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Inseguridades (2): Baby Nay wants gummies

Habían pasado días desde el suceso narrado anteriormente, ninguna de nuestras protagonistas siguió ese tema.

Ahora ellas querían centrarse en mimarse de manera mutua, sin importar los malos momentos que pudieron haber sucedido en algún pasado que ahora era paralelo, ya que mientras las lágrimas de las dos hayan cesado, no hay de qué preocuparse ante los ojos de la contraria.

Ahora Nayeon estaba con sus ojitos conteniendo brillos titilantes, tratando de hacer que su malgastado autocontrol volviera en estos momentos para encargarse de sus manitos para no agarrar el paquete de gomitas ácidas que estaba tan cerca y tan lejos suyo a la misma vez.

En cambio, Tzuyu se reía en su interior al conocer perfectamente las intenciones de su conejita, pero se mantenía neutra sacando las cosas que fueron a comprar con su omega, sin mencionar las fotos y golosinas que Nayeon miraba ansiosa.

En su camino a casa, Nayeon vio en una esquina un pequeño lugar de juegos, como meter la pelota en el aro, la garra, un pequeño pelotero para bebés, los juegos clásicos que te podrías encontrar en los centros comerciales.

En una de esas Nayeon encontró una cabina de fotos y no pudo evitar arrastrar a su alfa hacia esta para empezar a sacarte fotos que ahora se encontraban enfrente suyo, la conejita las miraba anhelando poder agarrarla entre sus manitas, el mismo sentimiento con sus dulces, más que nada las gomitas, sus favoritas.

—NayNay.— llamó Tzuyu, la nombrada miró rápidamente a esta, anhelando que lo que le quería decir fuera lo que ella esperaba.

—¿Sí, mi linda ciervita?— respondió Nayeon, tratando de sonar lo más tierna posible.

—Puedes tomar tus cositas, bebé, no me voy a enojar— murmuró, revoloteando los cabellos castaños de su linda chica.

Y en un abrir y cerrar de ojos, los dulces y las fotos ya no estaban en la mesa, debido a que una traviesa omega arrebató los mencionados objetos.

Sin embargo, se extrañó al ver cómo su linda Nayeonnie fruncía su ceño al mirar las fotos.

—¿Qué tienen las fotos, cariño?— indagó Chou.

—No me gusta cómo me veo, en ninguna de las fotos— bajó su mirada con un pronunciado puchero en estos, sus ojitos se volvieron brillantes, dando señal de que estaba por llorar, y la alfa se alarmó en su lugar.

—Mi pequeña omega, ¿qué hablamos sobre ese tipo de cosas, uh?— Tzuyu sostuvo a Nayeon por debajo de sus brazos, como si de un bebé se tratara.

—Lo sé, alfa…— respondió Nayeon, limpiando sus aguados ojitos.

Pronto pudo sentir el cálido pecho de su alfa contra su frío cuerpo, un abismo de emociones la golpearon fuertemente como una almohada. Su alfa siempre fue tan considerada con ella, mimosa y protectora cuando se trata de su omega.

—Desearía guardarte en un frasquito lleno de gomitas para que nadie te haga daño, cariño— musitó bajo la mayor, dirigiéndose hacia el sofá con Nayeon aún en brazos.

—La amo mucho mucho, alfa— respondió ella, dejando un duradero beso en los labios de esta y posteriormente, dejando más besitos castos alrededor de la carita de su unnie.

—Yo más, mi pequeño angelito.

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