Extra 2
Cuba, 1 de septiembre año 2027
Yoongi sonreía mientas lo veía llegar parsimonioso y al ritmo de la marcha nupcial, que el mismo Jimin había elegido. Ambos sabían que no era una ceremonia oficial, pero ¿A quién demonios le importaba? Quería ver relucir ese anillo en el dedo de su prometido, quería tomarlo de sus caderas y llamarlo "señor Min".
Cerró los ojos para evitar seguir pensando en eso, no quería llorar no allí, no así, no frente a Taehyung, Jungkook, Kun, Jin, Namjoon, incluso Hoseok había ido, solían encontrarse a menudo ya que luego de todo lo sucedido, había retomado su pasión por viajar por el mundo.
Jimin se detuvo, y Tae entregó a su mejor amigo, aunque de esto último el peliblanco no se enteró, sólo tenía ojos para Jimin, su rostro resplandeciente, sus labios rojos lo llamaban, y el exquisito traje blanco que había elegido con pequeñas incrustaciones de diamantes, era simplemente exquisito, él jamás lo dejaba de asombrar.
Yoongi estiró su mano y Jimin apoyó la suya en ella, sonriendo nervioso, era el paso que ambos querían dar, pero que ambos habían temido por tanto tiempo. Yoongi se lo había propuesto el año anterior, exactamente en la boda de Tae y Jungkook, pensó que, si ellos podían realizar una boda en Cuba, ellos también podían hacerlo, ¿Qué podría pasar? Sabían que se amaban, y él sabía que el mayor sueño de Jimin era caminar por la alfombra roja hasta sus brazos, quería darle el gusto a su príncipe.
Namjoon precedió la ceremonia, y en cuanto dio el permiso de besarse, Yoongi tomó a Jimin y estampó sus labios contra los suyos con un frenesí desesperado, dos horas alejado de ellos, estaba necesitado de probarlos. Oyó risas cuando Jimin intentó cortar el beso, completamente rojo de la vergüenza, pero Yoongi lo apretó más hacia sí. Hasta que finalmente los dientes del rubio se clavaron en sus labios y al fin se separaron.
El pastel era enorme, incluso en contra de los deseos del peliblanco, ¿Para qué hacer algo tan enorme si apenas eran siete personas? Sin embargo, al tomar la cuchilla y cortar la primera rebanada, lo supo, los ojos de Jimin brillaban como dos perlas relucientes, su sonrisa marcaba toda su cara... lo hacía por él, sin importar las excentricidades, Yoongi lo hacía por él. Lo tomó por detrás y lo abrazó con fuerza, sin importar que parte de la porción de pastel se cayera al suelo, besó su nuca, su cuello sus hombros, y aprovechando que todo el mundo estaba alabando al pastelero, le susurró:
- Hoy te dejaré cumplir tu fantasía más grande, mi príncipe... -Mientras lo decía, una de sus manos había comenzado, disimuladamente, a bajar hasta alojarse en el miembro de Jimin. El rubio tragó saliva, resguardados tras el pastel de diez capas, Yoongi lo empujó suavemente contra la mesa y apoyó su pene contra el rubio. Éste, sin embargo, se dio la vuelta, enfrentando a su esposo, su sonrisa de felicidad extrema, ahora parecía pícara y pervertida.
- Sabes que he estado practicando...
- Sólo espero que no haya sido con otros hombres –Jimin le dio un golpe en el hombro, para alejarse contoneando sus caderas, tentando a Yoongi y riéndose por ello.
Jungkook vio alejarse a Jimin de Yoongi, y mientras aprovechaba que Tae lo distraía, se acercó al peliblanco y le entregó una llave.
- No es mucho, pero Tae y yo lo consideramos... y bueno, fue su idea –Jungkook sonrió apenado, el último tiempo, desde que habían llegado a la isla, habían vivido juntos, era a lo que se habían acostumbrado, pero tanto el pelinegro como su pareja habían estado de acuerdo, necesitaban su intimidad, cada uno, y más ahora que se habían casado. Yoongi levantó una ceja interrogándole-. Es una casa... en la playa, relativamente cerca de la nuestra, pero bien lejos para no escuchar... ya sabes.
