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Capítulo 10

-Según recuerdo, no tienes ningún asunto pendiente en la empresa -lo cuestiona Ierek sin apartar la mirada de él.

Una sonrisa descarada se dibuja en el rostro de Magnus antes de responder...

-No son asuntos de la empresa, hermanito -explica-. Pero a pesar de haber estado fuera, parece que no te alegra que volviera.

-Sí, claro -expresa Ierek en tono sarcástico y completamente serio-. Estoy tan feliz que la alegría no me cabe en el cuerpo, ¿no se nota?.

No pude evitar soltar una risa ronca ante la actuación tan fingida de él. Mis labios se curvan en una sonrisa y llevo una mano a mi boca intentando contenerme, aunque es inútil porque ya había captado la atención de ambos.

-Por cierto, ¿qué estaban haciendo los dos? -justo cuando voy a explicar, Ierek toma la palabra.

-Traje a Hayla a casa -menciona con voz firme y rígida.

Las facciones de Magnus se tensan y la expresión divertida en su rostro desaparece, siendo reemplazada por su habitual expresión de enojo, cruzándose de brazos.

-No sabía que el jefe se dedica a llevar y traer a sus empleados como si fuera un chofer -y ahí está el Magnus de siempre, el que no puede pasar un minuto de su existencia sin lanzar veneno.

-No tengo por qué justificarte mis acciones, Magnus. Soy el mayor, ¿recuerdas? Si quiero actuar como un simple chófer, lo soy y punto. -dijo Ierek con firmeza, notando cómo su hermano se contraían mientras mantenía la compostura. -Además, solo estaba haciendo un favor a Hayla, es amiga de Ari, no lo olvides.

-Pará mí, simplemente es una empleada más.-no puedo evitar verlo con furia al escucharlo decir eso <pues, eso no lo pensaste cuando me besaste> ¡Cabrón!-Tenemos distintas maneras de pensar, hermano.-concluye.

-Eso tenlo por seguro-agregar Ierek.

Los ojos de Magnus vuelven a posarse en mi y le presta una mayor atención a lo que llevo puesto.

-Bonito traje-dice en un tono seco pero a la misma vez malicioso-Aún recuerdo el día que se lo regalé a Ierek, no me quedaba muy bien, así que se lo di a mi hermano.

Mis ojos se abren a modo de sorpresa  ante su comentario, llevar una prenda de Ierek que le regaló Magnus es algo que no me agrada.

-Creo que sería mejor que me retire-propongo ya que necesito salir de ésta situación.

-Pienso lo mismo-expresa Ierek sin darle tiempo a Magnus para decir algo-Puedes irte, Hayla.

Antes de que puedan decir algo, salgo corriendo de la sala como una flecha, procesando todo lo que ha ocurrido en los últimos minutos. ¡Dios mío! ¿Pero qué fue todo eso? Tan bien que había empezado mi día y lo terminé de la peor manera. Suelto el aire que tengo estancado en mis pulmones mientras asimilo el hecho de que Magnus ha vuelto y tendré que lidiar con él nuevamente.

Una vez en mi habitación, me despojo de la ropa húmeda y del único zapato que aún llevo puesto. Rápidamente, entro al baño y reparo mi imagen desnuda reflejada en el espejo; mi cabello aún está un poco mojado y desaliñado.

Me adentro en la ducha y abro el grifo, sintiendo cómo el agua caliente recorre todo mi cuerpo. Está a la temperatura perfecta, excelente para disfrutar de un baño exquisito. Paso el jabón por toda mi piel, dejando que el aroma a naranja se impregne en ella...

Después de bañarme, me pongo unos pantalones anchos de color mostaza y un top blanco, perfectos para dormir. Uso la secadora de cabello para que mi pelo esté lo menos húmedo posible. Me siento en la cama y trato de estudiar un poco sin salir de mi habitación <ya bastante he tenido por hoy>. Horas más tarde, la noche llega y el sueño me vence. Me acomodo en la cama, apago las luces y caigo rendida.

***

—Gracias—digo al camarero que ha traído el batido de frambuesa que pedí hace unos minutos.

Abro mi computadora portátil y me pongo a repasar unos apuntes para un informe que debo hacer mientras disfruto del batido.

Estoy en Coffee Moment, una de mis cafeterías preferidas. A veces vengo aquí para despejar la mente, estudiar o trabajar en algún proyecto universitario cuando en casa no logro concentrarme.

