|08|
Aquella oscuridad que me había envuelto empieza a esfumarse dejando a la vista una sala con dos hombres. El que está sentado y esposado me queda mirando y niega en un sonoro suspiro. Sin embargo, el otro que no logro llegar a verle bien corre hacia mi y me abraza. Reconozco este olor.
--Señor Bakugo-- murmuro tratando de evitar el pequeño puchero en mis labios. --Lo extrañé mucho-- suelto ya entre lágrimas mientras me aferro a la camisa que trae puesta.
--Maldita sea _____, por fin estás aquí-- gruñe reforzando más el abrazo. --No sabes... Cuánto te extrañé maldita mocosa.
--Señor Bakugo... Quiero ver a mi madre-- susurro sin despegarme de su pecho.
Es una sensación extraña, estuve con su yo del pasado, pero aún así lo extrañé como si fueran personas completamente diferentes.
--_____, tu madre.... Ya ha salido del coma, está en departamento-- lo que dice logra hacer que me separe levemente de él para verlo a los ojos. Lo cual hace que mi corazón se acelere y sienta un ardor en mi cara.
--Ya veo, ¿Podemos ir? Quiero verla.
...
--¡Mi pequeña!-- Es lo primero que escucho antes de ser abrazada y besada en toda la cara por parte de mi madre.
No me ha dejado oportunidad siquiera de quitarme los zapatos, pero realmente había extrañado su voz y sus brazos. Cierro los ojos y me aferro a ella recordando cada sonrisa suya.
--¿Cómo te sientes madre?-- murmuro cuando se separa de mi y me sujeta las mejillas.
--Yo estoy bien pequeña, Bakugo me dijo que venían así que estoy preparando teriyaki de cerdo-- comenta sonriendo con dulzura y mira detrás de mi al rubio que se ha mantenido en silencio.
Ella se disculpa y sale corriendo a la cocina. Me agacho para sacarme los zapatos y siento como todo mi cuerpo duele, como si hubiera estado en una feroz lucha.
--Deja que yo lo haga-- escucho antes de poder ver como el señor Bakugo se agacha y me quita los zapatos, ignorando mis negativas. --Ven, debes darte un baño y descansar-- murmura cogiendo mi mano con suavidad y me arrastra con él hasta el baño.
Me hace sentar en el mueble del lavamanos mientras él se mueve por todo el baño preparando la tina para mi. Cuando el agua está casi a tope y con algo de espuma se para frente a mí y sorpresivamente me abraza.
--Luego.. Luego me gustaría hablar contigo-- murmura escondido en mi cuello.
Sentir su cálido aliento en esa zona me hace estremecer y asentir frenéticamente. Él se separa de mi y clava sus ojos en los míos unos segundos, segundos suficientes para que mi corazón empiezo a latir como loco. Cuando sale del baño me desnudo con cuidado debido al dolor en mi cuerpo y me meto al agua caliente. Siento mi piel arder pero eso lejos de molestarme me relaja notablemente. Cierro los ojos y dejo que el tiempo pase.
--¿Hija?... La comida ya está casi lista mi amor, ve saliendo-- escucho la voz de mi madre del otro lado.
Estaba a nada de quedarme dormida, menos mal que mamá me habló. Salgo del agua y me envuelvo en mi toalla. Me agacho y dejo que el agua se vaya, recordando que no he traído ropa al baño. Con cuidado asomo la cabeza y al ver que no hay nadie en el pasillo salgo corriendo a mi cuarto, pero por mirar atrás no me di cuenta de lo que tenía delante.
--Estaba por llevarte ropa-- gruñe el señor Bakugo y veo una muda de ropa en sus manos, reconociendo que la remera es suya.
--Eh.. Muchas gracias señor Bakugo-- murmuro avergonzada por nuestra escasa cercanía. --Yo tengo remeras, no hace falta que siga...
--Puedes tenerla, ya no la uso-- vuelve a gruñir con más malhumor y deja las ropas en mis manos, pasando por mi costado y alejándose.
