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◦•●◉✿ Capítulo 14 ✿◉●•◦

Pov’s Clarissa

—Mi niña, ¿puedes levantarte? —yo hago lo que me pide —. ¿Estás embarazada?

— ¿¡Qué!?

— ¿No es tuya esta prueba de embarazo? —me pregunta.

Tengo que optar por mentirle y después que se enteren o acabar de decirle la verdad.

—Sí —mis ojos se tornan llorosos —. ¡No nos cuidamos!

Greta me abraza en modo de consuelo, por suerte no me está regañando.

— ¿Te puedo preguntar algo más? —yo asiento ante su respuesta —. ¿Quién es el padre?

Tengo miedo ante la respuesta que debo darle. Ella me incita a decirle el nombre, pero yo no lo creo.

— ¿No sabes quién es el padre? —yo niego —. Entonces, ¿por qué no quieres decirme?

—El padre es —Greta hace gestos para que termine la oración —, Gabriel.

La expresión de Greta cambia totalmente.

— ¿¡Gabriel!? —queda estupefacta —. ¿Ustedes tienen alguna relación? —yo asiento —. ¿Y cuando nos lo iban a contar?

—Pensábamos hacerlo hoy, pero con el lío de que estoy embarazada, no sabíamos cómo decirlo.

—Hay que ir a un obstetra y tienes que contarle a tu padre, ¿lo sabes?

—Sí, lo sé —ella pasa una mano por mi rostro.

—Mi pequeña niña —se levanta de mi cama —. Vamos a cenar que hay que alimentar bien a ese bebé.

30 de mayo del 2022…9:15am

Todavía no he podido contarle nada a mi padre, gracias a Greta, tengo un obstetra y estoy esperando junto a ella para la consulta.

— ¡Clarissa Stern! —yo levanto la mano —. Sígame por aquí.

Greta me acompaña y al entrar, ella saluda a su viejo amigo obstetra.

—Qué gusto verla de nuevo, señora Switch.

—El gusto es mío, señor Geblins.

En la consulta hablamos de cómo tendría que comportarme a partir de ahora, los riesgos que podría tener el embarazo, las pastillas que debería tomar y los alimentos que no debería comer. Tanta información me aturde, pero es por el bien del bebé.

En cuánto salimos de allí, llamamos a Gabriel para que nos viniese a buscar. Él está contento con la noticia de que va a ser padre, pero está asustado, al igual que yo. Sin embargo, me complace en todo lo que le pido y eso es lo que más me gusta de estar en este estado. Pasamos primero por una farmacia para poder comprar los medicamentos y luego vamos al centro comercial para comprar frutas y demás alimentos para mi nutrición. Luego, vamos directo hacia la casa, debo descansar, es una de las cosas que me ha dicho el doctor. Al llegar, lo único que hago es ir directo a mi habitación, estoy cansada.

30 de mayo del 2022…3:15pm

Los gritos de mi padre hacen que me despierte. Me levanto rápidamente de mi cama y bajo hasta donde escucho los gritos.

— ¡Clarissa Stern! —sigue gritando mi padre hasta que él me ve —. ¿Qué es esto? —me muestra un periódico.

Yo tomo el documento para leerlo.

La famosísima Clarissa Stern y el guapo atleta Gabriel Katz están sosteniendo una relación aparte de la de hermanastros.

Esta mañana se le ha visto a la señorita Clarissa entrar junto a su madrastra a una consulta del obstetra. ¿Será que está embarazada? Momentos después se le ve entrando a una farmacia a comprar unos medicamentos. ¿Por eso la señorita se retiró de la última competencia? Está tratando de cuidar su embarazo y a su novio, que por cierto, no es todo un santo. ¿Habrá casamiento? Ya yo escucho las campanas de la boda.

¿Quién pudo haber tomado las fotografías? ¿Cómo podré responderle las preguntas de mi padre?

—Papá… —me grita.

— ¿¡Explícame de una puta vez que es esto, Clarissa!?

—Yo quería contarte.

— ¿¡Contarme que estás embarazada!? —mi padre está colérico.

—Papá, es algo que sucedió sin esperarlo, yo te lo iba a contar, pero no encontré el momento adecuado.

— ¿¡El momento adecuado!? —inquiere dudoso.

—Carlos, creo que estás siendo muy duro con ella —le explica Greta —, solo tienen diecinueve años, cometen errores.

— ¿Estás de acuerdo con este error?

— ¡No! —ella se enfada —. Pero tampoco es para que la trates así —las lágrimas corren por mis mejillas —, ¡apóyala! Ella lo necesita.

Mi padre se da cuenta de su error, aunque trata de recapacitar, entra Gabo por la puerta del salón.

— ¿¡A ti te quería ver, jovencito!? —le dice mi padre.

Gabo ve las lágrimas en mis ojos y va corriendo a donde estoy.

— ¿Qué pasó, Issa? —en susurros le contesto que lo sabe todo.

