III
—¡¿Te volviste loca acaso?! —Vocifero a través del teléfono. —¡Tuve alucinaciones por tu puta culpa, mamá! ¡¿Cómo se te ocurre darme pastillas sin una maldita receta médica y sin mi consentimiento?!
—Hijo...
—No quiero que me vuelvas a hablar, no por ahora... Adiós.
Corto la llamada y lanzo el teléfono sobre la cama dejándose caer sobre esta también. Miró el techo y gruño molesto. Llamó a su madre exigiendo respuestas, pero la verdad estaba bastante molesto que no quería oír nada de aquella mujer, ha pasado límites cada año, sin embargo, este estaba en el puesto número dos de las peores cosas que su madre le hacía.
¿Y el puesto uno? Bueno, yacía en lo más profundo de la mente perturbada de Min Yoongi, o más bien en aquella fracción de conciencia, donde aún es un niño de siete, asustado por un arranque erráticos de ira mezclada con fe en su religión que a su madre le daban en aquellos años.
Recordarlo ahora solo lo lastimaría más de lo que ya estaba. Min se volvió a sentar en la cama, eran las tres de la tarde y estaba encerrado en su habitación descansando luego de la agitada y terrorífica noche que tuvo en el trabajo. Se quedó pensativo mirando su computadora, quería buscar, pues la intriga era mayor que todo el cansancio que estaba atravesando su cuerpo post turno nocturno.
La abrió y se metió al navegador buscando noticia con la fecha del nueve de marzo de aquel año del noventa y tres. Bajaba y bajaba y no había nada interesante, asumía que, por los años, los registros eran algo excesos, pero no lo suficiente como para no tener nada de información. Cambio las palabras claves e introdujo de nuevo hasta que, en solo segundo, apareció un encabezado.
“Se despliega intensa buscada por un joven universitario en la zona boscosa de Daegu”.
“Las lluvias no solo dejaron estragos en la agricultura, calles y negocios, sino que dejaron una tragedia aun mayor. En la mañana del diez de marzo del presente año, se reporta una desaparición de un joven universitario de la facultad de Arte. Los padres piden desesperados cualquier tipo de información que ayude a rastrear el paradero de Kim Taehyung”.
—Si es él... —Murmuró mientras miraba la foto. Leyó los detalles de la noticia y aparece descripción de la ropa que traía puesta cuando desapareció, dada la casualidad o los hechos, era la misma con la que “Tae” se presentó en la morgue.
Min no era capaz de explicarse nada.
«¿Cómo pude hablar con un... fantasma?»
Solo pensarlo lo hacía sentirse como loco, para él, esas cosas no existían, nada de lo paranormal se lo creía, sin embargo, tras lo que le paso anoche en la oficina pensaba que ya era hora de creer un poco.
Ingresó a otra noticia con un titular diferente.
“Tras un mes de búsqueda se halla cuerpo de joven desaparecido”.
“Pasaron semanas de búsquedas sin frutos, hasta que la lluvia hizo justicia. Fue en la mañana cuando la tierra se convirtió en barro, dejando que un guarda bosque viera parte de un cuerpo humano desenterrado. Asustado, llamó a las autoridades. No tardaron mucho en descifrar que se trataría del joven universitario que desapareció hace ya un mes. Aún no se tienen datos de su asesino".
Yoongi sintió un revoltijo en el estómago cuando vio una foto de Taehyung que ayudaba a identificarlo.
Luego solo cerró la computadora para sacar la ficha de la morgue que al final se había traído.
—¿Qué te hicieron? —Se preguntó comenzando a ver las hojas y viendo las fotos del cuerpo. Era exactamente ese chico, Tae o bueno, Taehyung. Claro que sus esperanzas de leer habían desaparecido cuando solo había fotos del rostro, no del cuerp y menos descripción de la autopsia. Min estaba muy sorprendido.
«¿Cómo archivas a alguien sin siquiera describir una autopsia?»
No había nada, solo página tras página en blanco sin datos, solo miles de fotos. Agitó la ficha y en eso cae un pequeño trozo de papel.