Después de un rato, sonrío al ver que recibo una videollamada de Catalina. No les he mencionado antes, pero es una de mis mejores amigas. Nos conocemos desde que éramos pequeñas y, a pesar de nuestras diferencias económicas, siempre nos hemos llevado muy bien. Nuestra relación es similar a la que tengo con Ari, pero siempre he sido más cercana a Cata. La conocí cuando tenía 8 años, justo cuando el Sr. Alex empezó a pagar mis estudios. Realmente no sé qué habría sido de mí sin él; personas como Alex son escasas en este mundo. Empecé a estudiar en la misma escuela que Ari, Catalina y Magnus seis meses antes de que él se fuera.

Todavía recuerdo vagamente la discusión que tuvo Leticia con el Sr. Alex por la decisión que tomó. No soportaba que la hija de una simple empleada estuviera estudiando en la misma escuela que sus hijos, provenientes de una familia prestigiosa.

Los padres de Catalina también tienen un nombre influyente. Su madre tiene una empresa de cosméticos y su padre posee acciones en la empresa de los Rabell, además de tener otros negocios.

A pesar de haberse mudado con su madre a Francia en los últimos años y de pasar mucho tiempo viajando, nunca hemos perdido el contacto. De vez en cuando regresa a Houston, donde su padre vive, ya que sus padres están separados.

Acepto la videollamada de Catalina, inmediatamente me aparece su rostro en la pantalla.

—¡Hola, Hayli!—me saluda desde el otro lado de la pantalla—¿Qué opinas de mi nuevo look?.

La observo detenidamente y noto que su cabello está más largo y ha cambiado de color, de un castaño claro a un negro intenso.

—¿Te has puesto extensiones?—no puedo evitar preguntar.

—Sí, ¿verdad que lucen geniales?—se inclina hacia atrás, mostrándome su cabello que ahora llega hasta la espalda baja.

—Sí, te ves genial y el tono negro te queda muy bien—comento mientras ella vuelve a acercarse a la pantalla.

—Exacto. Al principio dudaba si cambiar el color o no, pero al final decidí hacer un cambio radical.

—Me alegra saber que estás bien, hace unos días que no hablamos—digo.

—Sí, la verdad es que he estado ocupada con las compras, salidas y fiestas, no he tenido mucho tiempo para comunicarme últimamente—menciona.

—Te entiendo, yo también he estado ocupada con el trabajo, las responsabilidades en la mansión y la universidad, apenas tengo tiempo libre.—expreso antes de soltar un suspiro de cansancio.

—¿Y qué tal en la universidad?—pregunta.

—Todo va bien, mis calificaciones han sido buenas, pero el estrés es constante con tantos trabajos y exámenes—respondo.

—Siempre has sido muy inteligente—me elogia con una sonrisa.

—Trato de hacer lo mejor que puedo...—comienzo a decir, pero Catalina me interrumpe emocionada.

—¡Oh, se me olvidaba decirte algo! ¿Adivina quién será la nueva modelo de la marca de cosméticos Resson?—expresa emocionada, claramente por el tono en que lo dice es ella. Siempre fue su sueño ser una modelo, y me alegro que su madre la haya tomado en cuenta para ser la imagen de los nuevos productos que van a llevar al mercado.

—¿De verdad? No puedo creerlo. Estoy muy feliz por ti. Siempre has querido ser una modelo famosa y esto podría ser el comienzo —te animo.

—Tuve que insistir muchísimo a mi madre para que me permitiera convertirme en la nueva modelo, y ahora que lo logré, no voy a detenerme hasta que mi rostro aparezca en todas las portadas de revistas —rio al ver lo emocionada que está.

—Oye, no me has hablado de Fabio ¿Cómo están? —pregunto por su novio, me resulta extraño que no me haya mencionado nada sobre él.

Su expresión alegre cambia por completo a una un poco triste.

—Bueno, digamos que Fabio y yo decidimos terminar —mencionas sin más.

—Pero, ¿por qué? Hasta la semana pasada, se veían muy bien juntos —no entiendo ese cambio repentino que ocurrió de una semana a otra.

—A veces las relaciones son así, Hayli. Digamos que ya no me apetecía estar con él. —expresas—. Pero bueno, dejemos de hablar de Fabio y cuéntame cómo van las cosas en la casa de los Rabell.

