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Extra 1

Cuba, 29 de diciembre año 2032

- Y entonces...

- La abuela Hana prendió fuego TODO el hospital... ¿Por qué siento que cada vez que papá cuenta la historia, las cosas suenan más exageradas? -Inquirió un Kun de doce años levantando una ceja y mirando a su interlocutor, un Taehyung de cuarenta y tantos años, de piel, ahora color canela bronceada gracias a las horas que se pasaba en la playa, se le marcaron unas arrugas alrededor de los ojos cuando comenzó a reírse.

- Kun, cariño, tienes que entender, tanto sol le ha quemado las neuronas

- Hey, aquí el viejo senil eres tú -intervino enojado el menor.

- Solo nos llevamos unos años de diferencia Cooky

- Ya, papá Tae, no discutas con papá, siempre terminan echándome a la playa cuando comienzan a discutir... -Hubo silencio, roto sólo por la carcajada de Jungkook, porque sí, lo que comenzaban por discusiones graciosas, gritos de enojo y pucheros, terminaba en la cama, con otro tipo de gritos, unos que un niño no debería escuchar.

Tae caminó sin temor hasta sentarse en la silla que sabía que estaba frente a él, su taza de té reposaba tranquila en ella, solía esperar unos minutos antes de llenarla, ya que Jungkook tenía la terrible costumbre de hervir el agua para su asqueroso café, y él no podía permitir quemar las suaves y frágiles hojas y hierbas para su té con esa agua. Metió un dedo en esta, y cómo pudo soportar unos segundos así, decidió que estaba ideal. Luego de hacer su brebaje, se giró con la intención de quedar enfrentado a los dos hombres más importantes de su vida.

- Papá Tae ¿Puedo preguntar algo? -Dijo de pronto Kun, sonaba algo curioso y temeroso a la vez.

- Ya lo hiciste, pero puedes preguntar otra cosa –Kun puso los ojos en blanco, sabiendo que Tae no podría verlo, pero, y luego de pensarlo adecuadamente, lo dijo:

- ¿Qué sucedió al final... ya sabes con la abuela Hana, y la búsqueda? -Taehyung sacó su lengua, humedeciendo sus labios en el proceso, un tic que aparecía cuando algo le inquietaba o le incomodaba, su corazón se había acelerado levemente y a pesar de tener en sus manos la taza de té, sintió como la temperatura en el cuarto descendía. Tragó saliva intentando aclarar el repentino nudo que había en ella, pero cuando comenzó a hablar, no parecía afectado en nada.

- Lo intentamos sabes... Jungkook, Jimin, Yoongi y yo. Luego de releer la carta unas mil veces, tu papá propuso acercarla al fuego, y de hecho "el camino de la iluminación" como decía mi madre, literalmente significaba eso, pon la maldita carta en el fuego y verás el mapa... hubiera preferido eso a tener que romperme la cabeza... en fin, dimos con el libro negro con bordes dorados, estaba escondido en una estación abandonada en México.

- ¿Lo leyeron? ¿Qué contenía? ¿A qué Moira le pertenecía? ¿Pueden hacer magia como la abuela? ¿Qué sucedió después?...

- Cariño, una pregunta a la vez -interrumpió Jungkook, que a pesar de lucir gentil y paciente, estaba preocupado porque el tema haya aparecido, sabía que Taehyung podía aguatar hablar al respecto, aunque probablemente esa noche habría muchas sesiones de mimos y besos para que no estuviera triste.

- Luego de leer el primer libro, comprendimos una cosa, es verdad que podríamos salvar a mamá con los tres juntos, los libros no solo son un compendio de magia, si posees los tres, serás el maestro de la oscuridad, un domador de almas. Los libros son la llave a un conocimiento arcaico... fueron separados luego de que, en la antigüedad, se liberara la peste negra, y sólo fue una fracción de su poder, la Iglesia comprendió que era magia muy poderosa, pero que no podía hacerse nada si estaban separados, y su misión fue separarlos y regarlos por el mundo, los partieron en trozos y salieron en peregrinaje a esconderlos.

