◦•●◉✿ Capítulo 15 ✿◉●•◦
— ¡Adael y yo somos pareja oficial!
—Cuéntame más, Bri. ¿Cómo te lo propuso?
⊱┈❊ Flashback ❊┈⊰
Pov’s Brianna
— ¿Ya llegamos, Adael? —le pregunto, pues con una venda en los ojos no puedo ver.
—No, todavía, pero estamos cerca.
—Tu procura que no se me haga un esguince por culpa de los tacones altos —de pronto, siento como me detiene y me toma desprevenida.
Me lleva como un hombre lleva a su mujer cuando recién se casan. Es tan romántico. Aunque no puedo negar que tiene un gran cuerpo, dios mío, me he sacado la lotería.
—Bicho, sabes que por todos estos problemas que han ocurrido, no hemos podido hablar sobre lo nuestro. Me gustas cantidad, me encantas desde el primer día que te vi y quería preguntarte algo —me va bajando lento y me quita la venda.
Estamos en una playa, no me había dado cuenta porque desde que dejé de caminar no supe a dónde íbamos. En la arena, rodeado de pétalos de rosas blancas, hay unas piedras que forman:
“¿Quieres ser mi bicho favorito?”
⊱┈❊ Fin del Flashback ❊┈⊰
Pov’s Clarissa
— ¡Aww! Me derrito de amor por ustedes —Bri se alegra —. Estoy muy contenta por ti, amiga.
—Gracias, Issa. Me hace mucha ilusión el estar con él.
Mi celular suena, seguramente es que esté ya Gabo afuera. Efectivamente, es él.
—Ya voy a bajar, amor.
—Está bien, te espero.
31 de mayo de 2022…7:55pm
Acabamos de regresar de la carrera de atletismo de Gabriel, pero no ha salido como habíamos pensado. En medio de la carrera, Gabo se desmayó, los doctores de allí nos dijeron que es un sobre esfuerzo de ejercicio que ha estado haciendo y sin alimentarse adecuadamente. Ya Greta creo que le ha regañado unas diez veces, sin contar las que mi padre trata de suavizar ya que Gabo está delicado.
Gabriel se dirige a su cuarto junto a Greta, mi padre prepara algunas cosas para picar ya que cenamos en un restaurante en lo que veníamos a la casa y yo me dirijo a mi habitación para ducharme y acostarme a dormir, estoy cansada.
1 de junio del 2022...8:30am
Unos besos en mi cuello, provocan que me gire poco a poco para solo afirmar, que quien está dándomelos, es mi pareja.
—Buenos días, Issa.
—Buenos días —va a darme un beso en los labios, pero lo evito.
— ¿No me quieres besar?
—Claro, pero me acabo de levantar —salgo de mi cómoda cama y voy directo al baño para cepillarme los dientes.
Él se apoya en el marco de la puerta mientras me observa detenidamente, su vista recorre todo mi cuerpo y yo solo me estremezco en lo que puede estar pensando cuando muerde su labio inferior.
—Los unicornios te sientan bien.
Miro el pijama que tengo puesto, la verdad es que no me queda mal.
—Lo sé —comento con mi ego en los cielos.
—Y luego dicen que yo soy el egocéntrico —sonríe y lo miro a través del espejo.
Es tan bello. Mi celular suena, anunciando que está entrando una llamada, y por el tono de “Hello” de Adele, que ella misma puso, sé que es Brianna. Paso por el lado de Gabriel y tomo la llamada ante que cuelgue.
—Dentro de media hora estoy en tu casa —es lo primero que dice antes de saludar.
—Buenos días, Brianna. Yo también estoy bien —sueno un poco sarcástica.
—Estás muy calmada, Clarissa Stern. ¿No sabes qué día es hoy? —me pregunta ella un tanto alterada.
— ¿Qué sucede? —miro a Gabo que está quitándose su camisa.
— ¿¡Es el cumpleaños de tu novio!?
— ¿¡Qué!? —lo dejo de mirar, pero él se sorprende de mi alteración repentina y se acerca.
—Acuerda que no te puedes estresar por el bien del bebé, amor —comenta Gabo.
Yo trato de alejarme. ¿Cómo se me pudo olvidar el cumpleaños de Gabriel? Con todos los altos y bajos de emociones que he vivido, pero no sé, ahora mismo no puedo verlo a la cara. ¿Habrá notado que no me acordé?
— ¿Sigues ahí? —pregunta dudosa Bri y me saca de mis pensamientos.
—Sí, sí.
—Issa —me llama —, ¡no me digas que lo olvidaste!
—Hay cosas que son inolvidables, pero, puede que sí.
— ¡Clarissa!
—No me culpes, y gracias por ese detalle.
—No es nada, voy a colgar.
—Okey, nos vemos —le tiro besos y colgamos.
Gabriel me sigue mirando.
—Entonces, ¿ahora podré saborear tus dulces labios?
Me acerco a la pared dónde está apoyado, lento y sutil.
—Puede que tengas que hacer algo —muerdo el lóbulo de su oído —, para ganártelo.
