Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Evil

Una noche de densa niebla
Una noche oscura donde no puedo ver nada
Agarro lo que mi mano puede tocar
Eso es el peso de lo que me ahoga
Esta loca existencia

Evil (SHINee)

.

.

.

🌫️

—Esta debe ser la última vez que vengas, JongIn, ya no voy a recibirte más. Las sesiones terminaron.

El moreno tenía una expresión de disgusto, su mandíbula estaba apretada y sus manos formaban unos puños sobre el escritorio.

—¿Ya no quieres verme? —preguntó entre susurros; casi parecía que se hablaba a sí mismo más que a KyungSoo.

—No es eso. Debes entender que nuestras sesiones eran parte de mi entrenamiento, debido a ello iban por cuenta del hospital, el doctor Lee te lo comentó cuando comenzamos. Él es tu principal evaluador, lo sabes —explicó con parsimonia—. Podrás continuar con el tratamiento con él, después de todo, el doctor conoce muy bien tu caso y ustedes se llevan bien.

Pero el moreno no parecía satisfecho con las palabras que KyungSoo decía. Sonaban como a un montón de excusas para deshacerse de él; sin embargo, no era así.

—En serio, lo siento, me encantaría que pudiéramos seguirnos encontrando aquí, pero debo continuar con los nuevos pacientes que me han sido asignados, ya sabes que el mismo hospital hace mi calendario.

JongIn meneó la cabeza.

—Creí que éramos amigos...

KyungSoo se quedó en silencio; no quería herirlo, eso era lo último que podía hacer, pero... ¿Decir que eran amigos? ¿Acaso lo eran?

—Te aprecio mucho, JongIn, pero debes comprender que esto funciona así. Por favor entiende, este es mi último mes como pasante y debo seguir estrictamente las indicaciones que recibo —explicó—. Si gustas puedes conservar mi número, te ayudaré en algún momento en el que realmente te encuentres mal, y quizá-

El golpe que el moreno le pegó a la mesa no lo dejó terminar. KyungSoo se hizo para atrás, asustado, nunca antes lo había visto reaccionar de ese modo, es decir, sí, JongIn tenía algunos arranques de ira, pero no de ese modo. Jamás con él. 

Alguien tocó la puerta desviando la atención de ambos y aligerando un poco la tensión. KyungSoo sabía que se trataba de su siguiente paciente, quien esperaba por él, así que, con mucho pesar —y algo de temor— tenía que despedir al muchacho.

—Debes irte, JongIn, están esperando por mí.

JongIn no le dedicó esa mirada cálida y tierna que solía tener para él, en cambio, su expresión era fría, distante y severa a tal punto de hacerle temblar en su asiento. El moreno parecía querer decirle algo más, pero no lo hizo, solo apartó los ojos de él y se dirigió a la puerta para marcharse.











































La taza de café estrellada contra el piso es ahora fragmentos de cerámica, y en cada uno de ellos puede ver las memorias perdidas que vuelven a su mente como piezas de un rompecabezas, y terminan de armarlo para ser desarmado por completo con aquel cuadro de terror que se dibuja frente a él. La habitación pierde poco a poco su color y calidez, tornándose en un lugar tétrico ante sus ojos, como siempre lo fue, pero que solo ahora lo puede notar.

Sus ojos tiemblan al mismo tiempo que su cuerpo lo hace, debido al golpe que la realidad le da. KyungSoo repara cada uno de los espacios vacíos dentro de su cabeza, pero cada vez que arregla algo, otra cosa se destruye en él y ya no quiere seguir; sin embargo, es imposible detenerse.

—¿KyungSoo? ¿Estás bien? —pregunta JongIn desde arriba. Debe haber escuchado el sonido de la taza rompiéndose.

Es incapaz de responder, se paraliza, sus piernas intentan volver a ser suyas, está luchando por recuperar el control de ese cuerpo que hace mucho tiempo le ha sido arrebatado.

—¿Kyung? —vuelve a preguntar el hombre haciendo su camino hacia la cocina.

JongIn lo ve de pie frente al desastre de la taza rota y los pedazos esparcidos por el piso. KyungSoo lo mira a los ojos, aunque en realidad parece no verlo, luce tan ido e impactado.

—Mi amor... ¿Estás bien? —Se acerca hasta él para apartarlo de ahí y así evitar que se haga daño.