Doy un suspiro frustrado al recordar todo lo que ha sucedido en las últimas semanas.

—Todo está patas arriba. Desde que Magnus volvió...

— Oye oye —me interrumpe— ¿Cómo que Magnus regresó a Houston?

Pregunta un tanto confundida.

—Volvió hace aproximadamente un mes contando las dos semanas que estuvo de viaje.—digo.

—¿Y por qué no me lo habías dicho? —cuestiona un tanto incrédula.

—El tiempo que hemos hablado estos días ha sido muy breve, así que no tuve oportunidad de comentártelo. Además, tampoco me preguntaste cómo iban las cosas por aquí —me duele decirlo, pero es la verdad.

A veces, Cata no se da cuenta de que no para de hablar de sus viajes. Aunque no la culpo, su vida es mucho más interesante que la mía.

—Tienes razón, lo lamento mucho.

—No te preocupes, entiendo que a veces estés emocionada y quieras contarme todo lo que vives en tus viajes —respondí.

—Gracias por entender, sabes que no lo hago con malas intenciones —asentí con la cabeza—. Pero cuéntame más sobre la llegada de Magnus y por qué dices que todo está patas arriba.

Recordando el encuentro, rodé los ojos.

—Digamos que nuestro primer reencuentro no fue del todo satisfactorio —respondí un poco cansado.

—¿A qué te refieres? —preguntó Catalina al otro lado de la pantalla.

—Antes de saber que él era Magnus, tuvimos un encuentro. Chocamos en la calle y casi me atropella ese idiota. Empezamos a discutir y terminé ofendiéndolo. Solo le importaba su lindo auto, me dieron unas ganas de golpearlo.

Una ligera sonrisa se formó en el rostro de Catalina al ver lo exaltada que estaba mientras contaba todo.

—Siempre ha sido así, la verdad no me sorprende.

—Sí, es un Cabrón, con todas las letras de la palabra. Luego lo encontré en el restaurante donde trabajo, junto a su amigo David, y me trató como si no fuera nadie.

—Para chicos como él, tú no eres nadie, Hayli —sé que para muchos suena mal ese comentario, pero Catalina tiene razón. A pesar de que no lo acepte, hombres como Magnus, Ierek e incluso David, no consideran que chicas como nosotras seamos importantes en sus vidas. Ellos se dejan llevar por lo superficial y por lo que una chica puede ofrecerles, no solo físicamente, sino también económicamente, ya que tienen una reputación y un estatus que mantener —Sé que mi comentario puede sonar cruel, pero lo digo porque no quiero que te ocurra algo malo.

—Lo sé, Cata.

—¿Y ha pasado algo más entre ustedes? —pregunta nuevamente.

Me quedo en silencio mientras revivo en mi mente el beso que nos dimos.

—Hayla, ¿ha pasado algo más? —insiste mi amiga.

—Hemos tenido varias discusiones y... —me detengo a mitad de la frase.

—¿Y? —dice Catalina, esperando una respuesta.

—Nos besamos —la expresión en su rostro se vuelve aún más confusa.

—¿Cómo que se besaron? ¿No se llevaban fatal?

—Fue en una fiesta, estaba muy borracha, comencé a decirle todo lo que pensaba de él y, de repente, se abalanzó sobre mí y me besó. Traté de apartarlo, pero simplemente sucedió.

—Es decir, él te besó a ti.

—Algo así.

—Hayla, creo que no deberías hacerte ilusiones por eso. Seguramente vio que estabas borracha y quiso aprovecharse de eso —murmura en tono suave.

—Más bien creo que está jugando conmigo.

—Exacto. No quiero hacerte sentir mal, pero conozco a Magnus desde que éramos niños. El hecho de que mi familia sea amiga de la suya me ha permitido interactuar más con él de lo que tú has hecho. Además, estuvo cinco meses viviendo aquí en Francia. Lo vi en fiestas, eventos, incluso se involucró con varias de mis amigas. Es un auténtico idiota. Lo mejor que puedes hacer es alejarte de él.

Curvo mis labios al escuchar esa última frase.

—¿De qué te ríes?

—Eres la tercera persona que me dice eso —explico.

—¿Qué cosa?

—Que lo más conveniente para mí es mantenerme alejada de él —respondo.

—¿Quién más te lo ha dicho?

—Chloe, que es amiga de Ari, nos encontró a Magnus y a mí besándonos esa noche.

