◦•●◉✿ Capítulo 17 ✿◉●•◦
Pov's Clarissa
3 de agosto del 2022...8:35am
Han pasado casi dos meses desde que Gabriel se marchó a Londres. Recuerdo ese 27 de junio todos los días.
⊱┈❊ Flashback ❊┈⊰
Estoy llegando a la casa, ando muy cansada de estar trabajando en los pasos básicos para los nuevos integrantes de gimnasia. Solo quiero llegar y ver a mi novio. El día de ayer fue increíble, fuimos a una cabaña cerca de la playa, preparó una cena a la luz de la luna, luego corrimos hacia la playa y nos bañamos un rato, aunque estuviese fría y por último, me hizo el amor en la arena bajo la luna llena. Estaciono en el garaje una vez que llego y entro por la puerta principal. Al llegar, veo a Greta un tanto afectada, con los ojos llorosos. ¿Qué habrá sucedido?
—Papá —llamo su atención —, ¿por qué Greta está así?
—Hija… —se acerca a mí, debe ser algo muy importante, pero Greta lo interrumpe.
—Lo siento —se echa a llorar nuevamente, pero logra decir algo que me deja impactada —. Gabriel se marchó a Londres.
Mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Por qué hizo esto después de todo lo que hemos pasado juntos? ¿Por qué no me avisó?
—Aceptó la propuesta de la carrera —comenta mi padre.
— ¿No la había rechazado? —pregunto con lágrimas brotando de mis ojos.
—Al parecer nos mintió y se fue —termina de decir Greta.
⊱┈❊ Fin del Flashback ❊┈⊰
Después de estar tanto tiempo devastada, que no me levantaba de mi cama, de estar llamando sin fin a Gabriel, sin que me contestase; me tuvieron que ingresar varias veces por deshidratación. Después de cómo una semana, decidí junto a Bri que iba a aceptar la propuesta de irme para Los Ángeles para seguir mi carrera como gimnasta adulta. Pasé fin de semana junto a mi padre y Greta, que aún sigue desconsolada por culpa de mi odioso hermanastro. Hay veces que quieres olvidar las cosas que te suceden, pero, hay cosas que son inolvidables.
—Buenos días, Issa —me saluda Adael.
Sí, se que piensan, ¿qué hace él contigo? No se preocupen, sigue siendo la pareja de Bri, no ha querido hablar de Gabriel, pero, últimamente me saca mucho el tema de que debo ir a verlo. ¿Para qué?
—Buenos días, Adael —le devuelvo el saludo —. ¿Bri también se despertó?
—No, sigue en la cama.
Sigue hacia la cocina, a prepararse algo para desayunar. Yo sigo en mis cosas, estoy estudiando que tengo examen en la universidad. Cuando regresa al cabo de un tiempo, me vuelve a hablar.
—Sé que te he insistido mucho, pero creo que deberías ir a ver a Gabo —antes que le pueda contestar, él me interrumpe —. Sé todo lo que te hizo Clarissa, pero tuvo un motivo.
—Dime ese motivo, Adael.
—No es de mi incumbencia —se marcha.
—Entonces no vuelvas a hablar de él.
Unas horas más tardes...
Bri está sentada a mi lado, estudiando, cuando la pantalla de la laptop se alumbra con una video llamada de Greta. ¿Qué estarán haciendo, que me llaman a esta hora de la tarde?
— ¡Hola, Clarissa! ¡Hola, Brianna! ¿Cómo están?
—Estamos bien, Greta —respondemos al unísono mi amiga y yo.
—Tengo que contarte algo, que no quisiera que fuese de esta forma, pero debes saberlo —aparece mi padre, con un vaso de agua al lado de Greta.
Me están asustando. Espero que no sea ninguna mala noticia.
—Nos llegó un correo, que te lo estoy reenviando — ¿cuál es el problema con eso? —. Es de Londres.
—Si es de él, no quiero leerlo. Lo siento, Greta.
—Espera, hija —habla esta vez mi padre.
—No es de Gabriel, es de un hospital de allí.
— ¿Le pasó algo, papá? —me preocupo.
—Te dejamos para que puedas leerlo tranquila —voy a colgar cuando se dirige a Brianna —. No la dejes sola, por favor.
—Está bien, señor Stern.
Ahora si cuelgo y abro la bandeja de entrada de mi correo. Cuando actualiza, aparece en negritas el correo que me envió Greta. Entro y comienzo a leer.
