19 de mayo del 2022…8:26pm
Pov’s Clarissa

Él se echa hacia atrás y me muestra esa sonrisa irónica que tiene.

« ¿Qué?»

Abren la puerta y efectivamente, ella sale de allí dentro.

—Cariñito, no me siento bien. ¿Me llevas a casa? —Muestra su cara con todo el maquillaje corrido.

—Claro, cariño —Le contesta mientras me mira.

Pongo mis ojos en blanco y paso por su lado, chocando su hombro con el mío. Nuevamente me regreso a la fiesta. Busco a Bri con la vista, sigue con ese mismo chico. Veo al bartander, llego hasta donde está él y veo que ya no lleva la ropa de servir.

— ¿Te vas? —Lo miro, está para comérselo y olvidarse un rato de Gabriel.

—Se ha acabado mi turno, tengo la opción de quedarme y celebrar o de irme para mi casa y descansar.

—Creo que me iré contigo —expreso guiñándole un ojo.

— ¿Qué pasó con Gabriel? —Sabe que no estoy bien y que él es mi problema.

—Nada, entre él y yo solo hay provocaciones —Él me mira como si no me creyese.

—Te creeré, pero tus ojos dicen otra cosa —Hasta él nota cuanto me ha dolido que no sea por mí por quién esperaba, aunque no sepa el motivo.

— ¿Vamos a tu casa? —pregunto nuevamente para ver su esta vez me contesta.

—Por supuesto.

20 de mayo del 2022… 4:38pm

Greta y mi padre están hablando de lo que no debemos hacer en la casa en su ausencia. Ya conmigo acabaron, ahora le toca a Gabriel. Ya se van al aeropuerto que su vuelo sale dentro de unas dos horas. Creo que no les dije que se van a Canadá. Como quisiera haberme ido con ellos, pero no puedo, alguien tiene que vigilar al idiota de mi hermanastro.

—Gabriel —Se dirige Greta hacia él —. Nada de fiesta en la casa, no salgas a beber ni tomes nada de alcohol aquí, una sola copa si acaso, respeta a Clarissa y no le des dolores de cabeza. Estudia que comienzas la universidad el lunes de la semana más arriba y por favor, solo invita a la casa a Evelyn o a Adael, a más nadie.

—Claro, mamá.

« ¿Cuánto se apuestan a que va a hacer una fiesta? Es algo típico de Gabriel Katz»

Despedimos a nuestros padres y nada más que ellos entran a su auto y dan la vuelta en la esquina, ya Gabriel está tomando su teléfono.

—Greta dijo que nada de fiesta, hazle caso por una vez.

—No se enterará si no le dices nada —Me guiña un ojo y yo emito un chillido apenas audible.

—Si la haces, yo no voy a participar, para que ni lo creas —Le amenazo.

—No necesito que estés —Se calla un momento y luego me mira como si hubiese recordado algo —. Vi que te fuiste con el bartander —Sus palabras denotan rabia —, ¿te acostaste con él?  —Ahora sus puños se cierran y sus ojos demuestran ira.

—Sí, ¿por? —Le muestro una sonrisa y él comienza a abrir y cerrar los puños.

—Nadie te puede tocar.

— ¿Y quién lo dice? —Tomo un respiro —. ¿Tú?

—Sí.

—Ahh, entonces estás bien jodido, ya te lo dejé bien claro la aquella vez —bufa antes mis palabras —. Y solo para que lo sepas, lo pienso volver a ver.

—Sobre mi cadáver.

—Eso lo veremos.

Resopla y molesto se da la vuelta, entra a la casa y va seguro directo a su habitación, ya que cierra la puerta de un golpe, sonando un gran estruendo. Lo mejor va a ser que vaya para mi cuarto. Al llegar me acerco a mi mesa de estudio y tomo las hojas que están encima de ellas. Leo los apuntes que hice que nos dijeron que estudiáramos para las pruebas de inicio de curso. Ya quisiera tener una memoria fotográfica pues me sería más fácil aprenderme las cosas. Termino de leer todo lo que he escrito y aprovecho para tomar una siesta, no tengo deseos de estar solo mirando el techo o chateando.

9:13pm…

Siento que alguien me toma en brazos, el único que está en casa es Gabriel. Abro los ojos de repente y sí, es él.

—No seas tan mojigata y ven a divertirte un rato —Se burla de mí.

—Gabriel, te dije que no, además, ¿cómo voy a bajar con esta ropa? —Miro mi vestimenta.

Llevo puesta una blusa blanca de tirantes y un short de mezclilla un tanto corto.