KyungSoo, al sentir la mano de su pareja sobre su cuerpo, reacciona y pone la suya encima.

—Estoy bien... —responde con un hilo de voz—. Me golpeé con la silla y la taza se me cayó. Lo siento, no quise asustarte...

JongIn lo toma de los hombros y lo intenta reconfortar.

—No te preocupes, cariño, yo barreré los pedazos, tú siéntate a comer.

KyungSoo responde que sí con la cabeza y se aleja despacio para tomar asiento. Su mente está dispersa, necesita correr hacia algún lugar, lejos, muy lejos de aquí, pero una voz le dice que ya lo ha intentado antes y que no hay salida.

—Listo —dice JongIn dejando a un lado la escoba y el recogedor—. Déjame servirte tu té para sentarnos a comer. Ah, no se me olvida la canela —agrega sonriendo.

KyungSoo mira la esbelta espalda de su marido y la imagen se vuelve a distorsionar, mostrándole una en donde hay mucha sangre brotando cerca del cuello del moreno, pero esta desaparece cuando JongIn se da vuelta y le entrega su taza.

—Espero que no queme —le dice tomando asiento frente a él—. Gracias por las tostadas.

La voz en su cabeza vuelve a gritar que no hay salida.


























🌫️

JongIn está ocupado en el sótano, otra vez, y KyungSoo se encuentra en el cuarto mirando por la ventana, aunque en realidad no puede ver nada a través de ella, pues la niebla está tan alta y es mucho más espesa que otras veces. Se pregunta si morirá ni bien ponga un pie fuera de la casa, ¿o será que la niebla mata lentamente? Tiene curiosidad por intentarlo; no obstante, recuerda que ahora no es el único que correrá peligro.

"¿Y eso qué?", pregunta una de las voces que lo atormenta.

Mira su vientre plano y no siente nada. No solo siente vacías sus entrañas, sino que no le causa alguna emoción como hace un rato cuando se enteró sobre su estado. Tal vez debería hacerle caso a la voz que lo anima a salir y dejar de preocuparse por cualquier cosa. Sin embargo, el demonio que lo vigila es tan ágil y astuto, es más fuerte y no puede contra eso.

Necesita planear algo.

.

.

.

🌫️

.

.

.

Pasa un rato desde que recorre la casa casi por completo y se da cuenta de que parece ser un fortín. JongIn lo ha pensado tan bien, seguramente ha mejorado la seguridad de la casa después de cada ocasión en la que la memoria de KyungSoo se reparaba y arremetía en contra de él.

El monstruo que lo tiene encerrado en estas cuatro paredes es mucho más poderoso ahora que cuando lo conoció, por ello, concluye en que no podrá salir fácilmente de aquí, tiene que distraer a su pareja antes de hacer algún movimiento. Rápidamente se le ocurre una dulce manera de lograr su cometido.

Tal vez... Una cena romántica.

Podría aprovechar la noticia del embarazo y prepararle su comida favorita, hornear un pastel y darle de beber algo delicioso que hará que sus ojos se cierren con dolor y para siempre. Entonces, KyungSoo se pone manos a la obra y pasa el resto de la tarde preparando la última cena.

























—Con que este es tu dulce favorito —dijo KyungSoo llevándose un trozo de pastel a la boca.

Las mejillas de JongIn se sonrojaron, mientras dibujaba una tímida sonrisa en sus labios.

—Me gusta todo lo que lleve fresas.

—¿Acaso estás obsesionado con ellas? —preguntó a modo de broma para mejorar el ambiente.

KyungSoo sabía que JongIn era una persona difícil, con un temperamento explosivo y un mal manejo de la ira; además de desarrollar un apego exagerado hacia las cosas. Por eso, cada vez que se encontraban, intentaba ser lo más ameno posible para alegrar su día, pues en casa del otro las cosas no iban bien.

—No lo sé —se encogió de hombros—, me gustan mucho.

—Está bien que te gusten, pero también podrías probar otras cosas.

—No quiero. Voy a quedarme con las fresas para toda la vida.

KyungSoo enarcó una ceja. —JongIn... —le llamó la atención.

—¿Por qué está mal que solo quiera comer fresas y ya?

—Puedes comerlas las veces que quieras, pero también es bueno que acostumbres a tu paladar a diferentes sabores, así siempre tendrás más opciones. Si las fresas llegaran a extinguirse algún día, ¿qué harás?

