Capítulo 10
Narrador:
Una cabellera pelirroja, unos ojos de color miel, una sonrisa dulce que podría convertirte en cenizas, una mente perversa que trabajaba para llevar a cabo su plan, una sombra la acechaba, la empujaba a convertirse en algo que no era, la obligaba a adaptarse a las circunstancias en las que vivía.
Ella tenía tantos secretos, los guardaba en una caja fuerte bien cerrada con llave, pero todo se estropeó cuando supo el nombre del chico que estaba ganándose una parte de su corazón. Ellos no la reconocían porque habían pasado años de su encuentro, y su físico y personalidades se habían desarrollado con los años. Solo eran unos niños cuando se conocieron, tan pequeños y ajenos a los peligros de la vida.
Ella no quería defraudar a nadie, pero sobre todo a sí misma, por eso debía hacer lo que ella pensaba que era correcto, aunque ella saliera la más dañada de todos, tenía la determinación de que conseguiría destruir su legado y destruirle a ÉL o mejor dicho a ellos.
Ella no podía comprender, como podía existir gente tan vil y asquerosa. Tuvo que aguantar sus palabras empalagosas dirigidas a ella, mientras la besaban por el cuello muy lentamente, mientras su aliento alcohólico le entraba por las fosas nasales, lloró tanto, gritó con todas sus fuerzas, derramó tantas lágrimas, que se sentía seca y marchita, como a una flor en pleno desierto, que no podía sobrevivir por mucho tiempo porque ese no era el ecosistema adecuado.
Ella recordaba el dolor de estar encerrada en una habitación, sola.
Ahogando sus penas, los vestidos caros, las joyas, todo lo que ellos pensaban que una chica desearía, pero ese mundo no era de ella.
No puedes fingir durante toda tu vida, no puedes esconder lo que de verdad te hace ser lo que eres, es imposible vivir una eternidad llena de mentiras, sonrisas llenas de falsedad, miradas que te taladran, por ver cuándo vas a dar un paso en falso.
Porque al final tú te conviertes en tu propia mentira, te conviertes en el monstruo que ellos crearon, porque te rebajaste a su nivel. Y por todos los intentos que intentes por ser una mejor persona, eso es difícil.
Ella dejó de comer, ya no le quedaban gotas de agua por derramar, era un vaso vacío, que empezó a resquebrajarse, y entonces explotó.
Los cristales que volaron, se incrustaron profundamente en su corazón, se desangraba por dentro, mucha sangre perdía. Pero no se dio por vencida, saco unas dotes de actuación que nunca supo que poseía, poco a poco consiguió arrancar los cristales que se incrustaron en su órgano vital, se refugió en el personaje que llevaría a cabo, que la impulsaría a salir a flote de las tragedias que estaba viviendo, estaba decidida a hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que se proponía.
Esos monstruos que la torturaron, que la hicieron creer que no era de vital importancia en este mundo, pagarían uno por uno sus pecados.
Ellos no sabían que lo más preciado no es las cosas materiales, lo que más quería ella era la libertad de controlar su vida, de tomar sus propias decisiones sin restricciones.
Pero no todo iba bien.
Alex Greyman el chico de ojos grisáceos era su perdición, el hijo de su enemigo, pero él no lo sabía, ni siquiera su propio padre.
Ella entraría en sus vidas como una chica necesitada de ayuda y acabaría con su reinado, sin ningún pelo revuelto y con una sonrisa victoriosa.
O eso es lo que ella creía que pasaría. Pero Alex no estaba en sus planes.
Ella no sabía que Alex, la tenía en el punto de mira. Que vigilaba cada movimiento que ella cometía.
Eran dos corazones que palpitaban el uno para el otro, el de ella era un corazón con heridas no cicatrizadas del todo, y un muro de acero que no dejaría traspasar a nadie.
El de él era un corazón lleno de vida, puede que alguna vez hubiera vivido una situación que le hiciera sentir que se rompía en mil pedazos. Pero nunca en su vida alguien había entrado en su corazón como un parásito que invadía sus entrañas.
Era un amor imposible, ella lo sabía, pero el no. ¿Por qué cómo podía amar, si ya la rompieron de la manera más nefasta?
Ella con solo su presencia, y sus pasos decididos daría un giro drástico en sus vidas.
Al principio sería ligera la caída de cada uno, pero luego sería devastadora. Y quien sabe, puede que alguno de ellos saldría ileso, o destrozados a partes iguales.
Porque al final de todo, los malos, no son tan malos como se hacen ver. Porque detrás de un hecho hay algo detrás, una versión que algunos pintan para que se vea más comestible y menos dolorosa, pero el dolor está allí y eso no se puede cambiar.
Detrás de una mentira, hay una verdad que puede matarte si te arriesgas a querer saberla.
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