Capítulo 18
Alex Greyman:
Mi abuela creo que se había pasado con la fiesta, mis abuelos se iban a ir a cenar a casa de unos amigos. En vez de una pequeña fiesta de despedida, esto era una fiesta de adolescentes con las hormonas alborotadas (me incluyo).
—Abuela, antes de que te vayas, quiero decirte algo. — Suspire y me despeine el cabello—. ¿Por qué has invitado a tanta gente? Ni siquiera sé de donde han salido la mayoría de ellos.
—Ay hijo, es fácil. Le avisé a Claire de que habría un fiesta. —Me sonrió con su cara de inocencia, mientras con sus arrugadas manos me acariciaba las mejillas—. Y ella se encargó del resto. Es más necesitas tu espacio —me guiño el ojo, mi mirada de confusión le dio mucha risa.
—Hijo, ve a por ella y no te rindas. — me volvió a guiñar el ojo y salió por la puerta sonriente, que rara era. Salió agarrada del brazo de mi abuelo, los dos iban elegantes, ella con un vestido negro de manga larga, maquillada de manera sencilla, y él con un traje negro, y la camisa de dentro blanca.
Faltaban pocos años para que cumplieran los cincuenta años de estar casados, me daban un poco de envidia ya que, ¿Quién no querría, pasar el resto de su vida con el amor de su vida?
Fui caminando de un lado a otro, empezó a venir más gente, había música latina, reggaetón, las bebidas alcohólicas se fueron acumulando, gente entraba y salía de la casa.
Esto era un alboroto.
«Normal, que luego la gente no tenga dinero para las cosas que si valen la pena»
Alguien me tocó el hombro, era Liam Brian uno de mis compañeros de la universidad, rubio de ojos morenos, uno de los tipos más populares de la universidad y uno de mis mejores amigos.
— ¿Qué tal estás, bro? Cuanto tiempo sin verte, eh. —Me dijo mientras me palmeaba la espalda, hoy su sonrisa no era tan radiante como otros días o puede que fueran imaginaciones mías. — ¿Ya te has ligado a alguien? O sigues siendo el "chico misterioso que no quiere nada serio". —dijo esto último con un deje de burla que me molesto, pero que pase por alto.
—Tú siempre igual, no cambiarás nunca cabrón. Deberías aplicarte esa frase, ya que creo que te pega mejor que a mí —le respondí con mi cara un poco molesta, mientras saludaba a otros colegas.
—Eh, tío. No te enfades vamos, lo decía de coña. —me persuadía Liam, mientras se abalanzaba sobre mí y se subía encima mío con dificultad, y hacia como que me ahogaba, lo aparte un poco de mí.
—Está bien, tío. No te preocupes. —le mire detenidamente y me di cuenta de que tenía la pierna vendada y que cojeaba. — ¿Qué te ha ocurrido en la pierna?
—Ah, la pu..., digo, quiero decir que tuve un pequeño accidente con la moto, nada de importancia. —le mire con duda, no le creía pero no dije nada.
De repente, el grupo de amigos con el que estaba empezaron a gritar, la gente no dejaba de mirar en una dirección, había tanta gente amontonándose a mí alrededor, que no podía ver nada.
— ¡Paso, dejar pasar!—iba gritando mientras me hacía paso entre la multitud.
Cuando llegue a donde se estaba agolpando la marea de gente, me pare en seco, la boca se me seco y trague grueso, notaba como la nuez se me bajaba con lentitud, mis ojos no podían creer lo que veía.
Era Zara, está preciosa con ese vestido azul brillante como la oscura noche, sus labios del mismo color y su cabello pelirrojo rizado contrastaban a la perfección.
Todos estaban embobados, algunos mirando con asombro, otras con envidia, y otros con lujuria, esto último me hizo apretar los puños porque la quería solo para mí.
«Ella es mía, será solo mía»
Esto sonaba egoísta de mi parte.
Estaba por acercarme a ella, pero Claire me interrumpió.
—Hola guapo, ¿Qué tal estás?—me dijo mientras me daba un beso en la mejilla, y se enroscaba en el dedo un mechón de su corta melena y se mordía los labios. —Hacía tiempo que no hablábamos, ¿Qué tal estás?—no tenía ganas de hablar, pero no pretendía ser maleducado.
—Estoy bien, lo siento pero debo irme. — le sonreí con disculpa, mire a ver si veía a Zara pero no estaba por ninguna parte, de todas formas quería irme, pero Claire me agarró insistente del brazo.
— ¿A dónde vas? Tenemos cosas pendientes de las que hablar. —me sonrió de manera forzada.
—Si claro. — le respondí con molestia. Ya que no tuve más remedio que escuchar lo que me tenía que decir.
««»»
Al lado de la casa en la fría noche de verano, Liam tenía agarrada de la muñeca a Zara.
