Los nuevos servicios impuestos en la panadería han servido de puta madre, esto de entregar pan en las mañanas y en las tardes ha traído buenos ingresos, también he notado el cambio en las empresas constructoras, en simples palabras: vamos de puta madre y no hay quién me pare porque no hay rastro de los Burlaos ni de cualquier otra banda criminal que planeé atentar en mi contra.

- ¡Eddie te destrosaah! -me ponía a cantar como de costumbre, iba a supervisar la producción panadera- ¡Te deja el culo ros...! -vi que NADIE estaba trabajando- ¡AHHHH! -chillé como marica y se escuchó un disco rayándose, como en las películas.

- ¡O noh subeh er sueldo o no trabajamoh! -gritó Stone, uno de mis trabajadores preferidos.

- KHÉ? -noté que tenían varios carteles acerca de corrupción- ¿Están en huelga?

Los empleados más jóvenes, uzeah, mis favoritos asintieron. A lo que me limité a hacer un facepalm épico.

- A 'er, mi arma, ¡cómo se nota ke ustedeh no han currao anteh en su puta bida! -repliqué, haciéndome el chulo pa' causar más temor- Les doy MENOS de ocho horas de trabajo diarias que es lo que decretan los derechos humanos, les pago a la semana el triple de lo que gana cualquier obrero ordinario en un mes, no trabajan los días domingo, les trato con amor y mah encima les compro almuerzo a los que no pueden traer nada. Que desgrasiaos, eh... -alcé una ceja y me dieron la razón.

Vaya, al parecer, los hice reflexionar.

- Ahora, boten esos putos carteles y vayan a trabajar, señores, están botando a la basura la posibilidad de quedarse en el empleo más digno y mejor pagado por una simple avaricia, allá afuera no te darán más de trescientos dólares al mes si ni estudios tienen. Aquel que esté en contra de mis palabras, que se vaya ahora mismo por la puerta que es bien ancha para que cualquier imbécil se pueda retirar.

Pasaron varios segundos, minutos mejor dicho, nadie salió. Entonces volví a mi discurso:

- La razón por la cual "derrocho" tanto dinero es una cuestión muy sencilla que en barrios pobres, en donde las familias no delincuentes fomentan muy bien: humildad, aquel valor no sale de la nada, te debe nacer desde lo más profundo en el alma. No sólo los ayudo a ustedes para arreglar los daños que hay en sus interiores y buscaron solucionar buscando empleo, también ayudamos a un montón de personas que nos necesitan, desde los que compran pan a bajos precios por las mañanas, hasta las familias que son privilegiadas con los ingresos que les damos a esas casas inmobiliarias que regalan mediaguas a los damnificados, ¡damnificados que pueden ser incluso familiares suyos! ¡Todo su sudor y esfuerzo no es en vano! Así que, vuelvan trabajar ya que ninguno tuvo el valor de irse, y den lo mejor de sí que algún día alguien les devolverá el favor. ¿Entendieron?

- ¡Sí, señor! -contestaron a unísono.

Y con eso, regresaron a trabajar.

Sonreí complacido, todavía nos quedaba mucho tiempo como familia que compartir y mucho esfuerzo que dar, porque puede que hayan pasado meses desde el desastre sísmico, pero los corazones rotos de toda una localidad aún se deben reparar y para eso estoy yo.