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Inseguridades


Una vez más, allí estaba Jimin, luchando por contener las lágrimas mientras se enfrentaba al reflejo de su cuerpo completo en el espejo. Su corazón se sentía pesado, demasiado pesado. Sin embargo, esa sensación ya no le resultaba extraña ni a él mismo ni a aquellos que lo rodeaban. Todos, absolutamente todos los que lo conocían, eran conscientes del enorme conflicto que enfrentaba consigo mismo. Las inseguridades habían sido siempre una pesadilla interminable en su vida, siempre presentes, nunca desvaneciéndose.

¿La razón de todo esto? Nunca se sintió aceptado, siempre fue excluido y apartado. Había experimentado el abandono de todos, incluso de su propia familia. No resultaba fácil mantenerse en pie, pero ahí estaba él, luchando por contener las lágrimas una vez más. Después de todo lo que le habían dicho, después de soportar innumerables tormentas a lo largo del tiempo.

Desde el principio, su vida fue un camino difícil, plagado de adversidades. Parecía haber algo en él que atraía las burlas y el desprecio de los demás, como si fuese un imán para el ridículo. Nunca logró comprender por qué. Era llamado solo para ser ignorado, para ser herido.

"Feo".

Las lágrimas volvieron a emerger, incapaces de ser contenidas.

"Gordo".

Sus ojos se encontraron nuevamente con el reflejo en el espejo de cuerpo completo.

"No mereces vivir, escoria".

Apretó su labio inferior con fuerza, intentando en vano contener el llanto desgarrador que anhelaba salir de lo más profundo de su ser.

"¡Miren! Ahí está el gay de la universidad".

Se reprendió a sí mismo por llorar debido a cosas que podrían parecer insignificantes a su edad. Tal vez era demasiado sensible, tal vez estaba exhausto, pero simplemente ya no podía soportar los constantes cuestionamientos de las personas con las que compartía su día a día. Las palabras hirientes se habían convertido en una carga insostenible

Afortunadamente, ese era el último día de universidad. Después de cinco largos años, finalmente había terminado sus estudios y se despedía de esos despreciables chicos que lo habían molestado constantemente.

"No tendré que soportarlos más. Ya no estarán en mi vida", pensó con alivio.

Era cierto, ya no estarían en su vida, pero ¿qué sucedería con sus inseguridades? ¿Y el dolor? ¿Todo el daño que esos chicos le habían infligido?

Colocó una mano en su rostro y ladeó la cabeza mientras observaba su reflejo en el espejo.

Se preguntaba si aún era motivo de burla ser gay. Si bien en Corea la homosexualidad no era ampliamente aceptada, ¿por qué los jóvenes, quienes se consideraban más actualizados y progresistas, se mofaban de él?

Le parecía curioso que incluso los mayores y los adultos, al menos la mayoría de las personas que conocía, respetaban su orientación sexual. Entonces, ¿por qué ellos no lo hacían?

"¿Qué hay en mí? ¿Soy tan indeseable en este mundo?", susurró en voz baja, como si tratara de descifrar el enigma de su propia existencia.

La verdad es que nunca lo entendió del todo. Sus escasos amigos le aconsejaban que ignorara las críticas, que no se dejara llevar por las habladurías de estudiantes inmaduros, y que intentara mostrarse fuerte e invulnerable frente a ellos. Él hacía todo lo posible por seguir sus consejos, pero era inevitable no derramar lágrimas y anhelar ser algo más cuando le recordaban lo insignificante que era para el mundo.

Era agobiante. Despreciable. En su mente, a veces se imaginaba y se transportaba a otro mundo, uno en el que sería deseado, amado y finalmente... aceptado. Seguía pensando, analizando y recreando ese escenario una y otra vez, hasta que escuchó el sonido de la puerta principal cerrándose.

— ¡Ya llegué!

Limpió rápidamente sus lágrimas y suspiró, tratando de mantener la calma. Con una pequeña sonrisa en su rostro, se dirigió hacia la sala, donde se encontraba su novio, dejando a su mochila en sillón a su costado, para luego abrazar por la cintura al más bajo.