Yoongi puso sus ojos en blanco, como si ellos fueran muy silenciosos. Pero tomó las llaves e hizo un leve gesto con la cabeza, agradecía realmente el regalo, luego de perderlo todo, los cuatro se tuvieron que adaptar a sus nuevos nombres, y sus nuevos títulos. El peliblanco se llamaba Rixon, y se había recibido como técnico de sonido, le gustaba poder tener contacto aún con la música, aunque debió ponerse al día con todo lo que debía saber. Jimin era Jackson, no tenía título universitario, pero había encontrado un trabajo dando clases de surf a los turistas que visitaban esas playas. El nombre de Taehyung era John, un licenciado en artes, daba clases en una escuela, y el nombre de Jungkook era David, trabajaba como detective privado en una agencia que había creado él mismo.
La ceremonia se extendió hasta pasada la medianoche, baile, fogatas y fuegos artificiales, iluminaron por completo esa noche. Pero había algo que Jimin quería, y si seguían con ese ritmo, no lo conseguiría esa noche. Buscó con la mirada a Yoongi, y cuando sus ojos se encontraron, ambos lo supieron. Aclaró y agradeció a todos los invitados, además de ellos los invitó a seguir la fiesta pero que él y Yoongi se debían retirar. Alguien gritó que la pasaran bien, Namjoon seguramente, aunque ninguno de los dos lo supo con seguridad.
Subieron al Uber, el cual ya tenía la dirección registrada. Al llegar, ambos quedaron maravillados, la casa era hermosa.
- ¿Tú hiciste esto?
- No, es un regalo de Tae y Jungkook -Jimin lo miró fascinado, haciendo una nota mental de agradecerle como se debía a sus amigos.
El peliblanco, mientras su esposo seguía mirando la casa, abrió la puerta y alzó a Jimin como si fuera un niño, entrando a la casa a través del umbral de la puerta.
- Bienvenido a casa, cariño... -Pero Jimin se bajó con premura, si la casa por dentro estaba equipada con todos los muebles necesarios, y si Tae había sido el encargado de decorarla, sabía exactamente lo que había dejado en su cuarto. Sin importar los años que pasaran, seguían siendo hermanos, mejores amigos, y cómo tal, debía saber lo que estaba a punto de hacer. Tomó la mano de Yoongi y lo llevó al cuarto, no había demasiadas habitaciones en la casa por lo que no le tomó más que dos intentos encontrarla. Lo sentó en la cama.
- Cierra los ojos –el chico obedeció y cerró los ojos. Jimin, luego de asegurarse que no estaba haciendo trampa, abrió uno de los cajones de la cajonera al lado de la cama, sonrió satisfecho al ver varios conjuntos provocativos, eligió el que más le gustó para la ocasión. Se quitó el traje, se puso una de las camisas blancas amplias que Yoongi amaba y sobre ella el arnés negro que tanto había querido probarse, se quitó su ropa interior y la reemplazó por una de encaje blanco, después de todo, era su boda, podía poner su contador a cero y fingir que era virgen aún. Salió del baño en el que se había cambiado, Yoongi seguía sentado, con los ojos cerrados, Jimin sonrió, no podría haber encontrado a un mejor hombre. Se acercó lentamente, muchas veces le había pedido a Yoongi que lo dejara dominarlo, como solía hacer él en la cama, y esa noche se lo estaba concediendo, esperaba que sus viejas fantasías sexuales no aterraran a su esposo.
Sin avisar, se sentó sobre las piernas del peliblanco, el cual aún con los ojos cerrados, instintivamente llevó sus manos al trasero de Jimin. El rubio lo dejó, mientras comenzaba a besarlo lentamente rozó sus labios rosados, pero quería verlos carmín, por lo que con la mayor suavidad que pudo, comenzó a morderlos y estirarlos.
Del fondo de la garganta de Yoongi salió un gemido, casi como un ronroneo. Jimin tomó la corbata del traje de su esposo, y comenzó a desanudarla, antes de que se diera cuenta de sus intenciones, el menor ató la corbata para que no pudiera abrir los ojos, y lo empujó con fuerza contra la cama.
- Levanta las manos... -Yoongi obedeció, sintiendo unas esposas cerrarse en sus muñecas, para luego dejar caer sus brazos por sobre su cabeza. Jimin tomó una pluma blanca y grande que se había salido por un agujero del edredón de plumas, y comenzó a acariciar el rostro de Yoongi con esta, el hombre comenzó a reír, pero la mano del rubio se lo impidió, Yoongi se removió inquieto, estar en esa posición de vulnerabilidad no le gustaba. Levantó sus manos atadas intentando tomar el mando, pero la veloz mano de Jimin lo detuvo. La pluma salió volando, cayéndo al suelo.