- Pero es tu mamá ¿No quieres verla de nuevo? -Tae sonrió, ¿Querer? Claro que quería verla de nuevo, quería esconder su cabeza en su pecho, quería besar sus mejillas, quería abrazarla y mostrarle su nueva casa, quería decirle cuanto amaba a Jungkook, quería agradecerle la vida que le había regalado, quería devolvérsela como ella lo había hecho... pero no podía... no debía.

- Kun, a veces lo que está muerto, debe permanecer muerto, ¿Y si yo decido juntar los libros y termino destruyendo la Tierra? Por mucho que la ame, y que la extrañe... -Taehyung bufó, no estaba enojado con el chico por preguntar, estaba enojado porque le frustraba, al igual que Kun, muchas veces se había hecho esas preguntas una y otra vez, pero sabía que la respuesta era NO, no reuniría un compendio de libros malditos que podría destruir la Tierra, sólo para salvar el alma de su mamá-. No lo haré cariño -dijo finalizando la frase con una sonrisa llena de amor y paciencia-. Y por favor, cuando nos vayamos de este mundo, tú tampoco nos traigas, tu papá y yo volveremos a vernos en la siguiente vida y en la siguiente, no tengo duda, que, aunque a veces nuestras vidas no sean idílicas, encontraremos la forma de estar juntos –Kun hizo un leve puchero, la viva imagen de su padre, habría pensado Tae si hubiera podido verlo, aunque no lo necesitaba para saber que el niño había hecho exactamente eso.

- Entonces... ¿Lo de la orden secreta de humanos asesinos de demonios...? -La pregunta, lejos de ser tomada con seriedad, produjo en Jungkook una risa imposible de frenar. Hasta que cruzó sus ojos con los de su hijo, y comprendió que iba muy en serio, su risa se frenó en seco, y supo las segundas intenciones.

- Kun Hwan Kim, ni se te ocurra buscar a un grupo de guerreros idiotas que sólo quiere ver sangre y descuartizar demonios

- Pero papá...

- Pero nada, si te contamos estas cosas es para que sepas que el mal existe, y que hay que tener cuidado cuando se juega con magia, demonios y almas, todo se vuelve difícil y tu vida suele no sobrepasar de los cuarenta, así que deja eso de cazar demonios para otros tontos.

- Pero mamá...

- No hables de ella, no en esta casa –El semblante de Jungkook era serio, lejos había quedado el ambiente tranquilo y liviano de hacía unos minutos. Kun se levantó furioso, le ardía el pecho, la garganta le quemaba, y toda su sangre se concentró en su puño, listo para golpear lo primero que se le atravesase.

- Mamá me entiende, mamá me prometió que me entrenaría, me dijo que me enseñaría a matarlos. -Jungkook exhaló el aire, había comenzado a arrepentirse de no haberle contado toda la verdad a su hijo, si, puede que su gran hazaña de escapismo fuera repetida una y otra vez cada que Kun lo visitaba, pero la verdad es que era una historia censurada, tan censurada que había omitido hablar de la participación de su ex esposa en todo lo que había sucedido.

Luego de que su escape de los Estados Unidos resultara exitoso, y durante los pocos años que habían intentado cumplir el deseo de Taehyung de recuperar el alma de su madre, se habían topado muchas veces con los asesinos de demonios, una de esas tantas ocasiones en que eso sucedió, se toparon con dos muchachas que al comienzo no reconocieron, no hasta que una de ellas preguntó "¿Jungkook?".

Los giros masoquistas de la vida, allí ante sus ojos las dos personas que habían casi arruinado su vida, Lisa e Isabella, lucían muy distintas, vestían de negro, se veían más fornidas, se notaba que se ejercitaban a menudo, en su espalda llevaban un arsenal de armas, al parecer se habían unido a las filas de los asesinos de demonios.

Fue un encuentro extraño, habían pasado años desde la última vez que se habían visto, parecían más calmadas, no eran las psicópatas que recordaba. Lisa le explicó que luego de lo que habían hecho, también se habían ido del país, habían intentado vivir una vida normal, juntas, pero ambas sentían que algo les faltaba, luego de pensarlo mucho, llegaron a la conclusión que no podían echarle la culpa enteramente a Hana, o a la señora Jeon, o a Jungkook, la razón de todo el desmadre que se había armado, era el maldito demonio que, en busca de almas, había aceptado conceder el deseo de Hana. Ambas comprendieron que en todo el mundo las almas eran separadas de sus almas gemelas por los malditos demonios, por lo que volcaron su ira hacia ellos.