De: Cancer Centre at Guy's Hospital
Para: Greta Dien Ramee
Asunto: Estado de Salud de Gabriel Katz
Buenos días, Sra. Dien, se le habla desde Hospital. Sabemos que su hijo; Gabriel Katz, ya ha firmado su solicitud de no querer que sus familiares se enteren de su tumor cerebral ni la metástasis que ha desarrollado por su cuerpo y aunque estamos infringiendo los derechos de nuestro paciente, nos debemos en la obligación de que usted sepa por lo que está pasando.
Cuando se enteró, él no quiso ningún tratamiento, sabemos que no había posibilidad de que se curara un 100% pero si un 55 % teníamos seguro. Actualmente, ya no hay nada que podamos hacer en cuánto a nuestro trabajo, pero sí todavía estamos al alcance de que pueda ver a su hijo, antes que suceda algo peor.
Atentamente,
Dr. Jenshen White
Enviado de Cancer Centre at Guy's Hospital
Mis ojos están llenos de lágrimas, estoy en shock y todo se comienza a notar borroso y negro. No siento nada.
Minutos después....
—Ya está despertando, Adael —comenta Brianna.
Voy abriendo poco a poco los ojos en lo que trato de recordar que sucedió. En un instante, me viene el recuerdo del correo que leí acerca de Gabriel y comienzo a llorar desconsoladamente. Mi amiga me abraza, debe entender por lo que estoy pasando.
¿Por qué no nos avisó? ¿Por qué quiso ocultarnos esto? Tengo muchas preguntas, pero lo que más me carcome es, ¿llegaré a tiempo para verlo?
—Consigue unos boletos para Londres —le ordeno a Adael —, que sea lo más pronto posible, necesito ver a Gabriel.
Aunque, pensándolo, ¿esto es lo que Adael siempre trataba de decirme?
— ¿Tú lo supiste todo este tiempo? —me levanto y me dirijo hacia él — ¿Cómo pudiste ocultarnos semejante desgracia? —comienzo a golpearlo por la impotencia que siento ahora mismo —. No puede ser... —mis pies flagean, Adael me abraza y me consuela mientras lloro sin fin entre sus brazos.
Bri me toma para que él pueda pedir los boletos. Mi amiga me da unos sedantes sin que yo lo sepa, pues cuando me los tomo, siento tranquilidad, aunque no estoy calmada.
Al día siguiente...
Nos encontramos Bri, Adael y yo tomando un taxi procurando que Gabriel no se entere por su mejor amigo que estamos aquí. Estoy un poco más tranquila por fuera, aunque no por dentro, pero no quiero estresar a Gabo cuando lleguemos. Sabemos donde se está quedando gracias a Adael, espero que no se haya movido de allí.
Llegamos en un par de minutos, ni me detengo a ver la ciudad, solo quiero llegar al departamento en el cuál se está quedando Gabo, decirle que estaré para él en sus últimos momentos y que jamás lo dejaré solo. Subimos a la tercera planta que es donde se encuentra su apartamento. El número es 325.
—322...323...324...325 —va mencionando Bri.
—Llegamos —comenta Adael.
Suelto un suspiro y toco el timbre. Espero impaciente a que abra. Cuando lo hace, me sorprendo al ver en qué estado está Gabo. Mis ojos se llenan de lágrimas. Está completamente pálido, su cabello azabache ya no está, sus músculos han desaparecido. Tiene ojeras por lo cansado que debe estar. Lo abrazo por instinto, aunque al principio trata de separarme, pero no tiene fuerzas y termina cediendo. Quiero darle por todo lo que me ha hecho pasar, pero después me quito esa idea, pobre, seguramente no podrá soportar el dolor.
— ¡Gabriel! —se desmaya y termina cayendo, ya que no tengo fuerzas para agarrarlo.
Yo me asusto, pero rápido Adael lo toma y Brianna llama a una ambulancia.
La ambulancia no tarda en llegar, cuando dice que solo un acompañante puede subir, no me demoro y voy yo con él. Mis amigos deben ir detrás en un taxi para encontrarnos aquí. Mi padre y Greta llegan más tarde, hay que avisarles que estamos en el hospital. Le mando un mensaje a Brianna.
Clarissa: Avísale a mi padre que estamos en el hospital donde atienden a Gabo.
Estoy muy nerviosa, la última vez que estuve pasando esto, fue cuando a mi madre le detectaron el cáncer. Recuerdo con cada detalle como atendieron a mi mamá y cada palabra de los doctores alentándonos a algo mejor. Llegamos al hospital en solo segundos. Bajan en la camilla a Gabo y lo entran a urgencia corriendo. Bri me abraza nada más que llega, lloro desconsoladamente.
—No pude decirle nada, no pude decirle que le amo —le comento a mi amiga.
—Vas a ver cómo vas a poder decírselo —Bri me alienta en lo que pasa su mano por mi espalda reanimándome.