- Entre más te resistas, más me excitas Yoongi. -Jimin se incorporó lo suficiente para poder abrir el traje y desabrocharle los botones de la camisa, cuando tuvo acceso a su cuerpo, su miembro comenzó a responder, había algo que siempre había querido probar. Se acercó al oído del peliblanco y le susurró:
- Siempre quise marcar tu piel, gatito –Manteniendo firme aún el agarre de las muñecas de Yoongi, Jimin acercó su boca al cuello de este y lo mordió, el sabor salado de su transpiración y el olor a mar que se había hecho parte de ellos, explotó en su boca. Yoongi estiró su cuello instintivamente, dándole mayo acceso a su piel, comenzando a mover sus caderas en busca de liberar la presión en sus pantalones. Mientras Jimin chupaba con más fuerza y clavaba sus dientes con saña, finalmente liberó sus manos y mientras continuaba bajando, mordió su pezón izquierdo comenzando, en el proceso, a quitar el pantalón y la ropa interior de su esposo.
Sin pedir permiso, metió dos dedos hasta la garganta del peliblanco, esta se cerró alrededor de ellos, succionándolos. Yoongi ahogó algunas arcadas, pero Jimin siguió moviéndolos dentro y fuera
- Chúpalos y déjalos bien mojados, será el único lubricante que use... -Yoongi aumentó el ritmo, pasó su lengua por cada centímetro de los dedos, mientras su príncipe continuaba torturando sus pezones, los mordía, los estiraba, los lamía, sin olvidarse las demás zonas, continuó la tortura y la penetración con sus dedos cada vez con mayor fuerza. El peliblanco hacía tiempo había dejado de quejarse, gemidos y arcadas salían de su garganta, la sensación de la falta de aire, combinado a las mordidas que comenzaban a marcarse en su piel blanca, excitaban a los dos.
Jimin quitó los dedos con violencia, y descendió mojando a su paso el cuerpo de Yoongi, abrió sus piernas y metió la primera falange del dedo, a pesar de que no usaría lubricante, también sabía que era la primera vez de su esposo, y no quería que fuera la última, quería que disfrutara para poder tener la oportunidad de hacerlo de nuevo. Mientras metía y sacaba, comenzó a introducirlo más y más profundo, Yoongi se retorcía, sabía que era incomodo por lo que se llevó el miembro del peliblanco a su boca hasta que tocó fondo, hacía tiempo había superado las arcadas por lo que no le molestaba hacerlo. Yoongi gruñó, y moviendo sus manos, aún encadenadas entre ambas, pero libres para moverlas, las puso sobre la cabeza el rubio y comenzó a marcar un ritmo, Jimin se acostumbró a este, apretando sus labios alrededor del pene y mordiendo de vez en cuando.
- Dios, no pares príncipe... -No pudo seguir hablando porque Jimin metió el siguiente dedo, esta vez hasta el fondo, tocando por fin su próstata, ya no eran gemidos, eran gritos, Yoongi movía su cadera buscando que Jimin no se detuviera, quería sentir eso de nuevo, y su bebé obedeció. La saliva que caía mientras el rubio chupaba el pene de Yoongi, comenzó a encharcarse en la entrada del peliblanco, Jimin aprovechó para sumar un último dedo, metiendo, sacando, rasguñando el interior. Yoongi levantó las manos por sobre su cabeza, entregándose al placer que le daba, no podía hablar o formar una oración coherente, sólo quería más.
Jimin sacó los dedos de golpe, Yoongi gruñó por la falta, moviendo sus caderas para buscarlos, no tuvo que esperar mucho, Jimin se estiró, soltando también el miembro de su esposo, se alineó y sin esperar a más, metió su pene hasta el fondo.
- Me lastimas, espera Jimin... due... le –Jimin se acercó y mordió el cuello de Yoongi mientras seguía furioso con las envestidas, Yoongi siguió gritando, pero cuando el menor puso su mano alrededor de su miembro y comenzó un vaivén sincronizado, los gritos de dolor pasaron a ser de placer, Yoongi seguía susurrando, más... no pares, Jimin por favor... Jimin no se detuvo, apretó con fuerza hasta que luego de gritar por última vez, Yoongi acabó en su mano. Algo pícaro, Jimin extendió su mano manchada.
- Abre la boca... -Yoongi obedeció, sintiendo como el líquido caliente y viscoso bajaba por su garganta, sabía algo salado y dulce, no era feo. Antes de decir algo más, Jimin lo abofeteó-. La próxima vez no seré tan generoso, no tenías mi permiso para acabar, gatito... -Jimin clavó sus uñas en las caderas de Yoongi y aceleró con fuerza, el chico siguió gritando, el rubio observaba fascinado como una pequeña gota de semen caía por sus labios rojos.
