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I

Según los reporteros del clima, para esta semana se aproxima una de las lluvias más grandes antes registradas en nuestro condado de Gunwi-gun. Hace exactamente treinta años ocurrió una similar arrasando con todo a su paso, dejando a gran parte de Daegu en estado de emergencia. Es por ello que nos gustaría destacarles la importancia de salir con sus paraguas y demás implementos para lluvia. Soy Cha Mi-rae, reporta de CNS desaseándoles una agradable semana y mucha suerte”.

Se salió de la aplicación de las noticias para mirar sus mensajes, más bien el mensaje que tenía que para su no sorpresa era de su madre invitándolo a cenar esa noche. Negó con la cabeza y le mando un simple “no cuentes conmigo”, cerrando luego de ello el chat, su teléfono al segundo volvió a vibrar viendo que era de nuevo su madre. Min apretó el teléfono con fuerza y le mandó un mensaje pidiendo que no le insistiera, pues estaba cansado de un largo de día de trabajo. Cabe mencionar que esto es mentira, solo lo usaba como una excusa para no convivir con su madre.

No era de mal hijo, o quizás algunos lo veía así, pero Yoongi y su madre no tenía una relación amena en la cual pudieran cenar junto y fingir quererse. Odiaba todo aquello, las falsas sonrisas, las falsa emociones y sentimientos. Sabía que su madre era una cínica, hipócrita, que era capaz de mentirle a la iglesia, que iba a pintar, que tenía la relación más hermosa con su hijo.

Pero, se olvida que alguna vez fue el diablo en persona.

Miró su reflejo en la ventana, dejando ver su piel pálida y cabello grisáceo sin vida. Odiaba la tarea de teñirse, pues a veces pasaba horas buscando el color más oscuro para su cabello, llegando finalmente a dejarlo gris. Fue un arranque extraño de emoción que lo hizo, en su momento se arrepintió, pero venía con su personalidad; vacías, aburrida y monótona.

El clima acompañaba sus emociones. Estaba nublado con densas nubes que oscurecían bastante el cielo, casi que podría llover, pero el reporte del clima era diferente. Le gustaban esos días sin mucho sol, pues era fanático de encerrarse en su casa con las cortinas abajo, las luces apagadas y solo oyendo ruidos blancos en sus audífonos hasta caer dormido. Era lo único que le distraía de aquellos pensamientos que lo atormentaba de vez en cuando.

Al bajar del autobús debía caminar en dirección al condado de Gunwi-gun, lugar donde vivía.

Aprovechaba de tomar aire luego de estar rodeado de putrefactos cadáveres con sangre seca u otros fluidos desagradables del cuerpo humano, aunque ya estaba acostumbrado. Solo era trabajo, nada más.

Antes de emprender viaje a su casa, su teléfono vibro por una tercera vez; de nuevo, la madre del joven. Suspiro pesado y vio que le insistía, sin muchas más opciones se regresó y espero en la parada de buses algún transporte, por suerte su madre vivía más hacia la ciudad en sí. Yoongi prefería lo rústico y solitario, el silencio y la naturaleza.

No paso mucho, solo una hora y estaba parado afuera de la casa de madre ubicada en la zona periférica de Daegu, el bario bajo, mala calle o quisieran llamarle la gente estirada y egocéntrica de la ciudad. Toco la vieja puerta de lata ya casi oxidada y de allí se dejó ver una mujer con una sonrisa. Su caballo era largo hasta su espalda baja, vestía una falsa hasta las pantorrillas de tono verde oliva, blusa beige y mocasines. Usaba un delantal, floreado, pero manchado con comida, evidencia de que estaba cocinando.

—Que bueno verte, pasa, pasa... Debes de tener hambre hijo. —Lo abrazo y sobó su espalda. Yoongi no tardo en sentirse incómodo, apartando a la mujer algo brusco y entrando a la casa. Ella suspiró y cerró la puerta. —Perdón si te insistí, pero hice tu plato favorito y, además, estaré fuera de casa unos dos días. Iré a una retiro que organiza la iglesia.