—Sí, la recuerdo. La verdad es que nunca me cayó muy bien. ¿Quién más? Me dijiste que era la tercera, así que debe haber otra persona—la imagen de Ierek diciéndome eso me viene a la mente.

—El otro fue Ierek —digo, y ella me mira como si tuvieratres cabezas.

—¿En serio? ¿El antipático, serio y gruñón Ierek Rabell? —Asiento con la cabeza.

—Siempre mantiene su distancia, pero estas semanas hemos interactuado más.

—Vaya, me cuesta creer que Ierek te haya dado ese tipo de consejos, sobre todo porque se trata de su hermano.

—Ierek suele ser más de lo que aparenta —murmuro para mí misma aunque se que Cata alcanzó a escucharme.

—Parece que has tenido una fascinación por el hermano mayor —me dice con una sonrisa traviesa mientras yo no puedo evitar reír ante lo ridículo que suena.

—¿Qué? No digas tonterías. Lo que quiero decir es que siempre pensé que Ierek era solo un hombre de negocios obsesionado con su trabajo, pero ahora estoy empezando a ver que hay algo más en él.

—Hayli, no quiero que te hagas ilusiones con Ierek. Solo porque haya sido amable contigo en algunas ocasiones, no significa que sienta algo por ti.

—Cata, puedes estar tranquila. Ierek no me interesa—le aseguro.

—Solo te estoy diciendo esto porque veo el encanto en tus ojos. Ierek es uno de tus jefes en aquella casa. Además, está rondando los treinta y tú apenas tienes diecinueve. Él ya está en edad de casarse y tener hijos. Tú solo eres una jovencita y aunque te tomara en cuenta, solo serías la que le calienta la cama.

Catalina tiene razón en todo lo que dice. Dos hombres como él y Magnus nunca se fijarían en alguien como yo. Y si lo hicieran, solo sería para llevarme a la cama.

—Catalina, comprendo todo eso. Vuelvo a repetir: no estoy interesada en Ierek, ni lo estaré —menciona convencida.

—Eso espero —dice.

—Bueno, me tengo que ir. Tengo que terminar un proyecto de la universidad— digo,  recordando que aún no había terminado el informe.

—Claro, no te preocupes. Ya hablaremos. Recuerda lo que te he dicho, Hayli. Besos. — se despide.

—Lo tendré en cuenta. Hasta pronto— hago lo mismo antes de colgar la videollamada.

Exhalé con cansancio mientras repasaba mentalmente la conversación que acababa de tener con Catalina. Sus palabras han sido un gran aporte en lo que respecta a Magnus. Solo un tonto que disfruta jugando con las chicas. Aunque ya lo sabía, debo recordármelo una vez más. En cuanto a Ierek, tengo la mente más clara que nunca. No siento ningún interés por él. Es cierto que es atractivo, pero como dijo Cata, nunca se fijaría en alguien como yo, y su familia nunca me aceptaría, especialmente su madre. Aunque no sé por qué me estoy preocupanda por esas cosas.

—¿Hayla?—salgo de mis pensamientos para prestar atención a la persona que está frente a mí.

—¿Luka, cómo estás?—pregunto al reconocerlo.

—Bien. Estaba pasando por aquí y decidí entrar a tomar un café cuando te vi. ¿Estás sola?—dice.

—Sí. Estaba trabajando en un proyecto de la universidad cuando Catalina me hizo una videollamada.

—¿Catalina, tu amiga de Francia?—pregunta un poco confundido.

—Exacto. Siéntate si quieres.—lo invito.

—Deberías presentarme a esa amiga tuya al menos por videollamada.—dice Luka de forma graciosa mientras se acomoda en el asiento vacío frente a mí.

—Seguro que le caes genial.

—Aunque no es precisamente esa amiga tuya con quien quiero interactuar—dice, provocándome una risa.

—Luka, no insistas, no te voy a dar el número de Ari—expreso, ya que en varias ocasiones me a podido su número de teléfono a lo que yo me he negado a dárselo.

Si las circunstancias fueran distintas, estaría encantada de hacerlo, ya que creo que Ari y Luka serían una pareja fantástica. Sin embargo, le prometí a Ari que no lo haría.

Poco después de enterarme que ellos tuvieron algo, Ari y yo hablamos de lo ocurrido. Ella me explicó que todo terminó esa noche, que le había gustado, pero que solo fue una aventura sexual sin más. Me pidió que no se lo contara a Luka que tenía pareja, ya que no quería que pensara que era una mujer fácil que engañaba a su novio con cualquiera. También me dijo que evitara hablar de ella con él.