Hace siete años, Jimin y Jungkook se encontraron en circunstancias especiales. Fueron asignados como compañeros para un proyecto escolar, como si fueran los protagonistas de una de esas películas románticas en las que el destino los une y se enamoran a primera vista. Sin embargo, en este caso, no fue amor a primera vista. Para Jungkook fue un desafío enorme aceptar sus propios sentimientos. En su vida, siempre había creído que la homosexualidad era una enfermedad, y se lo había creído ciegamente... hasta que conoció a Jimin. En su momento, le hizo daño, lo apartó de su lado de la misma manera que sus compañeros, y quizás le dijo cosas de las que ahora se arrepentía profundamente. Aún podía recordar vívidamente las veces en las que su novio lo miraba con lágrimas brotando de sus ojos, corriendo por los pasillos para refugiarse en un viejo baño y desahogar allí su tristeza. Por esa razón, siempre que podía, le mostraba su amor incondicional, incluso llegando a pedirle perdón, aunque sabía que era innecesario.

Para Jungkook, el encuentro y el amor que floreció hacia Jimin fue sorprendente, incluso enigmático. Nunca pudo comprender por qué las personas se burlaban de él, ni por qué lo excluían. Sin embargo, a pesar de todas esas dificultades, Jungkook decidió acercarse, a pesar del miedo a ser juzgado. Con el tiempo, llegó a conocer sus sentimientos por completo y a aceptarse tal como era. Tres años después de aquel encuentro, finalmente tuvo el valor de confesarse, dejando atrás sus miedos y logrando superar la angustia de salir del armario.

Ambos se adentraron en su relación con un profundo temor. Los comentarios hirientes se volvieron el pan de cada día y las burlas hacia ellos se intensificaron en el entorno universitario. Sin embargo, en este caso, el amor prevaleció. Fue un camino arduo, y sigue siéndolo, pero decidieron enfrentarlo juntos. Lograron superar los obstáculos que se les presentaron. Aunque los comentarios hacia su relación hayan disminuido en los últimos dos años, todavía persistían, y cada palabra dolía. Siempre lo hacía. La herida seguía presente, aunque fuese de forma más sutil.

— Cariño, no sabes lo frustrante que es tener que trabajar con un par de imbéciles que solo te buscan para que hagas su trabajo. ¿Puedes creer que solo me eligen porque aparento ser fuerte? — reclamó indignado, recordando el agotador día que había tenido frente a la máquina registradora, cuando debería estar delegando tareas a otros, porque sí, él era el maldito jefe —. ¿Por qué no puedo estar aquí contigo en su lugar? Desearía estar acostado, viendo una película y besándote todo el día — añadió con una sonrisa que se extendía por sus labios —. Te he extrañado tanto — susurró el pelinegro, acariciando delicadamente la zona de su cintura.

— Yo también te he extrañado, Jungkookie — murmuró tímidamente.

Maldición, su voz sonaba ronca.

Poco a poco, el abrazo entre ambos se fue aflojando, permitiendo que sus miradas se encontraran directamente. Los ojos del más bajo lucían levemente enrojecidos, hinchados... mostraban señales evidentes de dolor. El pelinegro frunció el ceño y, con delicadeza, acarició la mejilla sonrojada de Jimin con su mano derecha.

— ¿Por qué estabas llorando, amor? — preguntó con un tono cargado de tristeza, trazando pequeños círculos en la piel con su dedo pulgar.

— No sé de qué hablas, no he estado llorando — respondió Jimin, desviando la mirada con notorio nerviosismo.

— Jimin... — susurró, colocando su otra mano en la barbilla de Jimin y haciendo que este volviera a encontrarse con sus ojos, buscando respuestas y queriendo transmitir su preocupación a través de su mirada.

