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20. ¿T ienes un hermano?

POV VALERIAN

—Valerian, el mangaka salió a trabajar

Observo a Kyklos de reojo

—¿Tú crees que me importa? —Cuestiono

—¿No lo vas a seguir?

Lo miro con rareza.

—No soy un acosador.

—¡Pero...! —Me mira sentado y chasquea la lengua con fuerza—. Olvídalo, enviaré al gato, pero .al menos, ábrele la puerta.
Volteo los ojos y me levanto de mi puesto, solo para dirigirme donde ya está el felino programado como un robot, para que le abra la puerta.

—Estaré ocupado hoy, no me llames —Escucho a kyklos, pero cuando doy la vuelta él ya no está

Bien, hoy estaré en paz.

Cierro con suavidad, suspiro con lentitud y me dirijo a la cocina.

—Tengo hambre y me duele el culo —Cierro la puerta de la nevera aun con hambre, he estado trabajando toda la noche en la computadora que, ya no tengo ganas de cocinar algo por mi cuenta, son las diez de la mañana y no hay nadie en el departamento.

Así que…

Cojo mi billetera y las llaves del carro; así también podía conocer un poco del barrio.

Bajo a la recepción con el mejor de los ánimos.

Pienso que si esto fuera un musical se estaría escuchando happy de fondo, es que ¿Para qué lo voy a negar? Hoy era uno de esos días en que agradeces estar vivo y sin ninguna razón aparente te sientes bien contigo mismo.

Además, los problemas ya habían pasado, al menos la mayoría.

Salgo del edificio y me encamino al estacionamiento, pero antes de eso veo una figura conocida y como está a espaldas de mí, me acerco sin que me note.

Esta agachado acariciando a un gran perro gris, que parece ser callejero.

—¿Y dónde es la dirección? —Lo oigo pensar en voz alta, acaso… ¿Le está preguntando al perro?

Poco a poco me acerco más, en eso me causa curiosidad de sí el gato realmente lo ha perseguido hasta aquí; no siento a Kyklos por ningún lugar, pero a la lejanía noto los ojos amarillos del gatuno, supongo que no se ha acercado por el gran perro imponente el cual acaricia su otra deidad.

Doblo mi torso para llegar más o menos a la altura del chico, ya que estaba agachado. Ni siquiera se había percatado de mi presencia y me pregunto con seriedad… si fuera un ladrón ¿Qué tal fácil seria robarle?

Nuevamente, no tengo mente criminal.

—Bu. —Le digo descubriendo mi cara, esperando asustarlo, cosa que no pasa en absoluto.

—¿Crees que soy bobo? —Me cuestiona y se gira para verme aun agachado, el perro que acariciaba gira su cabeza para mirarme confundido—. Te sentí desde que saliste del edificio.

—Ah... —Lamento—. Ni modo

Espera, espera, espera.

Sacudo la cabeza

—Repite lo que dijiste —Le digo señalandolo y me enderezo, justo a los segundos él se levanta para estar a la misma altura, aunque sigo siendo más alto, Já.

—¿Te sentí desde que saliste del edificio? —Pregunta nuevamente, no captando nada.

—¿Me sentiste? —Pregunto pasmado
Acaso… ¿él sentía lo mismo, aunque su deidad siguiera dormida?

Susto.

—Si… —Titubea, mira hacia todos lados y vuelve a fijar su atención en el labrador—. ¿Es algo raro? Quiero decir… Ni siquiera sé cómo explicar el sentimiento. —Me cuenta dándole menos importancia al asunto, tal vez no queriendo dársela. Luego lleva su teléfono a la oreja—. Oh disculpa Will, olvidé que hablaba contigo, entonces ¿Tienes la dirección?

¿Cambiando de tema?

Zorro astuto.

—¿Ah? Es Valerian, sí el chico que vive conmigo… ¿Pasártelo? —Pausa—. ¿Para qué…? —Me mira con algo de desconfianza y niega varias veces, pero algo debe decirle su editor porque al final si me pasa su teléfono, no sin antes ponerlo en altavoz

—¿Aló?

—Hey chico, me vienes de la suerte ¿Sabes manejar?

—Por supuesto ¿Por qué?

—El chofer que pasa a buscar Elaxel se enfermó y necesita llegar a la oficina central ¿Tú puedes traerlo? —Pienso muy bien la pregunta y lo que tenía pensado hacer en lo que queda de la mañana. Espero pero ¿Por qué él no podía manejar? —. Te pagaré.

Já.

—Claro, envíeme la dirección y lo lleva…

Me quitan el teléfono abruptamente.

—Definitivamente no. —Dicta el mangaka con seriedad—. Dame la dirección y tomo el bus o algún taxi, ya te dije que puedo cuidarme yo solo.

—Si te dejo solo en un bus es probable que llegues a Braga…. — ¿Tan despistado es? —. Necesito que estes aquí antes de las 9am, te envío la dirección por mensajería ¡cuento contigo Valerian!

—Confíe en mi —Le digo al teléfono, aunque su dueño me dedique una mirada reprochada

Cuelga.

—Te dije que te trataría con amabilidad, pero creo que te estas pasando de lanza.

—¿Por qué? —Levanto ambos hombros—. No tengo molestia en llevarte

—Ya estaba todo arreglado

Niego varias veces, mirando al suelo

—No entiendo... ¿Por qué no puedes manejar tú? Ya lo has hecho.

—¿Cuando me has visto manejar?—Me pregunta con seguridad, el perro parece estar de su lado porque se ubica en la brecha que hay entre los dos, reprochándome con la mirada

—Cuando estaba borracho y me trajiste a casa —Sebastian relaja los músculos de la cara y de pronto ya no parece tan enfadado

—¿L-Lo recuerdas?

Lo miro de piedra por su reacción.

—No.

No recordaba nada porque le pedí a Kyklos, que así fuera.

Sebastian parece estabilizarse nuevamente

—Como sea, no soy bueno en calles llenas de autos, aquella vez no te diste cuenta pero íbamos a paso de tortuga

Ah...

Muevo la cabeza, comprendiendo.

—Entonces, sí quieres llegar rápido, yo conduciré

—Espera...

Me encamino hacia el estacionamiento esperando que lo haga él también, reviso por si me sigue, y me tranquilizo cuando veo que lo hace, aunque a regañadientes, mientras que el perro podría estar en el mismo video de Happy conmigo

—No. —Niega cuando llegamos al carro, al parecer, luego de pensarlo por mucho tiempo Y justo cuando abro la puerta del piloto, él mismo la vuelve a cerrar con su cuerpo mientras se cruza de brazos—. No tienes porqué llevarme, anda a volar, que yo me las arreglo

Dios, lo quiero matar.

—Ya le he dicho a tu editor, te llevaré.

—Te dije que no.

Lo miro seriamente, tratando de buscar las respuestas a su negativa

—¿Qué? —Cuestiono—. ¿No cumplo tus expectativas como chofer? Señor Sebastián

—No es eso.

—¿Entonces?

Se detiene ante de decir alguna palabra.

—Yo... Sé que estuviste trabajando toda la noche y por ende no dormiste lo suficiente

—¿Estas preocupado por mí? —Cuestiono sin poder dejar de sonreír

Ah... Mi corazoncito...

—No, de mi bienestar. —Explica—. No quiero morir en un accidente de tráfico

Ahora mi sonrisa se convierte en una mueca. Ya se fue la magia.

—Pude dormir antes que amaneciera y para tu información —Me muevo hacia su cuerpo para hablarle con más cercanía —. Estoy con mis 5 sentidos en alerta

Camino hacia el otro lado del carro y consigo abrir la puerta del acompañante para que ingrese al móvil entretanto señalo el lugar.

—Y si no confías en mi palabra, solo te pido una oportunidad para que lo hagas —Le cuento sonriendo—. Te mostraré lo bueno que soy conduciendo.

Mira fijamente el lugar que le ofrezco, con algo de recelo

—¿Será que mi vida debe ser desperdiciada por esta oportunidad ? —Repite nuevamente con los brazos cruzados

—Te sorprenderás con mis grandes habilidades —Replico—. Confía.

No dice ni una sola palabra, sin embargo, le da la vuelta al carro para sentarse en el lugar donde antes señalaba y antes de cerrar la puerta me dice:

—Te daré el beneficio de la duda pero me bajaré si veo mi vida peligrar.
Me mira fijamente y no dice nada por varios segundos.

—¿Qué haces ahí parado? Vamos tarde.
Y cierra la puerta, mirando hacia el frente.
Sonrío sarcástico.

Eres jodidamente difícil.
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—¿Esta encendido el aire acondicionado? —Me pregunta y yo reviso con la mirada para luego volver a mirar el camino

—Está al tope.

—Entonces... ¿Por qué hace tanto calor?

Y le doy la razón en ello, desde que emprendimos el viaje, hay una cierta sensación extraña en nosotros, él lo interpreta como calor, pero… hay algo más.
Supongo que esto es algo más que nos repele o ¿será algo malo? ¿Dónde está Kyklos cuando se necesita?
Siento la mirada del pelinegro encima de mí por varios segundos.

—Me parece tan raro que no tengas ninguna pregunta sobre esto —Cuenta, tal vez sospechando algo—. ¿esto solo te pasa conmigo?

—¿Qué cosa?

—Tú sabes de lo que estoy hablando, no te hagas el loco.

—Hazte la loca y finge demencia

—¡Sebastian! —Me reclama aunque noto una pequeña sonrisita que es negada a salir por completo —. Te estoy hablando seriamente

—Pues yo también.

—Ahora que recuerdo… —Murmura—.  El primer día que nos conocimos también lo negaste ¿Por qué?

—¿Qué? —Pregunto calmado—. Solo pensé que no era un tema que debía decirse, digo, pensé que moriría en ese mismo momento —trago, esperando que me crea, aunque en realidad no es tanta la mentira—. y más si no sabía exactamente si tu sentías lo mismo ¿Acaso eso es raro…?

—Algo no me cuadra.

—Lo dice la persona que casi muere en la segunda vez que nos encontramos.

Silencio.

—Son casos diferentes.

—Tienes razón, al contrario de ti, yo si quería seguir viviendo.

Sebastián no me responde en ningún momento.

La cagué.

Lo miro de reojo, no sé si lo he ofendido o lo he dejado pensando, pero seamos sinceros ¿Quién se abandonaría tanto como para llegar al extremo de desmayarse?
Sigo inquieto porque el chico no responde ¿Qué pasa? ¿Por qué se queda callado?

—Lo lamento ¿Dije algo mal?

Me ignora con devoción.

Suspiro

Sin duda alguna es muy difícil acercarse a él sin que le imponga muros, pero… parecía haber saltado esos muros fácilmente cuando lloré frente a él como magdalena, aunque ahora perece haber reforzado la seguridad, entonces ¿Era la única forma de llegar hacia su corazón? ¿Causando lastima?

—Sebastián… —Lo llamo, pero se hace oídos sordos para seguir mirando por la ventana
Lo miro de reojo.

Parecía ser un chico muy inocente a primera vista, no parece matar ni a una hormiga ¿Por qué se queda callado?  ¿Por qué se abandonaría tanto a el mismo? Acaso… ¿Lo que dije es verdad?

Me detengo en el semáforo.

Estas dándole muchas vueltas, ya es momento de cambiar de tema.

—Ese perro ¿Es tuyo?

—No.

Y Silencio, al menos ya habla.

—¿Es callejero?

—Si.

—Parece conocerte muy bien —Insisto e
n hacer conversación—. Se llevan bien.

—Mi hermano lo cuida.

Ahí está mi oportunidad.

—¿Tienes un hermano? —El tema de su hermano parece afectarle positivamente, tal vez me ayudaría a seguir la conversación
Arranco el motor cuando el semáforo cambia.

Sebastian aún se mantiene en silencio y comienzo a impacientarme
Estoy más que seguro que dirá el típico “No te importa” y si es así, entonces no debería insistir más en buscar conversación por hoy, tampoco quiero retroceder todo lo que hemos avanzado hasta ahora.

—Si, es el único hermano que tengo.
Me da un vuelco al corazón cuando me responde más de dos monosílabos, e intento mantener la calma.

Bien, sigue, sigue. No la cagues.

—¿Cuántos años tiene?

Responde, responde…

—Hmm… —Se queda en silencio—. Cumplirá 15 este año.

—¿Cómo se llama?

—Ryan.

—Oh que genial nombre —Le digo con una sonrisa, cruzo a la derecha y bajo la velocidad ya que casi llegábamos —. ¿Dónde está él? Tal vez, podrías preséntamelo algún día.

Niega varias veces, parece inquieto, tocando una cadena que lleva en el cuello.

—Se va a Brasil en estas semana, no creo que puedas verlo.

—Oh. ¿Se va con sus padres? —Asiente dejando de ver la ventanilla—. ¿Y... tú te quedas aquí?

—Si.

—¿Y porque no te vas con ellos? ¿No te extrañaran?

Sebastián resopla rodando los ojos

—Mi mamá estará feliz por no preocuparse de los demás problemas, y estoy seguro que soy uno.

La volví a cagar.

Detengo el carro y espero que el guardia abra la reja del estacionamiento

—¿Tu padre? —Intento una vez más.
—Probablemente con su nueva mujer.

Pero la cago cada vez más.

—Lo lamento —Digo con sinceridad… Entonces sus padres no están juntos—. ¿Tu hermano si te extrañará?

—Probablemente sea el único que lo haga, aunque yo estaré más preocupado por él.

—¿Le quieres mucho?

—Muchísimo —Me cuenta y se le escapa una sonrisa e instantáneamente lo hago yo, juega con sus manos con el collar que lleva puesto, y me doy cuenta que por alguna razón, me está abriendo su corazón—. Ya no tendrá un hermano que lo cuide de los regaños de su madre y que lo acompañe a dormir cuando tenga miedo, ni que lo consuele cuando se sienta mal o agotado.

—Qué bueno que él te tiene, pero... ¿A ti no te afectará su ida? —Murmuro bajo y el me observa, pensando

Asiente con lentitud —. Mucho, en realidad. Es un pilar de mi vida, si el se va...

Y se detiene ahí, dejando la frase sin terminar

Muerdo mi labio inferior

—¿Entonces quién te cuida a ti? —Balbuceo, sin darme cuenta que lo he dicho en voz alta
—¿ah? —Levanta la mirada para intentar entender mis balbuceos

Niego varias veces.

—Nada, olvídalo. —Tomo otra vez el volante y entro al edificio con seguridad para estacionarme cerca —. Ya has llegado.
Sebastián mira a su alrededor y asiente.

—Gracias por traerme —Le sonrío en respuesta y el sale del auto, aunque se queda inmóvil esperando algo, a los segundos se agacha un poco para verme—. ¿No me vas a acompañar?

—¿Qué?

—Pare ver a mi editor, te dijo que te pagaría —Abro la boca recordándolo, si es cierto—. Apúrate, que yo no espero a nadie.
Apago el vehículo con rapidez y salgo corriendo para alcanzar al mangaka que ya había ingresado al edificio.

—Siempre te vistes muy formal —Me cuenta cuando llego a su lado—. ¿Por qué hoy decidiste no hacerlo?

Miro mi mono ancho al igual que mi camisa de Pocoyo, que hasta ahora no sé cómo llego a parar en mi closet, luego observo mi entorno elegante y creativo, creando un contraste muy curioso.

—¿Qué? ¿No te gustaba pocoyo de pequeño?

Sonríe

—No podía parar de verlo…

—Tampocoyo

Se ríe de mi mal chiste, y es que ha... fue muy malo.

—Bueno, en realidad —Comienzo para explicar mi mala elección de ropa—. Quería ir a una cafetería y descansar después de trabajar toda la noche, así que no vine preparado.

Me percato que retrasa un poco su andar y mira hacia el suelo.

—Lo lamento… no era mi intención arruinar tus planes.

Muevo mis manos para intentar arreglar el malentendido.

—Nonono, estoy bien aquí, de verdad.
Lo veo asentir brevemente y llamar a un ascensor; este lugar es muy lindo y en donde veas, hay arte, colores llamativos y esculturas, lo que se esperaría del departamento de arte y dibujo en una editorial como esta. Es como mezclar una oficina y museo de artes modernas.

—Que irónico —Comento

Sebastian me mira

—¿Qué cosa?

—Hace años, apliqué para estar en esta editorial en el departamento de literatura

—¿Y qué pasó?

—No me aceptaron

—¿Lo volviste a intentar después?

Asiento

—Pero no funcionó.

Sebastian hace una mueca de desaprobación

—Algunos de mis compañeros les ha pasado lo mismo y hoy en día son grandes creativos de la editorial —me toma del hombre —. En algunos meses abrirán solicitudes, deberías intentarlo nuevamente

Fijo mis ojos en los suyo tratando de digerir lo que me ha dicho.

—Estate siempre conmigo, no te pierdas. —Me cuenta Sebastián y sale del ascensor en un cerrar y abrir ojos

Me doy cuenta del porqué las palabras; sí hay un montón de personas que caminan de un lado a otro, creando un verdadero caos, mi roomie parece tan acostumbrado a esto que sigue caminado recto con tranquilidad y yo lo sigo a pesar que siento que alguien me va atropellar en algún momento.

—Una autora popular va a publicar nueva obra, por eso todo el escándalo.

—Ah… Entiendo.

Y tiene sentido, todos parecen estar en su mundo haciendo su trabajo, nadie está pendiente del otro, e incluso si grito en este lugar nadie me prestaría atención, ya que están demasiado ocupados en ellos mismos.

—¡Llegaste! Me iba a guindar del techo en cualquier momento—su editor se acerca y lo abraza con felicidad y alivio—. Anda rápido, tenemos una videoconferencia con la editorial de Japón.

¿Japón?

—Ya está el intérprete, aunque de mal humor, vamos no tenemos nada de tiempo y vamos tarde —Lo empuja con rapidez hacia un pasillo largo para detenerse en una habitación colorida

Sebastián sigue la corriente hasta que antes de ingresar se toca el cuello y su alma parece abandonar su cuerpo.

¿Qué pasa?

—Mi collar —Dice mirando hacia todos lados—. N-No puedo perderlo, tengo que enco…

—Es muy tarde, tenemos que entrar. —Le dice el editor entrando en caos

Pero ocurre algo que lo deja sin habla.

—¡No lo puedo perder! —Cuenta el mangaka con agobio, su editor se queda sin habla, al parecer sorprendido

¿Qué pasa? ¿Nunca le habló así?

—Sebastián… —Baja el tono de voz a uno más calmado—. de verdad tenemos que entrar ya.

Me acerco con rapidez a su pequeña disputa.

—Buscaré tu collar, lo tenías en el carro así que debe estar por aquí cerca —Tiene intenciones de rechazarme, pero me adelanto a sus acciones, lo tomo del hombro, apoyándolo—. Tu enfócate en la reunión y yo en tu collar, lo encontrare, confía en mí.

Lo veo entrar en una pelea interna con su mente, pero luego de unos segundos me mira fijamente con sus ojos verdes, traga duro y asiente, aceptando la propuesta.
Su editor me agradece y lo lleva hacia dentro, espero a que me dejen solo en el pasillo y corro de nuevo por el caos para encontrar el dichoso collar.
Hagamos un repaso; Estaba en su cuello cuando hablaba de su hermano así que tal vez debe estar en el estacionamiento o vestíbulo.

Bajo del ascensor y miro por todo el lugar, buscando a detalle y retrocediendo nuestros pasos, a ver, si fuera un collar ¿Dónde estaría?

Al parecer, ese collar es muy importante, si no, no habría reaccionado así.

¿Quién se lo habrá regalado para que sea tan importante? ¿Qué significado tiene?
Después de varios minutos decido ir al siguiente lugar ya que no lo encontré allí.

Salgo del edificio y recorro el estacionamiento, pero tampoco lo encuentro.

Abro el carro con esperanzas de encontrarlo pronto, remuevo todo lugar, hasta que me agacho porque me parece haber visto algo brillante.

Estaba debajo del asiento, tal vez se le cayó cuando se agacho para hablarme.
Tomo la cadena mirándolo a detalle, tiene un único símbolo y es…

Mierda.

Dejo caer la cadena mientras que mi corazón va como loco, esto no podía ser una simple coincidencia… ¿O me estoy volviendo loco?

Levanto mi camisa para revisar la marca que me ha dejado Kyklos cuando llegue del futuro y luego nuevamente al collar; Hace un mes la marca del circulo estaba completamente lleno, pero mientras pasa el tiempo más medio vacío se ve, entonces… ¿Por qué ese collar se veía exactamente igual a mi marca en este instante? Es que ¿Tenían una clase de conexión? Y ¿Cómo llegó Sebastián a obtener esto y cuidarlo como algo importante?

¿Qué no me está diciendo?

Me causa escalofríos de solo pensar la respuesta.

Tomo la cadena nuevamente, cierro la puerta del carro y camino con nuevas incógnitas en mi cabeza.

¿Quién le habrá dado esto o como lo consiguió? ¿También puede referirse a su marca? ¿Este es el tiempo que le queda?
¿¡Dónde mierdas esta Kyklos ahora!?
Sin darme cuenta ya había llegado al piso del caos, paso de largo intentando no perderme y toco la puerta cuando la encuentro, el editor me abre con lentitud y silencio, se le ve bastante nervioso

—¿Lo encontraste?

—Si.

Paso adelante y noto una computadora, una chica hablando japones, sobre cuentas y porcentajes, además de una posible publicidad sobre algo que tienen que entregar para la última semana.
Siento una mirada sobre mí y dejo de chismosear en japones para prestar atención a quien me mira.

Es Sebastián.

Le sonrío para que se calme, saco el collar de mi bolsillo y se lo paso al editor.

Sebas cierra los ojos y parece sacarse un peso de encima, abre sus ojos verdes nuevamente y sonríe genuinamente.
Wow, todo este tiempo y no lo había visto sonreír de verdad.

Me toco el pecho, justo donde está mi corazón.

Qué raro, no parece reaccionar justo ahora, como si todos aquellos sentimientos que me afectaban completamente, se esfumaran de repente.

Es muy raro.

Miro al mangaka de nuevo y él articula un pequeño “te debo una” a la distancia, para que luego, la chica lo regañe por no estar atento.

Sonrío encontrando un nuevo objetivo.
Si, definitivamente debo saber cómo encontró esa joyería por mis propios medios y debía cuidar la joya que es su sonrisa.

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