☆》☆

Los tacones que llevo puestos resuenan sobre el suelo. La mansión de Luciano se alza ante mí. Es sumamente grande y tiene un estilo más moderno que contrasta con la opulencia clásica de los Rabell. El jardín es un cuadro de perfección: el césped, cortado al milímetro, rodea una fuente gigante que lanza chorros de agua cristalina hacia el cielo. Dos caminos se extienden a sus costados, conduciendo a la puerta principal, y están llenos de coches de lujo.

Avanzo hacia la entrada, tomando uno de los senderos. Una vez allí, atravesé la puerta con facilidad debido a que estaba abierta. La atmósfera del lugar me envolvió por completo. Me alegré de haber cambiado mis zapatos al reparar la vestimenta de las personas que se encontraban dentro. Las chicas lucían tacones finos y elegantes, cubriendo sus pies con delicadeza. La mayoría llevaba vestidos hermosos, que seguramente costaban lo que ganaría yo en un año entero. Sus peinados estaban impecablemente elaborados y llevaban un maquillaje perfecto, cubriendo su piel, muy diferente al mío. Se notaba que habían sido maquilladas y peinadas por profesionales.

Los chicos, por su parte, lucían trajes elegantes que se ajustaban a sus cuerpos, mientras que otros optaban por pantalones y camisetas, aunque todos vestían ropa de marca y de alta calidad.

Nunca había estado en la casa de Luciano, así que me detuve unos segundos a admirar su interior. El suelo estaba revestido con losas de color marfil, creando una excelente combinación con las paredes, que se encuentran tapizadas con mármol.

La música resonaba a mi alrededor, pero muy pocas personas estaban bailando; casi todos estaban conversando con copas en la mano o tomándose fotos para subir a las redes sociales. Eso es lo único que parece importarles: cómo los perciban los demás a través de una foto bonita. Continué recorriendo la casa y vi varias mesas repletas de todo tipo de alcohol, donde los chicos se preparaban sus tragos. También había un buffet de comida con una variedad de alimentos. No pude resistir la tentación de tomar una dona de chocolate que estaba sobre una bandeja y darle un mordisco.

—¿Hayla? —escuché una voz familiar a mis espaldas. Rápidamente dejé la dona en su lugar y me di vuelta para ver a Luka—. Pensé que no venías.

Se acercaba hacia mí con un vaso en la mano.

—Recapacité y decidí venir. Me dolía la cabeza de tanto estudiar.

Me sonrió y luego miró la dona que estaba en el plato, que ya tenía un mordisco.

—Puedes comértela —dijo, señalando con la cabeza—. Yo devoré media mesa cuando llegué. Nunca había visto tanta comida.

Me solté a reír ante su forma de hablar y le hice caso. Tomé la dona y la degusté.

— ¿Cómo estás? — pregunté.

No he hablado con Luka desde ayer, después de que se fuera furioso al saber que Ari me pidió que no le contara que tenía pareja. La debe haber visto esta noche junto a Luciano, así que no sé cómo se pueda estar sintiendo, pero de seguro nada bien.

— Todo va fenomenal, Hayla. No te preocupes — expresó, pero por su tono de voz, claramente significaba lo contrario.

— ¿Hayla? Viniste — la voz de Ari se esparció en el aire y ambos giramos para ver a la chica que viene acompañada de su novio.

Luka se tensa a mi lado y la sonrisa de Ari se afloja un poco al ver quién me acompaña.

— ¿Por qué no me llamaste para informarme? — cuestiona mi amiga.

— Preferí darte la sorpresa.

— Me alegra que hayas venido, Hayla. — esta vez habla Luciano con una sonrisa alargada en su rostro — Y tú también Luka. Todos los amigos de mi novia, son amigos míos.

— Disculpe, pero yo no soy amigo de su novia — decreta Luka con una voz áspera y dura. — Soy conocido de Hayla, solamente.

La cara de Ariana es un completo pozo de vergüenza. ¿Qué rayos hace Luka? ¿Por qué habla de esa forma? Juro que si las miradas mataran, ambos contrincantes ya estarían tumbados en el suelo sin respirar.

— En ese caso, todas las amistades de las amigas de mi novia, son mías también — finaliza Luciano, con una sonrisa amarga asomándose en sus labios.

Los nudillos de Luka se vuelven blancos de tanto apretarlos y su expresión facial me revela que está a punto de estallar. No entiendo nada. ¿Por qué Luciano tiene esa actitud? Es como si intentara provocar a Luka. ¿Será que ya sabe lo de Ari y él?

