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Inseguridades (1): ¿Sweet chubby baby?

Los cantos de los pajaritos llegaron a sus oídos, rayos del sol atravesaron la cortina de tono amarillo, el comienzo de otro día fue concebido. Una omega con sus cabellos revueltos llena de pereza seguía descansando en los brazos de su alfa, tratando de acurrucarse más en ella para recibir calor corporal.

Realmente Nayeon se encontraba con ganas de nada, solo… quiere estar en cama sin necesidad de levantarse a hacer alguna labor cotidiana.

Lleva mirando las facciones de su alfa durante unos minutos sin descanso, ella realmente es linda. No podía encontrar alguna explicación lógica que la haga llegar hasta el punto de merecer a un ser tan lindo y romántico como lo es Tzuyu, hasta la palabra “linda” le queda corta.

Tiene algo que la hace peculiar.

De tanto estar pensando en lo hermosa que es Tzuyu no se había percatado de que se le estaba pasando la hora y tenía que hacer el desayuno. Perezosamente caminó hasta la puerta de la habitación y posteriormente la abrió para iniciar su camino a la cocina.

Una vez que había llegado a su destino, empezó a hacer tostadas. Tenía en mente ponerles la mermelada de frutilla que tenía en el refrigerador, acompañadas con un té con leche para ella, y un café negro para su alfa.

Tzuyu le expresó a la omega que el café la levantaba, por lo que podía ayudar a su omega a limpiar, cocinar y planchar en vez de volver a la cama a dormir, también no hay que olvidar que puede buscar los vegetales para acompañar las deliciosas comidas que hacía la omega.

Cuando tuvo el desayuno listo se decidió en levantar a su alfa. Subió escalón por escalón hasta llegar a la puerta de su habitación, la abrió y se detuvo en el gran espejo de cuerpo completo que tenían.

“¿Será que engordé?” pensó tocando su pancita por encima de la tela.

Unos meses antes, su alfa le ordenó que dejara de hacer tanto ejercicio y que se tomara unos días de descanso, los días se volvieron en semanas y las semanas se convirtieron en dos meses. Tzuyu cumplió todos sus caprichos, puros dulces y comida chatarra se hallaban en su pancita regordeta que en el presente le está causando inseguridad.

Se sobresaltó cuando dos brazos enredaron su cintura inesperadamente, tan centrada estaba mirándose en el espejo que no se dio cuenta de que su alfa estaba detrás de ella.

—¿En qué está pensando mi linda omega?— dijo en un susurro ronco, su mano derecha manteniendo un agarre peculiar en la cintura mientras que con su zurda estaba toqueteando los cabellos desaliñados de la omega.

—Nada, quizás me pasé con el azúcar de tu café…

—Seguro que está bien, solecito— dejó un leve beso en el cuello de la omega y se puso enfrente suyo.

Con su fuerza acumulada, sujetó su cintura fuertemente y la cargó en su hombro como si se tratara de un saco de papas hasta abajo.

...

La omega soltaba feromonas de un aroma amargo que tan solo significaba que estaba triste, mientras se miraba en el espejo, sentía sus muslos un poco más grandes y tenía algunas estrías esparcidas por ciertas partes de su cuerpo.

Sus ojitos estaban cristalinos mirándose de pies a cabeza, se sentía fea.

Pasó sus manos frías por sus mejillas, estaban gordas y más rojas de lo normal, Tzuyu ni siquiera le había dicho algo bonito como para que esté como un tomate, suponía que ahora era algo natural.

Eso le parecía aún más horrible, más bien para ella. Entendería si a otra persona le quedaba adorable, ¿pero ella? No era la indicada para ese tipo de cosas.

Unos leves golpeteos en la puerta del baño resonaron en sus tímpanos, con los nervios a mil, se lavo la cara y se pasó una toalla por esta.

—O-ocupado.— murmuró, por más que tratara de esconderlo, se podía escuchar con perfección como su voz estaba rota.

—¿Amor? ¿te sientes bien? Llevas ahí como media hora— habló Tzuyu, con ese tono de voz que a Nayeon le encantaba, uno grave pero tranquilizante ante los oídos de la omega.

—Y-ya, ya salgo, solo unos momentos más…— volvió a hablar, pasando sus manitos hechas un puño por sus ojitos aguados.

—Amor, ábreme la puerta— dijo Tzuyu, tratando de sonar relajada para no afectar a su omega, por más de que por dentro esté muriendo de los nervios, si es que Nayeon volvió a la misma fase que tenía antes de comenzar su relación no sabía lo que iba a hacer.

La omega no quería armar una pelea con su alfa, por lo que decidió salir del baño y quedó en completo silencio, quedándose delante de Tzuyu observando simplemente sus pies.

—Conejita, ¿piensas decirme qué es lo que te sucede?— preguntó, agachándose a la altura de Nayeon.