Suelto un suspiro cansado y me meto a mi cuarto para empezar a vestirme. Cuando termino me quedo unos segundos sentada en la cama pensando en Katsuki. ¿Será que me estará buscando?.
--¿De qué hablas idiota?... Eso fue prácticamente en el pasado... El Katsuki de ahora es... El señor Bakugo, él no sabe quién soy realmente, no sabe que Daiki en realidad soy yo.
--Si lo sé-- salto de mi lugar y al alzar la mirada me encuentro al señor Bakugo apoyado en el marco de la puerta. --Sé quién eres, y lo peor de todo es que me molesta el hecho de que me lo hayan tenido que decir... Que no pude darme cuenta por mi mismo-- murmura enfadado y clava sus ojos en el piso.
--No había forma de que me recuerde señor Bakugo... Eso... Eso pasó hace muchos años, usted era joven y yo no le dije mi verdadero nombre-- comento jugando con mis manos.
Él se acerca y me abraza con suavidad, como si fuera el Katsuki joven. Cierro mis ojos y devuelvo el abrazo, escuchando el desenfrenado latir de su corazón.
--Prometo que cuidaré de ti, no importa como-- susurra y sin mas vuelve a dejarme sola.
...
--Que ye vaya bien querida-- comenta mamá dejando un beso en mi frente.
Ahora wue ella esta apta para hacerse cargo de mi ya puedo volver a la Academia tranquilamente.
--¿Lista?-- pregunta con una sonrisa el señor Bakugo y pide el ascensor.
Él se ofreció a llevarme para que mamá no haga esfuerzos, además comentó que tenía que salir y que le quedaba de paso. Antes que pudiera darme cuenta ya estaba en el auto rumbo a la Academia, la cuál no estaba muy lejos.
--¿Por qué tan nerviosa?-- escucho que pregunta con burla en su voz.
--Todo el mundo me quedará viendo-- chillo tapando mi cara.
--¿Qué tiene eso de malo... Y porque te quedarían viendo?-- vuelve a preguntar pero esta vez confundido.
--Fui raptada, mi casa se incendió, salió en las noticias que el gran héroe Bakugo Katsuki se haría cargo de mi y ahora llego a la Academia en su auto... Detesto ser el centro de las miradas-- suelto avergonzada.
--¿Tiene algo de malo que llegues a la Academia conmigo?.
--¿Eh?... N... No para nada, no es lo quise decir-- suelto nerviosa y empiezo a agitar las manos balbuceando.
--Sólo bromeaba-- ríe despeinando mi cabello y deteniendo el coche frente a la Academia.
Al no se un auto lujoso nadie repara en nosotros, no hasta que el señor Bakugo baja y me abre la puerta, dejándome con la boca abierta hasta a mi.
--Si vamos a llamar la atención hagámoslo con todo-- murmura en mi oído y puedo ver una sonrisa ladina en su rostro.
--¡¡¡________!!!-- escucho que grita una chica.
A lo lejos veo a Miyuki, la chica albina que me ayudó el primer día de clases. Cuando está masomenos cerca salta y se cuelga de mi murmurando incoherencias de las cuales solo entiendo dos palabras... "Te extrañé".
--¿Cómo has estado? ¿Estas bien? ¿Estas segura de que ya puedes volver? ¿Quieres que...
--Miyuki, deja que responda al menos una pregunta-- la interrumpe un chico de cabello negro puntiagudo, lleva como adorno una banda en su cabeza y tiene un parche en su nariz.
Sus ojos celestes me analizan y puedo ver que no le caigo para nada bien. La sonrisa que antes tenía se le ha borrado y me mira muy serio.
--Murano, vete ahora estoy con mi amiga-- suelta Miyuki con un puchero.
--Debo irme ____, vendré a por ti a la salida-- murmura el señor Bakugo y antes de poder negarme deja un beso en mi nariz y sin más se mete al auto.
Miyuki aún pelea con el chico llamado Murano, por lo cual no sé si seguir de largo o esperar a que terminen.
