Tengo tanto bloqueo de escritura que siento que mi cabeza estallará en cualquier momento si no me pongo a concretar algo rápido. Matteo, mi novio, sabe que no puedo concentrarme con sus canciones de rock, por lo que me ayuda poniendo música pop y con un buen café espumoso. En mi escritorio abundan los apuntes desparramados, ideas por todos lados en distintos papeles de colores, según la historia que quiero, pero nada me convence. Bufo molesta y cansada cuando Matt se acerca a hacerme masajes en los hombros.

—Estás demasiado tensa, amor. ¿Por qué no salimos a dar un paseo? —Ofrece tranquilo, dejando un beso sobre mi cabeza.

—Matt, cariño, de todas las ideas que estoy teniendo, parece que tuviera esquizofrenia paranoide y escuchara voces, es algo que no se callará hasta que escriba algo y me guste.

—Créeme, los apuntes lo dejan muy claro. Tu letra no es la mejor cuando llega la inspiración, así sea solo para una idea corta —río ante sus palabras, sabe cómo hacerme reír hasta cuando no tengo el mejor de los humores —. Estaré mirando un poco de televisión, cualquier cosa me hablas.

Lo atraigo hacia mí para besarlo, como si fuera el oxígeno que necesito para respirar. Matt me abraza con fuerza antes de irse al comedor y yo sigo observo mi ordenador junto a todas las notas que he hecho. Miro la luna llena a través de mi ventana y sonrío, una idea acaba de llegar y espero concretarla sin fallar. Abro un nuevo archivo y empiezo.

Me gusta observarte cuando no te das cuenta, porque es cuando más auténtico eres.

Me gusta espiar entre besos y encontrar esa imagen angelical de ti con los ojos cerrados, completamente entregado a mí.

Me gusta recordar tu expresión al disfrutar cada uno de mis besos en tu cuello, con tus ojos cerrados por mí, solo por mí.

Me gusta cuando nuestras lenguas danzan a un compás único, nunca antes visto, perfecto para nosotros.

Me gusta cuando me abrazas, porque es el lugar más seguro del mundo y dónde siempre quiero estar.

Me gusta caminar de tu mano, sin importar el rumbo, guiándonos por nuestro instinto de seguir adelante.

Me gusta el hecho de estar acostados en una misma cama, tu cuerpo junto al mío, en la perfecta unión de un abrazo; dónde me otorgas tanta paz que eres capaz de aplacar todos mis miedos, incluso los más profundos.

Me gusta recostarme en tu pecho al aire libre, sobre el césped perfectamente cortado, dónde puedo mirar las estrellas con la mejor compañía: tú.

Me gusta que sepas cómo animarme, cómo mimarme, cómo hacerme enojar pero instantáneamente hacerme sonreír como si nada hubiese pasado.

Me gusta viajar contigo, conocer nuevos destinos, nuevos rumbos, dónde tú y yo somos los dueños de todo.

Me gusta sentir que me necesitas tanto como te necesito yo a ti, que puedo confiar tanto en ti como tú en mí.

Me gustas tú, y ya no es ningún secreto.

Pongo el punto final y sonrío satisfecha al ver el resultado. No es poesía, no es un poema; simplemente son unas oraciones que relatan lo que lleva tiempo queriendo salir de mi mente y no encontraba la manera de hacerlo. Releo cada detalle para hacer algunas correcciones, guardo el archivo y suspiro. Mi mente se relaja, ya las ideas no vuelan en todas direcciones. Me recuesto sobre el escritorio y, poco a poco, me quedo dormida.

Despierto luego de unas horas, con el frío de la noche. Ya no estoy en la biblioteca, sino en mi cama, con el pijama puesto y Matt rodeándome con sus brazos. Me zafo de su agarre sin despertarlo y voy por un poco de agua. Veo que Matt apagó todo antes de llevarme con él a nuestra habitación. A veces, su amor por mí es tan infinito que no le importa que mi mente de escritora deje todo hecho un desastre en la biblioteca tratando de producir una historia, porque detrás de mi ordena todo y nunca reprocha.

Vuelvo a nuestra habitación y miro por la ventana, maravillada por la inmensidad de la noche. Nuestra casa está en las afueras de la ciudad y puedo ver perfectamente bien las estrellas y la luna llena que alumbra la noche hoy. Me quedo un rato observando el paisaje cuando alguien me abraza por la cintura y sonrío con los ojos cerrados, disfrutando de su contacto.

—Valerie, mi escritora favorita, se quedó dormida en el escritorio por quinta vez en dos meses.

—¿Llevas la cuenta de mis ataques frustrantes de escritora? —Río mientras junto mis manos con las suyas.

—Sí. Pero cada ataque hace que escribas cosas profundas y maravillosas. ¿De verdad te gusta todo eso de mí?

Mi expresión cambia de felicidad a vergüenza. No soy de expresarle mucho mis emociones a Matt y, si bien me basé en él para escribirlo, no quería que lo leyera, no aún.

—No debiste leerlo, Matt. Sabes que... —no me deja terminar la frase, pues me interrumpe con un beso cálido y profundo.

—Lo sé, pero dejaste el archivo abierto y la tentación me ganó. Tú también me gustas, tú y todo lo que compartimos. No lo callaré nunca. Te amo, Val.

—Te amo más, Matt —digo sonriendo antes de voltear para besarlo con felicidad.

Esto es amor, el bueno, el que sientes que sin él, el mundo se acaba o no tendría sentido. Es la felicidad, la alegría en una sola persona, sin importar qué pase. Y yo lo tengo en Matt.