Jungkook era plenamente consciente de las profundas inseguridades que afectaban a su amado novio. Sentía el dolor de Jimin como si fuera propio, cada lágrima derramada por él le provocaba una herida en el corazón. No deseaba verlo sufrir, no quería que su pequeño se viera afectado por los comentarios maliciosos y venenosos de las personas.

Al principio, intentó apartarse, creyendo que Jimin debía enfrentar esos desafíos por sí mismo, o que encontraría su propia manera de sobrellevarlo. Sin embargo, conocía la fragilidad de su novio, sabía que no siempre podía ser fuerte y resistente, y entendía que habría momentos en los que no podría soportarlo. Por lo tanto, ya no permitiría que Jimin luchara solo. No más.

— Dime, por favor... ¿qué te atormenta tanto? — susurró Jungkook, su mirada intensa y llena de preocupación.

Jimin captó de inmediato la intensidad de esa mirada.

— Jimin, puedes desahogarte conmigo — insistió, su voz llena de afecto y comprensión.

— No es importante — respondió Jimin, intentando minimizar sus sentimientos y ocultar su dolor.

Jungkook tomó suavemente el rostro de Jimin entre sus manos, acercando sus miradas y transmitiéndole seguridad.

— Por favor, confía en mí. Estoy aquí para ti. No importa lo que sea, estamos juntos en esto.

El corazón de Jimin se encogió al escuchar las palabras de su amado novio. No quería que Jungkook se sintiera aún más preocupado por su culpa. Durante mucho tiempo, Jimin había intentado evitar convertirse en una carga adicional en la vida de Jungkook, pero el rubio suspiró y, en un susurro apenas audible, dejó escapar sus sentimientos.

— Soy la persona más indeseable que ha existido en este mundo. Soy gordo, mis inseguridades solo aumentan con el tiempo, yo... Yo... ¡Solo mírame! — Se alejó, permitiendo que nuevas lágrimas se acumularan en sus ojos —. No merezco estar contigo. No te merezco. Tú eres increíble. Yo simplemente no soy lo suficientemente bueno para ti — su mirada se desvaneció mientras caminaba lentamente hacia la habitación, seguido de cerca por Jungkook.

"¡Soy horrible!" pensó Jimin mientras colocaba sus manos en sus mejillas. "¿De verdad estoy siendo una carga nuevamente para Jungkook?"

Jungkook se acercó rápidamente negando con la cabeza, pero mantuvo su distancia al verlo alejarse. 

— No, Jimin, nunca serías una carga para mí. Eres la persona más hermosa y valiosa que he conocido. Tienes tus inseguridades, como todos, pero eso no te define. Me enamoré de cada parte de ti, incluyendo tus imperfecciones. Eres suficiente para mí, más de lo que puedas imaginar.

Con suavidad, Jungkook levantó el rostro de Jimin, encontrando su mirada y transmitiendo un amor inquebrantable.

Jimin no quería preocupar a su novio, no quería que Jungkook se viera afectado por su baja autoestima. Sin embargo, había momentos como este en los que ya no podía ocultar su verdadera faceta. Siempre había deseado mantener esa parte de sí mismo oculta de Jungkook, pero evidentemente no había logrado hacerlo.

"¿Por qué soy así?" se preguntó Jimin en silencio, mientras su mirada se perdía en el reflejo del espejo.

Jungkook frunció el ceño, sintiendo una intensa rabia hacia aquellos que se atrevían a decir cosas hirientes sobre su amado rubio. Odiaba con todas sus fuerzas escuchar las mentiras que se decían acerca de Jimin.

Observó cuidadosamente a Jimin y, sin decir una palabra, se acercó a él, parándose junto a su lado frente al espejo. Sus ojos se encontraron en el reflejo, y en ese momento supo que era hora de enfrentar juntos esos demonios internos que atormentaban a Jimin.

— Hay una tormenta que no se nota desde afuera de tu ser. Sé que por dentro estás en guerra, aunque en las fotos... no parezca — susurró Jungkook, colocando ambas manos en los hombros de Jimin, transmitiéndole su apoyo incondicional.