—Eso no pasará —aseguró.

El más bajo se rio por el comportamiento infantil de su acompañante.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Porque voy a robar todas las semillas del mundo si es necesario y haré mi propio cultivo de ellas.

La risa de KyungSoo se hizo más fuerte.

—¿No crees que estás yendo demasiado lejos?

JongIn se alzó de hombros.

—No voy a quedarme nunca sin comerlas.






















































JongIn sube las escaleras, después de haber pasado una buena cantidad de tiempo en su oscuro sótano, terminando de arreglar algunos de sus locos inventos. El hombre es recibido con un apetitoso banquete servido en la mesa, acompañado de velas que le dan un toque romántico al asunto. KyungSoo se encuentra de pie junto a la mesa, y sonríe al verlo llegar.

—¿Qué es todo esto? —pregunta el moreno acercándose a darle un beso en los labios, el cual es correspondido.

—Quise darte una sorpresa.

JongIn tira la camisa sucia que lleva encima y se queda solo con el polo negro puesto.

—¿No sería mejor si me doy un baño?

—¿Y dejar que se enfríe? —pregunta, refiriéndose a la comida.

JongIn sonríe amablemente.

—No serán más de diez minutos, amor, lo prometo —afirma y se aparta para subir por las escaleras, pero antes de seguir subiendo se da la vuelta y lo mira.

—¿Pasa algo? —cuestiona KyungSoo.

El más alto niega con la cabeza.

—No, solo me he olvidado de poner el nuevo shampoo. Iré a abrir una caja para ponerlo en el baño.

KyungSoo asiente y lo deja ir de regreso al sótano, viéndolo desaparecer por las escaleras.

Minutos después, las luces de la casa se apagan.












































—La comida de mamá es la mejor del mundo, nunca me cansaré de decirlo —dijo KyungSoo.

—Eso es porque no has probado la de tu hermana —lo corrijió su madre—. En un par de años se graduará con honores en el arte culinario.

KyungSoo rodó los ojos, pero aun así sonrió.

—No la defiendas, mamá.

—¿Mi hermanito está celoso porque soy la preferida de mamá?

—Bah.

—A ver, muchachos, no comiencen —interrumpió su padre desde las escaleras. Había terminado de tomar un baño y ahora se reunía con ellos para cenar.

—Tu hijo me menosprecia porque ya es todo un graduado —reclamó HyeSoo.

—Claro que no, bebé —le aseguró su madre—, tú también te graduarás pronto.

—Así es, renacuaja, ya deja de ser tan molestosa.

—¿Cómo me llamaste?

El señor Do llegó a la mesa para poner orden.

—De acuerdo, es suficiente, deténganse. El día de hoy vamos a comportarnos y a celebrar como se debe.

La cena familiar de los Do se llenaba de alegría, pues el mayor de sus hijos se acababa de graduar y, además, había recibido una propuesta para trabajar en el Centro Médico de Boston. KyungSoo no podía llenar más de orgullo a la pequeña familia.

—Será mejor que te ayude a armar las maletas para que te vayas pronto.

—¡HyeSoo! —exclamó su madre.

Pero tanto como KyungSoo y su hermana rieron al mismo tiempo.

—Él sabe que es broma —confesó la joven—. Voy a extrañarte mucho, enano gruñón.

KyungSoo tomó la mano de su hermana sobre la mesa.

—Yo también lo haré, renacuaja fea.

Sus padres veían felices a sus dos grandes retoños, quienes pronto harían sus vidas lejos de ellos. La emoción era grande, y también la tristeza, porque no querían dejarlos ir, sería muy doloroso, pero era algo que tenía que suceder tarde o temprano.

—Bueno, ahora sí, vamos a comer —anunció la señora Do, sentándose en la mesa.

No obstante, en ese preciso instante, las luces de la casa se apagaron, dejándolos en una oscuridad absoluta.

—¿Qué fue eso? ¿Los plomos se malograron de nuevo? —preguntó la señora.

Su padre dejó su servilleta de tela sobre la mesa y se levantó.

