
Juguete nuevo
Sana había llegado tan reventada del trabajo que creía que se iba a desmayar en cualquier momento es por eso que tomó la decisión de irse a acostar para estar perfecta cuando llegara su novia, su amada, perfecta, detallista e incondicional novia, asi estaba mejor.
Por lo que se habían hablado mientras Sana estaba de camino a la casa es que llegaría un poco más tarde y que llevaría la comida y algunas cosas más que no logró leer porque estaba demasiado cansada y cayó dormida al instante en el que tocó la cama, claro después de bañarse.
Bostezó un poco y abrió un ojo, eran de esos días en los que solo quería el calor del cuerpo de su mujer después de una linda sesión de arrumacos que probablemente llegaría a algo más, sin lugar a dudas por su historial y porque es una completa adicta a Tzuyu.
Lamentablemente al mover la mano no la encontró y se cuestionó del tiempo que había pasado entre que se quedó dormida y el haberse despertado.
Encendió el teléfono con su nariz ya que por alguna razón se quedó dormida con este frente a su cara y tan solo pasaron tres horas en las que estuvo en el mundo de los sueños, nunca había descansado tan bien en tan poco tiempo se extrañó aún más cuando se iba a levantar y algo que le hacía cosquillas en su tobillo le impedía moverse.
— ¿Qué carajos? —. Preguntó en voz alta al ver una esposa. — ¿Tzuyu? —. Esta vez bajo un poco el tono y miró hacía todas partes.
— Hola mi amor —. Volteó y se la encontró con una almohada en el regazo con una sonrisa pícara. — Ayer me dijiste que tenías ganas de que te hiciera algo así, sabía que no te lo esperarías —. Sana parpadeó intentando enfocarla bien pero estaba demasiado aturdida por estar esposada.
No es que tuviera miedo ni nada por el estilo, es que la idea de estarlo y encontrarse a merced de la chica que le encanta hace que un torbellino de sensaciones recorta todo su cuerpo, le encanta el hecho de que Tzuyu no la juzgue si no que le siga el juego y la complazca en todo.
Por más que si fuera por ella ni trabajarían, estaría todo el día haciéndolo de todas las formas posibles.
Como a ella le gusta y le encanta.
— Esa era parte de la sorpresa que dije que te haría —. Frunció las cejas sin poder articular palabra. — Quiero que abras las piernas —. Murmuró y se levantó, Minatozaki divisó algo raro en su ropa interior pero no dijo nada, solo sonrió esperando que Chou hiciera lo que quisiera con su cuerpo. — Ya estás desnuda —. Se mordió el labio. — ¿Por qué dormiste así? —. No era tan común cuando estaba sola y sabiendo que Tzuyu llegaría de la nada.
— No me dió tiempo de vestirme —. Rió al ver como la menor elevaba la ceja, era obvio que no era por eso, sin embargo, lo dejaría pasar.
Se inclinó hacia ella y se acomodó entre sus piernas, automáticamente cerró los ojos dejándose llevar por el delicioso aroma a cocos que desprendía su novia y como hacía un camino de besos por todo su pecho hasta llegar a su cuello, con una pequeña sonrisa la miró a los ojos y acto seguido la besó como nunca antes lo había hecho, quería dominar el beso solo ella y a Sana le encantó.
— ¿Por qué estás así? —. Se separó, Minatozaki agitada por la falta de aire se removió y es cuando sintió algo duro directo en su vientre bajo, confundida miró sin entender nada.
Tzuyu no tenía nada de eso, ella lo sabía y muy bien.
— Un regalito —. Contestó y Sana volvió a mirar pero no podía distinguir nada. — No te he dicho que puedas mirar hacia arriba —. La agarró del mentón. — La vista hacia mi o el techo —. La japonesa asintió y cerró los ojos gimiendo cuando lo que sea que tuviera Tzuyu se paseaba por su feminidad. — Sabía que te iba a encantar —. Dijo con una gran sonrisa. — Menos mal porque es caro —. Se bajó el short con los ojos fijos en Sana para que no viera, esta tenía ansiedad, se movía para por lo menos sentirlo. — Necesito ver si estás lo suficientemente mojada —. Se tomó el tiempo para bajar por todo su torso hasta llegar al clítoris el cual chupo despacio sacándole un suspiro.
Sana se permitió ver y lo único que logró divisar era la ropa interior roja de Tzuyu y algo parecido a unos cinturones rodeando esta vertical y horizontalmente, no entendió bien pero no le dio mucha importancia ya que enseguida se distrajo con el hermoso trasero que tenía su novia.