Las lágrimas no paran de salir, pero debo entrar a la sala, a esperar a que el doctor salga a darnos noticias de Gabriel. Adael siguió en el taxi para recoger a mi padre y Greta y así vengan rápido y directo. Pasa unos minutos cuando el doctor aparece.
— ¿Familiares de Gabriel?
Nosotras dos nos levantamos y vamos hasta donde él está.
—Sí, diga doctor. ¿Cómo está Gabriel? —lo miro tratando que me de buenas noticias.
—Lo siento mucho, deben prepararse para lo peor —caigo al piso ante la noticia.
Nuevamente estoy reviviendo lo que le sucedió a mi madre. Las faltas de esperanza en sus últimos momentos, los últimos días de ella junto a nosotros. Siento cuando mi padre y Greta llegan, porque rápidamente mi madrastra se tira a mi lado a llorar, parece que escucharon lo que dijo el doctor.
4 de agosto del 2022...9:37 pm
—Señorita Stern —toca mi hombro el Dr. White —, debería irse, hoy no podrá verlo.
Mis lágrimas vuelven a aparecer, como si ya vivieran conmigo.
—Necesito verlo —miro al doctor que se sienta a mi lado —, no pude decirle lo que siento, no estuve para él estos meses pensando que me había dejado. Él solo...—me hecho a llorar en lo que el doctor me abraza.
—Te dejaré verlo, pero dos minutos —me dice —. Después te irás a descansar.
Yo asiento, es lo único que necesito. Greta lo pudo ver por detrás del cristal, pero yo no pude. Llegamos a una sala para vestirme completamente con la ropa del hospital, el Dr. White me lleva hacia su habitación.
—Solo dos minutos, recuerde —conmemora el doctor.
—Sí, gracias.
El doctor se marcha y yo me acerco a la cama de Gabriel.
—Te marchaste sin decirme nada, sin decirme lo que te pasaba y yo como una estúpida pensando lo peor de ti. Sabías que hubiese estado contigo, pero no me dejaste —seco bruscamente las lágrimas que brotan de mis ojos —. Pero eso no tiene importancia ahora, solo quiero recordarte que te amo más de lo que nunca he llegado a amar a alguien y que voy a estar contigo en estos últimos momentos, aunque tenga que ver cómo te desmoronas poco a poco frente a mis ojos sin poder hacer nada para evitarlo.
Gabriel abre poco a poco los ojos, cuando me ve, se pone feliz y trata de quitarse el aparato que lo mantiene con oxígeno.
—Lo siento —murmura con un poco de esfuerzo —...por no haber —tose mientras me habla —...podido decir que también te amo, Clarissa.
Sin que pueda impedirlo, unas gruesas lágrimas caen en la unión de nuestras manos recientemente entrelazadas y pido fuerzas a dios para no derribarme ante el dolor que estoy sintiendo ahora mismo.
—Shhh... —susurra Gabo y aprieta mi mano en un movimiento apenas perceptible —. Este es el motivo por el cual no te dije nada —se detiene y respira hondo, como preparándose para lo siguiente que dirá —...no quería que volvieses a revivir conmigo todo lo que sufriste con la pérdida de tu madre. Pero ya ves —sonríe sin una pizca de humor —, en la vida las cosas no suceden como las planeamos, siempre hay algo que cambia el rumbo de nuestras decisiones...
—Gabo... —me interrumpe.
—...y no podemos hacer nada para evitarlo —suelta un suspiro tembloroso y deja salir las que después sabría que serían sus últimas palabras —. Tú y yo estábamos destinados a encontrarnos y amarnos con locura, pero no para caminar juntos como siempre soñamos. Inolvidable va a ser el día en que ya no te recuerde. Te solté la mano a medio camino y dejé que continuases sola, para que sintieras lo que es vivir sin mí, mientras, yo me detuve y vi lo que sería un adiós para toda la eternidad...
Sus ojos se cierran y la mano que sostenía cae inerte sobre la mía, avisándome lo que ya suponía: Gabriel acaba de fallecer.
— ¡No! ¡No! ¡No! ¡Nooo! ¡Gabriel no me hagas esto, por favor! ¡Ahora no! —caigo de rodillas frente a la camilla —. No estoy lista aún para dejarte ir... —susurro a la nada.
Ahí es cuando le encuentro sentido a la frase que sale en muchas películas: Nunca sabes lo que pueda ocurrir mañana, así que ríe, salta, baila, disfruta, pero sobre todo, ama como si no hubiese un mañana. Eso me lo demostró Gabriel, nada es para siempre, por eso miro al techo mientras murmuro aquello que debí repetirle hasta el cansancio:
—Te amo, Gabriel Katz.
Fin
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