—Iré a revisar.












































Cuando KyungSoo dejó ir a JongIn hacia el sótano supo que había cometido un gran error, y ahora no puede hacer nada más que lamentarlo, pues ya sabe lo que va a suceder. La comida sigue intacta y humeando, la flama de las velas se mecen por la suave ráfaga de viento que las toca, y KyungSoo está de pie a un lado de la mesa cuando de pronto lo esperado sucede. Todo sigue como antes, pero ahora solo puede ver la sombra de las cosas.

Se trata de un apagón; si se queda en el mismo lugar, entonces será muy tarde para correr.

¿Y correr a dónde?

No está seguro, pero lo único que tiene claro es que debe intentarlo. Así que va directo hacia la cocina y consigue un afilado cuchillo de uno de los cajones de la alacena. La voz dentro de su cabeza lo molesta de nuevo, lo incita a rendirse, le dice que no importa lo mucho que lo intente, no va a poder escapar. Sin embargo, KyungSoo está decidido a luchar hasta que todas sus fuerzas sean drenadas de su cuerpo; prefiere perder la vida antes que quedarse a su lado. No, él ya ha perdido su vida hace mucho, ahora le pertenece al monstruo que lo ha moldeado a su gusto. Pero esta vez quiere arrebatarle todo, si es necesario, se dejará ir para romper las cadenas invisibles que lo atan a esta casa.

¿Qué sentirá cuando vea que lo ha perdido? ¿Le dolerá? ¿Se llenará de ira y se lastimará?

Quiere eso, anhela verlo sufrir por todo ese dolor que le ha causado durante tantos años. No hay nada que lo detenga, ni siquiera ese ser que habita en su vientre, porque no siente nada más que repulsión al pensar en esa criatura.

El crujir de la madera lo pone alerta y lo más rápido que atina a hacer es ir a esconderse en una de los gabinetes bajos de la alacena.

El piso de madera suena, debido a los pasos lentos que provienen desde la sala. Ha comenzado la cacería, KyungSoo lo sabe bien.

¿Quién se convertirá en la presa al final de la noche?

—KyungSoo, amor, ¿en dónde estás? —le escucha preguntar con esa voz suave que usa cuando quiere obtener algo de él, pero sabe que solo se está burlando de su debilidad—. ¿A dónde has ido, cariño? Regresa para que podamos cenar.

Entonces lo hará de esa forma... ¿JongIn va a pretender que no lo sabe?

—Creo que querías decirme algo, ¿no es así? —continúa. Puede escuchar su voz ondeando en el mismo lugar—. Es algo... Importante, ¿verdad?

KyungSoo suelta un jadeo silencioso, lleno de aire y frustración.

—Lo he visto en el armario del baño. Sabes que tengo contabilizadas las cajas y sus posiciones. ¿Era esta la sorpresa que ibas a darme? Sal de donde estés para que podamos celebrar, mi amor.

No es posible, ahora lo sabe. Se siente expuesto, con mucho menos ventaja que hace un segundo.

KyungSoo sostiene un arma en su mano derecha y eso es todo que tiene para luchar. En cambio, JongIn lo tiene todo, conoce la casa a la perfección, sabe muy bien qué hay allá afuera y, sobre todo, lo conoce demasiado bien, de pies a cabeza, como si de la palma de su mano se tratara.

No está en posición de darle batalla, así como una pequeña hormiga no puede pelear contra un león.

¿Siempre fue tan insignificante?

Un fuerte sonido se escucha en el piso de arriba. KyungSoo imagina que es debido a las ramas de los árboles golpeando la ventana, debido al fuerte viento que se ha desatado afuera; no es algo con lo que contaba, pero sirve como una distracción para deshacerse de JongIn por un momento, pues este ha mordido el anzuelo.

—¿Estás arriba, amor? —Lo escucha subir, mientras le sigue hablando.

Y KyungSoo sale de su escondite.




































—¿Por qué hizo eso? ¿Por qué ese hombre mató a papá y a mamá? —susurraba HyeSoo con la voz entrecortada.

KyungSoo no podía pensar claramente, después de ver los cuerpos inertes de sus padres, de los cuales aún brotaba sangre espesa y oscura, por la brutal manera en la que fueron asesinados. Le era imposible salir del shock.

¿Qué había hecho mal para que aquel muchacho lo lastimara de esa forma?

Kim JongIn, el chico al que le había brindado asesoría psicológica, a quien KyungSoo le hizo compañía mientras escuchaba sus problemas y le aconsejaba de la mejor manera para poder afrontarlos. Jamás fue grosero con él, no le hizo daño ni lo humilló de alguna manera.