Jimin era una persona excepcionalmente creativa que amaba la fotografía. Junto con Jungkook, disfrutaban de capturar cada momento del día, cada pose y expresión. La pasión de Jimin por la fotografía era innegable, pero las constantes críticas y comentarios hirientes que recibía comenzaron a socavar su confianza, apagando lentamente la llama que antes ardía en su interior. Ahora, solo quedaban los recuerdos encapsulados en aquella polvorienta cámara.

— ¿Qué le pasa a tu espejo? ¿Qué hay en tus ojos? — preguntó Jungkook con ternura, sus dedos acariciando suavemente los hombros de Jimin —. No entiendo por qué no ven lo que yo veo. Eres hermoso, tanto por fuera como por dentro. No necesitas cambiar para complacer a los demás. Eres todo lo que tengo y todo lo que siempre he deseado.

Las palabras de Jungkook estaban llenas de amor y aprecio genuino hacia Jimin. Quería que entendiera que su valor no se basaba en la opinión de los demás, sino en el amor que compartían. Quería que Jimin se viera a sí mismo a través de sus ojos, como una persona especial y única, digna de amor y respeto.

— Jungkook... Yo no soy suficiente. No soy digno de ti. Solo soy un estorbo, quiero ser otro tipo de persona, quiero cambiar, pero me es inevitable no ser más que una carga para las personas — Jimin confesó con voz entrecortada, dejando salir sus inseguridades más profundas.

— Ay, Dios — resopló Jungkook, sintiendo una mezcla de frustración y compasión mientras apretaba el abrazo alrededor de Jimin, su rostro apoyado en el cuello del rubio —, ¿qué le pasa a tu espejo? ¿Qué ocurre con los ojos de esas personas, que no ven la hermosura que yo veo? ¿Para qué quieres cambiar? Si yo quiero ser como tú.

— Si fueras como yo... solo serías una persona muy mal juzgada. No quisieras estar en mi lugar — Jimin respondió con tristeza en su voz, sintiéndose derrotado por las opiniones negativas que lo rodeaban.

— Quiero ser como tú, porque haces brillar las estrellas... — Jungkook volvió a susurrar, abrazando firmemente la cintura de Jimin, tratando de transmitirle su amor y admiración —. Con esa risa que a ti te da pena, pero es tan perfecta, que quiero quedarme con ella. Tus ojos convirtiéndose en hermosas medias lunas, tus arruguitas cuando sonríes, incluso esa paleta chueca que te causa tantos problemas, yo la amo — enumeró, avergonzando un poco al más bajo.

— No es perfecta... Muchos dicen que mi sonrisa es molesta — Jimin confesó con tristeza, dejando escapar las críticas que tanto lo habían lastimado.

Jungkook soltó un suspiro profundo, sintiendo una furia incontrolable hacia aquellos que se atrevían a menospreciar la sonrisa de Jimin. ¿Cómo podían ser tan ciegos, tan insensibles?

— No puedo entender cómo alguien puede pensar eso. Tu sonrisa es una de las cosas más hermosas que existen en este mundo. Cuando sonríes, iluminas mi vida por completo. Cada vez que veo tus ojos brillar y tus labios curvarse en esa sonrisa radiante, mi corazón se llena de felicidad y amor. No dejes que las opiniones de los demás te hagan dudar de tu belleza. Eres perfecto tal como eres, y siempre serás suficiente para mí — declaró Jungkook con convicción, mirando fijamente a los ojos de Jimin, buscando transmitirle su sincero apoyo y admiración.

Jimin sintió una cálida sensación en su pecho al escuchar las palabras reconfortantes de Jungkook. Una pequeña risa, suave y melodiosa, fue lo que recibió como respuesta.

— Quiero ser como tú. Que haces girar el planeta — expresó Jungkook con admiración en su voz, su mirada llena de amor hacia Jimin.

— Qué cosas dices, amor — respondió Jimin, sintiendo un suave rubor colorear sus regordetas mejillas ante el halago.