— Abre bien las piernas amor —. El sonido de una tapa abriéndose como si fuera una crema. — Hacía el techo —. Intentaba ver pero sabía que no le estaba permitido, aunque podía hacerlo sentía la necesidad de acatar las ordenes de una Tzuyu que no conocía.
Menos lo que estaba rodandose por sus muslos internos, gimió por el repentino frío en estos y miró asustada dándose cuenta que era un liquido transparente con una temperatura demasiado repugnante al tacto.
— No te asustes amor —. Le sonrío. — Esto es para que pueda entrar bien, ahora mira hacia arriba —. Le hizo caso y luego de un tiempo otra vez lo duro estaba sobre sí, solo que ahora en su clítoris frotándose lento, ya que tenía permitido verla, eso hizo y los ojos de Tzuyu brillaban tanto que se impresionó, es como si lo que estuviera haciendo lo disfrutaba tanto como ella y eso le gustó.
Sana es una chica que no puede resistirse a estar así con su novia y ver que esta también parece sentir lo mismo, simplemente fue un acto de amor puro para ella.
— Hazlo ¿Si? —. Pidió con un hilo de voz y Tzuyu asintió, inclinándose hacia ella para unir sus frentes y ver el rostro enrojecido de su novia mientras metía el dildo con tanto cuidado que estaba segura que podía sentir como se abría paso entre las paredes de su mujer. — Dios —. Abre los ojos sorprendida al darse cuenta de lo que se trataba y gimió porque se sentía demasiado bien, hace demasiado tiempo que no lo hacían con un juguete y había olvidado lo llena que podía llegar a sentirse.
— ¿Duele? —. Preguntó mientras se movía lo más suave que sus ganas le permitían y Minatozaki solo asintió mientras se mordía el dorso de la mano, reprimiendo todo lo que su cuerpo quería soltar. — Me encanta sentir como te abres —. Gruñó y se escondió en el hueco del pálido cuello de la mayor que arqueaba la espalda cada vez que entraba.
Se sentía demasiado bien al punto en el que su coño le estaba pidiendo a gritos que subiera el ritmo y se lo hizo saber moviendo las caderas con más velocidad, Tzuyu le sonrió y apretandole el vientre con su mano comenzó un vaivén mucho más rápido a tal punto en el que abrió las piernas por completo dejándose llevar por la forma en la que su novia se la estaba follando.
Porque le encantaba como lo hacía y los lugares que sabía que le gustaban, tocando cada parte que la hacía enloquecer. Cerró los ojos y gimió fuerte sin importarle nada, solo quería hacerle saber a Chou que la estaba follando como a ella le gusta.
— Cada vez más mojada —. Escuchó decir a su novia, que estaba viendo con sorpresa como salían líquidos disparados de su intimidad salpicando todo, el dildo estaba repleto de sus fluidos e incluso parte de su vientre. — ¿Tanto te gusta? —. Rió porque sabía muy bien cuál seria la respuesta, los gemidos de Sana se habían vuelto gritos agudos pidiéndole más y entre balbuceos avisándole que le faltaba poco.
Quita iba a acabar.
— Eres tan linda —. Sonrió.
— No aguanto más —. Lloriqueó y apretó los muslos dificultando un poco los movimientos que la menor podía hacer, esta como pudo le abrió más las piernas y las acarició para que se intentara calmar un poco. — Se siente muy bien —. Se retorció.
Estaba por alcanzar el punto que Tzuyu quería, esta bajo la mano y le acarició el clítoris con rapidez para que lo hiciera aún más rápido y así fue, un par de movimientos más y Sana rodó los ojos soltando uno de los gemidos más fuertes que ha escuchado para luego desplomarse en la cama jadeante y casi al borde de desmayarse.
Tzuyu siguió moviéndose ya que debido a la fricción podía sentir como estaba por terminar. — Duele —. Se quejó, estaba sobre estimulada y no quería más. — Detente —.
— Espera un poco más —. Miró hacia abajo y eso fue suficiente como para sentir fuertes escalofríos recorrer todo su cuerpo, una oleada de placer la invadió y con un pequeño gemido al lado de la oreja de la japonesa, pudo terminar.
— ¿Una vez más? —. Rodó los ojos porque sabía que al final lo terminaría haciendo y es que ama a su pequeña chica que es adicta a follar.
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