La omega negó con su cabeza abultando sus labios en un tierno puchero, estirando el borde de su camiseta holgada, con su nariz y mejillas más que rojizas.

—Bien— respondió la alfa sin problema alguno, según el anterior psicólogo de Nayeon, cuando esta no quería responder a alguna de sus preguntas, debería dejarla en paz y ofrecerle algo, como sus chupetes, peluches, mimos o cosas favoritas de la omega en general. —¿Te gustaría que alfa te cargara y te de mimitos en el pelo, pequeña?

Nayeon esta vez asintió, abriendo y cerrando sus manitos en dirección a Tzuyu para que la cargara entre sus brazos.

Y así fue, Tzuyu cargó a Nayeon entre sus fornidos brazos, acarició sus suaves cabellos y beso su coronilla, recorrió sus manos en su pequeña espalda e hizo lo posible para que dejara de sollozar, para así contarle lo sucedido.

...

Pasaron alrededor de quince minutos y Nayeon ya se había calmado, ahora estaba sentada en el regazo de Tzuyu, recorriendo su pecho con sus manitas.

—¿Ahora me vas a contar lo que sucede, muñequita?— preguntó Tzuyu, tratando de sonar lo más suave posible para no alterar a la omega en su regazo.

—Mh, pues… Nay se siente fea— dijo Nayeon haciendo un puchero. —Se siente más gordita, y-y… eso le da penita— agregó.—además, piensa que unnie n-no la amará m-más…

Tzuyu esperó que Nayeon siguiera hablando, sin embargo, nunca sucedió, cuando levantó su mirada, la omega tenía sus ojitos aguados, con su cuerpo tenso y temblando, con su boquita abierta tratando de formular una palabra, pero le daba demasiada complejidad.

La alfa, más que exaltada, apretó a la omega contra su pechito, realmente se sentía tan mal por su pequeña niña grande, con tantas inseguridades y lágrimas colosales que se guardaba para sí misma aún sabiendo que algún día iba a explotar en llanto.

La omega, la cual siempre se esfuerza en proporcionar un futuro en dónde ella y su alfa sigan juntas, y quizás mantener una estabilidad emocional buena para que su relación no se vaya a la basura, su alfa no debería tener la carga de sus problemas, aparte de la responsabilidad que tiene de trabajar.

Muchas veces pensó en darle fin a esto, ya que llenarle a Tzuyu de problemas y no ir con su psicólogo no era bueno, pero, ¿cómo? Romper con esa alfa que a pesar de todo siempre le murmura un “estoy orgullosa de ti” antes de dormir, esa alfa que la consuela en sus brazos con besitos, caricias y un biberón con leche tibia, aquella alfa la cuál siempre que la veía provocaba mil de sensaciones en ella, y cómo olvidar apreciar cómo esta se sonrojaba cuando su omega le regalaba tímidos besos por su cara.

Nayeon no podía creer que alguien pudiera enamorarse de ella.

Tzuyu no podía creer cómo una omega con orejitas esponjosas y un rabito suavecito la pudiera traer tan boba.

Estaban tan cegadas por el amor juvenil que solo querían estar juntas, disfrutar de sus sentimientos, el tan aclamado amor el cual podía tener cientos de significados según la perspectiva de las personas.

Y ahí estaban ellas devuelta, con Nayeon hecha una bolita en los brazos de Tzuyu, recibiendo cientos de besos en su carita, cuello y ciertas veces en sus nudillos.

—Cuando dices esas cositas de ti, me duele mucho el pecho, Nayeonie. Me duele saber que mi bonita omega piensa cosas tan horribles de sí misma como si fuera la cosa más fea que pudo haber creado el mundo, no lo pienses ni un mínimo segundo, pequeña. Yo no sé lo que sucede por tu mente, pero sé que te odias más de lo que odias los domingos, y no quiero que suceda eso, yo quiero verte con una sonrisa segura de ti misma y que no tengas que taparla solo porque se te hace fea, que puedas ver tu cuerpecito en el espejo y pienses 'hoy me veo más bonita que nunca’, sé que todo es a su tiempo, pero ya no quiero que te auto-lesiones y pienses tales cositas, bebé. ¿Lo harías por alfa?— murmuró Tzuyu, besando el hombro de Nayeon con extremo cariño.

—S-solo por a-alfa…

—Eso es, mi pequeña bebé gordita, nunca veas tu físico como un defecto tuyo, cosa que ni siquiera tienes— agarró las mejillas de Nayeon entre sus manos y las empezó a amasar y aplastar a su gusto.

—¿Pequeña bebé gordita?— preguntó Nayeon por el apodo.

—Sí, la más bonita.

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Esta historia es una adaptación, todos los créditos a kooositaaaa <33.

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