Lentamente, y viendo el cambio de su ex esposa, había aceptado no mencionar lo que había hecho, a Kun, a medida que su hijo crecía, también permitió que se hablaran por medio de cartas, y hacía un tiempo, su hijo había comenzado a visitarla también. Pero no le agradaba para nada las ideas que le metía en la cabeza, él quería una vida normal y monótona para su hijo, ella quería criar un cazador.

Sintió unos finos dedos tirar de su cabello hacia atrás, dejando su cuello expuesto, la lengua húmeda y caliente de, claramente Tae, comenzó a recorrer el camino que se sabía de memoria. Jungkook lo apartó, para mirar a Kun, pero el niño al parecer se había ido mientras él recordaba el encuentro con Lisa. Tae volvió a la acción, sus labios llegaron a ese lugar mágico, detrás de su oreja izquierda, pasó su lengua. Una corriente recorrió el cuerpo de Jungkook, el cual intentó mover sus brazos para rodear la cintura de Tae y tomar su trasero con fuerza. Pero los fuertes brazos del rubio se lo impidieron.

- No Jungkook, conoces las reglas, no puedes moverte hasta que te de permiso. -Jungkook llevó sus brazos atrás de la silla y se agarró con fuerza, comenzaba a apretarle sus jeans en la entrepierna, pero sabía que no podía decir nada. Taehyung comenzó a mover sus caderas, una electrificante corriente le hacía cosquillas por cada embestida que daba. Jungkoook llevó su cabeza hacia atrás, lo estaba torturando, y amaba eso.

- Por favor Tae... -El rubio detuvo en seco el movimiento, se incorporó y con una lentitud endemoniada comenzó a desvestirse, dejó caer por uno de sus hombros uno de los tirantes de su musculosa blanca, dejando ver por completo su piel canela. Jungkook gruñó, quería poseerlo, quería dominarlo, quería hacerlo suyo. Tae sonrió, mientras que por fin dejaba caer la prenda por completo. Hacía tiempo había perdido la vergüenza de mostrar sus cicatrices a Jungkook, consecuencia de su vida como prostituto, drogadicto.

Esto es un pareo

Se dio media vuelta, Jungkook se relamió al ver como llevaba sus manos al nudo del pareo que tenía puesto, comenzó a desenredarlo-. O te lo quitas ahora, o te lo quito a mordidas en cinco segundos... -Gruñó desesperado. Tae camino de regreso al pelinegro, pero antes de poder hacer nada más, Jungkook dijo "cinco" y saltó como un animal en celo sobre el rubio, cayeron sobre la cama tras el mayor, ahora le tocaba a Jungkook, el pelinegro tomó con una sola mano las dos muñecas de Tae y las llevó por sobre su cabeza.

- Sostente de la cabecera... la sueltas y sabes lo que te espera. -Taehyung se aferró con fuerzas, mientras ahora era el pelinegro quien comenzaba el vertiginoso descenso. Primero se apropió de sus labios, sus labios rojos y algo hinchados luego de ser mordidos y saboreados por la lengua ajena.

Al igual que el rubio, bajó usando el cuello, su lengua danzaba sobre la piel caramelo del rubio, y se hospedó allí dónde sabía que podía hacerlo gritar. Cerró sus labios sobre la clavícula comenzando a morder. De los labios de Tae salió un gemido ahogado, ambos sabían que Kun podía escucharlos, por lo que esta vez debían ser sigilosos. A Jungkook se le ocurrió una idea, separó levemente sus labios de la piel del rubio y le susurró:

- Nueva regla, por cada sonido que salga de tu boca recibirás una nalgada o una mordida, depende de lo que tenga ganas, ¿Entendiste?