“Congelador A-01. Kim Taehyung”.
—Todavía sigues ahí. Por eso te vi —Yoongi se frotó la cien. —No... No... Me voy a volver loco con esto...
Analizó por última vez el papel, estaba con el teléfono en la mano y en la otra ese papel pequeño. Lo pensó bastante, pues se estaba metiendo en algo que no era su trabajo, el suyo era hacerle la autopsia al ex forense, pero, de algún modo, conectaba y quería saber el porqué. Sin más dudas, llamo a Namjoon.
—Dime, Yoongi. —Atendió enseguida.
—Necesito preguntarte algo importante y si cuento contigo para esto.
—Suena ilegal... ¿Qué quieres?
—¿Sabes algo de los congeladores de la morgue? —preguntó. —Los del sector antiguo de allí.
—Mmm... Cuando comencé hacía turnos de guardia por esa zona, en las noches más que nada. Una vez llegué allí, pero estaba bajo llave. Se veía antiguo y sucio, dijeron que lo reformarían, a pesar de ello, jamás se dio porque el forense dejo explícitamente ordenado que naie hiciera nada. —Contó con detenimiento para que Yoongi pudiera oírlo claro y con lujo de detalle.
—¿Sabes por qué?
—El forense de esa época murió, o eso me dijo mi amiga de turno. Le dio un paro cardiaco y jamás cedió a entregar la zona antigua de la morgue. —Respiro profundo. —Mi compañera sabe mucho, pues su padre fue policía, por lo que me contó o se rumorea, es que aún queda un cuerpo ahí, solo uno y que nadie ha querido sacar.
—Necesito ir...
—¿Estás loco? —Increpo el moreno. —Te despedirían por metiche y por no hacer tu trabajo.
—No me importa, esto es importante.
—Aah... Como sea, te ayudaré, pero no será hoy, no me toca turno. Te avisaré cuando vaya.
—Bien, adiós y... g-gracias.
Corto la llamada enseguida. Min dejo todo ordenado para ir temprano, esta vez iría con una hora de anticipación. Estaba ansioso por saber qué le había pasado al chico, y admitía que igual le daba curiosidad saber si volvería a topárselo en la morgue,
Era extraño, pero necesario.
✶⊶⊷⊶⊷❍ ⛥ ❍⊶⊷⊶⊷✶
Fue empujado con fuerza dentro del cuarto que estaba ubicado debajo de las escaleras de la casa. La mujer cerró con doble llave colocando cruces fuera de la puerta, lo único que oía eran los llantos y lamentos de su hijo que rogaba que lo sacaran de ahí, pues le aterraba la oscuridad.
La madre se arrodilló delante de la puerta sacando su pequeña biblia para comenzar a rezar lo más fuerte que su alma y voz le pudieran permitir. Se mecía y juntaba sus manos con gran fervor, rogando para que su hijo se librara de todo lo malo.
—¡Mamá, ábreme! —La voz del pequeño estaba rota. Empujaba la puerta y la pateaba. —¡Mamá, tengo miedo!
—Padre nuestro que estás en el silencio, santificado sea tu nombre...
—¡Mamá! ¡Mamá sácame!
—Venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. —Rezaba casi al borde de las lágrimas mientras de fondo era capaz de oír los gritos de ayuda de su propio hijo que rogaba que le abriera, ya que le aterraban la oscuridad. —Danos hoy nuestro pan de cada día...
—M-Mami... T-Tengo miedo, me portaré bien... T-Te lo prometo mamá... Mamá... Mamá... ¡Mamá!
Min despertó de un brinco en su cama, sintiéndose ahogado. Se tocó el pecho siendo capaz de sentir como su corazón latía con gran fuerza y velocidad. Se levantó de la cama y vio la hora que era; ocho con cuarenta y cinco minutos.
—Mierda, voy tarde... —Murmuró levantándose de la cama, tomando sus prendas más la mochila que acostumbraba a llevar en sus jornadas de trabajo.