- Por favor, Jimin... por favor... -Jimin lo tomó con fuerza de la mandíbula.
- ¿Por favor qué Yoongi? ¿Más fuerte? ¿Más profundo? ¿Qué quieres?...
- Golpéame... de nuevo por favor –Jimin se mordió los labios, pero finalmente soltó el rostro de Yoongi y volvió a abofetearlo.
- ¿Te gusta que te trate así? ¿Qué eres Yoongi?
- Soy tuyo... Jimin soy tu put... -Jimin lo golpeó de nuevo. La piel de la mejilla de Yoongi estaba completamente roja.
- No eres la puta de nadie bebé, eres mi esposo... ¿Quién eres Yoongi? -Repitió enterrándose con fuerza.
- ¡Tu esposo! -Jimin lo golpeó una vez más, Yoongi estaba erecto de nuevo, completamente excitado solo movía sus caderas, balbuceaba y lloraba buscando una segunda liberación. Jimin lo besó demasiado excitado como para controlar la fuerza con la que mordía sus labios.
- Te correrás conmigo, no antes, no después -Le susurró Jimin mientras comenzaba un ritmo frenético, golpeando la próstata ajena. Yoongi rogaba que le diera permiso, pero Jimin sabía que podía aguantar unos segundos más-. Di mi nombre cuando te corras, gatito... hazlo –Jimin finalmente sintió la conocida presión en su zona baja, una bola de calor recorrió la zona hasta la punta de su miembro y finalmente sintió como explotaba llenando a Yoongi hasta el fondo. Yoongi gritó su nombre mientras se corría por segunda vez.
Jimin soltó las esposas, pero no le quitó la corbata, a decir verdad, tenía miedo, jamás se había sentido tan libre para mostrarse de esa forma, ¿Y si Yoongi se asustaba? ¿Y si lo dejaba de ver como su preciado príncipe inocente? ¿Y si salía corriendo para no verlo jamás? Jimin se quedó allí, sin poder decidirse, al final fue Yoongi el que lentamente movió su mano para quitarse la corbata, encontrándose con la mirada de su hermoso esposo llena de lágrimas. Levantó su mano y con su pulgar las quitó de allí, dejando sus mejillas húmedas y su dedo mojado.
- ¿Estás bien? ¿Por qué lloras Jimin? -El muchacho se dejó caer sobre Yoongi y siguió llorando, entre sollozos logró decir lo que le sucedía:
- Tú... Tú... me verás como un monstruo... te hice daño... lo siento –Yoongi lo acarició lentamente, mientras procesaba las palabras.
- Fue de lejos el mejor sexo del mundo... ¿Sabes por qué? Por qué me amaste tal y como tú sabes hacerlo Jimin. No tengo miedo a tus fantasías, has aguantado las mías. En serio, créeme cuando te digo esto. Jimin, cariño, ¿Quisieras hacer el honor de hacerme el amor, de esta forma, más veces? -El rubio levantó la cabeza, sólo para verificar que su amado realmente lo decía en serio, y al ver sus ojos llenos de amor, alegría y, sobre todo, brillo, dejó de lado el llanto y asintió con ganas.
- Te amo, mi principe
- Y yo a ti, gatito
Yoongi comenzó a reírse, y luego de besarlo con ternura, aclaró:
- Sólo te pido que dejes sanar mi culo, antes de darle con amor, ¿De dónde sacas tanta fuerza de ese pequeño cuerpecito? -Jimin hizo un puchero y golpeó a Yoongi en el pecho, para intentar levantarse. Al hacerlo la camisa que nunca se había sacado, se enganchó al arnés y los botones salieron disparados hacia todos lados, dejando ver a Yoongi el perfecto cuerpo de su esposo. No puo evitar que su miembro se endureciera de nuevo, y esta vez, sería él el que hiciera gritar al rubio.
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Oficialmente ha llegado a su fin, creo que todos los puntos han sido explicados, por fin saben que pasó con cada uno de los chicos, de algunos más que otros, pero para ser sincera no quería extenderlo más de lo que ya es.
En unos días comenzaré a subir mi nuevo fanfic, están todos más que invitados a leerlo, no se preocupen que lo anunciaré por aquí si lo necesitan. Los amo, gracias por acompañarme siempre :D
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