—Señor Stern, sé que fue un error dejar embarazada a Clarissa —le voy a decir algo, pero él continúa —, pero es el error más bonito que me ha pasado y si de nuevo vuelve a pasar, yo otra vez estaría encantado de formar una familia con su maravillosa hija —las palabras de Gabo me dejaron anonadada.

¿Será solo para hacer sentir a mi padre más tranquilo o lo creerá de verdad?

Mi padre suspira, sé que lo ha dejado sin palabras.

—Solo te diré algo, Gabriel —expresa mi padre —, no seré ese padre cliché que le dice a sus yernos que si le hace sufrir a su hija se las verá, te diré mejor que te castraré si una sola lágrima sale de sus bellos ojos —me señala mientras amenaza a Gabriel.

Greta le mira sorprendido ante las declaraciones de su esposo. Cuando pienso que todo acabará, mi padre vuelve a hablar.

—Tienes que cuidarte, Clarissa —yo asiento ante el comentario de mi padre.

Giro para retirarme a mi habitación para ponerme una ropa más decente de la que llevo puesta. Unos minutos después entra Gabriel con la funda de su guitarra, por lo que pienso que debe llevarla dentro y que irá al orfanato.

—Clarissa, arréglate que vas a salir conmigo —expresa con aires de prepotente.

—Ya creo que te quedó claro lo de que tú no me das órdenes —busco un conjunto de ropa en mi armario para salir con él.

—Voy al orfanato —resopla —, pero si no me quieres acompañar —lo deja al aire y se gira para marcharse.

—Espera, dame un segundo.

—Te espero en el salón —sale y cierra la puerta tras de él.

Yo me visto lo más rápido que puedo y recojo mi cabello en una coleta alta. En un bolso pongo mi celular, un poco de dinero y las llaves de la casa y salgo de mi habitación para encontrarme a Gabo en el salón.

—Ya podemos irnos —le comento a Gabo y él asiente —. Deja coger una botella de agua.

Él sale junto a mí, ambos tomados de la mano sin importar lo que piense la gente, él y yo estamos juntos y eso nadie lo va a cambiar. Él me va contando algunas cosas divertidas que me hacen reír a carcajadas varias veces, no conocía esa faceta de él. Llegamos en pocos minutos al orfanato, al entrar, nos reciben con saludos las monjas que cuidan a los niños.

—Buenos días, madre —le saluda Gabo —, vengo a ver a los niños para las clases.

—Claro, te están esperando —me mira a mí —. Buenos días, Clarissa, que gusto verte por aquí.

—El gusto es mío —me saluda con abrazos.

—Issa —Gabo toma mi mano —, vamos, que los niños nos esperan.

Caminamos hasta el salón donde están los niños. Ellos se emocionan al verme entrar. La mayoría corren para abrazarme, hacía tiempo que no los veía.

—Chicos, tengan cuidado —les comenta Gabo preocupado.

—No va a pasar nada, Gabriel —yo lo miro para que esté más tranquilo —. Les he traído unos regalos que abrirán después de las clases.

—Gracias, Clarissa —dicen todos a la vez.

—Bueno, comencemos la clase —dicta Gabriel y todos corren a sentarse.

Horas más tardes…

—Issa, tengo que ir a entrenar un poco, recuerda que mañana es la carrera.

—Sí, no te preocupes, me dejas en casa de Bri y luego sigues para el gimnasio —le menciono cuando nos montamos en su coche.

—No te vayas a ir antes de que te pase a buscar.

—Que no, ya me lo has dicho diez mil veces.

Él solo ríe y me contagia esa sonrisa tan hermosa que tiene. Llegamos rápido a casa de Bri, tengo que contarle algunas cosas importantes. Gabriel me da un casto beso en los labios y yo me bajo del coche para que él pueda continuar. Cuando toco el timbre de la puerta, me recibe la madre de Brianna.

—Clarissa, mi niña, ¿cómo estás?

—Estoy bien, señora Rosemberg —le contesto —. ¿Usted cómo se siente?

—Bastante bien, hija —me invita a pasar —. Tú sabes que la vejez trae muchos dolores en las articulaciones.

—No diga eso, si usted es toda una diva.

Brianna baja las escaleras corriendo y me abraza como loca.

— ¡Brianna! Ten cuidado —le reprocha su madre —, recuerda que está embarazada.

Mi rostro cambia, se me había olvidado que ahora todo el mundo sabe mi secreto.

—Sí, mamá —resopla mi amiga —. Ven sube, te tengo mucho que contar —me comenta mi amiga por lo bajo para que su mamá no se entere.

— ¿Te quedas a cenar, Clarissa?

—No lo sé, solo estoy esperando a que Gabriel salga del gimnasio.

—Él tiene que esperar a que te termine de contar todo, sino, lo mato —yo me río ante las ocurrencias de mi amiga.

Nada más que subimos las escaleras y entramos a su cuarto, Brianna suelta una gran bomba.

— ¡Adael y yo somos pareja oficial!

Continuará…

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