Min rodó los ojos, su madre habla rápida que lo mareaba y tampoco le interesaba mucho lo que hacía. A veces deseaba hacer el intento de crear lazo afectivo con la mujer que lo trajo al mundo, sin embargo, era difícil para él lo era.

—Viene porque me darán el turno de noche en la morgue —confesó sentándose en la mesa mirando fijamente la puerta que se ha haba debajo de las escaleras. —No sé si te veré, así que dada tu insistencia a que viniera.

—Deberías tomar un descanso de ver gente fallecida. —Se sentó mientras esperaba que la olla hirviera. —Haces un buen trabajo, pero los muertos déjaselos a Dios, hijo.

—Dios no me va a decir quién los mato, si fue suicidio o una enfermedad. Solo se los lleva, supongo... —Se encogió de hombros. —Cenaré pronto, debo irme, mañana es mi día libre antes del turno.

La castaña suspiró pesado apretando sus manos con gran fuerza. ¿Tan difícil era acercarlo a la mano de Dios? Siempre fue así, desde adolescente, que le generaba gran rechazo a la religión, llegando a ser molesto. Agitó la cabeza, para apartar las ideas negativas. Se obligó a sonreír y camino hasta la cocina poniendo las últimas cosas sobre la mesa, algunas guarniciones, hojas de lechugas, arroz, etcétera. Yoongi miraba todo sin ápice de emoción, sin más comenzó a servirse.

La caja se sumergía en un sepulcral silencio que ni madre e hijo les interesaba, siempre fue así. A la mujer ya le daba igual si su hijo hablaba, verlo comer la deja satisfecha, pues en ocasiones lo veía muy delgado. Su hijo siempre fue reservado, callado, tal como una fotografía. De niño no era revoltoso, le gusta dibujar, ver televisión, leer cuentos y extrañamente era independiente a eso de los seis años. Lo que la mujer no sabía, era que Yoongi lo hizo por él, era pequeño, sí, pero su vida con su madre jamás lo dejo ser un niño.

—Y dime una cosa, hijo. ¿Has conocido a una muchacha que sea de tu interés?
—Le preguntó emocionada. —En la iglesia hay muchas chicas que te recuerdan, deberías...

—No he conocido a nadie y tampoco me interesa, señora. —Puso en puño sobre la mesa. —Tampoco quiero que hagas de cupido con una mojigata.

—Es por tu bien... Pasas solo, no tienes amigos, solo trabajas ese horrible lugar con cadáveres, es... es aterrador. —Hablaba con espanto.

—Bueno, los cadáveres son silenciosos, por eso me caen mejor que las personas y la cantidad de cosas que puedes descubrir con un solo bisturí es impresionante. Por eso me agradan más que las personas. —Le dijo, su madre estaba sorprendida. Min hablaba sin un pelo en la lengua. —Las personas me cae mal, cada una es peor que la otra.

—No todos son así, Yoongi. Si tan solo fueras a la iglesia te daría cuenta de la gente maravillosa que hay, no en esa morgue...

—¡Es mi maldito trabajo! —Golpeó la mesa. —Siempre haces lo mismo, no quiero ir a la estúpida iglesia porque aborrezco a los hipócritas, doble cara de gente que va a ahí. Incluida tú —dijo con rencor.

—Cuida el tono... —Apretó los palillos. —Aún eres mi hijo y me debes respeto, soy tu madre.

—¿Y tú alguna vez me respetaste? -preguntó mirándola a los ojos. La mujer se quedó callada. —Tú me has faltado el respeto siempre, desde que era niño hasta que me largue de este infierno. Jamás has sido capaz de ganarte un “mamá” de mi parte. Porque no lo mereces. —Sentenció. Dejo el plato a la mitad, ya satisfecho y sin ánimo de acabar.

Apenas se puso de pie, su madre salió detrás de él para detenerlo. Pero Min fue rápido, y salió antes de que lo alcanzará. Sin embargo, ella no se rendía.