Entonces... ¿por qué de pronto hacía esto?

—Hermano —le llamó la muchacha, que aún temblaba a su lado—. Tengo mucho miedo...

Los dos hermanos se encontraban escondidos en el jardín sótano como último recurso para sobrevivir. KyungSoo sostenía la mano de HyeSoo, sintiéndola temblar a través de ella, aunque no estaba del todo seguro si era la muchacha quien vibraba o era él, o tal vez ambos.

—Cuando salga de aquí debes correr hacia la puerta del jardín —le indicó entre susurros.

HyeSoo lo miró aterrada.

—¿Y si me atrapa?

—No lo hará —afirmó—. Voy a distraerlo.

—¡No! No pienso dejarte solo.

KyungSoo se soltó del agarre y puso sus manos sobre los hombros de la menor, obligándole a mirarle directamente a los ojos.

—Él no me lastimará, me quiere a mí, así que no me hará daño. Voy a hablar con él.

Pero a HyeSoo no le pareció buena idea.

—No, hermano, no hables con ese hombre. Ven conmigo, huyamos juntos.

—Si salimos juntos, entonces él te lastimará. Eres todo lo que tengo ahora, Hye, por favor, hazme caso.

La muchacha lloró un poco más frente a KyungSoo antes de asentir, aceptando —muy a su pesar— la idea de su hermano mayor.

—Sea lo que sea que pase, tú solo corre y no mires atrás.








































KyungSoo corre hacia la sala lo más callado que puede, toma el abrigo que JongIn usó hace poco para salir, y busca la llave en los bolsillos, pero, por supuesto, no puede ser tan fácil. JongIn no es estúpido, todo lo contrario, cada vez se vuelve más astuto, gracias a todas las ocasiones en las que KyungSoo recupera la memoria e intenta escapar.

No tiene de otra, debe pelear.

—Cariño, ¿en dónde estás?

La pregunta se oye como el sisear de una serpiente, algo que le provoca escalofríos en toda su espina dorsal y lo hace sentir asqueado. La figura de JongIn aparece en la sala y es iluminada por la tenue luz de las velas. KyungSoo mira de reojo, escondido detrás del viejo y robusto sillón que llega a cubrir su cuerpo por completo. En una mano sostiene fuertemente el cuchillo, la única arma que ha podido rescatar de la alacena. Sabe que poco o nada puede hacer en contra de JongIn, si de fuerza física se trata, por lo que intentar pillarlo desprevenido por la espalda parece ser la única opción que le queda.

—¿Me harás esperar toda la noche, KyungSoo? Tenemos que hablar ahora mismo.

Es el momento ideal para salir de su escondite y atacar, pues JongIn se encuentra de espaldas a él. Y así lo hace, se pone de pie y arremete en contra de su secuestrador; sin embargo, debió imaginar que JongIn reaccionaría rápidamente, si se han enfrentado varias veces dentro de la casa.

—¿Qué intentas hacer? —pregunta el hombre, más como una sutil llamada de atención, mientras sostiene las muñecas del más bajo.

JongIn ni siquiera lo ve como un oponente. Al lado suyo, KyungSoo es insignificante.

—¡Hijo de perra! Maldito seas, ¡déjame ir!

—Deja de pelear contra mí, KyungSoo, ¡ya basta!

—No, no voy a hacerlo. ¿Quieres someterme de nuevo? Pues solo muerto podrás tenerme bajo tu control —responde airado—. Adelante, mátame, ¡mátame ahora mismo!

Pero contrario a todo lo que espera de JongIn, este solo le muestra una expresión de tristeza y decepción, como si le hubiera hecho daño al decir esas cosas.

—¿Por qué te mataría? KyungSoo, ¿qué sucede? ¿Por qué actúas así? ¿Tuviste un mal sueño otra vez? —pregunta con preocupación—. Dímelo para poder arreglarlo.

Está jugando con su mente, pero no le dará el gusto de dejarse engañar.

—¿Arreglarlo? —bufa—. ¿Arreglar qué? ¿Tu mentira?

—¿De qué estás hablando?

—¡Lo recuerdo todo! Lo sabes muy bien, sabes absolutamente todo, no te hagas el inocente.