Bajó las escaleras y llegó al recibidor colocándose sus zapatos rápidamente, de paso tomo sus llaves y billetera, el teléfono lo tenía en el bolsillo del pantalón. Había sido algo de suerte tener la mitad de la ropa puesta, pues, nunca pensó que su siesta de treinta minutos se transformaría en una de horas que despertó con la luna y las estrellas en el cielo.
Al salir de su casa, vio a nadie más que a su madre parada frente a la verja. Min arrugó el ceño y abrió bruscamente para pasar por su lado, ignorándola y sin darle la cara.
La mujer casi que corrió detrás de él hasta incluso llegar al paradero que estaba vacío a esas horas. Iba apresurada, ya que necesitaba explicarle las cosas a su hijo de porque le había dado pastillas. Sabía que haberlo engañado fue el error más grave que cometió, conocía a Yoongi o eso creía ella, sin embargo, su hijo siempre descubría las cosas antes de tiempo, ya sea por curiosidad o intuición propia.
—Sé que no quieres oírme, pero necesito que me escuches, por favor...
—Lárgate. Te dije que no quería verte. —Le dijo con enojo en su tono, sin siquiera darle la mirada. —Te hacía en tu retiro.
—Me vine enseguida para que podamos hablar de una vez por todas. —Sentencio.
—Dije que no, señora.
—¡Estás enfermo, solo quería ayudarte! —Exclamó la madre.
Yoongi la miro con furia.
—¡No me vuelvas a decir algo así! —Ordeno alzando la voz. La gente que caminaba por ahí cerca se quedó mirando un poco la escena y luego seguir de largo. —¡No estoy enfermo!
—Hablé con una psiquiatra y me dijo los síntomas de esa enfermedad, hijo... Hazme caso de una vez.
—¿Esquizofrenia? —Soltó una risa irónica. —Tú eres la loca, yo no. ¡Siempre he sido así y es gracias a ti! —Gritaba.
Su madre negó con la cabeza.
—Pasas solo, no tienes amigos ni pareja; se te olvidan algunas cosas y tienes esa manía extraña de encerrarte en tu casa; a veces... pareces que no estás aquí, como si pasaras en otro mundo. —Le contaba algunas situaciones que Yoongi tenía en ocasiones, esperanzada porque su hijo razonara.
—Basta... —Apretó su mano. —Basta de una vez, ya no te quiero seguir escuchando. —Caminó por su lado y levantó el dedo para detener el autobús que ya venía.
La progenitora apretó sus labios y se dio la media vuelta enseguida, dio un par de pasos y le tomo el hombro a su hijo para girarlo y hacer que la mirase a los ojos.
—Si no me haces caso, te vendré a buscar con un psiquiatra para que te hagan terapia. Estás enfermo desde que tienes quince años que eres así. —Le apretó la ropa. —Eres como él... ¡Por más que rezaba por tu alma eres como él! —Le decía dolía. Por otro lado, Yoongi no lo comprendía.
Cuando el autobús llegó su madre lo dejo libre y sin más se largó. Min se quedó callado, mudo al oír a su madre, incapaz de entender a donde quería llegar con aquella oración. “Eres como él”. ¿A quién se refería? ¿A su padre, al que jamás conoció? Sin siquiera conocer a ese hombre lo odiaba; odiaba el simple hecho de que su madre lo comparara con una escoria que lo abandonó. Min oyó la puerta abrirse del transporte, ignoró lo ocurrido y se subió para comenzar el viaje a su trabajo de una vez.
Espera hallar algo de paz entre los muertos... Esperaba que fuera así.
Con los minutos de viaje, se la paso buscando sobre enfermedades mentales que se asociaran a las pastillas que le dio su madre. Ya había hecho parte de ello en el trabajo y las repuestas de búsqueda eran iguales, aquellas pastillas eran para la esquizofrenia o la no tan común, trastorno esquizoafectivo. Min apretó el teléfono, se puso a leer más sobre esta enfermedad mental.
