Cinco años después JongIn se fue a vivir a un pequeño departamento en Busan, no era la gran cosa pero por lo menos podía empezar su vida desde cero.

¿Porque?, simple después de dejar a Taemin solo llorando, fue a dar un paseo que termino en un bar emborrachándose hasta perder el sentido y según JongIn ahuyentar su dolor, porque si le habían dolido las palabras que Taemin le dijo.

Así que terminó contándole sus penas a uno de sus amigos JongDae o como le decían Chen.

—Sabes yo de verdad lo quería.—Hablo JongIn en medio de hipidos y balbuceos.

—Vamos amigo es hora de irse a casa, mañana todo saldrá mejor te lo aseguro.— Chen le froto el hombro regañándose mentalmente por mentirle así. JongIn solo asintió y se levanto sin decir mas pues estaba muy ebrio para hablar.

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Así que un día ya no aguanto mas vivir así, hizo sus maletas y se fue dejado atrás recuerdos que si bien ya no eran tan dolorosos, aun le incomodaban un poco.

Sabia que había hecho bien cuando simplemente se mudo; claro aguanto esos años viviendo aun en Seúl, solo para terminar sus estudios.

Tras ese tiempo jamás se volvió a topar con Taemin y daba gracias al cielo por eso. Estaba tan dolido que ni siquiera se dio el lujo de buscar al tal MinHo se dio cuenta de que ya no valían su tiempo.

Para que si sus sentimientos ya habían sido aplastados por una persona que creyó que lo amaba, tampoco supo si de verdad lo quería como amigo.

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Con los años JongIn cambio y no solo de pensamientos, su actitud cambio y su cuerpo también lo hizo. Ya no era aquel joven de dieciocho años, que lo entrego todo y no recibió nada a cambio.

Ahora era un completo rompecorazones ya no le importaba nada, ni nadie, solo los usaba una vez y los desechaba claro no solo con mujeres había tendido sexo también con hombres y lo disfrutaba demasiado.

Y a quien negarlo invirtió dinero en negocios y empresas cosa que lo hizo mas rico. No solo agradecía a la buena educación que tuvo, sino también a sus amigos les agradecía por ayudarlo a salir de apoco a poco adelante, ellos habían sido fieles testigos de lo que le paso; después simplemente no le importo nada. He hizo lo que cualquiera hubiera echo y fue el olvidar.

Ahora estaba empezando una nueva vida. Claro estaba que jamás iba a volver a pasar por lo mismo y el jugar con las personas le garantizaba que ya no iba a poder ser dañado otra vez.

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Era un día como cualquiera en su nuevo departamento se levanto, ducho y cambio; hoy iba a verificar si su nueva empresa estaba en perfectas condiciones ya que a pesar de todo a el le encantaba que todo estuviera presentable y organizado.

Se vistió con un traje gris, camisa blanca, corbata y zapatos bien pulidos. Saliendo del departamento vio su precioso coche estacionado, subió a el lo encendió y emprendió rumbo a su empresa. Al llegar se estaciono y salió entro por la gran puerta e hizo su camino hasta su oficina.

—Buenos días señor Kim.— Una joven recepcionista lo saludo y como cualquier otra se paro derecha enseñando sus pechos dándole una sonrisa y mirada coqueta. Alta, pelo negro, tez blanca y excesivamente maquillada.

—Buenos días...— JongIn rasco su barbilla mirándola de arriba hacia abajo con una ceja alzada.

—¡Kristal!.— Contesto la joven a lo que JongIn le respondió con su sonrisa mas deslumbrante que tenia para las conquistas.