Entiendo que Luka es mi amigo y lo aprecio mucho, por lo que no quiero darle falsas esperanzas. Por lo tanto, prefiero respetar los deseos de Ari y no compartir su información.

—Tranquila, eso ya me ha quedado claro. —menciona, rindiéndose.

La reacción de Luka me desconcierta un poco, ya que hace solo dos semanas estaba desesperado por que le diera el número de Ari o le ayudara a verla de nuevo. Sin embargo, me alegra que finalmente haya aceptado la realidad.

—¡Vaya, me sorprendes!— exclamo.

—¿Por qué?—pregunta confundido.

—Porque por fin has desistido. Es lo mejor—Una carcajada sonora sale de su boca.

—¿Y quién dijo que desistí?— dice, y una mirada pícara aparece en su rostro.

—Luka, recuerda lo que te he dicho...— empiezo a decir, pero él me interrumpe.

–Sé lo que me has dicho, Hayla. Pero Ariana me gusta, y voy a encontrar la manera de llegar a ella.

Justo cuando estoy a punto de responder, continúa.

—Había química entre nosotros, Hayla. Lo sentí, y sé que ella también.

—¿Pero si solo se han visto una vez?— replico.

—Un segundo basta para enamorarse de alguien, imagínate una noche entera

—Espera, espera. ¿Me estás diciendo que te has enamorado de Ari?— pregunto confundida.

—No enamorado, pero sí con ganas de más—se encoge de hombros. —Y quién sabe, tal vez sí me enamore de verdad.

—Luka, eres todo un personaje—le digo con una sonrisa.

—Gracias, Hayla Spellman—dice.

—Bueno, ha sido un placer hablar contigo, mi buen amigo, pero tengo que irme— Recojo los libros que tengo sobre la mesa y cierro mi portátil.— Mi tiempo es limitado, tengo que llegar a casa.

—¿Oye, quieres que te lleve? He traído mi coche.—dice. Ambos nos levantamos de nuestros asientos.

—Estás seguro de que...—no termino la frase pero él  sabe a que me refiero. Desconfío de las intenciones de Luka, ya que probablemente lo que quiere es ir a la mansión a ver si se encuentra con Ari.

—¿Hayla, cómo puedes pensar eso de mí?—se hace el ofendido, y no puedo evitar reír.—Solo quiero llevar a mi pobre amiga a su casa.

—Vale, aceptaré. Espero que lo que estás diciendo sea verdad.— le advierto con la mirada.

***

Cuando llegamos a la entrada de la mansión, Luka detiene el coche frente a las rejas de seguridad.

—Muchas gracias por traerme– me despido de mi amigo dándole un beso en la mejilla.

—De nada. Para eso estamos—Abro la puerta del vehículo y salgo.

En ese momento, oigo el sonido del motor de otro coche que se acerca. Veo un Ferrari 812 Superfast descapotable rojo que se sitúa justo al lado del coche de Luka. Dentro van dos personas. El chico que conduce lleva unas gafas de sol que se quita en cuanto me ve. La chica que está a su lado, en el asiento del copiloto, sonríe y me saluda con la mano.

—Hayla, hace mucho que no te veía ¿Cómo estás?—dice Luciano con una sonrisa amable.

—Muy bien. Un placer volver a verte, Luciano—le contesto.

— Pensaba buscarte nada más llegar a casa—Esta vez quien habla es Ari.—Luciano va a hacer una fiesta en su casa mañana por su regreso. Te quería invitar.

—Sí, Hayla, ven. Sabes que eres bienvenida.

Oigo cómo la puerta del coche de Luka se abre y todos miramos al chico que sale del interior del vehículo. No puedo evitar mirar a Ari, que se queda de piedra al reconocerlo. Sus ojos están tan abiertos que parece que se le van a salir. Veo a Luka, que está totalmente concentrado en observar el rostro de Ari. <Esto no va a salir bien>.

Mi amiga aparentemente sale del trance en el que estaba y me echa un vistazo pidiéndome una explicación con la mirada. Yo solo puedo hacerme la desentendida mirando hacia otro lado.

—Hola, ¿tú eres...? —pregunta Luciano esperando que le diga su nombre.