Aislamiento, hostilidad, paranoia, delirio persecutorio, perdida de memoria, fatiga, etcétera y etcétera. La lista era larga, se dividía en aspectos cognitivos, ánimos hasta emocionales. Yoongi solo leía palabra tras palabra tratando de asociar su vida a esos signo y síntomas, pero por más que lo hacía sentía que no era cierto. Solo una manipulación más de su madre para sentirse con derecho sobre él, para “cuidarlo” o hacerlo pensar que la necesitaba. Min cerró ventanas y bloqueo el teléfono.
No estaba enfermo, claro que no. Siempre fue así y gracias a su madre que lo volvió un ser diferente, antisocial y todo lo que describía aquella página sobre psicología.
—Ella es la enferma, no yo.
Fueron sus últimas palabras antes de entrar al edificio donde se hallaba trabajando, que fue casi que, a las diez de la noche, si el jefe no le daba un llamado de atención, se salvaba por mucho, ya que el hombre no le gustaba la impuntualidad.
En cuanto llega al ascensor y entra, oye unos pasos apresurados provenientes del pasillo. Min reacciona poniéndola mano antes de que las puertas se cierren, dejando entrar a la persona que venía. Hizo espacio y cuando las dos puertas se volvieron a cerrar, sintió una presencia a su lado, levanto la mirada y el reflejo de las paredes del ascensor le mostraron que era Tae, o bueno, a Taehyung, pero Yoongi debía fingir que no sabía nada, quizás esa era la forma de hablarle al chico o sacarle información necesaria.
—Llegas muy tarde, tienes suerte si no te despiden.
—Sí, pero les sirvo por eso sé que no me van a despedir. —Le habló. Analizo al muchacho y tenía la misma ropa que cuando lo conoció aquella noche. —Pero puede que a ti sí te corran, te sales de tu puesto de trabajo a uno que no lo es. Debería comenzar a conocer tu lugar.
Taehyung sintió la hostilidad del chico, sin embargo, soltó una risa.
—Créeme que ese no es mi lugar... —Murmuró con un tono frívolo luego de reír. Cambiando de actitud.
—¿Sí? ¿Y cuál es tu lugar, entonces, Tae? —preguntó con sarcasmo en su voz.
—Da igual, algún día podrás conocerlo.
Por un momento, se instaló un incómodo silencio. Taehyung se recargó en una de las paredes junto al peligris y lo analizo al hombre. Era poco alto, pero lograba sacarle uno que otro centímetro al azabache. Luego lo analizo de pies a cabeza, bien vestido, inteligente hasta que podía decir que incluso guapo. Sonrió un poco, pero aquella sonrisa desapareció cuando el chico se percato del color y forma de sus ojos.
Jamás podría olvidarlos.
Extrañado por coincidencia, trato de ignorarla y seguir en pie como si nada.
—¿A qué vienes? —preguntó Yoongi bajando primero del ascensor.
—Curiosidad. —Se encogió de hombros.
—La curiosidad mató al gato, ¿conoces el dicho?
—Claro que sí... —Asintió apretando las manos. —Pero admito que me intriga verte trabajar, debes ser un buen forense, Yoongi.
Min se detuvo al oír su nombre.
—¿Cómo...?
—¿Cómo sé tu nombre? —Sonrió. —Bueno, tienes tu nombre bordado en la bata, lo vi ese día. —Explico, relajando un poco al forense. —A todo esto... ¿De qué eran esas pastillas? ¿Estás enfermo?
“Enfermo”.
Min suspiró molesto.
—No lo estoy.
—Para mí que sí... —Susurró caminando hasta la dirección de la morgue.
Apenas entraron el ambiente seguía igual que la noche anterior. Min hizo lo mismo de prepararse antes de revisar el cuerpo. En eso Taehyung se acerca, bastan intrigado, oyó algo del caso, pero no detalles que era lo que más le interesaba. Al acercarse a la mesa de disecciones se quedó anonadado al ver al forense, o más bien, la cabeza de este. Se asustó y se echó para atrás.
Yoongi sonrió ladino al ver la reacción del muchacho. Se acercó por las espaldas de él.
—¿Sorprendido? —Le preguntó en un susurro. —¿Lo has visto antes? ¿Al hombre?
