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Dedos

Sana amaba dos cosas con locura, a Chu Tzuyu y a los dedos de esta, no había cosa más perfecta para ella que los delicados, largos y finos dedos que tenía, la forma en la que los movía al hablar o como dibujaba en su vientre bajo, espalda y muslos diversos garabatos que la hacían estremecer como si estuviera en el Polo Norte solamente con una manta cubriéndola del frío.

No sabía como explicar el poder que tenían en ella, lo que la hacían sentir y mucho menos esos pensamientos pecaminosos que se volvieron costumbre al pasar el tiempo.

Recuerda muy bien cuando los veía a través de una pantalla y con los ojos cerrados rezaba por algún día sentirlos dentro suyo.

Cómo se movían, hasta donde podían llegar y los puntos que podía tocar.

Ella quisiera poder decir que tocarse era suficiente como para poder alejar lo que tiene en la cabeza, hasta cuando cierra los ojos puede sentir a lo lejos el toqueteo de los dedos de Tzuyu sobre la mesa de roble oscuro que tanto le gusta y la cual decora la sala.

Y es que estar sola en casa provoca tantas cosas en ella, como el querer mandarle fotos subidas de tono o incluso ponerse aquel suéter que usó todo un día después de su primera vez para tocarse con el, sentir el olor de la pelinegra inundando sus cosas nasales.

Sintió un pinchazo en el vientre bajo, aquel dolor que solo siente cuando está por estallar, miró hacia un costado, sus mejillas tiñendose de carmesi al instante al divisar la caja de color blanco decorado con un lindo moño no muy simétrico.

El regalo que le había dado Tzuyu porque ella no iba a trabajar hoy y la menor así, entonces estaría sola, la conocía tan bien que sabía que intentaría hacer algo para poder deshacer el gran nudo que se formaba en su vientre bajo.

— Debería llamarle —. No sería la primera vez que lo hace, ya son incontables las veces en las que por no puede más, hace una llamada rápida a su novia que da alguna excusa para poder ir y darle lo que quiere.

Sin embargo, recordó que no podía hacerlo porque tenía una junta importante con unos inversionistas de Taiwán.

Odió con todo su ser el trabajo que tenía y se intentó acurrucar contra la almohada que aún desprendía el olor a coco del shampoo de Tzuyu, olfateó y hundió el rostro en esta gimiendo al recordar las tantas veces que ha llegado a morderla.

Se estaba volviendo loca, necesitaba la atención que Tzuyu no le podría brindar asi que estiró el brazo sin ver hacía la mesita de noche.

— Todo por culpa de Tzu —. Refunfuñó y abrió la caja, un vibrador se hizo presente ante sus ojos, era de color rosa pastel y sonrió al verlo, su color favorito, había un control justo al lado tan pequeño que podría cubrirlo entero con su mano, se relamió los labios y acto seguido lo agarró. — ¿Cómo se usa esto? —. No era una experta en juguetes sexuales ni mucho menos, normalmente era su novia quien los usaba con ella, no tenía que preocuparse por su funcionalidad si no más bien por lo que la hacía sentir.

Lo dejó en el colchón y presiono un botón, a su lado algo comenzó a vibrar poco, no sonaba pero si que se sentía que estaba moviéndose, movió un poco la rueda que había debajo de su dedo y la intensidad subió a tal punto en el que la pierna que estaba a un lado de dicho artefacto también se movía.

Tomó su teléfono y entró al chat que tenía con Tzuyu, un "te amo mucho bebé" fue lo primero que vió y se derrito cual mantequilla sobre un trozo de pan.

Amaba a su novia tanto que su corazón bombeó contra su pecho con rapidez y fuerza, era demasiado linda para ser verdad y ahora más que gastó una gran cantidad de dinero en el vibrador, todo para tenerla contenta, si que la estaba malcriando.

Decidida le contestó rápidamente y tomó el vibrador metiéndolo en su ropa interior, apretó las piernas para que no se saliera o moviera de donde lo había dejado y presionó el botón.

Era una sensación extraña, como si tuviera algo moviéndose sobre su clítoris, al poco tiempo su entrada palpitó, definitivamente necesitaba algo dentro, con agilidad levantó un poco la fina tela de sus bragas a un costado y metió un dedo, entró con tanta facilidad que sus ojos se cerraron y su boca se abrió dejando escapar un sonoro gemido tan largo como los dedos de su novia.

Cuando eso pasó por su cabeza se mordió el labio y subió un nivel, quería ver hasta donde podía aguantar sin llegar a tener un orgasmo, se imaginaba que Tzuyu estaba jugando con ella para comprobar la resistencia que tenía.

Se retorció al estar en el penúltimo, si clítoris estaba recibiendo un excelente trabajo, no como el que le hace Tzuyu, pero si lo suficiente como para arquear la espalda y gemir por lo bajo, pequeños y apresurados sonidos escapaban de su boca tan desesperados como ella de ser besada por el amor de su vida.

Inclinó la cabeza hacia un costado y miró, su mano trabajando dentro suyo y aquel objeto vibrando con intensidad sobre, de seguro, muy hinchado clítoris que pedía mas y más, al estar al borde del pico más alto de placer se detuvo.

Abrió un ojo y miró por segunda vez el chat de su novia, ahora el último mensaje era un "regresaré pronto a casa".

Sonrió de oreja a oreja por eso, podría estar sobre ella todo el día y la noche para poder tener los orgasmos que tanto quiere y sentir a Tzuyu lo más cerca posible.

— Tzuyu —. Pronunció con dificultad aquel nombre que era de la culpable de que esté vuelta un desastre moviendo las caderas contra el dedo que está bombeando en su interior buscando hacerla terminar.

Presionó otra vez la rueda y ya estaba en el final, no podía darle más intensidad, apretó aún más las piernas y su dedo se detuvo, maldiciones, gritos y gemidos salieron de su boca por segundo, sus caderas sacudiéndose y el nudo en su vientre deshaciéndose por completo.

Todo en ella explotó y cayó en el colchón exhalando e intentando tomar todo el aire que perdió.

— Dios —. Dijo con asombro, apartó el vibrador y lo apagó.

Soltó un largo suspiro y abrió la cámara del teléfono tomando una foto de todo el desastre que ocasionó solo pensar por unos segundos en su novia, al mandárselo a la misma sonrió un poco mientras mandaba un mensaje que decía.

"Sí tus dedos fueran oro yo sería europea".

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