— Cuando me besas con esa inocencia y no te das cuenta... Mi mundo se llena de luz — continuó Jungkook, dejando que sus palabras fluyeran con sinceridad.

— No hago girar al planeta — negó Jimin, su modestia siempre presente, sin darse cuenta del impacto que tenía en la vida de Jungkook.

— Por ser como tú eres, es por lo que me he enamorado de ti... Por ser como tú, es lo que ha hecho que muchas personas se sientan miserables — agregó Jungkook, reconociendo la belleza única y especial que Jimin irradiaba.

Jimin no pudo evitar soltar una risa divertida ante el comentario de su novio, el cual lograba desvanecer sus dudas y hacerlo sentir valorado.

Poco a poco, las palabras de Jungkook comenzaron a calar en el corazón de Jimin, alimentando su confianza y permitiéndole vislumbrar su propio valor. Aunque aún tenía camino por recorrer en su proceso de aceptación personal, saber que tenía el apoyo incondicional de Jungkook le brindaba fuerzas para enfrentar cualquier adversidad.

Cada palabra que salía de los labios de Jungkook resonaba profundamente en el corazón de Jimin, haciendo que cada muro de inseguridad que había construido a lo largo de los años comenzara a desmoronarse. Se arrepentía de no haber recurrido a su amado antes, pues con tan solo unas palabras, Jungkook estaba derribando las barreras que tanto le habían afectado.

Jungkook, con sus ojos rebosantes de amor, sus labios hablándole con ternura y sus manos brindándole protección, estaba desafiando y anulando cada burla, cada insulto que Jimin había soportado. Jimin continuaba mirándose a sí mismo a través del espejo, pero su perspectiva del mundo estaba completamente trastocada. Observaba cómo la sonrisa de Jungkook iluminaba su rostro, mientras sus brazos lo rodeaban y lo abrazaban con firmeza, brindándole un sentido de seguridad y apoyo que nunca antes había experimentado.

En ese momento, Jimin se dio cuenta de que no estaba solo en su lucha. Tenía a Jungkook a su lado, dispuesto a enfrentar cualquier adversidad juntos. El amor y la aceptación que emanaban de su pareja se convirtieron en el antídoto para las heridas emocionales que había llevado consigo durante tanto tiempo. 

— Si me veo al espejo, Jungkook, me es innevitable ver a una persona innecesaria que sigue retrocediendo sin importar cuantos pases de. No quiero ser eso, siento que no avanzo.

— Me duele escucharte hablar así de ti mismo, Jimin. Tienes que entender que eres hermoso tal y como eres — respondió Jungkook con una mezcla de tristeza y determinación en su voz.

Jimin apartó la mirada del espejo, incapaz de enfrentar su propia imagen y las dudas que lo atormentaban. Sentía el amor y la sinceridad en las palabras de Jungkook, pero aún le costaba creer en su propia valía.

— ¿Por qué piensas que eres innecesario? — preguntó Jungkook acariciando suavemente la mejilla de Jimin con el dorso de su mano. — Eres alguien especial, alguien que ilumina mi vida y la de tantas personas que te rodean. Tus imperfecciones son parte de lo que te hace único y hermoso. No hay necesidad de cambiar, Jimin. Eres perfecto tal como eres.

Jimin se dejó envolver por el calor reconfortante de las palabras de Jungkook. A medida que escuchaba sus elogios y sentía el amor palpable en cada caricia, comenzó a dudar de sus inseguridades autoimpuestas.

— Pero... ¿y si soy una carga para ti? ¿Y si no merezco tu amor y tu atención? — susurró Jimin, temeroso de ser una carga emocional para su amado.

Jungkook suspiró con ternura y rodeó a Jimin con sus brazos, aferrándolo con suavidad pero firmeza.

— No eres una carga, Jimin. Nunca lo serás. Mi amor por ti no tiene condiciones ni límites. Piénsalo bien, ¿realmente hay algo que quieras cambiar en ti?