- Si... -No había terminado de decir la frase, que Jungkook atrapó su pezón entre sus dientes y lo mordió con fuerza. Tae mordió su labio inferior para no gemir, el botón rosa del rubio se puso duro, una mezcla entre dolor y placer viajaron por sus nervios directo a su pene, el pelinegro sintió como crecía bajo el pareo que aún llevaba puesto. Dejó de torturarlo para continuar su recorrido hacia el sur, su lengua bailaba contra la caliente piel de Tae, el cual volvió a hincar sus dientes en su labio inferior cuando el pelinegro pasó sobre su ombligo, por suerte siguió su camino sin detenerse, hasta llegar al nudo del pareo, el cual tal y como prometió, comenzó a desatar con su boca, el pene de Tae estaba completamente duro y mientras Jungkook desataba el nudo, su mejilla lo rozaba suavemente.

Finalmente, desanudo la tela, dejando ver su premio. Apoyó su nariz, el olor a sal y jazmín impactaron contra él, y como si fuera el manjar más sabroso, metió su verga en su boca, rodeó sus dientes con sus labios para no hacerle daño, apretó con fuerza y comenzó a mover su cabeza, mientras lo hacía, su lengua recorría desde la punta hasta sus huevos, el pequeño piercing de metal que hacía tanto se había colocado, masturbaban con fuerza el pene de Tae, cada roce sacaba un gemido, que lograba silenciar con esfuerzo.

Cuando el pelinegro estuvo seguro de que no moriría ahogado, de un solo golpe, se la llevó hasta el fondo de la garganta, la punta sensible de Tae golpeó con la carnosa entrada, pero nada lo preparó para lo siguiente, Jungkook la empujó más aún, hasta que la punta de su pene rozó sus cuerdas vocales, el grosor del miembro impedía que el aire pasara, pero era justamente eso lo que lo estaba excitando de sobremanera, con la mano libre comenzó a quitarse los pantalones, en el proceso comenzó a gemir, y la vibración de sus cuerdas, sumado a la presión que sus labios ejercían en la base del pene, hicieron a Tae perder la poca compostura que le quedaba. Soltó la cabecera de la cama y enterró sus dos manos en la cabellera de Jungkook, marcando un ritmo bestial a sus embestidas, sus piernas se tensaron, estiró sus empeines, una bola caliente había comenzado a formarse por debajo de su vientre, su miembro estaba duro, el líquido pre seminal ya humectaba la boca de Jungkook, Tae lo sintió, estaba tan cerca de correrse.

Jungkook sacó el pene de Tae de un solo tirón de su garganta, presionando con fuerza la base, impidiendo su liberación.

- Te dije... -susurró-, que no te soltaras, o ya sabrías que te sucedería. -De los labios de Tae salió un sonido, una mezcla de un "oh" con un gemido, antes de procesar lo que estaba sucediendo, Jungkook le dio vuelta con amor, pero firmeza. De una pequeña caja bajo la cama, sacó algo tintineante y frío, le había robado esas esposas a Jimin, no creía que fuera a extrañarlas. Con cuidado puso una, alrededor de la muñeca de Tae, la pasó por el cabezal de la cama, y cerró el otro extremo a la otra muñeca, por más que quisiera moverlas, no podría. El rubio tironeó suavemente, probando el rango de movimiento, y mientras lo hacía, sintió como las fuertes manos de su pareja tomaban su culo y lo abrían, la segunda sensación de placer extremo lo inundó, cuando la lengua de Jungkook rozó su entrada, instintivamente levantó su cadera buscando mayor contacto, el segundo contacto fue más profundo, esta vez sintió aquello que tanto le gustaba, el piercing, el metal húmedo y duro, rozó su sensible entrada, Tae mordió la almohada en un vago intento de no gritar, sumado a ese estímulo, el chico metió el primer dedo, la saliva hizo de lubricante, y no tardó en sumar un segundo, comenzó a moverlos, abriéndolos y cerrándolos como una tijera, tensionando las paredes, rozando con sus uñas, buscando lentamente ese punto que el rubio necesitaba que tocara.

- Jungkook por favor... -Ahora era él quién rogaba por más, así le gustaba al pelinegro, no respondió, su lengua seguía lubricando, sus dientes seguían rozando la entrada y sus dedos por fin dieron con su próstata.

Aprovechando el sonido ahogado del grito del rubio, agregó el tercer dedo, la penetración comenzó a ser cada vez más fuerte, pero no era él, las caderas de Taehyung buscaban desesperadas que los dedos del pelinegro tocaran ese punto de nuevo. Jungkook con su mano libre, le dio una nalgada, sus dedos quedaron marcados unos segundos y luego desaparecieron, volvió a darle otra.