—No sé de lo que estás hablando —afirma el moreno—. Lo único que sé es que tienes una noticia que darme y solo lo estás alargando, no comprendo la razón.

—¿Ah, sí? ¿Y por eso te vino bien apagar las luces?

—Yo no hice nada.

—Eres tan cínico que te atreves a mentirme aun cuando sabes que se terminó. Tu farsa ha terminado, ¡entiéndelo!

KyungSoo forcejea nuevamente para liberarse, pero no lo consigue.

—Está bien, cariño, de acuerdo, no tienes por qué alterarte, eso le hará daño al bebé. Baja ese cuchillo y hablemos, ¿sí? Piénsalo, amor, podemos ser una familia.

—Tú y yo jamás seremos una familia.

JongIn resopla y aprieta la mandíbula.

—Ese bebé también es tuyo, ¡¿acaso no te importa?!

—¡Nada de lo que venga de ti me importa!

—¿Por qué te empeñas en arrebatarme el sueño de tener una familia?

KyungSoo bufa, no puede creer que sea tan descarado, así que la risa irónica sale de pronto de su garganta.

—A ti no te importó matar a los que más amaba solo para tenerme —escupe las palabras con ira—. ¿Por qué debería importarme lo que sientas? Eres un monstruo, un demonio que me arrojó a su propio infierno. ¡Te odio!

JongIn afianza un poco más su agarre. Mirar a los ojos a KyungSoo es todo lo que basta para dejar atrás su expresión preocupada y atenta, y darle pase a su verdadera identidad.

Las máscaras caen en cuestión de segundos.

—Ninguno de ellos podía apreciarte como yo siempre lo hice. ¿No lo entiendes? Estabas destinado a ser mío.

—Este corazón jamás te pertenecerá —afirma con la voz entrecortada—. Aunque mi memoria vuelva a fallar, yo jamás te amaré. Lo único que me causas es asco y repulsión. Te odio tanto, odio que me toques, odio tener esta cosa dentro mío porque lleva tu sangre, la sangre de un monstruo como tú.

La expresión de JongIn se torna siniestra y KyungSoo sabe que sus palabras han logrado golpearlo en donde más le duele. En este punto ya no le importa si lo mata, prefiere morir a quedarse a su lado, pero quiere intentarlo para ver hasta dónde puede ir. Sus recuerdos no están del todo claros aún, pero confía en que tan pronto como salga de ahí podrá recuperarlos.

—¿A dónde piensas ir cuando salgas de aquí? —pregunta el más alto—. No hay nadie esperando por ti allá afuera, yo mismo me encargué de que no quedara una sola persona que te conociera, que te haya visto y hablado alguna vez, porque quiero ser el único que te recuerde, que te vea y que escuche tu voz.

KyungSoo jadea por el dolor que le causan sus palabras. Las imágenes de sus padres muriendo de una forma tan salvaje, debido a que un hombre se obsesionó con su hijo, inundan su cabeza.

No puede seguir escuchando, siente tanto asco e ira que ya nada le importa.

—¡Prefiero que la niebla me trague entero y morir, a quedarme aquí contigo! —grita.

—¿Y qué harás, entonces? —lo reta.

—Voy a pelear...

—Cariño-

—...hasta el último segundo de mi vida —advierte y acto seguido muerde la mano del más alto.

JongIn lo empuja hacia atrás como un acto reflejo para salvar su mano, entonces KyungSoo aprovecha ese breve momento de debilidad para lanzarse sobre él una vez más y clavar el cuchillo sobre el muslo del moreno, haciéndole gritar de dolor.

Un recuerdo fugaz llega a su mente en ese mismo momento, mientras lo ve sangrar. Un recuerdo en donde KyungSoo hace un corte profundo, cerca de la nuca de JongIn, con una botella de vidrio rota, consecuencia de una de las tantas peleas que han tenido.

Esa cicatriz... Él es el causante de aquella fea marca que adorna ese espacio entre su cuello y el hombro.

Ya lo ha intentado antes, esta es la prueba de ello.

—¡Mierda! —chilla el más alto.

KyungSoo es consciente que si no toma este momento para huir de ahí, entonces luego ya no podrá hacerlo. Así que, patea con fuerza la cara de su captor y lo noquea brevemente para revisar sus bolsillos, hallando la llave que tanto buscaba en uno de los costados del pantalón.