— Yo... no lo sé.

Y es que era cierto, ¿qué podía cambiar? ¿qué debía cambiar? Jimin no lo entendía. Las críticas eran tan repetitivas y sin gracia, que nunca llegó a comprenderlas del todo.

— Jimin, no necesitas cambiar nada de ti. Eres perfecto tal como eres. — Jungkook habló con convicción, sus ojos brillando con amor y admiración —. Quiero ser como tú. Quiero aprender de tu fortaleza y valentía. Quiero encontrar una manera de hacer desaparecer tus miedos y llenar tu vida de alegría y felicidad. Haré todo lo posible para borrar cada una de tus tristezas — Las palabras de Jungkook resonaron con determinación y amor genuino.

Jimin se acercó lentamente a su novio, colocando su mano en su mejilla y acariciándola con ternura.

— No necesitas borrar mis tristezas, Jungkook. Tú ya has llenado mi vida de tanto amor y felicidad que las tristezas se desvanecen con un solo abrazo tuyo.

Jungkook sonrió:— Si hay una manera, de acabar todos tus miedos, voy a buscarla, aunque me duela, borrando todas, absolutamente todas tus tristezas.

— Sí... Sí hay una manera.

— Dime cuál es... Te juro que haré todo lo posible para que nunca más estés triste, bebé — susurró Jungkook, sus ojos llenos de determinación y amor.

Jimin inhaló profundamente, dejando que su corazón hablara por él.

— Son dos cosas...

— Dímelo — instó Jungkook, mordiéndose el labio inferior mientras esperaba ansiosamente.

Jimin ladeó ligeramente su rostro, acercándolo al de su amado.

— Primero, quédate siempre conmigo... — musitó, su voz llena de anhelo y vulnerabilidad.

Jungkook sonrió tiernamente, colocando una mano en la mejilla de Jimin.

— Eso no debe prometerse, nunca dudes de que siempre estaré contigo. Yo te amo con todo mi ser y siempre estaré a tu lado, pase lo que pase. No importa lo duro que sea, estaré contigo, apoyándote en cada paso del camino.

El rubio sintió cómo las lágrimas llenaban lentamente sus ojos, reflejando su amor y gratitud.

— Ahora dime... ¿Qué es lo segundo? — preguntó Jungkook, mirando profundamente a los ojos de Jimin.

Jimin sostuvo su mirada con determinación, sintiendo que era el momento de dejar salir todo su anhelo y deseo.

— Bésame... — murmuró con voz entrecortada —. Bésame como si fuera el último día, como siempre he soñado. Quiero sentir ese amor que sientes por mí, esa pasión que tanto anhelo en estos momentos.

Jungkook sintió cómo su corazón se aceleraba ante la súplica de Jimin. Sin vacilar, acercó sus labios a los suyos en un beso lleno de amor y entrega. Fue un beso cargado de emociones intensas, donde cada caricia de sus labios transmitía el profundo amor que sentían el uno por el otro. Fue un beso que desafiaba el tiempo y las adversidades, sellando su promesa de amor eterno.

En ese momento, el mundo desapareció a su alrededor y solo existían ellos dos, unidos en un abrazo íntimo y apasionado

Después de ese beso, se separaron lentamente, sus alientos entrelazados mientras se miraban con ojos llenos de amor y deseo.

— Te amo, Jimin — susurró Jungkook con voz temblorosa.

— Y yo te amo más de lo que las palabras pueden expresar, Jungkook — respondió Jimin, su voz llena de emoción sincera.

Se abrazaron con fuerza, sabiendo que tenían el amor y el apoyo del otro para superar cualquier obstáculo que la vida les presentara. Juntos, se enfrentarían a cada desafío, fortalecidos por su amor y el compromiso de hacer feliz al otro.

A través del espejo, su reflejo mostraba a dos almas unidas por un amor inquebrantable, listas para desafiar cualquier tormenta y encontrar la felicidad en cada paso del camino.

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