- No te dije que te movieras... -Pero él tampoco aguantaría mucho más, terminó de desnudarse, de la misma caja tomó el lubricante, le gustaba darle algo de dolor a Tae, pero hoy quería que gozara más que nada, por lo que tomó el gel multi O, y lo esparció por fuera del ano, para luego introducirlo con ayuda de su dedo del medio. Luego se lo untó sobre su pene, y sin mayor protección, apoyó la punta sobre la entrada, con algo de esfuerzo hizo que entrara, antes de dejarlo acostumbrarse, comenzó un vaivén violento, cada uno terminaba presionando con fuerza la próstata de Taehyung, estiró su mano, la enredó en la cabellera del rubio, tiró de ella y le gritó. -Dile al mundo quién es tu daddy...

- Tú lo eres

- Di mi nombre

- Jung...Jungkook -Gemía Tae, desesperado, esperando la orden de correrse.

- Quiero que todo el mundo lo sepa.

- ¡JUNGKOOK! -El pelinegro le dio una nalgada, más fuerte que la anterior.

- Cuéntalas, si llegas hasta cinco puedes correrte. -A continuación, comenzó a nalguearlo, no con demasiada fuerza, quería que gozara tanto como él lo estaba haciendo, por sobre el sonido de las nalgadas, oía la sollozante voz de Tae

- Una...dos...tres...cuatro... -No llegó a la quinta, ninguno de los dos llegó, a la cuarta nalgada, Tae susurró-: Me vengo por favor...

- Hazlo... -Ante la orden, el estómago de Taehyung se tensó, al igual que sus piernas, se detuvo ligeramente mientras la presión aumentaba, y el orgasmo iba creciendo. El grito que acompañó a la liberación, hizo temblar a Jungkook, el cual completamente sudado y acalorado, sintió como el trasero de Tae estrangulaba su miembro, finalmente también explotó, dejando su semilla en su interior con un grito igual de poderoso que el del rubio.

Ambos cayeron exhaustos, antes de terminar de acomodarse, Jungkook destrabó las esposas y masajeó las muñecas de Tae, le dio la vuelta con amor y lo besó con ternura, uno en cada uno de sus párpados y luego en sus labios hinchados y calientes.

- ¿Estas bien? -Taehyung asintió, mientras que, ignorando el calor sofocante, se refugió en los brazos de su amado.

- Recuérdame hacer esto más seguido... -Jungkook se rio, volvió a atacarlo con más besos.

- Contrario a lo que parezco, no soy una maquina sexual cariño, tengo mis limites...

- Tu eres perfecto en todo sentido... -No necesitó seguir la frase para que el pelinegro supiera cómo iba a terminar. Volvió a besar sus ojos, luego de establecerse en la isla, habían conseguido que le colocaran las dos prótesis en los ojos, solía sacárselas si estaban en casa, era más sencillo así, aunque sus ojos blancos asustaban a algunos.

- Tú también lo eres, desde la punta de tu cabeza a la punta de tus pies –Taehyung sonrió, a Jungkook se le daba bien mentir, pero fingiría que le creía, le gustaba creer que al menos para una persona en la Tierra, era hermoso y perfecto. Un ruido en la puerta los alertó, rápidamente el pelinegro tiró la sábana sobre ambos, Jimin, Yoongi y un más tranquilo Kun entraron, al verlos, despeinados, transpirados, acalorados, rojos y semidesnudos, Jimin tapó los ojos de Kun y salió afuera, mientras Yoongi se reía y les gritaba que abrieran las ventanas para quitar el olor del amor. Los tortolos rieron, se levantaron, se vistieron, abrieron las ventanas y salieron a la playa en busca de sus amigos y de su hijo, para poder cenar lo que habían llevado. No faltaron las risas, no faltaron los chistes, ni las discusiones en broma. Si Jungkook se había encontrado hacía años preguntándose dónde estaba su hogar, hoy por fin podía decirlo, estaba allí, entre su familia, sus amigos, y sobre todo, con el amor de su vida. 

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