Gourmet.
"Bueno, tendré que cambiar mi dieta ligeramente por ahora si es que quiero impresionar a esta chica. Tendré que mostrarle todos mis dotes culinarios para atraparla, extasiarla, enamorarla de mi cocina, que pruebe todas aquellas delicias que puedo preparar más allá de la carne, pues por algo soy un gourmet."
Ese fue el primer pensamiento de David antes de echar andar un nuevo día. Había quedado con Andrea en ir a visitar algunas librerías, pues, aunque ella era una fanática empedernida de las películas, si alguna de ellas se encontraba basada en un libro, ella buscaba por todos los medios aquél libro para devorarlo también, y encontrarse aquellas cosas que para ella habían dejado un hueco en la trama de la película.
Andrea le había comentado a sus amigas que aquél día iba a volver a verse con el muchacho "excéntrico", y que él había prometido preparar unos bocadillos deliciosos para amenizar la tarde, a lo que ellas respondieron "Uy, cuidado el rarito te poner algún elixir en la comida para que quedes prendada o dormida, o peor, quizás te ponga a comer carne humana como en sus libros, jajajaja". A Andrea no se le había hecho nada gracioso el comentario, pero solo les respondió "son unas idiotas envidiosas", y se retiró a su encuentro con el muchacho.
El desaliñado David se encontraba impecable ese día, llevaba una camisa negra remangada a 3 cuartos con las puntas moradas, un pantalón de bluejeans y unas botas nike negras corte alto. Había pasado por la barbería en la mañana por lo cual su escaso bello facial estaba delineado y su cabello recién cortado y peinado; todo un galán.
Para comer había decidido preparar unos sencillos submarinos, un pan entero para cada uno relleno de jamón de pavo, queso amarillo, mortadela y milanesas de pollo rebanas de forma muy delgada, todo aderezado con mostaza, mayonesa y salsa de tomate. Ese iba a ser su bocadillo de la tarde.
Para el almuerzo tenía pensado preparar una de sus especialidades, una ensalada césar con pollo. Tenía todo listo y preparado en 2 bolsos distintos, uno pequeño donde llevaba los almuerzos y su gran morral donde llevaba sellados herméticamente los sándwiches para que no derramaran salsa en el resto de las cosas que llevaba.
Al llegar a la librería estuvieron viendo varios libros interesantes, sobre todo de ficción, terror y suspenso, en aquellas secciones se encontraban autores reconocidos en sus respectivos géneros, Katzenbach, el rey del suspense psicológico o Stephen King, un amo en el terror. De hecho Andrea se había detenido frente a algunos libros de Stephen King diciendo "Oh, de este hicieron una película, TIBURÓN, la recuerdo, y esta también, CARRIE, es genial, me encantaría leerlo y... ¡OH, DIOS SANTO! ¡ES IT! ¡NESECITO ESTE LIBRO! ¡Acabo de ver It capítulo 2 y estuvo increíble".
David también se detuvo pero frente a los libros de Katzenbach, "Oh, aquí está mi libro favorito El psicoanalista, La historia del loco también lo leí y Un final perfecto... ¡Mierda, aquí está Jaque al psicoanalista, es la continuación a mi libro favorito, anhelo con mi vida leer esto!" se notaba una emoción en su voz que Andrea no había notado antes, era como ver a un niño.
Al final cada uno se llevó el libro que deseaba y antes de marcharse Andrea pasó un rato hojeando los libros de la especialidad de medicina, pues era la carrera que se encontraba estudiando actualmente y de la que estaba a punto de obtener un título como cirujano.
Luego de esto regresaron a la universidad donde fueron juntos al comedor a tomar su almuerzo. Por primera vez Andrea probó algo hecho por "Jack el destripador"...
—Oh Dios, David esto está delicioso, creo que es la mejor ensalada césar que he probado en mi vida.—Dijo ella con la boca llena y los labios llenos de salsa.
—Gracias, gracias, no es lo que mejor me queda pero le pongo un poco de empeño.—Respondió él alardeado y haciendo ademanes de reverencia con sus manos.
—Jajaja, qué modesto, idiota, aunque debo admitir que cocinas realmente bien y que esto no tiene carne humana por ningún lado...—Comentó ella.
—Jajaja ¿seguirás con eso? vamos, disfruta la comida que esto no lo hago por cualquiera.— Dijo el mientras se limpiaba los labios con una servilleta.—Así que estás apunto de graduarte de cirujano, cuéntame, ¿qué tal eres con el bisturí?—Preguntó él con curiosidad.
—Pues, te diré que a estas alturas se me da muy bien y siempre llevo uno conmigo para defenderme de los patanes y delincuentes, ya sabes.—Respondió ella jugando con los cubiertos en sus dedos.
—Uh, una chica de manos peligrosas, hay que tener cuidado contigo entonces.—Dijo él y guardaron silencio unos minutos para disfrutar la comida.
—Bueno chico, ha sido otra vez una tarde amena, me has dejado más feliz que el otro día, pues mi estómago está lleno y eso es bueno, voy a reunirme con mis amigas para unos deberes pendientes así que hasta luego.—Dijo ella y se dispuso a levantarse.
—Espera, tengo algo más para ti.—Dijo él y sacó los sándwiches que tenía en el bolso, estaban en 2 bolsas herméticas selladas al vacío para que no se les escapara ni uno toque de sabor.—Esto es para ti, para que sigas pensando en mí y deseando verme cuando estés con tus amigas, o quizás en la cena.—Hizo ademán de entregárselo y cuando ella acercó su mano, la tomó la besó y luego puso el sándwich en ella.
—Oh, muchas gracias caballero, no me estará engordando para comerme luego ¿verdad? jajaja, hasta luego.—Se acercó a él y luego un beso en la comisura de los labios.
Él se quedó sin palabras mientras ella se iba, y en silencio susurró "Hasta pronto, señorita"...
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