—N-No... Solo me sorprendí al ver su... como sea... —Taehyung se alejó de la mesa de disecciones y se quedó de pie en medio de la habitación, observando algunas cosas que raramente le resultaban familiares. Además, que, admitía que la presencia del forense, le ponía incómodo, no entendía por qué, pero lo hacía. —Creo que mejor me voy...
—Espérate, quería hacerte una pregunta sobre este lugar. —Lo detuvo enseguida. Taehyung se quedó donde mismo para oírlo. —¿Sabes algo de los congeladores antiguos?
—¿Por qué debería saberlo? —Se encogió de hombros.
—Bueno, tienes tarjeta de acceso a lo que es el sector de la morgue y todos los anexos de ella. Eres recepcionista, recibes papeles, documentos archivados, debes de saber algo. ¿No?
El azabache se sentía atacado por tanto palabrerío de Min, era como si quisiera sacar algo de él, solo información clara que tenía a Taehyung acorralado, casi que obligándolo a hablar.
—¿Qué congelador buscas? —preguntó él esta vez. Siguiéndole el juego a Yoongi.
—Congelador A-01.
El joven bajo la guardia y se apoyó en la mesa.
—Me prohibieron ir allí.
—¿Y por qué, Taehyung?
El muchacho se quedó pasmado al oír su nombre.
¿Cómo lo sabía?
Comenzó a sentirse algo desesperado.
—¡No lo sé! ¡¿Qué demonios quieres de todo esto?! —Exclamó. Yoongi lo miró fijamente mientras las luces de la morgue parpadeaban. Las miro y el chico camino hasta la puerta, sin embargo, el peligris salió de tras de él deteniéndolo contra la puerta, impidiendo su huida. —Apártate...
—No. Algo te pasa por tu reacción, trabajas aquí y es mejor que hagas de tu parte. —Le amenazó. —Llévame a ese congelador, ahora.
El azabache tembló un poco.
—¿Para qué?
—Es mi trabajo, él que esta en esa mesa decapitado fue un forense, uno de los antiguos que etapa por jubilarse. Leyendo algunas cosas de su oficina, vi que hizo una autopsia hace tiempo con otro forense más, fue la única que hizo con compañía y resulta que mataron a su familia. El tipo tenía el número del congelador que busco... —Explica mientras tenía aún a Tae contra la puerta, respirándolo cercano a su rostro. El azabache no bajaba la mirada. —Quizás tenga algo que ver.
Tae rio.
—Estás loco, ¿Qué tiene que ver eso con que el tipo este muerto? —Interrogó. —Deja de ver cosas donde no las hay, Yoongi. —Lo empujo. —Vuelve a acercarte así a mí, y te denuncio por acoso laboral.
—Algo me estás ocultando, Taehyung. —En eso que el chico se voltea para irse, Min lo agarra de la muñeca, generando irá en el muchacho. Kim forcejeó con él hasta que lo soltara. —Y te aseguro que lo voy a saber. —Yoongi lo soltó enseguida.
El de cabello grisáceo retrocedió cuando el chico le dio un empujón desde su pecho. Detuvo la puerta antes de que se cerrase y se quedó mirando como el chico se iba.
Por otro lado, Taehyung camino rápida hasta el fondo del pasillo doblando a la derecha, encontrándose con las escaleras que bajaban al menos tres, lugar donde estaban los famosos congeladores. Se quedó allí parado en medio de la oscuridad, se tomó la cabeza y grito con rabia y odio que venía desde lo más profundo de su ser.
Odiaba tener pequeños recuerdos que lo destruían por dentro, le dolía, aunque el dolor ya no pudiera sentirlo, volviéndose casi inexistente, y eso era peor. Si Yoongi quería jugar al detective y saber cosas que no le concernía, pues tendrá que aguantarse porque Taehyung le abriría los ojos del peor modo posible.
—Es como él... Es él... —Se agachó y comenzó a llorar con fuerza abrazándose las rodillas.
Odiaba seguir estancado ahí y seguir así para siempre.
✶⊶⊷⊶⊷❍ ⛥ ❍⊶⊷⊶⊷✶
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