— ¿Cómo que cosas? —me toma por la cintura de improviso e instintivamente entrelazo mis manos alrededor de su cuello.
—No sé, algo muy delicioso —muerdo mis labios en lo que le guiño un ojo. Él entiende rápido mi indirecta.
Me acerca a la cama y me va dejando suave en lo que me va dando besos. Me quita el short junto a mis bragas de una y sin previo aviso me penetra suavemente. Sus movimientos son lentos y me beso de vez en cuando.
Nuestras vistas están conectadas. Aumenta un poco más la velocidad y mis gemidos se van notando un poco más. Los dos nos estamos dejando llevar por el deseo acumulado, pero con precauciones, no vaya a ser que nos escuchen Greta y mi padre.
Entrelazo sus manos con las mías y me vuelve a besar. Siento que mis piernas tiemblan y sé que estoy por llegar, él también lo nota por lo que acelera un poco sus movimientos haciendo que llegue al orgasmo y por ende él también.
Se tumba en la cama y me recuesto en su pecho para los dos juntos descansar un poco. Me acaricia el cabello y pasa su mano por toda mi espalda, solo una sábana nos cubre. Siento un ruido y seguido a eso un llamado.
— ¡Gabriel! ¡Clarissa! —grita Greta —. ¿Están despiertos?
—Sí mamá, ya vamos — Gabriel le contesta feliz.
Unas horas más tardes…
Estoy ahora mismo junto a Gabriel en su coche, va manejando para un lugar extraño para él, pero yo sé que es la sorpresa que le hemos preparado. Debe estar molesto conmigo porque cree que no me acordé de su cumpleaños y que ahora me lleva a buscar unas cosas de la escuela. Mi padre y Greta le dijeron que iban a una cena de negocio, que no los esperáramos despiertos.
—Ya llegamos —me avisa.
— ¿Ya llegamos? —le pregunto de todas formas.
—Sí, lo que no sé en donde es, ¿viste si la dirección está bien?
—Sí, déjame ver una cosa —salgo del auto y llamo a Greta —Hola, ya llegamos, ¿donde están?
—Llévalo al local que está oscuro, es nuestro salón, los espero.
—Vamos Gabo —lo llamo.
Entramos a lo que parece un salón y en el fondo está una puerta, debe ser allí —pensé. Abro la puerta y todo está oscuro.
— ¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños, Gabriel! —gritan todos una vez que entramos, todo está bello, se han lucido. Greta si sabe cómo preparar una fiesta.
—Chicos —suelta unos sollozos —, mamá. Nunca me imaginé un cumpleaños así, desde… —se calla, pero sé que habla de su padre.
Lo abrazo por inercia y él me corresponde. Se calma, todos se acercan y hacemos un abrazo grupal en familia con nuestros mejores amigos. Poco a poco nos vamos separando y cada uno le va dando su regalo.
Comienza su madre, él abre la bolsa que contiene su regalo, es una camisa negra como las que le gusta a Gabo, de un diseñador exclusivo cabe decir. Luego sigue mi padre con el de él. Cuando abre la caja pequeña es un reloj.
—Es para medir cuando haces ejercicios tu ritmo y presión, para que no te suceda lo de la carrera nuevamente —a Gabriel le gusta, ya que lo abraza.
Mi padre está sorprendido, hasta yo. Viene Brianna con su pequeña cajita.
—Aunque sabes que no te soporto, ahora eres mi cuñado —se ríe —. ¡Felicidades! —cuando Gabo lo abre, es un robot pequeño, propio de Bri.
Me río cuando él retuerce los ojos al ver semejante regalo.
—Lo conservaré —le comenta.
Le sigue Adael, este viene con una caja un tanto grande. A todos nos mata la curiosidad de saber que es. Por la reacción de Gabriel, creo que sabe de qué se trata.
—No lo puedo creer —le dice a su amigo.
—Todo por ti.
—Pero cuesta mucho… —le interrumpo.
—Gabriel, ábrelo ya —este hace lo que le ordeno.
Es un Play Station 4 con cuatro mandos. ¿Qué tiene de especial? Como si me leyese la mente, me contesta él mismo.
—Tú no sabes cuánto he deseado tener uno desde que lo lanzaron hace seis años.
—Gracias, Adael —se abrazan y luego me mira.
Es que ahora viene mi regalo. ¿Le gustará?
—Creo que lo mío es algo sencillo, no es algo que desees como el ps4, pero… —me interrumpe, agarrando mi regalo de mis manos.
Lo mira y aparto mi mirada hacia abajo, esperando su reacción, pero me coge desprevenida cuando me abraza diciendo.
— ¡Pudiste comprarlas! Me dijiste que ya no daba tiempo, que se habían agotado.
De lo que habla es que, Morat va a hacer una gira por aquí y las entradas para el concierto se agotaron al momento, pero me dio tiempo de comprar unas VIP con un poco más de dinero de lo habitual.
—Gracias, sabes que es mi grupo favorito.
—Perdón —le corrijo —, nuestro grupo favorito.
Continuará…
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