—Luka Peyton —responde caminando tres pasos y extendiendo la mano hacia él, aunque su verdadera atención está puesta en Ari, quien claramente debe estar incómoda—. Soy un amigo de Hayla.

—Luciano Beaufort —observo cómo Ariana toma aire cuando las manos de los dos chicos se estrechan—. Y ella es mi novia Ariana, aunque supongo que ya la conoces.

El rostro de Ari se vuelve un poema al escuchar eso último. La mandíbula de Luka se contrae y un atisbo de confusión invade sus facciones.

Madre mía, no estoy dentro de este triángulo amoroso y hasta yo estoy sintiendo la tensión del momento.

—Sí, ya conozco a tu novia —volteo a verlo advirtiéndole con la mirada que no diga nada más, aunque no me presta atención—. ¿Eres la chica que acompañó a Hayla una vez en la biblioteca a entregar unos libros que le había prestado, no?

La pregunta va dirigida a mi amiga.

—S...sí —expresa Ari finalmente.

Santo cielo, no sé cómo se debe sentir en estos momentos teniendo a su pareja y al chico con quien lo engañó presentándose el uno al otro.

—Bueno, creo que Luka ya debe irse. —Le señalé el auto a mi amigo para que se fuera.

—Oye, espera. ¿Por qué no vienes a una fiesta que voy a hacer mañana en mi casa? —propuso Luciano.

—No, él no puede ir —dijo Ari de repente.

—¿Por qué no? Es amigo de Hayla —cuestionó Luciano a su novia.

—Porque seguro tiene cosas más importantes que hacer —finalizó ella.

—No tengo nada más importante que hacer mañana por la noche, señorita Ariana. —La voz de Luka resonó mientras ella lo miraba—. Con gusto iré.

—Luka, creo que sería mejor... —intenté hablar con él, pero me interrumpió.

—¿Y a qué se debe la fiesta? —preguntó mi amigo.

—Fui de visita a Alemania, mi país natal, por un mes. ¿Y qué mejor manera de celebrar mi regreso a Houston que con una fiesta, varios amigos y mucho alcohol? —expresó Luciano entusiasmado.

—Entiendo. Creo que ya es hora de que me vaya— comunicó mi amigo.

—Nos veremos en la fiesta. Voy a ver a mis suegros. Me alegro de volver a verte, Hayla.

Mientras el automóvil de Luciano se alejaba pasando a través de las rejas, me acerqué a Luka.

—¿Por qué aceptaste la invitación de Luciano? ¿Estás mal de la cabeza?

Él evadió mi pregunta —¿Por qué no me dijiste que Ariana tenía novio? Si me lo hubieras dicho antes, todo sería más sencillo y no estaría aquí como un tonto, esperando una oportunidad con ella.

—No te lo dije porque Ari me lo pidió. Entiéndelo, Luka, ella también es mi amiga. Ariana no quería que creyeras que era una mala chica por engañar a su novio contigo.

—¿Ella te pidió que no me lo dijeras?— cuestionó, como si necesitara una nueva confirmación.

—Sí.

—Bien—respondió. Se dirigió a su automóvil, abrió la puerta y se introdujo en él cerrando la puerta bruscamente.

—Espera, Luka— intenté hablar con él a través de la ventanilla del vehículo.—Aún no me has dicho por qué aceptaste ir a la fiesta.

—Hayla, solo acepté porque quiero salir y despejarme—dijo.

—¿Estás seguro?

—Tranquila—encendió el motor. —Ya entendí que mi relación con Ariana fue solo una noche, nada más.

Después de decir eso, dio marcha atrás y puso el auto a andar, dejándome allí. Respiré hondo mientras veía cómo su automóvil se alejaba y decidí entrar a la mansión.

Sabía que la reacción de Luka no sería positiva, pero nunca pensé que se enfadaría tanto.

Me adentro en los jardines de la mansión, siguiendo el camino hacia la puerta de servicio.

Justo cuando estoy caminando por el área de la piscina, el sonido del agua chapoteando llama mi atención. Dirijo la mirada hacia la alberca, donde una figura corpulenta está nadando en ella. Sus brazos se deslizan por el agua al ritmo de sus pies, y sus poderosos músculos se tensan con cada brazada<la viva imagen de un tiburón bajo el agua>

Al llegar al borde de la piscina, se impulsa con los brazos y sale de ella. Su espalda mojada se delinea perfectamente, enmarcada por las gotas que aún caen por ella.