Antes de que el peligris se fuera a tomar el transporte corrió a la cocina tomando el frasco de vitaminas. Quería dárselas para que pudiera, aunque sea estar más sano. Corrió a todo lo que le dieron sus piernas y vio a Min sentado en la parada; estaba llorando en silencio. Podía ver sus lágrimas caer sobre sus pantalones.

Frunció el ceño.

«Hace nada estaba enojado, ahora llora».

Pensó cuando se acercó. Extendió la mano e hizo sonar el frasco de pastillas.

—Te las compre hoy, por eso te invite. Quería hablar de tu salud... —Confesó. Min la miro enojado. —No estás bien y lo sabes. Trabajar mucho te va a enfermar y...

—Ahí viene el autobús. Debo irme.

La mujer le agarró la mano y se las dejo en la palma.

—Nos vemos pronto, cuídate, por favor.

Min la ignoró. Aparto la mirada e hizo detener al transporte. Al subirse su madre se quedó parada viendo como su hijo se volvía alejar de ella. Sin darle más importancia, sacó su teléfono y le mandó un mensaje a un contacto, enviando un breve mensaje.

“Ya se las di, doctor”.

✶⊶⊷⊶⊷❍ ⛥ ❍⊶⊷⊶⊷✶

Tras llegar a su casa lo primero que siempre hacía como paso primordial, era cerrar cada puerta y ventana con pestillo.

Era una manía que adoptó no hace poco, más bien en la adolescencia, le generaba esa sensación de seguridad estar bajo llaves y cerrojos de doble cerradura, cada con una llave diferente. Min podía llegar haciendo ruido con su llavero pues cargaba consigo seis tipos de llaves diferentes, incluso para su cuarto.

El segundo paso de su rutina para sentirse seguro en su casa, era bajar cada persiana de cada ventana, por agotador que fuera, debía hacerlo. El pensar que alguien podía verlo lo perturbaba o más bien le incomodaba mucho. Sus persianas eran blancas, limpias y suaves que se bajaban con ayuda de un riel y cuerda de plástico. Al tenerlas hasta el tope del borde de la ventana, podía respirar a gusto. Min quedaba a oscuras por completo.

La única luz encendida era la del baño, ya que Yoongi se encontraba dentro dándose un baño de tina, que siempre tomaba luego de turnos largos para relajar los músculos. Respiró hondo y contó hasta cinco para poder sumergirse. Aquella acción lo relajaba y le callaba los pensamientos que todo el día lo perseguían; voces que no permanecían calladas hasta que llegaba la hora de sumergirse por unos segundos.

«Uno... Dos... Tres...»

Por un momento sintió una oscuridad abrazándolo debajo del agua.

«Cuatro... Cinco...»

Abrió un poco los ojos y logra ver una sombra parada junto a la tina. Se salió enseguida del agua respirando algo agitado. No tardo en recomponerse, admitía que le había parecido extraño, mas no le importo, solo se limitó a asociarlo con el movimiento del agua o el propio estrés del trabajo.

Al llegar a su cuarto se dispuso a colocarse el pijama para ponerse a leer algunos informes que le enviaron de la próxima autopsia de mañana. Tenía un par de carpetas tendidas en su cama, las tomo y las dejo ordenadas en la mesa de noche.

Al cabo de unos minutos tras vestirse y quedar cómodo comenzó a leer hoja por hoja.

“Se recibió un llamado de la vecina de junto al hogar. La mujer relata haber sentido un olor putrefacto con gran intensidad relacionando con algún animal muerto. La llegada de la policía fue alrededor de las diez en punto de la mañana. Se investigó el perímetro e interior del hogar hallado en el sótano cuatro cadáveres; uno estaba sin sus ojos; el otro tenía una abertura grotesca en el abdomen; el tercero cuerpo no contaba con su brazo y pierna izquierda, finalmente, el cuarto cuerpo había sido brutalmente decapitado”.

Al final leyó un testimonio de uno de los policías que entro a la casa.

Jamás vi un crimen a nivel descomunal y... salvaje”.

