Capítulo cinco
¿Qué es lo que se pueden imaginar cuando tu hermoso novio dice: vamos a jugar? Porque, lo que yo me imagino es a mi novio debajo mío gimiendo y yo entrando y saliendo de él...
Pero no siempre son como uno lo piensa; él se refería a jugar Fornite.
Sí... Y Fifi ya se había emocionado tanto, que se paró...
Y no saben el sufrimiento que tuve que pasar en las últimas cinco rondas del juego, con una maldita erección en mis pantalones. Pero cuando creí que esto ya iba a acabar y que Fifi iba a visitar a su nueva amiga, Manuela, todo se arruinó.
—Bebé, ya vamos a dormir, ya es tarde —dije, poniendo el mando a un lado mío aún si pararme del sofá. —Vamos, mañana tienes instituto y yo tengo que ir a la universidad.
Y creo que fue mi error el voltear a verlo y observar como un puchero se hacía en sus labios.
—Markie, no pongas pucheros —hablé de nuevo, volteando la mirada a la pantalla, sintiendo desesperación de liberar a Fifi.
Pero cuando menos me doy cuenta, tengo a Mark sobre mi regazo dando saltos y... ¡Aplastando mi maldito pene parado!
—Hyuuuuuuuuuuuung~ —chilló mi bebé, al momento que saltaba con más impulso. —Solo una ronda más, ¿Si, hyung?
Ahora restregaba su pequeño culo sobre mi pene gordo... Joder, que esto me está matando, pareciera que fuera un experto.
—E-está bien —hablé con dificultad, al momento que lo tomaba de la cintura y detenía su intento de asesinato—, puedes jugar, mientras que yo acomodó la cama, ¿Sí?
Mark asintió a lo que dije y me dio un rápido beso en los labios para volver a jugar.
Suspiro por un momento y me paro del sofá, dándole la espalda para que no note ese gran bulto en mi pantalón. Y sin más me fui a mí habitación para... Para sacar a pasear a Fifi.
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