Y con las manos temblorosas, KyungSoo abre la puerta y sale.






























La incesante lluvia no ayudaba para nada a su visión, y los truenos solo entorpeían su audición; con esas dificultades, KyungSoo se movilizó por la casa con cautela. Recordaba que su padre tenía un arma en su despacho, por si un ladrón irrumpía en su hogar; KyungSoo jamás había usado una pistola, pero la situación lo ameritaba, por lo que intentaría hacer lo que pudiera.

Se retiró los zapatos para no hacer bulla, y que JongIn no lo escuchara. Necesitaba ir por su teléfono para llamar a la policía, pero no recordaba en dónde lo había dejado y tampoco estaba muy seguro de que las cosas estuvieran en el mismo lugar, pues el moreno había saqueado completamente la casa. Estaba claro que tenía que escapar, pero solo podría hacerlo por la puerta principal, y para ello, primero tendría que deshacerse del intruso.

—KyungSoo —escuchó su nombre en un susurro detrás suyo que le hizo dar un respingón, y se giró hacia esa persona.

—¿Qué estás haciendo aquí? —La pregunta susurrada se oyó más como un reclamo—. Te dije que corrieras hacia la puerta del jardín.

—No puedo dejarte solo, hermano. Ese hombre está loco, ¿qué pasa si te hace daño?

—¡Maldición! ¿Por qué no puedes hacerme caso por una vez en tu vida?

La menor no respondió a aquel reclamo, tan solo frunció el ceño y su mirada cayó hasta el piso.

—Ya no interesa, deberíamos correr hacia la puerta principal e irnos de aquí —sugirió la muchacha.

—Puede estar esperándonos, sería muy peligroso.

—Entonces, ¿cuál es tu plan?

—Quiero ir al despacho a por el arma de papá.

—Eso tomará demasiado tiempo, hermano. La puerta está a unos metros, podríamos salir rápidamente —insistió.

—Es arriesgado.

—Pero tenemos que intentarlo —resolvió e inmediatamente después caminó por delante de KyungSoo en dirección a la sala.

—¡HyeSoo! —llamó a su hermana para hacer que volviera, pero ella hizo caso omiso a su voz.

No le quedó de otra que salir tras ella lo más rápido que pudo. HyeSoo abrió la puerta principal sin muchos problemas y animó a su hermano a acercarse para salir juntos. KyungSoo creyó que estaban escapando al mismo tiempo, pero en algún punto HyeSoo había retrocedido para recoger algo.

—Necesitaremos esto —anunció, mientras guardaba algo en su bolsillo.

KyungSoo no alcanzó a ver qué era y tampoco le importó, tan solo tiró del brazo de su hermana para salir de ahí.

—Bien, vámonos aho-

Bastó un solo segundo con la guardia baja para ser atrapados por el criminal. Cuando KyungSoo volteó para ver a su hermana, se dio cuenta de que JongIn ya la tenía como rehén, y amenazaba con cortar su yugular con el cuchillo afilado que sostenía en su mano.

—Déjala ir —ordenó—. Suéltala ahora mismo.

—Lo haré si entras a la casa.

—No lo hagas, hermano —le pidió la menor y eso solo causó que JongIn apretara un poco más el cuchillo sobre su garganta.

KyungSoo dio un paso hacia adelante y alzó los brazos.

—JongIn, no vamos a lastimarte. Nosotros no te haremos daño, así que por favor, libera a mi hermana.

Pero el más alto no tenía intensiones de obedecer.

—¿Por qué nunca te has preocupado por mí de esa forma? —JongIn le reprochó esto, sonando muy decepcionado.

—¿De qué estás hablando?

—Yo solo era un paciente para ti... Un caso de estudio que te serviría para graduarte. Nunca me viste con esa mirada de preocupación que tienes ahora por tu hermana.

—JongIn... Por favor...

—No quiero que veas a otras personas de esa manera. Quiero que solo me veas a mí. ¡Solo a mí!

HyeSoo jadeó. —Estás loco. Mi hermano jamás te verá a ti como tú quieres que lo haga. Nunca pasará, ¡maldito monstruo!

—¡Cállate! Voy a tenerlo y nadie podrá detenerme.

—Estás enfermo... Eres una mierda desquiciada —escupió la joven.