—Estás perfecta.

—No, Gabriel —Además, tú no quieres que esté.

Él comienza a caminar y yo le doy patadas y manotazos, pero no hace reacción en su cuerpo.

— ¿Tienes sueño? —Me pregunta al verme bostezando.

—Un poco, ¿por?

—Vamos a despertarte.

Miro en que parte de la casa estamos. ¡Oh no!

— ¡¡Gabriel!! —Le grito una vez antes que caigo en ella.

Me tira a la piscina, es un idiota.

— ¿Te despertaste? —pregunta sonriendo cuando lo miro.

—Que estúpido eres.

—En el salón, si no te veo allí en veinte minutos, te buscaré nuevamente. Ponte una ropa para pasarla bien y ven a la fiesta.

Trato de salir de la piscina, por suerte no hay nadie aquí fuera.

— ¿Dónde están todos? —inquiero.

La música se escucha alto, pero no distingo de donde proviene. Gabriel se me queda mirando, ahora es que me he dado cuenta de que la blusa, al ser blanca y estar mojada, se nota transparente. Su erección se ve a leguas y yo me burlo ante ello.

— ¿Qué sucede, Gabriel? ¿Te excito? —resopla molesto.

Acerca una toalla para poderme cubrir y se marcha.

Al final, termino cediendo. Voy hasta mi habitación, directamente para el baño, me quito la ropa mojada y conecto la secadora para secar mi cabellera. Al salir, en el armario rebusco y termino decidiendo ponerme un top azul y un short de color piel con unos zapatos blancos Adidas. Al salir de mi cuarto, bajo las escaleras y al entrar al salón, hay demasiadas personas, literalmente, no sé cuántas personas de aquí de verdad conoce Gabriel. Poco a poco trato de escurrirme por entre ellas para llegar al pequeño bar que debe haber formado mi hermanastro. Rápido lo encuentro y me sirvo lo primero que veo, un poco de vodka.

Me lo tomo entero y me sirvo un poco más cuando veo a Gabriel besándose con Evelyn. Me siento un poco mareada, pero me sirvo otro. ¿Para qué quería que estuviera aquí? Tomo unas cuantas copas más, hasta que termino decidiendo cantar en el karaoke. Aunque puedo decir que todavía estoy lúcida y sé que hago, creo que la bebida me está afectando solo un poco.

—Hola, voy a ser la siguiente en participar. Ponme “Besos en guerra” de Morat y Juanes.

El chico me mira y asiente. Nada más que termina la chica que trataba de seguir el ritmo de la canción, me presentan.

—Ahora seguiremos con Clarissa Stern.

Gabriel no hace caso de mi mención, pero nada más que comienza el canto de los pájaros y luego el ritmo de la música, capto su completa atención. Se puede decir que es la canción favorita de los dos ya que un día, casualmente, los dos nos encontrábamos escuchando la misma canción y ambos nos enteramos de eso cuando Greta nos quitó los cables que conectaban nuestros celulares.

En el televisor se comienza a ver la letra de la canción y sigo el ritmo. Creo que lo hago bastante bien.

Quién te dijo esa mentira,
Que eras fácil de olvidar,
No hagas caso a tus amigos,
Solos son testigos de la otra mitad.
Dos besos son demasiado,
Y un beso no bastará.
Y aunque adviertan al soldado,
Si está enamorado,
En guerra morirá.
Ya no tienes que cuidarme porque yo,
Siempre he sabido que tus besos matan,
Que tus promesas riman con dolor,
Que eres experta en robarle latidos a mi corazón.

Hasta el momento me está mirando, está aquí cerca de mí, observo un momento al suelo porque cae algo ante mis pies. Sigo cantando en lo que miro que es.

Y tú, nunca juraste que saldría ileso,
Ya no te atrevas a pedir perdón,
Yo te confieso que no me arrepiento
Y aunque estoy sufriendo puedo estar peor.

Es un caramelo, sonrío y lo miro dedicándole este pedazo de canción.

Sabiendo que tus besos matan, moriré de amor.

«Él la está besando».

Mi corazón se rompe, suelto el micrófono y trato de salir por entre la multitud. La gente no ayuda, pero lo lograré. Corro rápido para que, si se da cuenta Gabriel, no me siga. Cuando logro salir, subo a mi auto, lo enciendo y manejo hasta casa de Bri. No me debo demorar mucho porque nuestras casas están bastante cerca. Al llegar, toco la puerta y por suerte sale ella y no su mamá.

— ¿Qué sucedió, Clarissa?

—Solo necesito un abrazo.

Continuará…