Todo se fue a la mierda. Todo, absolutamente todo, se fue directito al carajo simplemente por no saber mantener las manos en su debido lugar.

Esto de ser, siempre, un intrépido aventurero, lo sabía de antemano, me traería mierda suficiente como para fabricar abono por una vida entera. ¿Y a quién podría culpar por nada, sino a mí mismo?

En serio, todo se fue al carajo. Pero ahí no es donde reside el problema, porque ese tan solo es solo el resultado final de aquella tan intrépida y absurda estupidez, porque no se me ocurrió nada más o, al menos, algo mejor.

Me desboqué sin remedio cuando hizo lo que hizo. Disparé palabras que no debía siquiera haber pensado o sentido en el momento, pero soy un maldito cretino cuando no lo pienso siquiera para decir nada. Y siempre digo demasiado.

Nos fuimos a los puños. Creo que fui el primero de los dos en tocar el suelo. Cabe destacar que me sentí el tarado más grande de la vida por haber disparado antes de tiempo, por haber golpeado con flaqueza y, finalmente, verlo marcharse del lugar con una ira que llevaba mi nombre de por medio.

¿Y qué vino luego? Estupidez y más estupidez. Porque no me quedé tranquilo. No, podía quedarme de brazos cruzados, otra vez, y verlo lucir, tan pendejo, las prendas de la vergüenza. Lo habían rechazado de la peor manera y él seguía y seguía...

Esto de ser, siempre, un intrépido aventurero solo puede significar problemas. Siempre ha significado problemas. ¿Y qué otros problemas podrían acarrearme mis acciones? Discutí con mi primo. Me caí a trompadas con él. Volví a buscarlo para aclarar las cosas y terminamos discutiendo una vez más.

¡No hay remedio para este asunto! ¡No caben segundos de calma y quietud cuando son los celos los que me hacen ir a perseguirlo! Y sé que está mal ¡Sé que todo esto está mal!

Porque no debería posar tiernas miradas sobre él con tanta insistencia cuando lo tengo cerca o medio cerca. Porque debo dejar de repetir, en mi interior, que aquel beso que le di hace solo cinco minutos significó algo.

¡No significa nada! ¡No puede significar nada! Solo quiero que signifique silencio, igual al que guardó cuando me alejé de él, cuando me encerré en esta habitación a llorar mi inmensa e insana estupidez.

¡No quiero que me odie!