--Están incomodando a Mirai-- se queja suavemente una chica de cabello celeste pálido. Sus orejas son puntiagudas y sus ojos rosas combinan con sus mejillas. ¡Parece un ada!. --Soy Osen Rosen, un gusto Mirai-- saluda con una sonrisa bonita.
--Ah... Un gusto, puedes llamarme ____-- comento sonriendo y camino detrás de ella, dejando a los otros dos atrás.
--¿Realmente estas bien?.
--Claro, no he recibido ningún tipo de daño-- sonrío incómoda ante su pregunta.
--Lo lamento, nl es que sea cotilla, sólo me preocupo por mis compañeros de clases-- comenta avergonzada.
--No te preocupes.
Las clases pasaban bastante rápido y por fin llegó el momento de entrenamiento. El profesor hacía pasar a uno y le daba a elegir con quien luchar. El primero en pasar es un chico algo, cabello negro corto y ojos color miel. Tiene un aire de despreocupado y una sonrisa confiada, realmente parece fuerte.
--Sensei lo elijo a ese idiota-- al seguir su dedo puedo notar que señala a Murano, quien gruñe al ser llamado idiota.
Pasa al centro y los demás nos alejamos para darles su espacio. En menos de diez minutos el ganador es Murano, quien se burla del chico el cual al parecer se llama Hajime.
--Sensei... ¿Las peleas son mixtas?-- pregunta Murano ya que al ser el ganador debe elegir con quien pelear. Ante el asentimiento del profesor clava sus ojos en mi y sonríe con malicia. --Bien, la elijo a ella.
--¡Murano!-- le reprocha Miyuki, pero al ver que le sonrío se calma.
Me coloco frente a él y me preparo para luchar.
--Las damas primero-- se burla sonriendo y dándome la chance de golpear primero.
Sonrío y golpeo mi pie en el suelo, mandando una fuerte ráfaga por dentro. Él al parecer piensa que controlo la tierra ya que simplemente salta en su lugar, pero el viento sale debajo suyo y lo golpea por sorpresa.
--No te llamaban prodigio por nada... ____ Mirai-- comenta el profesor con orgullo.
Mis anteriores años me destaque por mi buena conducta, notas y excelente forma de luchar. A mi y a dos más nos llamaban los nuevos Tres Grandes, pero se cambiaron de Academia y sólo quedó un Grande... Yo.
--Bueno... Después de todo fuiste parte de los tres Grandes, aún lo eres-- comenta con una sonrisa y anota algo en su libreta.
--Sensei me gustaría pasar a mi-- pide un chico de cabello marrón, ojos violetas y se puede ver una cicatriz en su frente.
El profesor me mira y asiento no muy segura. No sé quién es y tampoco sé de su singularidad por lo cual estoy en desventaja.
--Me llamo Arata Jin, un gusto ____... Mi singularidad es controlar el plasma, puedo crear lo que quiera de ella-- comenta alzando su mano y crea una bonita rosa.
--Un gusto Arata-- contesto sonriendo. Creo que no hace falta decir mi singularidad si lo acaba de ver.
El profesor da la señal y Arata crea una cosa enorme en su brazo. Para mi sorpresa dispara lo que parece ser bolas de plasma por lo cual creo un escudo frente a mi. Los minutos pasaban y parece la imaginación de Arata es cada vez más nula al igual que mis energías.
...
Camino por los pasillo arrastrando mis pies y tratando de que mis ojos no se cierren. Realmente quedé cansada de aquella pelea contra Arata. La cual al final quedó en empate. El profesor nos elogió y comentó que Arata podría ser uno de los Tres Grandes si seguía esforzándose. Me ha caído bien.
--Oye tu-- al darme la vuelta me encuentro a Murano Mirando con cara de pocos amigos.
Los pasillos están vacíos ya que es horario de clases pero me mandaron a enfermería para poder descansar un poco junto a Arata, quien se había adelantado hace ya rato.
--¿Quieres algo?-- pregunto confundida.
--Tenemos algo de que hablar maldita niña.
Oh que bien. Mi primer dia de Academia luego de mucho tiempo y ya me gano un enemigo. Genial.
...
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