— ¡Suéltame! ¡Te he dicho que me sueltes!— le decía ella con molestia— ¡No pienso volver a la cabaña!
— ¡No te voy a soltar! La última vez escapaste, pero de esta no escaparás. —le decía él con los ojos inyectados en sangre, había bebido esa noche y cuando la reconoció no pudo controlar su hiperactividad, y se la llevó a rastras.
— ¡Me haces daño! ¡Dios mío, estás loco!— ella no paraba de gritar, pero él no cedía su agarre.
Ella tuvo la suerte de que una pareja paso al lado suyo, y les miraron con incertidumbre y el instintivamente la soltó.
— ¡¿Qué miráis, eh?!— gritó el enfurecido, ella aprovecho esa oportunidad para escaparse e irse de vuelta a la casa corriendo como podía con los tacones. Pero él se dio un poco tarde de sus intenciones y la persiguió.
Ella se precipitó contra el suelo, por culpa de una rama, y él la tiro del pelo de manera brusca.
—Tu hermana se escapó de mí, pero era a ti a quien buscaba.
—él la sonreía de manera desquiciada, a la vez que la llevaba a cuestas.
— ¡Suéltame, suéltame psicópata!— gritaba ella, pero nadie la escuchaba o eso pensaba ella.
— ¿Qué estás haciendo Liam? Suelta a la chica, ahora mismo. —dijo una voz de manera autoritaria—. Ella está conmigo, no será uno de tus juegos, si no te importa búscate a otra.
Ella reconoció la voz y se quedó estática, no podía mover ningún músculo.
«Está situación, es incómoda »pensó ella
—Está bien Greyman, toda tuya. — él la soltó de manera brusca, y eso hizo que la chica se trastabillara, pero el chico la sujetó. — Solo estaba jugando, adiós preciosa. Y una cosa Alex, tú y yo sabemos que no eres tan perfecto como haces creer a los demás. Liam le guiño el ojo, se dio la vuelta y ando cojeando hacia su coche, antes de irse le dio un último vistazo a ella que le puso los pelos de punta.
«Ya sé que significa esa mirada» se dijo a sí misma.
—Gracias. — le agradeció ella.
Alex no respondió, simplemente la retuvo en sus brazos, la miró y en sus ojos, había una atracción indescriptible entre ellos, los ojos de él congelaban y los de ella ardían.
—Eres mía, solo mía. —le susurró el al oído, la apretó más hacia sí mismo, quería sentir su cercanía, disfrutaba de su olor, de su simple cercanía.
Sus respiraciones chocaban, sus ojos les pertenecían el uno y al otro, cada vez estaban más próximos el uno del otro,
Alex quería besarla, cada vez estaban más cerca el uno del otro, pero antes de que llegaran a siquiera rozarse, Zara lo interrumpió.
— ¿Pensabas que te dejaría besarme? ¿Pensabas que por decir que soy tuya, te debería dar algo a cambio? —el rostro del chico estaba rojo de vergüenza y desencajado—.Eso pensabas. Solo porque me trates bien, eso no te hace mejor persona.
La sonrisa que le brindó era torcida, su comisura se movía rápido como un tic nervioso.
Alex apretó los puños.
— ¿Sabes que me debes tu vida? ¿Cómo puedes hacerme esto? —Ella le miraba con una ceja alzada —Sé que te gusto. Pero te estás haciendo la difícil, ¿A qué sí?
Ella se empezó a reír.
—Ahora me he dado cuenta de que no eres tan bueno como haces creer a los demás —movió un pie hacia adelante, y le susurró al oído — Podrás ocultar lo que de verdad eres, pero tarde o temprano se van desvelando los secretos que ocultamos con todo esmero.
Se fue de allí con una sonrisa en la cara.
Él la miró furioso, sin entender esa reacción suya. Y dándose cuenta de que había cometido un error y se había dejado llevar de un modo que no era el adecuado.
Esa misma noche, en la que la Luna irradiaba todo su esplendor.
Una sombra la acechaba, la vigilaba sin darse cuenta.
Esa sombra sonrío de manera perversa, ya que sabía que pronto le tocaría su turno de salir a jugar.
Ella no lo sabía con certeza, pero notaba que alguien la seguía.
Qué siempre había algo que la alejaba de la verdad, sumergiéndola en un abismo sin fin, ya que no podía distinguir cual era esa verdad que no la dejaba vivir una vida normal.
¿Qué se esconderá detrás de esos constantes recuerdos?
¿Qué es lo que ocultaran esas sonrisas, que reflejan tanta alegría?
¿Cuál es la verdadera razón de que ella esté allí?
Es noche, aunque ellos no lo supieran, a partir de allí sus vidas cambiarían.
Los demonios que llevan las personas con cara de ángel, no se pueden esconder de manera permanente.
Tarde o temprano todo sale a la luz.
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