Combustión.
Anaís y Rose se encontraban conversando en el baño del primer piso de la universidad, sobre lo cruel y odiosa que había comenzado a comportarse Andrea desde que comenzó a salir con David. "Ese chico la está cambiando y ahora no quiere estar con nosotras" decían.
—No lo sé Ana, ese chico tiene algo raro, algo oculto y yo voy a averiguarlo.—Dijo Rose, con una voz decidida y una mirada que mostraba una furia generada por los celos al perder protagonismo en la vida de su amiga.
—¿Y qué piensas hacer? ella se ve muy feliz, y parece que se ha involucrado más en la vida del chico este, quizás hasta se la haya comido, y no precisamente de la forma en la que escribe en los libros esos.—Le respondió Anaís con tono sarcástico y con una molestia también notable.
—Pues no sé tú, pero yo no me voy a entregar a perder a nuestra amiga de esa manera, sin luchar ni hacer nada, este fin de semana seguro volverán a salir esos 2 y aprovecharé para colarme en la casa del desquiciado ese para averiguar cuales son los secretos que esconde.—Respondió Rose, decidida a actuar y no quedarse de brazos cruzados.
"Y yo te estaré esperando" pensó David, que se había quedado parado afuera del baño de chicas al escuchar que voces familiares mencionaban su nombre en aquél baño. Y es que en el fondo quería saber qué tal le parecía a las amigas de la chica que le gustaba, saber si causaba buena impresión, o si por el contrario, alguna de ellas podía servir como un "tentempié" que pudiera compartir luego con su adorada Andrea.
Pasado el viernes, último día de clases esa semana, y luego de mucho insistir, David logró que Andrea aceptara a quedarse a dormir en su casa y sería el próximo viernes en la noche.
Él tenía todo preparado, en la mañana había ido a la farmacia más cercana a comprar suministros, palomitas de maíz, gaseosas, preservativos (por si acaso) aunque no tenía planes de que tuvieran relaciones en su primera vez en casa. También pidió una pequeña cajita de pastillas para dormir llamadas temazepam, con la excusa de que le era muy difícil conciliar el sueño.
Habiendo comprado dichas cosas, más los alimentos de charcutería que ya poseía en casa, como el queso, jamón, mortadela, pan y esas cosas, ya tenía casi todo preparado; solo le faltaba el tentempié.
Antes de salir de casa en la mañana, David se había percatado de que Rose ya se encontraba rondando su casa, espiándolo, esperando el momento exacto para interceptar su morada. David dejó la puerta entreabierta "por accidente" antes de salir a la farmacia, cosa que aprovecharía Rose para meterse dentro de aquella casa.
Se puso a revisar de arriba a abajo aquél lugar sin encontrar nada, todo limpio, impecable, y es que claro, aquella noche iba a dormir en aquella casa una chica ¿qué más podría encontrar?
Se dispuso a bajar al sótano de la casa, el cuál David, a propósito, había dejado sin llave. Bajó los 13 escalones que habían para llegar al fondo y encendió la luz. La habitación estaba completamente vacía excepto por un gran congelador que había al fondo. Rose caminó hacia él y se dispuso a abrirlo. Del congelador salieron gases fríos, la condensación normal al abrir un cubículo muy frío.
Cuando por fin pudo comenzar a distinguir se quedó petrificada. Habían cuerpos descuartizados, picados muy minuciosamente, brazos, piernas, troncos, nada de cabezas, manos o pies.
Rose estaba horririzada, estaba a punto de gritar, pero la voz no le salía, lo que acababa de ver inundaba de miedo y terror todo en su mundo y ella comenzaba a desvanecerse, a marearse, y justo en ese momento entró David...
—Es curiosa la manera como se mezclan los componentes de un somnífero al chocar con el agua en estado gaseoso.—Dijo él, mientras bajaba los escalones.—En minutos estarás dormida o tal vez muerta querida Rose.
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