—Aún no has visto nada... —murmuró Yoongi dejando la hoja de lado. Luego tomo las fotografías de la escena del crimen.

Cada foto era peor que la anterior; sangre, cuerpos, extremidades arrancadas casi que de cuajo sin misericordia alguna. Parecía una venganza fría y sanguinaria que acabo con una familia de cuatro personas. Madre, padre, hija e hijo, estos últimos era una joven y un adolescente.

Pasaban las horas y Min seguía con la cabeza metida en informes y fotos con escenarios sangrientos que ni él parecía seguir tolerando, por ende, cerro todo y se acomodó en su cama para dormir. Se quedó mirando el blanco techo de su cuarto sumido en la oscuridad, su teléfono reproducía sonidos de lluvias para relajarlos, pero no parecía funcionar. Rascaba su dorso cada segundo con más fuerza, pues estaba más pensativo de lo normal.

—¿Será mucho trabajo? —Se preguntó. —No... Está bien. Es mejor así.

Justo en ese instante su teléfono comenzó a sonar y vibrar sobre el edredón de la cama. Min rodó los ojos bufando de paso, algo molesto por la interrupción a su silencio. Cuando vio de quien era no hizo más que atender, era Namjoon el policía de la estación en la que trabajaba.

—¿Qué?

—Supe que te dieron las autopsias el nuevo caso, suerte con eso.

—Sí. Pensé que lo haría el otro forense. Ese viejo malhumorado —comentó.

Esa es la cuestión, Yoongi... —Hubo un prolongado silencio. —A quienes les harás autopsias es a la familia del forense y a él. Por eso te dieron los turnos de noche esta semana. —Namjoon suspiro a través de la línea. —Está raro, nadie sabe que mierda paso, por lo que leí trataban de salir de la casa, nadie forjó cerraduras para entrar y...

—Detente. Espera. —Yoongi tomó un lápiz y un post-it para anotar lo que Namjoon decía. —Sigue.

Como te decía, nadie entro, ellos querían salir. Yo... no lo conocía mucho, pero si lo vi la ultimas vez salir algo agitado de la morgue, pensé que un cadáver le estaba haciendo bromas. —Río. Min por su lado bufo. —En fin, si necesitas ayuda o algún reporte extra, avísame sabes donde estoy.

La finalizo ahí. Min dejo el teléfono de lado y regreso a ver los expedientes y ahí se dio cuenta de lo que Namjoon le decía, el hombre que fue decapitado era el forense, su medio compañero de trabajo, Yoongi jamás se lo cruzo, lo veía de reojo en las mañanas, nada más. En esas pequeñas ocasiones al hombre le bastaba para mirar mal a Min, por eso no lo comprendía, sin embargo, no le tomaba importancia.

Miro el reloj y ya eran las diez, debía dormir. Así que dejo todo como estaba y se acomodó para comenzar a dormir, sin embargo, no sabía que un ruido proveniente del pasillo lo haría retractarse de la acción. Yoongi se sentó en la cama, la puerta por suerte estaba cerrada y lo agradecía. Apretó la manta con fuerza. Antes de ponerse de pie, otro ruido, parecido a algo caer al suelo retumbo, pero más fuerte que el primero. Para él fue inevitable sobresaltarse.

Al ponerse de pie camino hasta la puerta, apegando su oreja para oír más. Ni loco la abría, se negaba rotundamente.

Fue ahí cuando un susurro logro calarle los huesos y hacerlo sentir un miedo feroz.

No sigas...

El chico se alejó abruptamente de la puerta. Fue por las llaves que estaban en su mesa de noche y con las manos temblando la coloco en la cerradura para cerciorarse que estuviera cerrada. Al estar, fue por la silla del escritorio y la puso haciendo una especie de tope.

Luego de que aquel susurró se filtró por su muerta, Min Yoongi no logro conciliar el sueño en toda la noche. La vigilia permitió, pues la sensación de ser observado lo atemorizaba.

✶⊶⊷⊶⊷❍ ⛥ ❍⊶⊷⊶⊷✶

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