Toma una toalla de una de las tumbonas y comienza a secarse el cabello. Se gira, revelando su rostro, y al terminar mira hacia adelante, descubriéndome observándolo. <¡Maldición!> Me paralizo cuando nuestros ojos se encuentran. A pesar de la distancia, puedo ver la pequeña sonrisa cínica y maliciosa que se dibuja en sus labios. Levanta su brazo derecho y me muestra el dedo medio, como yo le hice en aquella fiesta. <¡Será idiota!>

No me detengo a mirarlo más. Le doy la espalda a Magnus y continúo mi camino hacia la casa.

—Hola, chicos. ¿Cómo estáis? —saludé al entrar en la cocina y dejar mi mochila sobre la encimera.

En ese momento, me percaté de que solo estaban Sasha y Sandro, el jardinero de la mansión.

—Hola, Hayla. Has llegado temprano hoy.—dice Sasha.

—Bueno, hoy he llegado a tiempo al trabajo, por lo que terminé mi turno antes.

—Vaya, ¡qué milagro! —mencionó Sandro burlándose de mí.

Él es un señor de cincuenta y tres años, con varias canas y una pequeña barba. Es un hombre muy sabio que llevaba trabajando para la familia Rabell desde hace más de veinticuatro años.

—Oye, Sandro. Al pasar por el jardín, me he dado cuenta de que no están las rosas naranjas de la entrada principal. ¿Qué les sucedió con ellas?

—La señora Leticia dio ordenes para que las cortara. Dice que no le gustan las rosas naranjas, que tampoco encajan con el color y el ambiente de la mansión.

—Pero si eran preciosas —mencioné.

—A esa bruja le da igual todo. Solo es un capricho suyo —expresó Sasha.

—Ahora quiere que empiece a plantar rosas azules en lugar de esas.

—Sinceramente, no se como el señor Alex la aguanta—vuelve a hablar Sasha.

—¿Mi mamá está aquí?— pregunté, ya que no la he visto.

–Fue al supermercado— informó Sasha. —Por cierto, recibiste unos paquetes esta mañana, Hayla.

—¿Qué?—exclamé confundida.

—Sí, llegaron varios. Había cajas y bolsas de compras.

—¿Estás segura de que eran para mí?— pregunté, confundida.

—Claro. Un chico los trajo y dijo que eran para Hayla Spellman.

—Es extraño. No recuerdo haber comprado nada. ¿Sabes lo que contenían?

—No los abrí, los dejé en tu cuarto.

—Gracias, Sasha—dije antes de salir de la cocina y dirigirme a mi habitación.

Al entrar, confirmé lo que Sasha había dicho. Había varios paquetes envueltos y bolsas de compras. Me acerqué a la cama, sentándome en ella y cogí uno de los paquetes, rasgando el papel que cubría la caja. Al ver la portada, me apresuré a abrirla. Me quedé paralizada al ver su contenido. Cogí los zapatos y me di cuenta de que eran reales. Eran idénticos al par que había perdido bajo la lluvia.

Vuelvo a mirar los demás paquetes, emocionada y sorprendida—No puede ser.

Comienzo a abrir uno por uno, descubriendo que cada uno contiene un par de zapatos diferente, de distintos colores y marcas. En total, hay treinta pares de zapatos, cada uno más bonito que el anterior, con diseños variados, y todos me quedan perfectamente, como si hubieran sido hechos a medida para mí.

Tomo la última bolsa que falta y saco la caja de ella. Al abrirla, me quedo absorta  con lo que hay en su interior. Éstos zapatos no son iguales a los demás, son únicos. Tono los tacones, y admiro su belleza. Son de color negro intenso con un brillo sutil, no tan altos pero lo suficiente para mí. Tienen unas tiras negras que, al parecer, se deben amarrar alrededor de las pantorrillas. Es un tipo de tacón que luce hermoso en cualquier mujer.

Al devolver los tacones a la caja, me doy cuenta de que hay una tarjeta dentro. La tomo y leo lo que está escrito.

"No te tomes la vida demasiado en serio, nadie sale vivo de ella."
"Espero que te gusten"

                                                 Ierek

Al leer las palabras en la carta, dejo de respirar por un momento. A pesar de no entender absolutamente nada de lo que está sucediendo, no puedo evitar que una leve sonrisa se dibuje en mis labios.

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