—HyeSoo... Basta —le pidió KyungSoo.

—No voy a entregarte a mi hermano.

JongIn endureció sus facciones y su mirada se llenó de ira, como si el mismo infierno quemara dentro de sus ojos.

—Eres demasiado ruidosa... —gruñó cual bestia encerrada.

Ahí estaban las señales para que HyeSoo se detuviera, pero la muchacha no lo hizo. Ella era tan diferente a KyungSoo; nunca aprendió a guardar la compostura en momentos de tensión...

—¡Corre, KyungSoo! ¡Huy-

...y eso fue lo que la llevó a su propio final.

Aquellas fueron sus últimas palabras, antes de ser degollada por JongIn, frente a los ojos de KyungSoo, provocando la desconexión de este con el mundo en ese preciso momento, pues ver a su hermana agonizando en el mojado piso de la entrada de lo que una vez fue su hogar, lo llevó a perder la cordura, su memoria y a sí mismo.

JongIn, con las manos manchadas en sangre y pecado, se acercó lentamente hacia su presa.

—No escaparás —siseó delicadamente.

—No...

—Co...rre... —KyungSoo escuchó balbucear a su hermana, mientras se ahogaba en su propia sangre hasta que quedó inerte sobre el concreto.

Sin poder mover un solo músculo debido a la impactante escena, se quedó de pie como un espectador de un espectáculo sangriento. JongIn llegó hasta él y acunó su rostro entre sus manos manchadas de rojo.

—Serás mío para siempre.



































Cuando sale de la casa, la espesa bruma lo envuelve y casi no puede ver lo que hay alrededor; intenta alejar la niebla de sus ojos, logrando ver siluetas de cosas a su alrededor. Lo primero que alcanza a ver son rejillas de metal que rodean prácticamente toda la casa, esto último lo puede asumir gracias a los espacios en donde la niebla no es tan espesa. También alcanza a escuchar el sonido de un motor a su izquierda, lo que llama su atención y se acerca poco a poco para descubrir qué es.

Un generador, eso es lo que encuentra.

Un artefacto de forma cúbica del cual emerge humo. No hace falta ser un genio para darse cuenta qué significa esto, es cuestión de sumar dos más dos y listo. Por supuesto, ha sido tan idiota para tragarse el cuento sobre el fin del mundo causado por una niebla tóxica. Nada de eso es real, jamás lo fue, solo se trata de otra mentira de JongIn.

Entonces, otro recuerdo lo golpea.

No es la primera vez que se encuentra en esta situación y definitivamente no es la primera vez que KyungSoo se da cuenta de que aquella historia sobre la niebla es mentira.

—No... No puede ser... —dice cuando cae en cuenta de que este es el mismo final de siempre, y que, al igual que las cuatro veces anteriores en las que ha intentado escapar, no hay salida—. No...

—Oh, mi amor... ¿Por qué te empeñas en huir lejos de mí? —habla su perpetuador detrás de él, caminando con la pierna ensangrentada—. ¿Acaso no te trato bien? ¿No es suficiente el amor que te doy? Solo ven a mí, KyungSoo —invita el criminal—, soy la única persona que te queda, el único que podrá amarte incondicionalmente.

KyungSoo respira con dificultad, cada vez más, pero se las arregla para girarse a verlo. JongIn trae una máscara de gas puesta y entiende perfectamente para qué la ocupa.

—Tienes que regresar a casa, cariño —le pide, acariciando su rostro—, el humo le hará daño al bebé.

Las lágrimas no dejan de correr por sus mejillas; todo esto es patético, todos sus intentos son inútiles, no hay salida. Se siente mareado, comienza a sentir sueño y su cuerpo cada vez se siente más débil al punto de dejar de responderle. Sus piernas flaquean, pero JongIn está ahí para sostenerlo, como siempre, como las otras veces en las que llega hasta aquí y se choca con la triste realidad, cuando se estrella con un callejón sin salida.

Porque nunca hay salida.




F I N




















🦄
+++
Muchas gracias por leer este two-shot.
Espero que les haya gusto y si es así, no te olvides de dejarme una estrellita y un comentario 🙆🏻‍♀️.

Por cierto, ¿descifraron el mensaje oculto?
Déjame saberlo en los comentarios 😁.

Por ahora, eso es todo.
Ya nos estaremos leyendo pronto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro