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19. T e gusta mucho liarme la cabeza

POV VAL

Salgo de la cafetería y tomo mi paragua, es raro este tipo de climas a finales de enero, pero sin dudas alguna, no me desgrada en absoluto.

Y es que, me gusta mucho este sentimiento; salir de mi cuarto oscuro y dejar esa jodida computadora con un montón de trabajo, solo para buscar café caliente en una tienda cercana; un placer que desde hace mucho no disfrutaba.

Miro hacia el cielo mientras espero el semáforo, del cielo caían gotas sin parar y me pregunto si en Milán también llueve justo ahora. ¿Qué estará haciendo Lyana?

Si estuviera en casa, probablemente estaría dibujando nuevos diseños, con una taza de café mientras se sienta en el sofá...

Suspiro con pesadez.

La extraño tanto.

Sonrío justo cuando el semáforo cambia, camino para pasar la calle y seguir mi trayecto hacia lo que ahora era mi lugar de descanso.

Realmente tengo ganas de escuchar su voz, así que apenas llegue al edificio, la llamaré.

Sigo pensando en el día que ya no tengamos que estar separado, incluso pienso seriamente en pedirme un descanso de mi trabajo para poder visitarla, ya se acerca el día de San Valentín, un día donde deberíamos pasarlo juntos.

Suspiro y abro la puerta del edificio, saludo al guardia y paso de largo al ascensor donde oprimo el botón de mi piso.

¿Qué dices Kyklos? ¿Puedes estar sin tu bella durmiente, al menos por un fin de semana?

Supongo que tendré que soportarlo.

Entonces está hecho.

Las puertas del ascensor abren y me apresuro para llegar a mi departamento.

Entro y me percato que la sala está muy oscura, empiezo a buscar mi móvil y lo encuentro en la encimera de la cocina, dejo mi café intacto sobre la mesa y al instante, noto a un chico con su tableta mirando la lluvia desde "el balcón" ya que solo era una ventana bastante grande que da vista hacia los alrededores.

Mis ojos se fijan en su cuerpo y de repente me siento algo raro revolver mi estómago.

Ya te dije que pararas.

Lo lamento, no es intencional.

Cierro los ojos y desvío la mirada a mis asuntos, coloco el café comprado y lo paso a un recipiente de cerámica, abro el microondas y éste hace ruido

—¿Valerian? —Pregunta Sebastián con voz algo titubeante—. ¿Eres tú?

—¡Si estoy aquí! —Le informo, pongo a calentar el vaso y salgo a la sala para que pueda verme—. ¿Muy cómodo allí?

Asiente y vuelve la vista a su tableta, prosiguiendo con su objetivo de ignorarme. Que seco.

—¿También te gusta la lluvia? —pregunto, intentando buscar conversación

Vuelve asentir, sin nada más.

—Pensé que estaba solo. —Me dice

Levanta su vista y me observa con seriedad en su cara.

—Lyana te llamó a tu celular, no respondí por respeto a tu privacidad.

—¿Qué? —Digo deteniéndome en seco ¿Por qué? —. Entonces voy a llamarla.

—Está ocupada. —Me corta y vuelve a mirar su dibujo, sin aportar nada más por varios segundos. Joder, odio tanto esa actitud arrogante. —. Te mandó un mensaje; que va estar trabajando duro hoy y mañana, no puede atenderte.

Lo miro serio.

—Sinceramente no te entiendo —Le digo riéndome sarcásticamente—. ¿No pudiste contestar, pero sí leer mis mensajes?

Se da cuenta que la ha cagado, cierra los ojos con pesadez y baja la mirada, tal vez porque tengo un punto.

—Lo leí por encima, pero tienes razón, lo lamento, no volveré a meterme en tus asuntos —Se levanta con cierta dificultad, alejándose de la ventana—. Me voy a mi habitación para no incomodarte más.

Se supone que tienes que llevarte bien con él, y en vez de eso, te alejas.

Lo sé, pero está resultando jodidamente difícil porque se pone a la defensiva.

—Ey, Sebastián —Me coloco al frente de él—. No tienes porqué irte a tu habitación ahora, está bien —Sonrío con los labios cerrados y enarco una ceja—. ¿Quieres algo de tomar?

Y voy a la cocina antes que me niegue.

—¿Quieres café?

Se toma varios segundos al responder, pero lo hace.

—Está bien.

Sonrío en secreto cuando lo veo sentarse nuevamente cerca del balcón, bien, aun no la cagamos.

Comparto el café nuevo que traje en dos vasos de cerámica y me reúno con él en la ventana

—¿Puedo sentarme? —Le pregunto siendo minucioso, recibe el vaso de cerámica y asiente con la cabeza—. ¿Qué estabas dibujando? ¿Puedo ver?

Me inclino hacia su cuerpo para ver la Tablet, pero tan rápido como me acerco, él se aleja llevándose la Tablet al pecho, noto su cara de sorpresa por mi acción y me pregunto seriamente si hice algo que no debía.

—Lo lamento, no era mi intención incomodarte

—No es eso —Me dice, haciendo algo en el aparato, para luego verse más relajado—. Solo me sorprendiste.

Nos quedamos en silencio, uno bastante incomodo.

—¿Quieres ver mis dibujos? —Me pregunta entregándome su tableta gráfica—. Tómala.

Asiento, dejo el vaso en el suelo y empiezo a mirar su trabajo.

—Wow... Es muy bueno —Le digo, enfocándome en un dibujo sobre un paisaje y a la lejania...—. Esto... ¿Esto es el principito?

Le pregunto con mucha emoción, el chico observa lo que señalo y luego indica con el dedo algún lugar del departamento

—No lo se, lo vi de un libro que estaba encima de mesa, creo que era tuyo...

Sonrío con mucha satisfacción al confirmar mi deducción, me levanto y le hago una seña para que lo haga también, sin embargo, se queda tieso en su lugar sin saber qué hacer, volteo los ojos y lo tomo de antebrazo para llevarlo a rastras a mi habitación.

Él no opone ninguna resistencia y se deja llevar, abro la puerta y lo hago sentarse en la cama, mientras busco algo.

—Aquí está—Se lo paso—. Basaste tu dibujo en este libro ¿Cierto? —Lo veo asentir y sonrío a lo grande—. Este fue el primer libro que leí, le cogí un gran cariño desde niño.

—Hm... ¿De qué trata?

Abro la boca, aturdido.

—¿Cómo que de qué se trata? —Cuestiono—. ¿Nunca habías escuchado de este libro? Esto es cultura general.

Sebastián mira con suma concentración el libro, pero luego lo niega.

—Realmente no lo reconozco...

Debe ser porque el nombre de esta portada está en español, pero en portugués es el o principezinho

Me mira, frunciendo el ceño.

—¿El cuento del niño y su flor? —Asiento frenéticamente—. Oh, como la portada no es la misma de siempre...

—Si es diferente tapa, pero es la misma historia —Sacudo ligeramente la cabeza—. Como sea, este dibujo es muy lindo, parece una ilustración del mismo libro, aunque es original de tu autoría... ¿Cómo puedes hacer esto tan detalladamente?

Sube ambos hombros mientras observa lo que señalo

—Realmente no lo sé, solo... salió.

—Woah, que impresionante, de verdad.

Me siento en mi cama y sigo admirando su dibujo en silencio.

—¿Todos estos libros... —Comenta él mirando a sus alrededores, luego se levanta y mira cerca de mi escritorio, donde tengo algunos tirados por allí—. ¿Son todos tuyos?

—En efecto.

Abre uno de ellos porque parece llamarle la atención y luego me mira con una mirada acusatoria

—¿Por qué esta en japones?

Levanto una ceja y sonrío

—¿Ha de ser porque prefiero leer los mangas en el idioma original?

Da unos pasos rápidamente hacia mí, con sumo interés.

—¿Entiendes el idioma?

—Si, al igual que el inglés, y el portugués, claro.

—Y español.

—Es mi lengua materna, sí.

—Wow. —Me mira fijamente impresionado y luego vuelve a su lectura, aunque no sé muy bien si entiende todos los kanjis—. Parece que has aprovechado más la vida que yo.

—Bueno soy mayor, diría que, he estado viviendo más tiempo que tú.

Noto una pequeña sonrisa por parte de él.

—En pocas palabras, te llamaste viejo a ti mismo.

Me rio por su respuesta defensiva y admiro cómo se ha quedado embelesado con el libro. Realmente me gusta mucho.

¡NO! Realmente LE gusta mucho ¡Dios mio, Kyklos deja de confundir palabras!

Miro al suelo, reprochándolo en alguna parte de mi mente.

Siento un calor de un momento a otro y noto que el chico a mi lado, se ha vuelto a sentar en mi cama, cercano a mí, quedando hombro con hombro. En mi mente aun sigo procesando esta extraña sensación que sirve de repelente cuando nos acercamos de más. Sebastián toma el lápiz y abre el lienzo que antes admiraba con detalle, hace su firma y luego me observa.

—Si te gusta tanto, tómalo, después de todo lo dibujé luego de ver tu libro. —Concentra su atención en enviármelo por mensajería mientras siento que mi corazón comienza en ritmos anormales, giro un poco la cabeza para verlo pero noto que estoy muy cerca, demasiado cerca.

Aunque tenga unos ojos hermosos, no puedo quedarme tanto tiempo... mirándolo.

Sacudo mi cabeza.

Creo que ya es momento de huir.

—Dame tu número telefónico.

Parpadeo, reaccionando.

¿Me está pidiendo mi teléfono? Aunque pensándolo bien, es tan raro que solo ahora intercambiemos números, quiero decir, hemos vivimos juntos alrededor de casi un mes ¿Esto no debió pasar al principio?

Le dicto el numero sin darle muchas vueltas.

—Ya está. —Observo como se aleja y fija sus ojos en mi cara, por mi parte, puedo decir que me ha metido un hechizo porque realmente no puedo dejar de mirarlo.

Sus ojos, sus ojos me han embrujado porque son realmente preciosos

—¿Valerian?

—¿Ah?

—¿Por qué... me miras de esa forma?

El chico te ha embrujado primero.

¿Embrujar? ¿Mirar?

Parpadeo varias veces y vuelvo a mi realidad.

—Y-Yo estaba pensando en algo que debo decirle a Lyana, no es nada —Rio, aunque rezo para que no se vea que estoy nervioso—. ¿Ya te tomaste el café? Voy a fregarlo entonces.

Me levanto y tomo ambos vasos

Pero su mano se cierra sobre mi antebrazo y volvemos a sentir ese calor entre nuestras pieles, pero no es tan desagradable como hace cuatro días, ahora es más soportable.

—¿Qué te pasa? —Pregunta

Niego, un poco aturdido por la cuestión.

—Nada.

—¿Aun no me dirás tu verdadera razón?

—¿Verdadera razón?

Se acomoda en su puesto y junta sus dos manos, en un gesto de seriedad. Mira al suelo y luego directamente a mis ojos.

—¿Por qué lloraste hace poco?

Ah... es eso.

—No es nada, de verdad, olvídalo.

—¿Qué no es nada? —Resopla—. Lloraste.

—Lo sé...

—Y me dijiste que mi comportamiento hacia ti te hería.

Asiento.

—Ahora que lo pienso—Dice—. No soy una persona ocurrente o de importancia en tu vida, como para tener este poder sobre ti.

—¿Por qué te preocupo tanto? —Lo digo con rabia, sin medir mis palabras ni mucho menos pensarla, justo en este momento hasta quisieran contarle todo y ahorrarme esto.

Por mi parte solo pido que, en el fondo, él también pueda entenderme, ya que al final de cuentas, él también tiene una deidad dentro.... Creo. Por eso mismo, tal vez necesite decirle.

Sebastián se queda en silencio por un buen rato y me pregunto si he dicho algo imprudente.

—Ni yo lo se... —Susurra—. A veces siento que debo involucrarme contigo...

—¿Involucrarte? —Repito—. No entiendo...

Sebastian me observa seriamente

—Olvidalo, ya me tengo que ir. —Me corta, levantándose de su asiento, al parecer ignorándome—. Voy a terminar la viñeta.

—¿Cómo? —Me levanto también—. ¿No vas a decir nada al respecto?

Solo me mira y me dedica un simple no con la cabeza

—Ya no quiero hablar... —dice seco, pero continúa mirándome, como si quisiese añadir otro comentario mas

Pero si sigo haciendo esto, mirándolo directamente a los ojos en un ambiente tan intimo e incluso me atrevo a decir que romántico. Kyklos se apoderaría completamente de mis sentimientos

—Sé que soy inocente de todo —Desvía su mirada para luego, salir por la puerta y seguir de largo e ir a su habitación

Apenas escucho la puerta cerrar me llevo la mano al corazón, aquel que latía con fuerza

¿Inocente?

Me llevo las manos a la cabeza, ya harto esto.

—Si llego a caer ante ti, serás inocentemente culpable

Y me levanto de golpe para intentar continuar con mi día.

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