— Creo que ya debería marcharme.— mis ojos van a Luka cuando habla.

— ¿Por qué? — sé la razón, pero igual, quería respuestas que claramente no me iba a decir ahí.

— Tengo trabajo mañana. Solo me acerqué para saludarte y despedirme. — se dirige a las dos personas que están en frente de nosotros — Que disfruten el resto de la noche.

Mi compañero se retira y unos minutos después también Luciano dejándome sola con Ari.

-¿Qué fue todo eso?- pregunté sin comprender. El ambiente en la fiesta se había vuelto denso.

-Sucedieron cosas que no te he contado- respondió Ari, con un atisbo de vergüenza en su voz.

-¿Qué pasó?- insistí, preocupada.

-Hayla, he estado saliendo con Luka desde hace semanas- confesó Ari, y la noticia me dejó atónita. Jamás se me había pasado por la cabeza algo así.

-Por eso se puso furioso ayer al verte con Luciano, no sabía que tenías pareja- uní las piezas del rompecabezas en mi mente.

-Exacto- asintió con la cabeza. -Lamento no haberte contado esto antes.

-No tienes por qué, Ari, es tu vida. Como amiga de ambos, me hubiera gustado saberlo, pero no estabas obligada a comentarlo- le aseguré, tratando de calmar la situación.

Ella asintió.

-Lo que no comprendo es la actitud de Luciano. ¿Sabe algo de lo sucedido? Porque había una tensión muy fuerte entre los dos.

Suspiró y me contó todo.

-Hayla, no espero que entiendas lo que te voy a contar a continuación, pero te pido por favor que no lo comentes con nadie. Sé que no lo harías, confío en ti, pero igual necesito que lo prometas. De verdad quiero contárselo a alguien sin que me juzgue- suplicó, y yo, sin dudarlo, le prometí que guardaría el secreto.

-Sabes que desde que Luciano y yo iniciamos la relación, nuestros padres dieron por hecho que nos íbamos a casar. La idea de un matrimonio Beaufort-Rabell es lo que todos han esperado desde que éramos niños. Eso nos agobiaba a ambos, pero no podíamos fallarle a nuestras familias, por lo que hicimos un trato...

-¿Un trato?- pregunté, sin entender.

-Tendríamos una relación abierta- reveló Ari.

-¿Qué?- exclamé, abriendo los ojos por la sorpresa. ¿Una relación abierta? ¿Entre Ariana y Luciano? Nunca en mi vida me lo hubiera imaginado.

-Sí, puedo tener relaciones con otros chicos, siempre que él esté al tanto y se trate solo de sexo.

Bajó la mirada, avergonzada por la explicación.

-¿Y supongo que eso también aplica para él? — negó con la cabeza y yo me quedé confusa.

-Él solo se conforma con mirar- informa.

Su confesión me dejó atónita.

-¡¿A Luciano le gusta verte con otros hombres...?! — mi voz se elevó, de inmediato me tapé la boca. Verifiqué que nadie me haya escuchado observando nuestro entorno.

-No espero que lo entiendas, sé que es algo perturbador...

-Morboso, quieres decir- dije entre risas. -¿No te avergüenza que él te vea hacer eso?-

-Al principio sí, me sentía horrorizada. Pero me fui adaptando. A él le excita y a mí también.

-¿Y los otros chicos no se oponen?-

-Normalmente Luciano y yo hablamos con la otra persona. Si está de acuerdo, lo hacemos. Si no, elijo a otro.

-¿Cuánto tiempo llevan con su relación abierta?

-Dos años.

Un suspiro escapó de mis labios. Nunca imaginé que su relación fuera así. Se veían como cualquier pareja, sin nada que los distinguiera.

-¿Luka fue uno de los chicos con los que ambos estuvieron? — mi curiosidad no podía contenerse.

-No. Luka fue algo casual. No le dije a Luciano que estaba con él, pero al volver, notó algo raro. Hoy me confrontó y me preguntó directamente. Le confesé todo lo que había pasado, se enfureció al no haberlo consultado con él. Pero luego se calmó y me dijo que, si quería, podía intentarlo con Luka.

¿Intentarlo con Luka? ¿A qué se refiere?

-¿Le preguntaste a Luka si quería...? — no me dejó terminar la pregunta.

-Sí. Sé que él no es de esos. Pero Luciano me dijo que lo intentara. De por sí las cosas estaban mal con Luka y ahora están peor.

-Lamento que todo haya acabado así.—expreso.

-Yo más.- una sonrisa triste extiende sus labios- Fui una idiota al proponerle tal cosa.

***

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